Disclaimer: Todos los personajes son de Rumiko Takahashi.
Como Ranko, Akane.
Two-Shot.
Capítulo 1.
Todos los días estaba recibiendo agua fría. Todos-los-putos-días de mierda. Pasaba más como mujer, que como hombre. Ya estaba harto.
Lo mojaba aquella anciana de siempre, que vivía camino a la escuela. Lo mojaba el maestro Happōsai, lo mojaba su padre; se cayó camino a la escuela porque Akane lo había empujado. Es que sí era un marimacho… ¡Pero ya estaba harto de que lo mojen! Pasaba el 80% del día convertido en Ranko y para colmo, con el maestro encima.
—¡Vuelva acá, viejo libidinoso!
Ranma corría tras el anciano enano, que como siempre, llevaba en su poder, unas pantaletas color rosa. Mientras Kasumi servía el desayuno y todos esperaban a eso, el joven artista marcial intentaba recuperar una prenda íntima de Akane.
Esa tonta… ¿en qué diablos estaba pensando al dejar su ropa por ahí?
Tan absorto estaba en sus pensamientos, que no se dio cuenta el momento en el que el anciano Happōsai lo detuvo con su pipa y lo hizo caer. Se golpeó muy fuerte el rostro.
—Ranma, deberías estar contento conmigo —expresó el maestro, subiéndose a la mesa, frunciendo el ceño. De repente, sus ojos se pusieron llenos de lágrimas—. Yo solo quiero que modeles este panti de Akane para…
—¡¿Qué hace con mi ropa, maestro Happōsai?!
Y aquel golpe que Ranma no había podido darle, lo hizo su prometida. Kasumi sonrió, observando esa actitud tan típica, que le hacía sentir que todo estaba bien, que todo estaba en su lugar.
—¿Por qué no vienen a desayunar? —Les dijo, con aquella sonrisa maternal tan típica de ella.
Ranma y el maestro, se sacudieron la ropa y se sentaron en sus respectivos lugares.
—Oh, buen día.
—Buen día —repitieron al unísono.
—Buen día, Nabiki. ¿Por qué llegas a la mesa a esta hora? —Inquirió Soun, mientras tomaba la taza que humeaba, entre sus manos.
—¿Quieres un poco de té, Nabiki?
—Sí, gracias, Kasumi. —Extendió su vaso de porcelana—. Papá, casi no puedo bañarme… Ya no hay gas.
Ranma palideció y casi se atora con el arroz. Akane miró en silencio la expresión molesta de su hermana mediana, mientras el tío Genma dejaba de comer. Kasumi seguía sirviendo.
—¿Tan rápido? Pero apenas lo compramos hace tres días. —Miró para su mejor amigo y compañero, que, para este tiempo, ya estaba convertido en panda—. Saotome, ¿tiene idea de qué…?
—«No tengo idea de lo que está pasando, Tendō». —Anunció, con uno de sus típicos letreros de madera.
«Papá, por qué serás tan cobarde» —pronunció en sus pensamientos, Ranma, levantándose repentinamente.
—Es cierto —comentó la hermana mayor, llevándose la mano derecha a la cara—, si seguimos así, no podremos comer… el gas está muy caro.
—Todo esto es mi culpa —anunció Saotome, mientras apretaba los puños—. Últimamente me han estado mojando demasiado y si hay algo que detesto, es convertirme en mujer —miró fijamente a todos, que lo observaban extrañados. ¿Desde cuándo Ranma se ponía así por eso?—. Dejaré de calentar tanta agua. Con permiso.
«Ranma...» Akane lo siguió con la mirada hasta que lo vio desaparecer por el umbral de la puerta. Se quedó embelesada pensando en él, ¿qué le estaba sucediendo? ¿Por qué actuaba de esa manera? Si no era la primera vez que se gastaba tanto gas en calentarle agua para que volviera a la normalidad, entonces por qué… El llanto de su padre, la volvió a la realidad.
—¡No puedo creerlo, Saotome! Jamás pensé que Ranma se pusiera así. No era mi intención que se enojara, estoy tan triste —sollozaba, abrazando al panda, mientras este balbuceaba algo en su idioma «pandezco» y lo consolaba.
