Los personajes no me pertenecen a mi si no a Masami Kurumada, esto es sin ningún lucro.
Capitulo 1: ¿Parthenos o Escorpio?
Piratas del destino.
Mi amor al mar me llevó
Cantando una dulce canción
Al partir el mar se seco
Y ahí me abandono.
Shion tras escuchar de nuevo esa melodía nostálgica, había despertado esa mañana con un presentimiento y aunque era un hombre sabio, aún no dejaba de lado aquel pesar.
Se acerco al gran ventanal que mostraba las áridas tierras con su luz inmutada y de inmediato volvió a sus memorias .Después de la muerte de los caballeros dorados en el muro de los lamentos, y tras dejar que su cosmos se extinguiera, fue liberado con sus compañeros del sueño eterno en favor de su diosa.
Athena ofreció a su padre un sacrificio el cual él, era el único que tenía conocimiento.
El amor, el amor a cambio de la resurrección e indulgencia de su orden. Por ello había abandonado su condición de mujer y permaneció estancada como diosa tras las murallas griegas. Se había rehusado a recibir a sus caballeros de bronce y esconderse bajo los mandatos del Patriarca con una sola carta para calmar las obstinadas insistencias de los mismos, que refería—"Lo lamento pero ya no los necesito, les doy su vida de vuelta".
Athena conforme a ello, pasaba largas horas enteras pegadas a su piano, su único consuelo y día tras día, la misma tonada melancólica resonaba hasta los aposentos del Patriarca. Shion, quien era el único que tenia acceso a ella, veía como la luz de sus ojos azulados se había apagado y parecía una muerta en vida, ya no era la joven risueña de antes; no ,ahora su pesar le había arrancado el corazón. Y él sabia que aquel nombre era el que mantenía a la diosa así: Seiya.
—Si tan solo pudiera ayudarle, mi señora...—murmuro.
Removió su cabeza despejando su pasado y como era costumbre, pasó a revisar los planos de la reconstrucción del Santuario.
— ¡Gran Patriarca es urgente, es urgente!—entró con desesperación un soldado a los aposentos del lemuriano.
— ¿Qué es tan urgente, qué sucedió?—pregunto con recelo el santo al soldado.
—Preséntese en la sala de Athena. ¡Hay una luz deslumbrante en su habitación y ella esta gritando!
El Patriarca al escuchar esto, salió intempestivamente hacia la sala de Athena.
Athena sintió los primeros rayos de luz caer sobre su cara, alzándose de su cama con indiferencia. Observó como en aquella sombría habitación ya estaba su desayuno y ropaje preparado, sin embargo ella lo omitió aproximándose débil hacia su piano. Su cuerpo estaba presente pero su razón estaba a kilómetros de Grecia.
Acarició con delicadeza las teclas del instrumento y tras un suspiro eterno, empezó de nuevo la misma tonada.
Pero cuando mas inspirada e intensa estaba, tras unos minutos de acordes y justo al borde del llanto; sintió como una delgada mano le impedía continuar tocando. Al girarse sorprendida, jamás lo espero. Seiya estaba a su lado posando sus manos sobre las suyas. Pero algo era extraño, la mirada del castaño era fría y el peculiar brillo que mantenía sobre su cuerpo era inverosímil, pasando desapercibidos por la de cabellos lilas debido a la emoción. Saori se alzó para recibir a su amado con ansiedad y tras llamarlo por su nombre en un susurro, el la atrajo a su cuerpo con ímpetu.
—Athena, estoy aquí por ti, jamás me iré de tu lado.
—Seiya—pronunció débil la de mirada azulada y tras sentir el cálido aliento de su amado en el rostro, jugueteó con su nariz hasta alcanzar los labios del hombre.
El hombre le sujetó la barbilla con delicadeza y tras ese beso efímero, ambos seres se distanciaron. Entonces por fin percibió el color rojizo de los ojos de su hermano. El era Hermes, el gran timador y mensajero de los dioses.
—Hermes, ¿qué has hecho?—comento furiosa la deidad mientras lo empujaba con fervor. El dios entonces se quitó el disfraz y mostró su personalidad. Delgada anatomía, cabello castaño contrastante con el fuego de sus ojos y brillante esplendor.
—Mi padre me envió a llevarte con nosotros, con quienes perteneces, tú no puedes seguir así esperanzada a un mortal. Hemos respetado que no quieras unirte a nosotros después de haber cumplido tu propósito con Hades y que sigas aquí en tu forma humana al igual que Poseidón, pero mírate, estas muerta en vida.
