Inuyasha y todos sus personajes pertenecen a Rumiko Takahashi Sensei


Espacio Personal.

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Justo en el momento que esas palabras salieron de sus labios, sintió como si el tiempo se hubiese detenido. La lúgubre sala se volvió pequeña y sofocante, se convirtió en su espacio, el testigo de ese secreto, incluso a pesar de que en el fondo siempre lo hubiese sabido. Estaba abrumaba. Aquellas palabras aun resonaban en las paredes, haciendo eco en su mente provocando que sus piernas temblaran y se aferrara con sus manos a la mesa en un intento desesperado por mantenerse en pie.

—No puedes decirlo en serio… —intento que su voz sonara firme, pero esta, como muchas otras cosas, la traicionaba—Todo este tiempo tu… los regalos, las flores, las cartas… —trago duro— incluso la muerte de mi…

—Si —la interrumpió él. Sus brillantes ojos dorados la miraban con tal intensidad que no podría dudar de ninguna de sus palabras. — Siempre fui yo.

Ella se quedo de pie, sintiendo que le faltaba el aire, parpadeando rápidamente para evitar que ese nudo en la garganta se revelara en sus ojos. No podía decir nada, su voz se quebraría si lo intentaba y no podía correr ese riesgo, no con él.

Su cabello plateado se agito al tiempo que atravesaba la habitación para acortar la poca distancia hacia ella. Escuchó el sonido del cristal contra el piso cuando él aparto el bonito florero junto a ella, posando sus manos sobre la mesa a cada lado de su menudo y frágil cuerpo, arrinconándola e inclinándose tan cerca que podía sentir su respiración acariciar su rostro.

Nunca le había parecido mas hermosa, su largo cabello azabache desordenado, con sus grandes ojos chocolates mirándolo y su pequeña nariz enrojecida por las lagrimas que sabia se estaba conteniendo en soltar. Cuando volvió a hablar su voz casi sonó como un suave susurro.

—No sabes cuanto te quiero — a ella le era imposible decidir si aquellas palabras pesaban o aliviaban su corazón. Quizás sentía ambas cosas en la misma medida. — Te he querido desde siempre…— su cálida mano se poso en su mejilla justo a tiempo para que sus dedos alcanzaran una lagrima que no había logrado retener— Eres lo mas preciado para mi.

Como para confirmar sus palabras él se inclino un poco mas, rozando sus narices, sus rostros acalorados y las respiraciones agitadas. Sintió su cuerpo estremecerse y se paralizó.

Él se detuvo mirándola expectante, midiendo sus movimientos. Los segundos transcurrieron y al percatarse de que ella no reaccionaria rozo gentilmente su nariz contra la pequeña y enrojecida de ella, una y luego otra vez.

La mano que no estaba en su mejilla se deslizo por su espala, llegando a su cintura, atrayéndola mas cerca. Sus caricias eran delicadas, amables, podía notarlo, la adoraba

Pero su cuerpo no pudo corresponderle. Sintió su corazón oprimirse y una pequeña alarma activarse cuando aquellos dulces e intensos ojos dorados comenzaron a mutar del oro derretido a unos mas fríos, impacientes, el ceño comenzó a fruncirse levemente, su mandíbula se tensó y el dorado desapareció tras unos parpados apretados. Lo reconoció de inmediato.

Estaba enfadado.

—¡Corte! — la exclamación irrumpió en el profundo silencio, derrumbándose todo.

Como quien aprieta el interruptor para encender la luz, todo alrededor cobro vida, como si se hubiesen cansado de jugar a estar congelados, llenándose el ambiente rápidamente de murmullos, voces, pasos y varios sonidos mas difíciles de identificar, sin embargo pudo percatarse claramente del siseo amenazante del chico en frente suyo.

—Vas a arruinar mi carrera —le soltó entornándole los ojos, mas como una clara advertencia de una catástrofe global que un lamento.

