Hola a todos, Yo de nuevo junto con cerebro-chan les dejo esta historia de Hirunaka No Ryuusei, bueno espero lo disfruten es un AU por completo solo con el titulo lo digo todo.

Cerebro-chan les dice Hola a quien no lo conocen y los invita a leer esperando que lo disfruten!


Ragnarok

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El corazón de las personas suele ser algo cambiante, en un momento puede estar perdido y encadenado a alguien y de la nada ese sentimiento puede desaparecer justamente como había llegado. Yo no tenía consciencia de esto, sentimientos como el amor no los tenía previstos; no pensaba en ello simplemente. Pero él llego como una potente luz y destruyo todo lo que había en mi corazón atrapándolo, sin poder soltarme de él.

Nuevamente me equivocaba.

Realmente pensaba durante las noches en donde la luz lunar bañaba la habitación evitando la oscuridad y con esta la inconsciencia del sueño que yo ya no podría levantarme al siguiente día. El dolor en mi pecho era demasiado grande, nunca había experimentado algo así y no tenía las suficientes alertas para saber cómo reaccionar.

Como seguir caminando.

Lo raro en todo esto fue que solo necesite cerrar una puerta para que se abriera otra, realmente pensé que nunca lo superaría, que nunca lo olvidaría, que nunca mi corazón se lanzaría hacia un nuevo amor. Insisto, nuevamente me equivocaba.

Al principio estaba indecisa, pensaba que simplemente volvería a sufrir y ya no sería ahora si capaz de sobrevivir a tal dolor, pero algo en mí siguió insistiendo como una alarma resonando en todo mi interior que no debía dejar de pasar una oportunidad.

Solo era abrir una puerta nueva.

Así que sin pensármelo me lance corriendo a lo desconocido, la alarma se apaciguo pero seguía insistiéndome que era lo correcto, que esta vez todo sería suficiente. Y realmente todo se calmó, por fin podía olvidarme del dolor en mi pecho, por fin era capaz de seguir caminando.

Seré completamente cauta en esta ocasión, juro no enamorarme en esta ocasión de la forma tan destrozante como lo había hecho, era la única forma de evitar el dolor ante algo que aún no ocurría y no sabía si realmente ocurriría. Me sentía segura, los dedos entrelazados con los míos, caminando casualmente a la escuela resulto ser lo único que quería en ese momento.

Un paso a la vez y podría llegar segura al final del camino.

Las cosas serían diferentes a partir de ahora, ya no tengo que sufrir más.

El dueño de la mano que envolvía a la mía me miro seriamente y después de unos segundos más me sonrió con esa sonrisa suya, única. Entre apenada y completamente feliz, en cierta forma me gustaba que esa sonrisa solo me la mostrara a mí y a nadie más, que solamente a mí me mirara con esos ojos llenos de esperanza, en su rostro en ocasiones llegaba ver un poco de culpabilidad pero no era demasiado obvio o no duraba demasiado tiempo como para poder identificar el motivo.

Así era Mamura Daiki.

Desde que ambos expresamos lo que había ocurrido a los demás, mejor dicho, cuando ellos lo notaron a causa de nuestras expresiones no dejaron el tema hasta pasadas las dos semanas. Ahora ya era algo normal para todos, las miradas discretas se habían reducido y al final ya nadie comentaba nada al respecto.

En apariencia todo era exactamente igual que antes.

La alarma que da inicio a las clases sonó y nos dimos prisa para llegar a tiempo, al final sin duda alguna sería un día completamente normal como todos los anteriores siguiendo el orden específico para cada una de las cosas. Las mismas clases, todo rutinario. Como se supone que deben de ser las clases. Había decidido olvidarme de mi afición por salir a tomar aire y ya no faltar a clases. No deseaba los recuerdos que venían junto a la azotea.

El día paso rápido y sin contratiempos, durante la comidas en ocasiones me gustaba salir sola a caminar entre los pasillos llenos de estudiantes caminando. Lo único que yo deseaba era desaparecer de la vista de los demás por el simple hecho de sentirme llena y poder pensar a gusto.

Una ráfaga de aire despeino mis cabellos sueltos, unos pequeños grititos se hicieron escuchar y la curiosidad gano la batalla haciéndome voltear a ver el motivo de ellos.

Mala idea.