— ¿Con quienes pertenezco?—bufó irritada la de mirada azulada mientras caminaba hacia el gran ventanal de su aposento— El único lugar donde pertenezco es éste, con aquellas personas a quiénes amo. El dios tras formar en su rostro una ligera sonrisa, cínico, habló:
—Que estés aquí no significa que él estará contigo. Se que desde hace mucho tiempo has buscado una manera de burlar a mi padre, pero será mejor que lo olvides y vengas conmigo o ellos volverán a su castigo eterno.
— ¿Es una amenaza?—preguntó la deidad dándole la espalda a su hermano— No Hermes, esta vez dile a mi padre que bastante pague con mi sacrificio, así que toda mi orden esta libre y yo, incluida con ella. Cumpliré mi existencia aquí en la Tierra hasta que me extinga. Y quizá si...busqué una manera de estar con él.
Contestó desafiante la de cabellos lilas al castaño quien casi rozando el suelo, se aproximaba a su fina silueta.
—Sabia que no aceptarías tan fácil, por ello lo que te acabo de dar es el beso de la muerte.
La joven al escuchar esto, le regresó la mirada al dios, llenándose de curiosidad.
—Poco a poco tu cuerpo se ira consumiendo tras el veneno negro que corre por tus venas. El tiempo que te queda son cuatro días aquí en la Tierra hasta que tu cuerpo se consuma. Incluso podrás despedirte de él en ese tiempo.
— ¡¿Por qué Hermes, porqué?—cuestionó asustada la deidad mientras sus ojos se empañaban de agua sintiendo una pesadez sobre sus hombros.
—Lo lamento hermana, mi padre te quiere a su lado, nos quiere a todos. Al igual que tu, yo también recibo órdenes—respondió intranquilo el dios y dándole la espalda a la diosa para partir por el mismo ventanal donde la diosa miraba, habló:
— Pero no quiero llevarme en la conciencia tu pesar, se que tu amor es sincero, así que antes de irme, te diré la forma de salvarte. Lo demás depende de ti y tu orden por la que te estas sacrificando.
La pesada puerta de la estancia de Athena se abrió trayendo a Shion ante la discusión .El santo se maravillo al ver la celestial luz a punto de marcharse y a su diosa con la mirada desesperada dirigida al dios. El mensajero le regentó una mirada impasible al santo y replicó:
—Poseidón, rey de los mares, tiene un néctar de la diosa Hebe bajo su custodia en el mar Mediterráneo en caso que mi padre pretenda hacer lo mismo que contigo. Debes tomar una pequeña cantidad y recibir un sincero beso tras ello. Esto te redimiera de todo mal y también te traerá tu libertad de vuelta. Recuérdalo hermana, debes lograrlo antes de cuatro días o entonces nos veremos en el Olimpo.
—Pero Hermes, ayúdame, por favor—suplicante comentó la diosa cayendo hasta el suelo.
—Busca al "Kraken" en el mar, ahí esta tu salvación y la de los tuyos. Suerte.
Al terminar el dios, desapareció tras un lucero deslumbrante dejando a Saori con las fuerzas de sus piernas quebradas y una extraña pesadez en el cuerpo. Al sentir su vista nublada, la diosa se removió sobre el fino mármol intentando con su escasa voz hablarle a Shion.
Shion se aproximo presuroso y tomó entre sus brazos a la diosa, acarreandola hasta su cama con ansiedad. La chica sudorosa de la frente y con escalofríos, temblaba tiritante sobre el lecho.
— ¿Athena, que ha sucedido?—cuestionó el lemuriano con preocupación mientras acariciaba los cabellos de la joven.
—Hermes...Hermes me ha tendido una jugarreta por órdenes de mi padre. Me quiere a su lado en el Olimpo, cree que mi tiempo en la Tierra ha terminado, por ello mi hermano me ha dado el beso de la muerte. Solo tengo cuatro días para recuperar el néctar de Poseidón y liberarme de la expiración, tendría que ir al mar Mediterráneo, sin embargo...
— ¿Sin embargo ?—preguntó el Patriarca con ansiedad.
—Seria exponerlos de nuevo a una guerra por mi egoísmo. Lo mejor será que acepte mi destino tal cual es. ¡Ya les he hecho mucho daño!—dijo la diosa mientras tropezaba con la mano del lemuriano, estrechándola con delicadeza.