Nabiki tomaba el té con calma, sopesando la escena que acababa de ocurrir, mientras Kasumi, preocupada, no despegaba la vista de su hermanita Akane.
Soun, minutos después, bañó de agua caliente a Genma, quien, avergonzado, tuvo que mostrar seriedad.
—Saotome, le rogaría que fuera un poco más serio en esto casos.
Genma asintió, cruzando los brazos en su pecho.
—Akane, tienes que ir con él.
Automáticamente, un sonrojo furioso invadió las mejillas de la joven, que agachando la vista y apretando los puños, intentó ocultar su vergüenza y descontento. ¿Por qué siempre a ella?
—¿Y… y yo por qué?
—Eres la única que logra controlar el corazón de Ranma, él… —Genma frunció el ceño—, incluso cuando se trata de la técnica del gato, solo contigo se calma.
Akane asintió, respaldando lo que su tío había dicho anteriormente, pero… ¡No! Siempre ella tenía que estar a solas con ese bobo, que normalmente la terminaba insultando, él era tan…
—Akane —sintió las manos de su hermana mayor, posarse sobre sus hombros. ¿En qué momento se había levantado?—. Sé que a veces peleas mucho con Ranma, pero él te necesita ahora. Necesita de ti; ustedes siempre han sido apoyo uno del otro. ¿Por qué no hacerlo una vez más?
—Ka…Kasumi, yo… —estaba casi temblando. Su hermana tenía tanta razón y le hablaba con una delicadeza que le reconfortaba el alma.
—Por favor, hija, hazlo aunque sea por el dōjō de nuestra familia, te lo ruego. —Akane pensó que era increíble que su padre aún llorara.
—También pienso que lo mejor es que vayas, Akane. —Intervino Nabiki, levantándose—. Yo ya me voy. Se me hace tarde.
—Que te vaya bien, Nabiki. No olvides tu almuerzo —recordó Kasumi, sonriendo aún a lado de su hermana menor.
—Gracias, Kasumi —Nabiki dio una última mirada a su hermanita, que aún se hallaba sonrojada e indecisa.
—Ten, Akane —la voz de Ranma hizo a todos darse vuelta y verlo. Le había lanzado la mochila y ella, como era de esperarse, la alcanzó en el aire—. Ya se hace tarde. No quiero que después digas que es mi culpa que cierren la puerta.
Su humor seguía siendo el mismo, pensó Akane, pero algo extraño había en su mirada. Se veía harto de todo. Estaba diferente.
—Sí.
Habían caminado en silencio todo el trayecto. Ranma avanzaba con sus brazos cruzados por la nuca, transitando por el filo de las rejas mientras su prometida, como era de costumbre, lo hacía por tierra. Akane notó que él estaba mucho más distraído de lo normal y eso la entristeció un poco. ¿Dónde estaba ese caballo salvaje que conocía?
—¡Akane Tendō! ¡Qué hermosa estás hoy!
Para cuando Tatewaki quiso ponerle un dedo encima a Akane, Ranma ya lo estaba aplastando con ambos pies sobre la cabeza. ¿Por qué diablos Kuno no entendía que tenía que dejar en paz a Akane? Por último, era su prometida.
—Ese Kuno ya me tiene harta —Un aura de enojo estaba rodeando a la chica en ese momento.
—¡Ahora sí, Ranma Saotome! —Kuno alzó su espada de madera, con serias intenciones de retarlo a un duelo—. ¡Si ya di mi consentimiento para que te cases con mi hermana Kodachi, ¿acaso quieres quedarte con todas?!
¿Consentimiento? Akane miró para Ranma, esperando una reacción típica de él: que diera un alarido de negación y vergüenza, que atacara a Tatewaki, que lo insultara… ¿Qué estaba pasando?
—Me tiene sin cuidado lo que digas o no, Kuno. —Solo eso dijo. Solo eso. Y con una calma que nadie se podía creer—. Y ahora, por favor, déjanos en paz, que se hace tarde. —Ranma cerró los ojos y se dio la vuelta, dispuesto a seguir—. Vámonos, Akane.
—Sí.
Echaron a andar. Para cuando iban a dar su quinto paso, el grito furioso del Rayo Azul de la Escuela Secundaria Furinkan, los detuvo.
