*Los personajes pertenecen a Masashi Kishimoto. La historia es mía.
*Este shot estará dividido en dos partes.
.
.
.
PRE-CONCEPCIONES SOBRE UN LUNÁTICO.
Ya no tengo miedo. De pie en el ojo de la tormenta.Enfermo y dulce amor. Ya no tengo miedo.
Y tócame como nunca. Y tómame como nunca.
Por que ya no tengo miedo, nunca más. Ya no me avergüenzo nunca más. Deseo algo tan impuro. El diablo debajo de tu sonrisa. El cielo me va a odiar. Y tócame como nunca. Y tómame como nunca.
Por que ya no tengo miedo, ya no tendré miedo nunca más.
.
.
.
—¡Queremos ver como escupe fuego, Sasuke-Sensei!— se exaltó uno de los niños y observaste al Uchiha con ojos divertidos. Los aprendices de la aldea de Takigakure le habían tomado demasiada confianza y te entretenía saber que él nunca perdería la poca paciencia que, se rumoreaba, lo caracterizaba. Allí, sentado sobre una roca a plena luz del día, alzó una ceja como única respuesta.
—Niños... yo no creo que...— intentaste advertir sin éxito.
—¿De verdad puede hacer eso?— te interrumpió otro chiquillo ya caminando hasta Sasuke e instalándose junto a él para estudiarlo de una forma analítica. El Uchiha se limitó a observarlo con gesto aburrido.
Tú ya yo no podías contener la carcajada y él lo notó, te enterró los ojos y agachaste la cabeza como un niño más.
Si, Sasuke podía ser más que intimidante. En una fugaz mirada se cargaba toda su historia de odio y rebeldía. Sus ojos a veces te generan una especie de dolor interior, como también trasmiten paz y en otras oportunidades se vuelven un códice indescifrable.
Por eso te causo mucha gracia la postura desafiante de aquel pequeño muchachito junto a él.
—¡Por favor, Sensei!—insistió decidido a lograr su cometido de experimentar el tan comentado poder Uchiha en persona, la determinación brillaba en sus ojos, una especie de Naruto reencarnado habitaba en su forma de encapricharse.
Pronto todos los niños y niñas lo rodeaban en saltos entusiastas y tiraban de sus vestiduras. Sasuke, a su forma, se había hecho querer. Volviste a apretar los labios para contener una sonrisa, él volvió a mirarte y suspiró —Estoy perdiendo facultades.
Esta vez le dedicaste una sonrisa totalmente abierta. Te alegraba que las paredes de aquel resentimiento pasado finalmente se hayan derrumbado. En honor a la verdad ya ni esperabas una reacción extraña de él.
Hacía casi siete meses que convivían allí en el País de la Cascada. Debiste ir como sensei de un grupo de ninjas para poder conseguir tu titulo Jounin, te había agradado la propuesta y creíste que era optimo pasar un tiempo lejos de Konohagakure y de sus horrorosos recuerdos bélicos, también de tu Clan. Si bien las cosas habían cambiado después de la dolorosa perdida de Neji, los Hyuga solían ser asfixiantes cuando se lo proponían. Tu padre intentaba soliviantar tu vida de ninja común en una familia de élite pero el consejo se estaba poniendo pretencioso contigo.
Sobre los últimos días allí, decidiste que era bueno volver para asistir al nombramiento de Hanabi como la nueva líder, este sería en tres meses e ibas a ayudar con los preparativos. Sasuke estuvo de acuerdo con el regreso, él estaba reinstalando la Policia Militar de Konoha como idea inicial de Naruto y ya no podía atrasar más el nuevo emprendimiento.
.
.
.
—¡Es una técnica especial de los Uchiha! ¡No puede irse y no hacerla!— se alarmó una niña con largos cabellos rubios que utilizaba su banda ninja en el cuello, como lo hacías tú a su edad.
.
.
.
