Hoy era el día, hoy mi pequeña princesa se casaba con el hombre que amaba, no entendía muy bien los sentimientos dentro de mí, alegría, tristeza, nostalgia y un poquito de orgullo, porque mi niña había encontrado al fin un hombre bueno, cariñoso y que la amaba con todo su corazón y la protegería con su vida; lo había visto cuando un akumatizado había ido tras Marinette y Chat Noir apareció para protegerla, lo vi claramente en su mirada y supe quien se escondía tras la máscara negra, no fue difícil saber la identidad de mi pequeña, pues ella tenía el mismo brillo que cuando lo veía en su forma civil.
Vaya sorpresa enterarme que mi bebe era Ladybug. Aunque me tranquilizaba saber que tenía a alguien que la cuidaba con su vida.
Estaba feliz porque sabía que dejaba mi más grande tesoro en buenas manos, aunque me costaba hacerme a la idea de que mi princesa se alejaba de mí. Y hablando de ella, ahí estaba, con un vestido que ella misma diseño para su día especial, se veía radiante, y más hermosa que nunca.
-¿Estas lista princesa? – Vi como asentía, así que le ofrecí mi brazo, y solo estábamos esperando que sonara la marcha nupcial para entrar.
-¿Papá? – El leve llamado de mi niña me hizo voltear a verla, y me encontré con sus hermosos ojos azules, tan parecidos a los de mi amada esposa.
-¿Qué pasa princesa? – Me sonrío con la dulzura característica de ella, se acercó y me dio un beso en la mejilla.
-Puede que allá encontrado a mi príncipe, pero siempre serás mi rey – No pude evitarlo y sonreí, en ese momento empezó a sonar la marcha, y le di un leve apretón en la mano antes de que empezáramos a caminar. Cando llegamos al altar, Adrien sonrío al ver a mi niña, y supe que todo estaría bien, que no perdía a mi hija, sino que ganaba un hijo.
Te amo, mi niña.