—¡No vas a burlarte así de mí, Ranma Saotome! ¡Vas a conocer mi furia, ¿cómo te atreves a ignorarme así?!
—Aléjate, Akane —le dijo, con una calma no conocida, nuevamente.
—Pero, Ranma…
—¡Dije que te alejes! ¡Es peligroso!
Y antes de seguir contradiciendo a Ranma, corrió lo más que pudo hasta alejarse lo suficiente para no hacerse daño y para poder ver a su prometido.
—Ranma, cuidado… —Susurró, mientras se alejaba.
El aludido se enderezó y tronó los dedos, sonriendo con malicia.
—¡Maldito seas, Ranma Saotome! —Kuno se mantuvo parado, esperando a que el cobarde diera la cara—. ¿Qué sucede, Saotome? ¿Acaso me tienes miedo? —Lejos de seguir gritando, sonrió—. Si aceptas que soy más fuerte que tú y te conviertes en mi sirviente, tal vez pueda perdonarte la vida.
—Kuno, tú… —Regresó Ranma, con un odio que parecía haber acumulado durante mucho tiempo—. ¡Ya me tienes harto! ¡Rugido de León!
Al instante, el ataque lanzó al Rayo Azul al menos diez metros de Ranma, dejándolo estampado completamente en un poste. Lleno de moretones, golpes, con la lengua fuera de su boca y los ojos en blanco. Ranma, en cambio, esta vez lucía una expresión mucho más tranquila y menos irritada que antes. Se dispuso a seguir con su camino, no sin antes decirle a un inconsciente Kuno:
—Espero que hayas aprendido la lección. —Para cuando miró hacia el frente, vio a Akane mirarlo con algo que pudo descifrar como miedo. ¡Maldición! Akane tonta, le había pedido que se marchara. Por ningún motivo quería que lo viera usando esa técnica sin una razón realmente necesaria. La vio irse corriendo, como una pequeña liebre asustada—. ¡Maldición, Akane! ¡Espera!
Cuando intentó alcanzarla, ella ya había desaparecido.
No le habló durante toda la clase. Y eso lo tenía cabreado. Tan cabreado, que aseguraba no haber puesto atención a ni una palabra dicha por sus profesores. Aunque los mirara, toda su atención estaba centrada en Akane; esperando un gesto, un ademán, una mirada, ¡un golpe, maldita sea! ¡Nada! Muy al fondo, le… dolía recordar aquella mirada llena de miedo.
No, Akane, no era con ella el enojo. Era con esa maldición. Esa maldita transformación ya lo tenía harto. Ni siquiera podía llevar su compromiso con normalidad por aquello. Ya quería desesperadamente ser un hombre normal como todos. Quería poder ir a la playa y meterse al mar sin necesidad de ponerse un traje de baño femenino. También sacarse de encima al maestro Happōsai, que insistía en hacerle poner un panti. Maldito viejo libidinoso, siempre robándose la ropa interior de Akane.
En serio estaba hasta la coronilla... y era más, ¿cómo esperaban su padre y el tío Soun que estuviera en frente del dōjō, si aún tenía pechos femeninos cada vez que el agua fría lo tocaba. ¿Cómo iba entonces a…?
—Señor Saotome.
Hasta su trenza se enderezó ante el llamado de atención tan frío por parte del maestro de matemáticas. Lo miró, casi desafiante.
—¿Sí? —Se atrevió a enfrentar.
—Salga de mi clase.
Nadie dijo nada en lo absoluto. Ranma se levantó en silencio, mirando de reojo, ¿es que Akane no iba a mirarlo, siquiera? Seguía aparentemente muy concentrada en sus libros. Como fuera. Al término de un par de segundos, salió del salón.
Tendō lo vio salir. Preocupada, suspiró por lo bajo. No reconocía a Ranma, ¿qué era lo que le estaba sucediendo? Verlo usar la técnica del Rugido de León, sin una razón aparente y con tanta ira, la había dejado perpleja. Además de esa actitud en la mesa.
«Ranma, ¿qué pasa contigo?».
—Como les decía: el triángulo equilátero…
—¡Akane!
Regresó la mirada a la dirección de su llamado. Algo perpleja, observó en pausa venir a ella.