—Y-yo lo siento… —pero antes de que pudiese terminar él se aparto bruscamente de su lado, para ir a sentarse a una de las silla de la sala, con los brazos cruzados y una molesta expresión en su rostro.

Las personas alrededor comenzaron a moverse, dos jóvenes se acercaron al set apresurándose a recoger el florero del piso y ponerlo en su lugar, luego comenzaron a acomodar el resto de las cosas que se habían utilizado. Escucho el agotado suspiro del sonidista cuando bajo la caña que sostenía el micrófono sobre sus cabezas, al parecer tenia los brazos algo agarrotados por la posición.

—Kagome… —comenzó un hombre ya entrado en edad y con una notoria calvicie que solo dejaba que le creciera el blanco y crespo cabello alrededor de su cabeza, a la altura de las orejas. Estaba sentado en una cómoda silla a un par de metros mas allá de donde ella se encontraba— Se supone que cuando él te confiesa sus sentimientos debes lanzarte a sus brazos y besarlo. —el hombre le señalo un grueso cuadernillo que ella reconoció rápidamente como el libreto.

Quería decirle lo muy en desacuerdo que estaba con hacer eso por dos grandes razones: la primera era sin duda el enorme cliché que estaría cometiendo al hacerlo y la segunda eran sus grandes oposiciones a hacerlo con ese compañero. Sin embargo sabía que esas palabras no podrían salir de su boca, así que opto por la salida mas obvia en su lugar; disculparse.

—Además no estas haciéndolo con la intención correcta —fue interrumpida.

El hombre se levanto de su asiento y camino hacia ella para continuar— ¡Se supone que has estado esperando esta declaración! Has estado enamorada de un hombre sin rostro desde hace mucho ¡Y ahora por fin sabes que es él! —señalo con su brazo al malhumorado joven sentado cerca de la mesa, la observaba con el ceño fruncido— Debes parecer emocionada, no asustada.

—Es una persona peligrosa, creí que debía parecer asustada… —intento excusarse, luego se mordió el labio arrepentida, no interrumpas al director, le habían repetido varias veces.

—El miedo es solo una parte y vendrá después. Debes lucir como una mujer completamente enamorada —sus blancos bigotes se agitaron cuando asintió con la cabeza explicándole pacientemente— ¡Debe conmocionarte! Sentir tu corazón agitado, esas cálidas mariposas en tu estomago, ¡Esta es la mejor confesión que has escuchado en tu vida! ¿Lo has sentido alguna vez, Kag? —como odiaba que la llamara así.

El parecía expectante por la respuesta a esa pregunta y ya que su respuesta no le gustaría mucho y tampoco quería dar algunas incomodas explicaciones acerca de su escasa vida amorosa, decidió mentir;

—C-claro, si, señor Myoga —no era muy buena mintiendo, como rayos había acabado ahí entonces…— Lo intentare la próxima vez, lo lamento.

—No te disculpes Kag —ahora sonaba indulgente— Es tu primera vez en esto y estas dando lo mejor de ti, lo sabemos— le sonrió amablemente.

Kagome suponía que debía dar las gracias por sus amables palabras, pero no lo sentía. No era tonta y su traductor mental le decía; "Sabemos que lo haces pésimo, pero eres la pequeña y adorable Kagome, lo entendemos y soportaremos".

Aunque, claro, habían personas no tan comprensivas y podía comprobarlo al sentir una intensa mirada clavada en ella. No era necesario mirar para saber quien era, sabia que esos ojos dorados la estaban fulminando, casi podía escuchar sus pensamientos maldiciéndola. No lo culpaba, probablemente ella también se odiaría si las posiciones estuvieran invertidas. No era la primera vez que arruinaba una escena y para su desgracia, dudaba que fuera la ultima.

Pero bueno, debía ser cortes de todos modos.

—Gracias, daré lo mejor —soltó con una sonrisa dedicada al tiempo que se inclinaba en una leve reverencia.