—Usted es nuestra señora, todos nosotros solo existimos para usted. Si usted muere, ¿se ha puesto a pensar en la gente que cree en usted, que les diremos? Seriamos una vergüenza ser sus caballeros y no ayudarla. Además su vida esta en juego, así que con o sin su bendición, haremos todo lo posible para que usted se quede entre nosotros, los mortales, donde pertenece. —comentó reflexivo el antiguo santo de Aries mientras con su mano despejada limpiaba el sudor de la frente de la dama.
—Ahora mismo planeare todo, daré los avisos correspondientes y en la tarde ingresaremos hacia la costa. Mientras tanto, solo le pediré que no se de por vencida, no hasta que hayamos hecho todo lo posible.
—Cuenta con ello—termino la diosa jadeante, cerrando sus ojos, cansada.
Tras decir esto, el gran lemuriano dejó a la deidad en reposo, levantándose letargo y salió dela habitación, avisando a los guardias que convocaran a todos los caballeros de la orden dorada, entre ellos, Kanon de géminis.
Los santos en sus respectivos santuarios se habían enclaustrado tras lo sucedido en el Hades. Cada uno con sus propios miedos, sus dudas y sus anhelos guardados en silencio durante esos pasivos meses; más aun cuando recordaban el estado de su diosa por salvarlos.
Pronto, como agua en un caudal, cada uno fue enterándose de la solicitud urgente del Patriarca. Los hombres extrañados fueron saliendo de sus guaridas hacia los aposentos de su gran Ilustrísima. Al llegar hasta esa sala, las miradas desconcertadas y el sigilo entre ellos destacaba en el ambiente. Pronto la magnánima presencia del lemuriano se hizo presente y tras recostarse en su silla, observo los rostros ansiosos de los que alguna vez fueron sus hijos.
—Caballeros ha llegado el momento que tanto esperamos, defender a nuestra diosa con honor. Athena esta al borde de la extinción, el dios Hermes le ha tendido la ha engañado para llevársela al Olimpo y es necesario que la ayudemos.
— ¿Que debemos hacer?—pregunto Mu confundido.
—Recordemos que nuestra señora nos salvo del castigo eterno con un sacrificio. Saori decidió renunciar a su condición de mujer que le permitía amar y vivir a plenitud sus años en la Tierra para salvarnos. Ahora entienden porque ella no ha permitido la visita de aquel caballero que ella lleva en su razón. Pero hay una forma de remediarlo, liberar nuestra diosa de la muerte robándole a Poseidón.
Los rostros de preocupación crecieron y algunas muecas de frustración se marcaron en los hombres de esa reunión.
— ¿Robándole?—pregunto consternado el santo de Capricornio.
—Escuchen—respondió el Patriarca con un dejó de misterio— En menos de cuatro días tenemos que robar el néctar que esta bajo el resguardo de Poseidón en el mar Mediterráneo.
—Ese es tu tema de experiencia, Kanon—bufó bromista Afrodita tanto el gemelo lo miraba con recelo.
— ¿Necesitamos "saquear" un barco de Poseidón?—cuestionó sorprendido el santo de géminis, Saga.
—Si, pero antes necesitamos encontrar primero al Kraken. Según palabras de Hermes, ese será la salvación de nuestra diosa—contesto el santo mayor.
— ¿El Kraken?—murmuro pensativo el ex marina.
— ¿Conoces qué es eso del Kraken, Kanon?—preguntó el santo de Virgo al joven de mirada azulada.
—Además de la marina del Ártico, alumno de Camus; en el Mediterráneo hay una embarcación con ese nombre, la cual Julián custodiaba con fervor. Ahora entiendo el porque.
—Otro de los secretos de Poseidón. Así que si el Kraken es una embarcación de Poseidón y ahí esta la salvación, supongo que es porque el néctar debe estar ahí.
— ¡Brillante conclusión, pedazo de bestia!—comento Cáncer hacia el caballero de Piscis quien le dirigió una mirada molesta.
—En el Krakren debe estar la vasija con el sagrado néctar de la diosa Hebe. Aquel liberará a nuestra diosa de su extinción.
— ¿Qué tiene de especial este néctar, su Ilustrísima?—cuestionó Aldebarán con confusión.
—Según se, este además de propiedades de rejuvenecer, otorga la cura a cualquier malestar y te libera de la maldición de los dioses, aun cuando se es un dios atrapado en un cuerpo de mortal. Solo necesitamos un poco.
— ¿Porqué saquear y no pedírselo?—preguntó Milo con extrañeza.