Ahí estaba de nuevo esa sensación de vacío. El sensei estaba rodeado de chicas, no era algo raro de ver cuando era la mayor atracción para las estudiantes. Pero no era eso lo que me hacía sentir así. Trataba con todo lo que tenía el evitarlo siempre que podía, mi corazón ahora había tomado un nuevo camino, pero el sensei generaba turbulencias en las afirmaciones que había dado. Estaba segura de que lo que sentía ya no era amor, pero si una fuerte atracción.

Mi mente se bloqueaba siempre que lo veía, se llenaba de los recuerdos de un pasado no tan lejano en donde lo único para mí era él. Por un pequeño instante nuestros ojos se encontraron y la distancia desaparecía. Solo fueron unos pequeños segundos en los cuales algo en mi interior quemaba como roca al fuego vivo, el calor era demasiado intenso. Mi cuerpo pedía a gritos que me acercara, que volviera el contacto de nuestros ojos más duradero, que aspirara su dulce aroma y observara su dulce sonrisa, pero en mi mente la alarma nuevamente se encendía volviéndome loca, pues contradictorio a lo que mi cuerpo pedía , esta me incitaba a salir corriendo y alejarme lo más posible de él.

Era una sensación desagradable pues rompían mi interior en dos. Sin soportarlo más, después de muchos esfuerzos logre hacer que mis pies se movieran, dieran media vuelta y caminara en sentido contrario. Cuando me di cuenta había corrido y mi destino había sido por quien mi mente tanto pedía. Extrañado por mis acciones Mamura me observo, su rostro mostraba la duda, pero sus ojos mostraban que ya sabían el motivo de mi agitada carrera.

Por un momento pensé que algo iba mal, pero lo ignore. Le sonreí y empecé a alejarme de él, en esos momentos en realidad tampoco deseaba su compañía pues solo acentuaba eso que me mortificaba. Termine caminando al lugar al cual había decidido no ir. La suave brisa removía mis cabellos desordenándolos de igual forma en la que se encontraban mis pensamientos. Permanecí recostada sin importarme ensuciarme mirando únicamente el alto e inalcanzable cielo azul.

El tiempo se detuvo y no supe cuánto tiempo permanecí en la azotea. El cielo en un momento había pasado de estar despejado a nublarse advirtiéndonos una tormenta. Después de sacudirme el polvo que se había pegado a mi uniforma regrese al interior del edificio moviéndome por los pasillos vacíos. A esas horas la escuela era mucho más tranquila y la disfrutaba mejor.

Regrese a mi aula en donde permanecían mis cosas intactas, tome el asiento de lado que le pertenecían a Mamura y me senté, pensando en todo lo que había ocurrido. Nuevamente mi mente divago y me asuste acelerándose mi corazón cuando escuche un fuerte ruido afuera de la clase, en el pasillo.

Me levante tomando mis cosas en un solo movimiento, sea lo que sea que fuera yo no deseaba ser parte de ello. En un momento para otro todo cambio, todo fue completamente diferente.

Todo se llenó de amarillo.

El amarillo lo inundo todo, los asientos, el pizarrón. Todo conservaba su color pero era como si a todo se le hubiera dado una pincelada amarilla que no alcanzaba a cubrir por completo el color original de las cosas.

Caí al suelo cuando este tembló de una forma espantosa moviendo todo a mí alrededor. Completamente asustada permanecí de cuclillas en el suelo esperando más anormalidades. Cuando ya el silencio predominaba el lugar me levante con cuidado y con lentitud camine hasta la puerta del aula. Asustada y con un mal presentimiento empecé a abrir la puerta, pero antes de que pudiera hacer algo más sucedió.

Mis oídos dolían y se escuchaba un pequeño pitido. Estaba en el suelo, trozos de puerta me encarcelaban en el suelo sin dejarme mover, papeles carbonizados volaban dando su último rastro de vida antes de desaparecer al tocar el suelo.

La explosión, si es que eso fue había destrozado el lugar o al menos eso podía imaginar. Las puertas aun inutilizaban mi visión y mis ojos se cerraban en búsqueda de la inconsciencia.

-¡Suzume!

Creí que ya estaba dormida, que deliraba a causa de la explosión pues algo como esto no podía ser cierto. Todo lo contrario, era más real de lo que creía. Mis ojos antes de cerrarse definitivamente alcanzaron a ver su silueta igualmente llena de polvo y sangre, la silueta del sensei me miraba y me llamaba completamente preocupado.

Se acabó. Todo se volvió negro.