—Inuyasha…—Myoga se giro hacia el malhumorado chico de cabellos plateados y ojos ambarinos— Tu ya tienes un montón de experiencia en esto, deberías ayudar mas a Kagome —genial, ahora lo estaban regañando gracias a ella, como si necesitara otra razón mas para que la odiara— Especialmente en este tipo de escenas, no saldrá bien si no la haces sentir cómoda y ya sabes que la cámara lo nota todo —ahora señalo al sujeto que tenia la vista fija en la cámara en sus manos, estaba junto a otras dos personas mas. Al parecer estaban revisando el material que acaban de grabar.

Inuyasha mantuvo su incisiva mirada en una Kagome que se esforzaba por ignorarla concentrada en sus lindas uñas. Luego la desvió, hastiado, para responderle al director.

—Hare lo que pueda —ante el molesto tono, Kagome no pudo evitar sentir como si hubieran cargado un kilo de peso extra a sus hombros. Como repetiría esa escena con un compañero que tan abiertamente la detestaba. ¡Era un beso!.

Quería marcharse, encerrarse en su estudio y hacer lo que realmente le gustaba. Tampoco estaría mal cortar unos cuantos cabellos plateados y hacerle un muñeco vudú. Una sonrisita se le escapo al imaginarse clavándole unas cuantas agujas.

— Director —llamo un joven, acercándose con una hojita en las manos. Lo reconoció como el asistente de dirección, el chico encargado de hacer el itinerario de las escenas que se grabarían durante el día. Seguramente vendría a decir que estaban retrasándose y que repitieran la escena pronto. No, por favor…

—Dime, Satoshi —Myoga le prestaba toda su atención. Kagome se encontró a si mi misma fulminando con la mirada al pobre joven, noto que Inuyasha estaba haciendo lo mismo. Bueno, al menos tenían un enemigo en común.

—Estuvimos revisando el material y el plan de rodaje para hoy… —comenzó a explicar el asistente, mientras Kagome se preguntaba que tan buena actriz era para lograr convencer a todos los presentes si repentinamente se desmayara.— La ultima escena no esta funcionando del todo, pero eso podría ser mi culpa — Satoshi miró a la pareja de actores tímidamente, como disculpándose— Llevamos muy pocos días grabando y pude haber puesto esta escena muy pronto, las parejas suelen tardar un poco mas de tiempo en acoplarse y crear la química suficiente para hacer una buena escena de beso.

Kagome sintió un pequeño rayito de esperanza que le provoco soltar un chillido suplicante, pero se controlo, tenia que actuar correctamente y en ese momento se suponía que debía disculparse por su incompetencia y así lo hizo, aunque Myoga nuevamente adopto su rol indulgente.

—No te preocupes — el calvo director se acerco a ella y acomodo uno de sus mechones de cabello detrás de su oreja. Ella se estremeció internamente. Odiaba que la personas olvidaran la importancia de respetar el espacio personal, pero al parecer era algo que solía olvidarse muy frecuentemente en ese mundillo.— Es entendible. El pudor japonés es bastante común. Sobre todo en las chicas lindas y jóvenes como tu.

Y esa fue la señal para que su cuerpo instintivamente la hiciera retroceder un paso hacia atrás, aunque claro, tuvo que dar unas sonrisitas tímidas y encantadoras, para no revelar su, esperaba no tan obvia, incomodidad.

—Oye, viejo —lo llamo Inuyasha. Se sintió un poquito agradecida por la intervención, ya que Myoga retrocedió un poco y le presto su atención a él.— ¿Qué haremos entonces?

Satoshi carraspeo para llamar la atención del grupo, era su trabajo sugerir el plan de acción.

—Sugiero que dejemos esta escena para la siguiente grabación en set —le mostro a Myoga la hoja que sostenía en las manos— Ahora podemos adelantar las escenas con Inuyasha y Matsumoto que se graban aquí mismo para aprovechar el estudio.