—Poseidón lo conserva en caso que lo necesite, recuerda que es mortal al igual que nosotros y no porque hay actuado a nuestro favor en el Hades, dejaría de cuidar sus ambiciones. No tenemos que robarlo todo, basta con un poco para que nuestra diosa regrese a la salud y obtenga su libertad.
—Patriarca, lo que me pregunto es, ¿de donde conseguiremos una embarcación de semejante proporción para la misión?—replicó desconcertado el santo de Sagitario.
—No se preocupen de eso, me encargare personalmente de ello. Así que preparen sus cosas, nos iremos al ocaso del atardecer. Pero una recomendación, despídanse de sus afectos aquí, en este viaje quizá... no haya regreso.
Al terminar de decir esto, Leo sintió una punzada en su corazón resonando un nombre en si interior: Marin. Los demás caballeros asintieron con resignación y empezaron a avanzar hacia la salida cuando inesperadamente Escorpio les llamó la atención.
— ¡Esperen!—tras la quietud de todos, el alacrán habló— ¿cómo llamaremos al barco?
Al escuchar esto, los presentes se quedaron atónitos de tan peculiar pregunta, algunos bufando molestos y otros continuando con su camino, dejando al escorpión solo con el lemuriano mayor.
—Parthenos, supongo, en honor a nuestra diosa—contestó el lemuriano mayor.
— ¡Ah! yo pensé que seria un nombre mas interesante, como el "gran Milo o Escorpio"—contestó con nostalgia fingida el santo de la octava casa.
—Seria como un sueño "Milo, el capitán Milo bajo el mando del Escorpio"—comento ilusionado el santo.
—Ya será en otra "capitán Milo", ahora vaya a preparar todo para el viaje, nos queda poco tiempo—termino de decir el santo padre observando cada una de las siluetas desaparecer.
Al salir de la sala Patriarcal, algunos caminaron con pereza y otros tantos con desamino se rezagaron, entre ellos Leo.
Bajó una sombra de un pilar, recostó su peso el felino, perdiéndose en sus perturbados pensamientos y minutos mas tarde, el alacrán lo alcanzó:
— ¡Gato!, ¿porqué esa cara, no te da gusto embarcar con el capitán Milo?—comentó Escorpio saliendo de entre las columnas del blanco mármol, sin embargo por el rostro afectado de Leo y ese silencio, concluyó.
— ¡Oh ya se! tu bella damisela Marín abandonada cual Helena de Troya. Ella te esperara, gato, ella te ama—puntualizó el alacrán removiendo con alegría los mechones del castaño.
—Prometí no volver a dejarla, seguro estará decepcionada de mi, además tu escuchaste lo que dijo el Patriarca, quizá no haya regreso—dijo el caballero de Leo caminando con desgane a la par de su compañero.
— ¿Y si la llevamos con nosotros y a Shaina, también ?digo, de algo debe de servir" su instinto femenino", aunque con Shaina dudaría, es de terror—sugirió sonriente el santo de la octava casa, provocando una ligera sonrisa en el felino.
—No creo que el Patriarca acepte, no querrá distracciones—bufó intranquilo Leo mientras el aire incesable, revolvía su cabello.
— ¿Entonces que harás, gato?—preguntó desviando la mirada al horizonte, el alacrán.
—Me iré sin decirle nada, ella no merece a alguien como yo que no pueda darle lo que necesita: seguridad—respondió con melancolía el santo de la quinta casa.
Leo al observar hacia el horizonte y ver los altos riscos, sacó de su bolsillo un pequeño corazón de oro con una llavecilla.
—Mira, lo había comprado especialmente para ella.
— ¡Oh! el gato también tiene su lado romántico—musitó simpático el santo de la octava casa.
—No te burles, jamás podré dárselo—replicó el castaño girando el pequeño objeto.
Milo lo observó con sorpresa el bello objeto y vio como Aioria lo hacia moverse. Al darle cuerda con la llavecilla, el pequeño corazón se abrió mostrando un fino reloj que se movía al compás de la melodía, resonando con su dulce tonada. Quizá debía irse así sin más, talvez debía decirle la verdad a Marín para que ella no lo esperara, quizá debía renunciar ella. Hundido en sus pensamientos, una voz lo interrumpió:
—Es bonito, entrégaselo—comento serio el alacrán cerrando con delicadeza el pequeño reloj.
Sacó un diminuto pedazo de papel que contenían grabadas unas letras. Al ver aproximarse a un guardia, inmediatamente le habló:
—Guardia, hazme un favor y entrega este medallón a la amazona del Águila con esta nota al anochecer.
