Capitulo uno: Planificación.
Basta, se acabó. Sho no aguantó más. Volvió a la realidad. Mogami Kyoko ya no era suya. Ya no. Ahora pertenecía a ese maldito Tsuruga Ren. ¿Qué como lo sabía? Muy sencillo. Kyoko le trataba demasiado bien, hablaba demasiado bien de el y podía ver en sus ojos, cuando le miraba a ese despreciable, que tenían el mismo brillo que cuando le miraban antes a él.
Maldición y más maldición. No quería eso. No solo por que odiaba a Tsuruga Ren, sino, por que Kyoko era suya, nada más que SUYA. Llevaba el nombre de el escrito por todas partes de su piel. El era el único que ella había admirado, querido y deseado. No podía venir otro guaperas a quitarle SU sirvienta.
En el fondo de su ser sabia que no la quería ni nada, solo que, solo que, era suya. Y ya esta, no hay nada más que decir, es algo inexplicable.
¿Qué iba a hacer? Muy simple, algo que debía haber echo hace mucho tiempo. Marcarla. No iba a mearle encima precisamente, sino, algo que deseaba más y le gustaba mucho más. Y quizás así se daría cuenta ella de quien era el único que podía tener en su corazón, el único que debía adorar, el único dueño de su alma.
Ahora mismo ella estaba delante suya, a unos metros, y sin saber que había un lobo acechándola, sediento. Pero si es una pobre tonta y aburrida mujer, ¿que iba a saber?
Y sin pensarlo dos veces se fue acercando.
Kyoko esperaba a su queridísima Moko-san. Habían quedado para tomar un helado y hablar sobre su semana llena de trabajo. Aún no se podía creer como el estúpido de Shotaro se puso después de la entrevista de ''Dark Moon'' con Tsuruga-san. Enviándole ese raro sms.
''Llego el punto de partida''.
Sho.
¿Perdona? El no era nadie para decidir el punto de partida de nada, además, quien lo desafió fue ella. A lo mejor, a lo mejor, quiere rendirse. ¡Si! Lo más seguro es que quiere rendirse. Ja, ja, ja, después de ver su gran éxito en la entrevista no pudo resistirse. Solo se lo podía imaginar retorciéndose de dolor y resignación, gritando: ¡Ella es mejor! ¡Es la diosa del drama! Soy un miserable…
Kyoko sonrió con orgullo y dichosa. Al fin ese desgraciado se inclinaría ante ella y le pediría clemencia. Aún así, notaba desde hace rato algo extraño en todo esto. Shotaro era el ser más orgulloso que había conocido, ¿como se iba a rendir con solo unos polvos mágicos que le habían echo hermosa? No, para nada. Pero, entonces, ¿a que viene ese mensaje? Quizás se había equivocado, si, solo era eso.
Moko-san tardaba mucho. De repente algo le agarró el brazo, se giró y era ¡Moko-san!
- Tonta, ¿qué haces aquí parada como si nada?- Le grito molesta.
- Pero, ¿no quedamos aquí?- Kyoko le miro con su cara inocente de siempre y ella suspiro.
- Quedamos en la parte A, del centro comercial, no en la B. Que es la otra punta. Menos mal que sabía que pasaría esto.- Cerró los ojos algo rendidos y sonrió.
- Moko-san…- Murmuro Kyoko feliz. Aún no se podía creer que tenía una mejor amiga. Todo por culpa de ese indeseable. Dios, recordó cuando le quito, no, le desgarró su primer beso. Como su maldita lengua saboreando la suya, como…
- ¡KYOKO!- Grito Moko-san harta de llamarle la atención a su amiga.
- ¡Perdóname! Ya sabes que siempre me voy de la charla…- Sonrió inocentemente. Ambas comenzaron a caminar por el pasillo del gran centro comercial, hablando de sus victorias y fallos, mientras a la vez, Mogami pensó en un subconsciente lejano, que ya no pensaba tanto en odiar y vencer a Shotaro, solo cuando algo le recordaba a él. Hace tiempo que en su cabeza solo había un hombre, Tsuruga Ren.
Sho les seguía con cautela y naturalidad. Estaba esperando a la menor oportunidad y aprovechar cuando ella estuviese indefensa, no le apetecía discutir con la morena. Sabía los puntos débiles de Kyoko, y que cuando los decía, ella era como un pajarillo de ala rota. Todo lo que necesitaba para que no llamase mucho la atención, después en un lugar apartado, podría gritar lo que quisiera. Una parte de el se sentía algo culpable y sucio. No se imaginaba mancillando la inocencia de la pelirroja, aunque ya destrozo su pureza, ¿por qué no volver hacerlo? Además, tenía que demostrar a ese Tsuruga Ren que su amor de la vida era suya. Como le encantaba esa palabra: suya. Le llenaba el alma y le envolvía poder. A parte, era algo que necesitaba, necesitaba que ella le tuviese en la mente, en el cuerpo, en el corazón, en todo su ser. Lo necesitaba y si no era con amor, con odio. Lo importante era que el ocupase todo lo necesario.