El director pareció conforme y le dio el visto bueno a su asistente. Kagome tuvo que morderse el labio para no dejar escapar algunos chillidos de felicidad así que le agradeció mentalmente a todos los dioses de su religión y a los de otras, aunque no conocía exactamente el nombre de todos.

Esa era su ultima escena del día y al decidir correrla la dejarían libre por hoy. Se despidió con una inclinación de Myoga y Satoshi, quienes después se alejaron a conversar con el equipo de fotografía para dar las nuevas instrucciones.

Escucho el suspiro de cansancio de Inuyasha mientras se levantaba de su silla y lo veía acercarse a ella. Kagome se inclino con la reverencia correspondiente de despedida, con la vista fija en sus zapatos.

—Gracias por el trabajo de hoy — le dijo con la voz mas animada y cordial que pudo lograr.

Sin embargo él simplemente paso a su lado, rozando su hombro levemente con su brazo, sin antes decirle:

—Eres una pésima Kikyo. —y luego continuo su camino, dejándola en la misma posición.

Auch. Al menos él era sincero. Estaba diciendo lo que probablemente todos pensaban en ese estudio.

Sabia que ya debería estar acostumbrada, que no debería tomar en serio ese tipo de comentarios, pero de alguna forma siempre dolían.

Respiro profundamente mientras volvía a su posición recta. No tardo en encontrar con la mirada al alto y bien formado cuerpo de Bankotsu, estaba detrás del equipo de cámaras conversando con una joven mujer que lo miraba embobada, no podía culparla, era el efecto Bankotsu. Casi como sintiendo su mirada, él volteo a verla y le sonrió de esa manera tan familiar de siempre. Se sintió un poco mas animada gracias a eso.

Lo vio despedirse de la mujer y ella se acerco rápidamente.

—Te quedan bien los uniformes escolares—le menciono con ese tono burlón tan propio en él, luego le entorno los ojos con sospecha— ¿Estas segura que ya terminaste la preparatoria?

—Ja-ja — imito una risa mientras rodaba los ojos. Miro sus ropas, eran un bonito uniforme de dos piezas con los colores azul marino con las líneas blancas en el cuello marinero. Acomodo el listón rojo que hacia su papel de corbatín— No deberías decirle eso a alguien que casi cumple los veinte, es triste sabes —le reprocho con fingida indignación.

—Créeme, en un par de años, rogaras porque alguien te lo diga. —Bankotsu puso una de sus sonrisas ladeadas, llenas de suficiencia. Comenzó a caminar, ella lo siguió.— Me alegra que hayas terminado temprano, ¿Sabes lo que eso significa? — inquirió animado.

—¿Qué soy un desastre? — respondió Kagome volviendo a sentirse desanimada.

—Que hoy tendremos tiempo para almorzar — contesto, ignorándola y su sonrisa pareció agrandarse.

—¿No íbamos almorzar? —ya no sabia ni porque se sorprendía por ese tipo de cosas, pero repentinamente había recordado lo hambrienta que estaba.

—Por su puesto que no, tenemos muchas cosas que hacer hoy —la regaño, como siempre— Además tu no puedes comer, tienes esa escena en bikini en la playa en un par de días, ¿recuerdas?

—¿Qué? —rayos, quería llenarse de helado, eso aliviaba los malos días— Eso no es justo.

—No me mires así, fue tu idea; "Si me veo gorda, juro que te despediré, Bankotsu" —hizo una pésima imitación de ella, pero no podía contradecirlo con eso, era cierto. Aunque él pareció apiadarse un poco — Supongo que podrías comer alguna ensalada, no quiero que te desmayes en la entrevista.

— Eres tan amable — soltó con amargura, luego continuo con sus lamentos — Moriré tan joven…

—No seas exagerada —se mofó Bankotsu— Por cierto —apunto luego, un poco mas serio.— No eres un desastre.