Las horas se acortaron tras el anaranjado atardecer de la provincia griega. Los jóvenes dorados tomaron entre su equipaje sus cosas mas preciadas y algunas provisiones que bien podrían ayudar a calmar su inquietud en el viaje. Al despedirse de sus Templos sagrados dejando su esencia en ellos, cada uno partió hacia la costa.
En la costera donde el mar azulado con sus contrastes blancos de las olas abrazaban la blanca arena; una gran sombra cubría el litoral, pues una embarcación de finas maderas, blancas y delicadas velas y enorme estructura había arribado.
—Jovenes, maravíllense con el Parthenos—replicó emocionado el lemuriano mayor al ver la imponente embarcación.
Los caballeros miraron con atención el barco y sintieron una revolución de emociones, pues la emoción por embarcar esta a flor de piel pero sus vidas expuestas al dolor.
— ¡Pues a embarcar!—ordeno el Patriarca mientras el alacrán se distraía sacando de su maleta un tapiz.
— ¿Qué es esa cortina, Milo y que significa es dibujo?—vociferó extrañado Acuario llamando al atención de los demás.
—Es nuestra insignia, seremos como piratas y debemos tener una bandera. Y esa, esa no es ninguna mancha es, es—miro sorprendido el estampado el alacrán al ver la cara de desconcierto de sus amigos— ¿Qué no lo ven? Es un escorpión con una corona de olivos que Kiki me ayudo a dibujar para nuestra diosa.
Y tras decir esto, los demás continuaron sus rumbos a la barca, riendo de las improvisadas ideas de su compañero.
Los minutos incesantes pasaron mientras los caballeros con sus pertenencias, se acomodaban en los camarotes y buscaban el mejor lugar para departir. Tras seguir llenado la barca con abastecimientos, en un instante de sosiego, el lemuriano mayor replicó:
—Acérquense, es la hora de repartir los cargos—comentó sereno el Patriarca mientras los jóvenes se aproximaban a su alrededor, atentos en la playa.
—Aioros será mi primer oficial—asintió el aludido— Te encargaras de cuidar las condiciones de la embarcación y de lo esencial para su buen funcionamiento.
—Kanon—se dirigió al mencionado— Será mi segundo oficial y quien nos guiara durante todo el camino, tendrá al mando los mapas y nos dará el rumbo.
— ¿Porqué tenerle tanta fe a Kanon?, después de todo es un... traidor—comento sarcástico el santo de Cáncer tanto el aludido solo desvió su mirada apretando con fiereza sus puños.
El lemuriano al ver la rispidez entre santos, habló—Kanon será nuestro oficial ya que conoce las aguas profundas, de algo debe servir que era marino del Atlántico norte, es un voto de confianza.
—Y mi tercer oficial, Saga se encargara de la tripulación con todo lo que implica cuidarla.
—Como si pudiera controlarlos—pensó el santo de la tercera casa, asintiendo con resignación.
—Y por último Mu, será el alumno de náutica y vigía. Debes desplazarse como prefieras y anunciar lo que este a la mira ¿entendido?—cuestionó el Patriarca a su semejante y este movió su cabeza con afirmación.
—Los demás serán marinos y estarán al mando de Saga—replicó el lemuriano hacia los demás.
—Mi amigo Dohko se encargara de nuestra señora durante el viaje y yo tendré la capitanía ¿esta claro? ahora a trabajar, falta poco para que la noche nos cubra—concluyó el Patriarca.
— ¿Y yo?—pregunto emocionado el escorpión.
—Milo será el maestre—replicó sonriente el lemuriano mayor y avanzó hacia la embarcación sin decir más.
—De todos los cargos que habían, me toco maestre, ¡de intendente!—vociferó frustrado el santo de la octava casa y se dejo caer al suelo con los brazos cruzados y su mohín disgustado.
— ¡Muy bien mi maestre Milo, bonito cargo!—bufó bromista el felino mientras subía una caja a la embarcación.
Y con diversas pertenencias, catorce caballeros subían al Parthenos en busca del Kraken preparando todo para zarpar al ocaso del amanecer.
Continuara...
Si adoro a los piratas! Pues bien, ojala les guste mi locura, será corta, y llena de desencuentros, amoríos y una que otra batalla, pobres goldies.
Parthenos: significa virgen.
Cada semana se ira subiendo un dibujo en mi devianart de los goldies piratas. Agradezco de antemano sus palabras, interés y tiempo para mi fic, de corazón gracias.