—Ranma… —Solo eso atinó a decir. E intentó sonreír—. ¿Cómo es que pudiste salir de la clase de matemáticas?
—Oye… —comenzaron a caminar y él puso sus brazos tras la nuca, como siempre—. No te vi en el almuerzo y ahora te ibas… ¿acaso pensabas irte sin mí, Akane?
La aludida se sonrojó y no supo qué responder. Caminaron en silencio por varios minutos. La paciencia de Ranma se estaba agotando y Akane seguía sin saber cómo responder. Pero quería decirle la verdad, debía decírsela.
—Es que yo… —en ningún momento dejaron de caminar—. Tuve miedo, Ranma.
Él achicó los ojos, como en un acto de reflejo y sonrió, de manera irónica.
—¿Miedo? ¿Un marimacho como tú? —¿Así que sí había tenido miedo de él? Maldición.
—¡Uy, Ranma, no seas idiota! —Paró su andar, para encararlo. Después de unos segundos, suavizó la expresión; sí, ese era el Ranma que ella conocía. Entonces era cierto que él podía mostrarse como realmente era con ella.
Sonrió internamente.
—Nĭ hăo, Ranma.
Y Shampoo estaba ahí, sobre su prometido, molestándolo como siempre. Sintió tanta ira. La tan acostumbrada ira. ¿Qué hacía Shampoo ahí? ¿Es que no había un día en el que pudiera tener un momento de paz con el que se supone, era su prometido? ¿Qué clase de noviazgo era ese? Bufó. Ya estaba harta de Shampoo, todo el día sobre Ranma.
—¿Cómo estás, Shampoo? —Lo observó decirle. Se sorprendió de que él no se hubiera resistido al típico abrazo de la amazona, ni estuviera haciendo un berrinche. Más bien, ni siquiera se había movido; ni siquiera lo correspondía, ni siquiera se inmutaba demasiado.
—¿Qué es lo que quieres aquí, Shampoo? —Inquirió Akane, molesta, pero sin alzar la voz. Seria, mejor dicho. ¿Qué le estaba pasando a Ranma?
—Oh, Akane —Shampoo sonrió internamente, descolgándose de «su prometido»—. ¿Cómo has estado? Vine a darle este caramelo a Ranma. —Abrió la mano derecha, en donde sostenía la golosina.
«Con esto sí que Ranma caerá a mis pies».
—Estas loca si piensas que me comeré eso —comentó Ranma, mientras giraba para seguir su camino. De un salto, ya estuvo sobre las rejas, caminando para la casa.
Akane, que observaba todo en silencio, se evitó el comentario de que seguramente algo andaba mal con ese caramelo. ¿Qué estaría planeando esta vez? Decidió seguir a Ranma, mientras que la amazona gruñía una maldición en chino.
—¡Ranma, ¿cómo que no lo vas a comer?! ¡Lo hice yo misma! —Enfurecida, Shampoo estuvo tras el artista marcial en menos de tres segundos—. Te la vas a comer… —dijo despacio, bien decidida—. ¡O te la vas a comer!
—¡Ranma! —Gritó Tendō, cuando vio casi en cámara lenta cómo Shampoo lo empujaba hacia el agua, casi sobre él.
«Ahora si, Ranma… ¡Serás mío por siempre!»
—¡¿Qué demonios te pasa, Shampoo?!
Clic.
La pastilla de color rosa entró por la garganta de Ranma, sin opción a vueltas, sin remedio. Shampoo sonrió maliciosamente, de nuevo. En fracción de un segundo, se impulsó con ayuda del cuerpo masculino hacia arriba, para evitar el contacto con el agua fría y salvar su plan perfecto.
—¡¿Qué crees que estás haciendo?! —Para cuando Shampoo casi estuvo de nuevo en la reja, Akane ya la había empujado de nuevo al agua.
La —en ese momento— gata, maulló ferozmente, mirando directamente a Akane.
—¡Ah, maldición, Shampoo! —Ranma, ya transformado en Ranko, se sobó el golpe que se había dado en la cabeza.
—¡Ranma, ¿estás bien?!
—¡Akane…! —Cuando su mirada se cruzó con la de ella, sintió algo muy extraño. Un calor que le recorrió todo el cuerpo y se sonrojó—. ¡Aléjate de mí! —Chilló, espantando a Shampoo.