Volviendo a tus cavilaciones, recordaste en el momento en que el nuevo Hokague, Kakashi, te había comunicado que no irías sola. Tu compañero sería Uchiha Sasuke.
Nadie más y nadie menos.
Te habías quedo pasmada, horrorizada frente al ninja copia, mientras tenias conocimiento de que él estaba regresando de uno de sus largos viajes de exploración y una de las condiciones para que pueda crear su institución era que también consiga el titulo de Jounin. Imaginaste que la idea en realidad radicaba en cometer actos voluntariosos para tener un certificado de buena fe, que olvide un pasado criminal. ¿Había otra forma de que quién violo todas las leyes posibles en esta vida e intento destruir la aldea, sea jefe de seguridad de la misma?.
De igual manera, hacía mucho que él se había instalado en Konoha y se mostraba muy diligente con los asuntos que involucraban la protección de la misma. Estaba tranquilo... estaba sanando y consiguiendo un poco de paz.
Eso era evidente.
O de eso querías convencerte, pues la idea te desagradaba.
La nación donde de localizaba Takigakure era una aliada indiscutible de Konoha. Dicha aldea había quedado arruinada después de la guerra y eso era decir poco. Su población se redujo, su comercio con otras naciones había quedado completamente nulo, así como los caminos destruidos, las redes de agua para consumo e instituciones públicas. Pero no su espíritu. Parecían haber resurgido con más fuerza de su desgracia y la primer medida que tomaron sus autoridades fue la de volver a reconstruir la Academia Ninja. De ahí a que muchas otras aldeas donasen sus mejores ninjas como senseis: instructores por periodos que podían abarcar desde los seis meses hasta los cinco años. Motivo claro por el que una Hyuga y un Uchiha eran celebridades en aquel pequeño pueblo.
Los aldeanos estaban impresionados de que ustedes llegaran a su tierra, así mismo ustedes no pudieron dejar de maravillarse con la fuerza de voluntad de todas esas personas. Ver los vestigios de lo que fue una importante población, conocer las historias de perdidas y sufrimiento hicieron que todos tus problemas anteriores se borren de un plumazo.
—Ellos lo han perdido todo. Todo lo que conocían desapareció— había comentado tu compañero más para si mismo que para ti.
Pensaste en Sasuke y en la masacre del clan Uchiha, ante sus ojos inocentes de pequeño niño y un hermano mayor presionado por las autoridades. Te dolió el estómago, le hubieres abrazado.
Aquello lo dijo en una oportunidad en la que ambos coincidieron en el balcón del apartamento que compartían. Les habían anunciado esa tarde que la electricidad volvería a fluir a las nueve de la noche y que todos los ciudadanos desde sus locaciones lo presenciarían expectantes al encenderse las luminarias publicas. Jamás creíste que él también estaría aguardando el acontecimiento cuando dieron las nueve y te lo encontraste allí afuera.
Y las luces se encendieron iluminándolo todo. El pueblo entero resonó en aplausos, festejos y algunos llantos emotivos.
—Todo brilla— te maravillaste y él asintió despuntando una leve sonrisa, mientras sostenía una taza de té, recargado sobre el barandal.
Lo supiste.
Todo brilló.
La oscuridad desaparecía...
.
.
.
—¡Wou! ¡Escupir fuego como un dragón!— reflexionó otro niño.
—Por favor... por favor... — intentaste apaciguar el creciente caos de fanatismo que amenazaba con desatarse cuando lo viste caminar al frente y lo observaste sin perder movimiento.
—Les hablaré del Katon. Solo eviten volver a compararme con un dragón, eso es raro.
Todo el grupo soltó una carcajada ante el casi inexistente sentido del humor del chico cuyo principal rasgo era la seriedad. También reíste y te ubicaste entre los alumnos como si fueses una niña más, escuchaste con atención.