—Claro que lo soy ¿No viste lo que sucedió ahí? —repuso indignada, no creía soportar otro de esos actos condescendientes.

—Por supuesto que lo vi. Estas mejorando mucho —él se encogió de hombros como si fuera lo mas obvio— Incluso lloraste y todo, fue muy convincente.

Banktotsu abrió una puerta al llegar al final del estudio y la dejo pasar primero adentrándose en un largo e iluminado pasillo. Ella dejo escapar un suspiro agotado. Quería aclararle a Bankotsu que llorar no era ningún merito, era emocional por naturaleza y solo necesitaba recordar algún final triste de una de sus películas favoritas, todos aquellos gatitos abandonados, a cachorritos hambrientos o…

Tuvo que parpadear rápidamente para no dejar escapar esas molestas lagrimas que ya se estaban juntando. Sin embargo, quizás guiada por la emoción del momento, decidió confesarle otros asuntos que la afectaban.

—Me dijo que era una "Pésima Kikyo" — Bien, eso era todo, estaba buscando consuelo como la niña que tanto se esforzaba por dejar de ser.

Bankotsu enarco las cejas por un momento sin entender, pero era un hombre inteligente así que una ola de compresión lo invadió rápidamente.

—Eso no es cierto, no puedes tomártelo en serio, es un idiota —lo acuso él, tenia el ceño fruncido. — No pueden culparte por no querer besarlo. Yo tampoco lo habría hecho en tu lugar. — mascullo malhumorado.

Kagome no pudo evitar soltar unas risitas ante su tono, aunque burlarse de eso no solucionaba el real problema.

—Pero tenia razón, soy una pésima Kikyo— murmuro mas para si misma, aunque Bankotsu la escucho de todas formas.

—Ya hablamos de esto Kag —las alarmas de invasión de espacio personal de Kagome se activaron cuando Bankotsu paso su brazo por sus hombros en un intento por consolarla. Se obligo a relajarse, lo conocía desde hace tiempo, tenían esa clase de confianza después de todo— Aunque se parezcan ustedes dos no tienen nada que ver, estas aquí solo porque eres Kagome.

—¡Estoy aquí solo porque ella rechazo el papel! —exclamo escandalizada.

—Y podrían haber elegido a cualquier otra actriz con mas trayectoria, ¡Pero te escogieron a ti! — Él golpeo la pequeña nariz de ella con su dedo índice— Les gustabas desde antes, ya te habían visto actuar y te eligieron, es todo.

—Las únicas veces que he actuado es cuando llamaban para que fuera la doble de Kikiyo —Kagome ya tenia el ceño fruncido y estaba agitando las manos para demostrar su descontento. — ¡Porque ella estaba tan ocupada que no podía ir a las grabaciones!

—Y lo hacías bastante bien —Bankotsu enarco las cejas y asintió un par de veces con la cabeza, muy satisfecho. — Ahora que lo pienso… ¿No crees que es una gran ventaja tener una hermana gemela?

—Eres imposible — reclamo ella mientras llevaba una mano a su frente y negaba con la cabeza.

—Velo de esta forma, cuando tu estés ocupada, podrás pedirle a Kikyo que te remplace —concluyo Bankotsu como si se le hubiese ocurrido la idea mas brillante del mundo.

Kagome lo codeo, molesta. Odiaba que bromeara con esas cosas, él simplemente no podía entender lo que era vivir con alguien que era exactamente igual a ti, con la pequeña diferencia de que la otra persona era absolutamente mejor en todo. Y por supuesto, había un mundo alrededor que se molestaba en recordárselo todos los días.

Dejaron de caminar y Bankotsu retiro su brazo de los hombros de la joven. Se detuvieron frente a una puerta con su nombre "Kagome Higurashi", era su camarín, su único espacio personal en ese lugar.

—Bien, cámbiate rápido —le dijo mientras observaba su reloj de muñeca— después de almorzar tenemos que ir a la radio.

Kagome lo observo, parpadeando agitando sus largas y bonitas pestañas, esperanzada.