Y al fin, su amiga se metió en el baño, mientras su presa esperaba afuera. Raro que no hicieran la regla de acompañarse para entrar al lavabo. Se fue acercando lentamente, sin que le viera hasta que…
Kyoko esperaba con paciencia, cuando algo la agarro y le tapo los ojos. Susurrándole al oído:
- Adivina quien soy…- Si, conocía esa voz. Esa voz y esas manos… noto como le despejaban la vista y se volvió. ¿¡Maria-chan!
- ¡One-chan! – Grito alegremente tirándose a sus brazos, acto seguido apareció una persona peculiar ante ella, Tsuruga Ren.
- Buenas tardes, Mogami-san.- Saludo con una sonrisa amable llena de pureza. No era una de sus sonrisas falsas, estaba feliz, de verla.
- Tsuruga-san…- murmuró algo sorprendida, después le devolvió la sonrisa.- ¿Qué hacéis por aquí? –
- Maria-chan quería dar una vuelta por el centro y pidió expresamente al presidente que fuese yo quien la llevase, y como tenía el día libre…-
- Pero, ¿no seria mejor que descansase?- Pregunto preocupada Kyoko.
- No te preocupes, esta así bien.- Le contesto de nuevo sonriendo. Ambos se quedaron mirándose un rato, disfrutando del aura que emprendían los dos.
- Maria-chan se aburre.- Se quejo la pequeña de melena rubia con los mofletes inflados. Tanto Ren como Kyoko se cortaron un poco por tal momento.
- Tranquila Maria, te llevare a dar una vuelta.- Dijo una mujer por detrás. Era Moko-san, ya había vuelto del baño.
- Pero yo quiero estar con One-chan y Tsurug-
- Lo siento, ellos tienen que hablar de muchas cosas. Vamos.- Cogió a Maria-chan y empezó a marcharse del lugar.
- ¡M-moko-san! – Llamo a la chica con una mano intentando cogerla, pero ya estaba lejos. Kyoko empezó a ponerse nerviosa, estar a solas con Tsuruga-san era demasiado. Ahora no podía, después de saber lo que ella… ¡No! Ella no sentía nada por un mujeriego como el. Ella no…
- ¿Mogami-san?- El rostro de Tsuruga-san apareció a escasos centímetros del suyo, lo que le asusto y grito de manera alarmatica, echándose para atrás.
- ¡Me asustaste! –
- Lo siento, Mogami-san…- Se disculpó.- ¿Te apetece tomar un granizado?-
- Esta bien.- Genial, ahora mas calorías después de un helado mediano. Aunque no podía rechazar la caballerosidad de Ren, seria de muy mala educación.
Fuwa estaba de los nervios. Ahora estaba Ren a solas con ella. A la próxima no dejaría que nada se interpusiese en su camino, si hacia falta, lucharía con Tsuruga Ren y con mil demonios. Pero tendría que ser paciente y siguió persiguiéndoles disimuladamente.
- ¿Cómo te va en tu nuevo reality Mogami-san? – Le pregunto mientras la camarera les traía sus granizados.
- Pues la verdad bastante bien, este personaje es muy complejo, pero intento superarme.- Contesto con su cara de soñadora. Oh, Ren sentía mil grados en su cuerpo.- Además, tengo a la princesa Rosita para ayudarme.-
- Ja, ja, ja, seguro. – Nuestro gran actor masculino soltó una carcajada que contagió a Kyoko también. En ese momento no pudo de dejar de mirarlo, era tan guapo, tan bueno, tan increíble…. ¡No! No puede dejarse llevar. No puede dejar que su virginal y pura alma se mancillase de nuevo de aquel doloroso sentimiento. Para nada, y menos que quien haga eso sea El Emperador de la Noche.
- ¡Tsuruga-san! – Gritó algo alterada.
- ¿Si? – Pregunto extrañado.
- Em, ¿y a ti, como va tu película?- Kyoko necesitaba pensar en otra cosa, sino, caería a sus pies, entregando su corazón de esa manera tan fácil y manipuladora como con Shotaro.
- Bastante bien, nunca imaginé en hacer tanto de malo, parece ser que Cain Hell fue un éxito.-
- Si, pienso igual. A mi me contratan para papeles mas duros que los anteriores.- Eso deprimía un poco a Kyoko. Su sueño era ser una princesa de alguna serie, pero por el momento eso le iba a costar. - He oído que te han dado una semana de vacaciones, a mi también que casualidad, ¿no?- El semblante de Tsuruga cambió a un aspecto mas serio y potente. Algo que hizo temblar a Kyoko, no sabe si de miedo o de provocación.
- Kyoko-chan.- En ese momento todo se detuvo todo. Cuando Ren decía su nombre y de esa manera tan masculina y profunda no podía evitar querer entregarle su amor. Kyoko le miro a los ojos, dispuesta a escucharle. - Me gustaría que vinieses unos días conmigo y Yashiro-san a un apartamento en la playa, creo que deberías despejarte. Trabajas muy duro. Además a Sawara-san le parece estupendo, sobre todo al señor presidente. - ¡¿Pero que clase de proposición era esa! Tan atrevida, tan… ¡picante! Maldición, ¿Por qué tenia que imaginarse esas cosas? Kyoko tragó saliva. ¡No podía rechazar su proposición! Además, realmente quería ir. Descansar, ver el mar y estar con… ¿Tsuruga-san?
