Me dijeron una vez que empezar con tus memorias era bastante complicado, pero todo lo que paso, los caminos que me llevaron hasta aquí se han quedado grabados en mi memoria son parte de mí, de lo que soy y lo que fui.

Vamos a empezar pues por el principio, mi nombre es largo producto de una tradición familiar mis padres decidieron llamarme April Sophie Miller Lemoine mi madre es francesa y mi padre inglés, pero esa no es la única diferencia entre ellos mientras mi padre se criaba en una familia común, pero de la clase más alta de Inglaterra mi madre era criada por un matrimonio cazador de hombres lobos, si soy una bruja de sangre mestiza, mi padre se enteró que era un mago a los 11 años cuando su carta a Hogwarts llego volando mientras mi madre iba a la academia Beauxbatons terminaron por conocerse mientras mi padre que hacia una pasantía en el ministerio francés se tropezó con mi madre el resto como dicen es historia, se casaron el verano siguiente y un año después mi hermano mayor Dylan ya estaba en este mundo haciendo estragos, mis padres pensaron que sería buena idea conseguirle un compañero de juegos para intentar canalizar su energía y terminaron con un par de gemelas más Lucy y Penélope, donde encajo yo en esta historia pensaran bueno luego de que Lucy y Penny llegaran el pobre de Dylan se vio superado en número y mis padres probaron suerte de nuevo, fueron bastante suertudos de hecho porque terminaron con cuatrillizos! Si, así como lo escuchan resulta que del lado de la familia de mi padre los gemelos y cuatrillizos no son sorpresa, así pues, Giselle, Julieth, Julián y yo llegamos a este mundo en ese preciso orden.

Siempre fue la más consentida de todos a pesar de que fuéramos siete, quizá porque era la más pequeña o por la enfermedad que me diagnosticaron a la temprana edad de tres meses, resulta que los embarazos múltiples no son la única sorpresa en los genes de mi padre había todavía algo mucho más sombrío, no es una historia que mi madre cuente a menudo, pero me la relato alguna vez, me encontró en la cuna en la madrugada, cuando le pareció extraño que de los cuatro yo aún no despertara para comer pero mayor fue su sorpresa al encontrarme llena de moretones, unas horas después, horas que mi madre describe como las más angustiosas de su vida, resulto que padecía una enfermedad rara de las cual las mujeres eran solo portadoras del gen y en su mayoría no sufrían ningún síntoma aunque algún pequeño porcentaje sí que podía mostrar síntomas, para mi mala suerte yo pertenecía a este pequeño grupo. Mi infancia no fue normal, el más leve golpe podía generar hematomas en la piel y un corte una hemorragia, incluso las emociones fuertes o esfuerzos excesivos podían generar la ruptura de vasos capilares y venas subcutáneas y desencadenar una serie de hemorragias internas que podían resultar peligrosas, mis padres y hermanos me trataron siempre como si fuera a romper en cualquier momento y es que en efecto así era.

Crecí siendo muy mimada como verán, pero había algo que anhelaba con todo mi corazón, una posibilidad que parecía tan lejana a mis 11 años y eso era ir a Hogwarts. Así pues, mi historia empieza realmente aquí, porque había un secreto aún más grande algo que ni yo ni mis padres sabíamos por aquel entonces y es que no solo fuera que yo quería ir a Hogwarts, es que necesitaba estar ahí.