—Entonces… ¿Cantare? —realmente quería, de alguna forma la animaba hacerlo, después de todo a eso era a lo realmente se dedicaba.

—¿Qué? —Bankotsu pareció no entender, pero se repuso rápido— No, es una entrevista acerca de tu papel en esta película.

—Oh…— inconscientemente sus hombros cayeron al igual que su mirada, obviamente no paso desapercibido para su compañero.

—No te desamines Kag —él palmeo su espalda— Podrás volver a hacerlo cuando termines con esto. Es importante, así que es mejor que le des toda tu atención ¿de acuerdo?

—Aun no entiendo porque debo hacerlo… —se estaba comportando como una niña, lo sabia, pero realmente no quería estar ahí. Sonrió, aunque fue triste porque no llego a sus ojos— Yo solo se cantar, Bankotsu, no me siento muy cómoda con todo esto de la actuación…

—Lo se —la corto él, pero fue firme, después de todo ese era su trabajo— Pero hoy en día no basta con solo cantar. La competencia es dura y debes abrirte a otros campos. Incluso Kikyo lo esta haciendo; además de ser bailarina y actriz ahora esta incursionando en el modelaje —hasta Bankotsu lo hacia. Si escuchaba una vez lo maravillosa que era su hermana, explotaría.— Eres una gran cantante Kag y vas en camino a ser una buena actriz.

Él acaricio gentilmente su mejilla. Había sido un día, no, una semana entera muy dura, así que ladeo su rostro, apoyando su cara en la gran mano de Bankotsu, cerrando sus ojos por unos momentos.

—Es mejor que te apresures —abrió los ojos para encontrarse con esa sonrisa burlona— O te perderás tu ensalada.

Kagome rodo lo ojos, pero sonrió de todas formas.

—No me la perdería por nada del mundo — y no estaba bromeando, realmente estaba hambrienta. Aunque una ensalada no la dejaría satisfecha en lo absoluto. Al menos era algo.

Abrió la puerta de su camarín, pero no fue capaz de entrar. En lugar de eso se quedo de pie, abriendo los ojos desmesuradamente, estupefacta. Bankotsu, parecía en el mismo estado, pero él solía actuar mas rápido, así que se repuso lo suficiente para soltar un gran silbido apreciativo.

—Si que se esmeraron esta vez ¿no? —soltó él con una mezcla entre divertido y sorprendido.

Ella abrió la boca para hablar, pero nada salió, así que volvió a cerrarla. No sabia que decir ni como sentirse. Era lo que sucedía cuando tu rutina diaria se veía interrumpida. Usualmente llegaba a su camarín después de la jornada de grabación y se encontraba con uno que otro regalo de algún fan, algún ramo de flores, animales de peluche, dulces, chocolates, cartas, etc. Le agradaban los obsequios, la animaban a continuar. Casi todos eran de fanáticos de su carrera musical, ahora estaban emocionados por verla actuar y se lo hacían saber. Era lindo recibir el apoyo de gente que la seguía.

Sin embargo esto era… no sabría como describirlo. Miro atentamente dentro de la habitación. Desde siempre había recibido flores. Algo bastante normal para ella y sus colegas. Pero de vez en cuando, no recordaba claramente una fecha de inicio, en algún momento noto que le llegaban algunas flores particulares.

No es que fueran especiales de alguna forma en especifico, de hecho siempre eran distintas; algunas simples, otras de colores mas vibrantes y llamativos, pequeñas, grandes, japonesas, tropicales, algunas solo las había visto por fotografías y otras ni si quiera las conocía. Podría no llamarlas particulares porque no obedecían a ningún patrón o algo para que ameritaran ese catalogo. Hasta que un día se dio cuenta que si lo hacían.

Eran particulares porque siempre eran las que mas le gustaban.