La gatita nadó hasta el filo de la reja y gruñendo, herida en su orgullo, se alejó.
—¿Te duele? —Inquirió, secando con el algodón mojado de alcohol. En realidad, no era nada grave, pero admitía que le gustaba cuidar a Ranma.
—Un poco —Ranma agachó la mirada, con un sonrojo que le hacía competencia con su camisa. Después de algunos segundos de sentir su corazón casi salirse por la boca, volvió a mirarla—. Gracias… Akane.
La aludida sonrió. Fue un gesto que Ranma jamás había visto tan hermoso y brillante.
—De nada, Ranma —después de cerrar el botiquín, volvió su vista a él, con algo de curiosidad y ternura. Se encontraba mirando el suelo del dōjō, perdido, con tristeza y un sonrojo extraño. Por un momento, aún a través de todo, pudo ver al Ranma de siempre, con aquella extraña expresión—. Oye…
—¿Sí? —La miró inmediatamente, como si ya hubiera estado esperando aquel llamado.
Akane se sonrojó en el acto, haciendo su cuerpo unos centímetros hacia atrás.
—Nada… solo es que… —titubeó, y luego también agachó la mirada, avergonzada. Se veía tan tierno y tan dulce así, que no podía evitarlo—. Puede que suene raro, pero… tu voz es muy linda.
—¿Mi voz? —Ranma abrió mucho los ojos, y sintió que su pecho iba a explotar en cualquier momento.
Hubo un silencio de algunos minutos. Durante eso, no se miraron directamente. Nadie estaba allí, la familia por primera vez no estaba interrumpiendo. Ranma delineó círculos pequeños en el suelo, mientras parecía sentir presión en la cabeza. Akane respiró hondo: se había atrevido a decir mucho y por primera vez en la vida, Ranma no lo arruinaba.
—Ranma/Akane.
Y otra vez el sonrojo. Despegaron contacto visual, muy apenados.
—Dime, Akane.
—Es que tengo una duda —esta vez lo miró, aunque él no lo hiciera igual. Ranma asintió—. ¿Por qué desde que volvimos, no te has bañado con agua caliente?
Los ojos más azules intensos de Ranma brillaron, con algo que parecía ser una mezcla de miedo, vergüenza y algo de alegría. Su corazón palpitaba de una manera extremadamente desbocada, como nunca antes.
Entreabrió la boca, con la mirada de su prometida sobre sí. Nada en él había cambiado, excepto algo que le daba vergüenza definir en sus propios pensamientos. Normalmente, cuando estaba como Ranko, alguna conexión física con Akane le era indiferente, sin embargo…
—Ranma, contéstame. —Dio un respingo ante el cuestionamiento, sin saber qué responder.
Regresó su vista a ella, que, de la misma manera, brillaba como perlas. El cabello rojo de Ranma era como el de la sangre misma. Tan apasionado como su nombre.
—Porque… Akane —llevó su mano derecha lentamente hacia la mejilla pálida de la menor de los Tendō—. Yo…
—Tú qué, Ranma. —Sus pupilas estaban dilatadas, a la espera de un anhelo que moría con el pasar de esos agonizantes segundos.
Ranma tragó duro, temblando. Debía decírselo, debía decírselo en ese mismo instante.
—Porque me atraes más si soy Ranko.
Hola, gente.
¡SÍ, ¡AQUÍ ESTOY, ALV! HAHAHAHAHA, quería decirles que POR FIN me atreví a lanzarme al fandom.
Espero de todo corazón que les guste este Two-Shot, (cuyo segundo capítulo he empezado a escribir) y puedan dejarme un hermoso review. Pues me dio curiosidad a ver si hacía algo Yuri o qué onda, ya que se ven bien rikolinas Ranko y Akane 7w7, pero bueno, no sé, de todas maneras, soy fan de las relaciones hetero a morir, aunque me guste el Yuri XD
Este fic se lo quería dedicar especialmente al grupo de "Transtornad s por los fics". Un grupo de WhatsApp que me inspiró terriblemente a hacer esto. Son lo más, chicos. Espero que les guste.
Y eso. Se acepta todo tipo de críticas, mientras no sean tomatazos (?
Besos.