No le dio importancia al principio, asumió como algo lógico que siempre le gustara un ramo de flores mas que otro, pero su desarrollado sexto sentido femenino y quizás como alguna clase de fantasía infantil, sin darse cuenta comenzó a relacionar todos sus ramos favoritos en un solo remitente imaginario.

Por supuesto nunca lo menciono a nadie, ella misma no se lo tomaba realmente en serio. Era un juego, una fantasía secreta personal.

Pero ahora, como una revelación, su habitación se mostraba llena de flores por todos lados, los muebles, su tocador, la mesa, las repisas de las paredes, incluso el suelo.

Las reconoció de inmediato. Muchas de ellas, eran sus flores.

—Bien, te dejare con tus… cosas. —hablo Bankotsu, intentando traerla de vuelta de su ensimismado silencio— Te esperare en el auto. No tardes.

Con un leve gesto de su mano se despidió y Kagome lo vio alejarse. En cuanto estuvo lo suficientemente lejos se encerró en su camarín. Se inundo con el aroma de las flores, paseo su vista por ellas, eran un paisaje de diversas formas y colores. Solo que pronto se sorprendió a si misma, mas que solo admirando el paisaje, estaba buscando algo. Se acerco a un pequeño ramo de Jacintos de agua, no se podían comparar en belleza a las clásicas rosas, a los delicados lilium, las inmaculadas calas o los coloridos girasoles. Estas eran sencillas, pequeñas, quizás un poco descoloridas con ese leve tinte purpura y ese extraño lunar amarillo que se erguía como un ojo. Aun así le agradaban, le habían gustado desde la primera vez que las encontró en su mesita en algún estudio o recepción de regalos y sin darse cuenta se habían vuelto sus favoritas. Las acerco a su rostro para poder olerlas de cerca. Quizás lo que mas les gustaba fuera su olor.

El ramo venia decorado con algunas ramitas cubiertas de pequeños botones de cerezos con un lindo listón rojo envolviéndolas, se entretuvo jugueteando con el lazo entre los dedos cuando noto algo completamente irregular. Algo que si lo pensaba ahora, podría volverse un patrón en común de todas sus flores; nunca ninguna había venido acompañada de ninguna nota. Miro con curiosidad el delicado papel blanco que se asomaba entre medio de los Jacintos.

Como si se tratara de una niña ansiosa por abrir sus regalos de navidad en cuanto dieran las doce, tomo el papel entre sus dedos.

Todo fue muy rápido, pero paso, como solía pasar cuando tu cuerpo reacciona involuntariamente y sin previo aviso. Sintió como un calor agradable crecía en su vientre y subía rápidamente a sus mejillas, no era necesario que se mirara en un espejo para saber que estaba sonrojada. Tampoco tardo en darse cuenta que había estado conteniendo la respiración cuando lo leyó la primera, la segunda o la cuarta vez, así que cuando creyó entender bien el mensaje dejo que sus labios dejaran escapar el suspiro mas largo y suave de su vida.

"…Sentir tu corazón agitado, esas cálidas mariposas en tu estomago…"

De pronto resonaron en su mente esas palabras que tan incomodas le habían parecido hace un rato.

"¡Esta es la mejor confesión que has escuchado en tu vida!"

No es como que nunca hubiese tenido un novio o que ningún chico se le hubiese declarado, pero "conmoción" no era una palabra que usaría para describir sus sentimientos en esos momentos.

"¿Lo has sentido alguna vez, Kag?"

La respuesta era no. Pero ahora…

Ahora quizás podría tener una vaga idea.

"Te mandaré las flores más bonitas de este mundo, yo que nací con el deseo de tumbarte en un lecho de flores"

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Fic inspirado completamente en el mundo perfect blue, una película animada de Satoshi Kon. Si no la ha visto, la recomiendo.

La notita que recibe Kagome son las palabras que le envía Johan, el antagonista de la serie Monster, a su hermana gemela. Me parecieron las palabras mas bonitas que alguien podría enviar.

¡Gracias por leer!