Para ser sincera, también te emocionaba la idea de verlo desplegar su maestría, tal como lo apreciaste en la guerra con pánico y asombro. Pero no, eso sería muy peligroso. Ellos deberían conformarse con una explicación.
.
.
.
No te encontrabas para nada cómoda con la idea de compartir un largo viaje con él. Casi no lo conocías y por supuesto sabías lo que el resto: se había tratado de un ninja inmensamente peligroso en su momento, una persona enajenada por el odio que no le temblaba el pulso a la hora de asesinar para lograr sus metas. Lo despreciaste cuando viste a tanta gente sufrir por él ... Naruto, Sakura, Ino...
Te encontrabas tan nerviosa cuando divisaste su figura aguardando por ti en la entrada de Konoha esa madrugada, casi te costaba avanzar hacía él, pero finalmente lo lograste y le sonreíste torpemente. Se limitó a un leve movimiento de cabeza para saludarte y comenzó a caminar.
No habían cruzado muchas palabras en el camino de ida más que algunas cuestiones o toma de decisiones técnicas para llegar sanos y salvos a destino. Comentarios del clima o la comida de Takigakure también fueron los temas mejor tratados, él ya la había visitado anteriormente para colaborar con la reconstrucción. Recuerdas que una de las primeras observaciones que hiciste fueron que finalmente había decidido implantarse el brazo tal como lo hizo Naruto, luego supiste que lo hizo para no causar impresión a los pequeños alumnos.
—Sé que aun no recuperan la corriente eléctrica— informaste en algún momento.
—Gaara se esta encargando de la construcción de un sistema eólico que traslade la energía desde Suna hasta allí— explicó sin observarte.—Participé en la creación de los planos, ya conozco Takigakure.
Gaara... lo recordaste como aquel chico tan temido en los exámenes Chunin y a quien viste asesinar en vivo. Observaste a tu compañero con discreción, sin que lo sepa. ¿Después de todo la redención si existía para personas como ellos?
Sasuke era tan indescifrable que no sabias si tu presencia le agradaba o le fastidiaba. Cuando supiste que compartirías la habitación con él, situación que jamás esperaste, casi mueres de vergüenza. También fue inexpresiva su respuesta a aquella incomoda noticia. Su habitación era pequeña, muy pequeña, contaba con un baño, una reducida cocina y dos camas individuales separadas por una mesa de luz, limite infranqueable pero de muy corta distancia entre ambos. Los aldeanos se ahogaron en disculpas por no darles el espacio que le correspondía a una "Hyuga" y un "Uchiha", pero en la situación en la que se veían, no tenían mas alojamiento para ellos que ese.
—Trátenos como uno más de ustedes, por favor. Eso es lo que somos— expresaste con esa humildad que te caracteriza y luego pensaste que habías hablado por los dos y eso no estaba bien, podría enojarlo. Observaste con preocupación a Sasuke, el simplemente desempacaba.
El hombre volvió a agradecerles varias veces y se retiró.
"Ellos han perdido todo para ayudarnos en la guerra y nos agradecen a nosotros por una corta estadía de colaboración" pensaste y sentiste vergüenza de ti misma haber ido hasta allí por el titulo Jounin y no por solidaridad.
La primera noche fue tan difícil para ti que no pudiste más que compararla con la primer noche que pasaste en el bosque de la muerte. Casi no pegaste un ojo escuchando la placida respiración que connotaba que Sasuke dormía demasiado tranquilo y seguro. Si para ese entonces te ponía nerviosa la cercanía de un hombre que no sea Kiba o Shino, él tener a uno de los ninjas más poderosos de la historia junto a ti en la oscuridad infinita de una Takigakure sin electricidad, te ofuscaba. Y no sólo eso, él también había sido uno de los criminales más buscados. En alguna otra noche recordabas episodios como su "interrupción en la cumbre de los Kages" o su desastrosa condición luego de su último enfrentamiento con Naruto e ideas extrañas cruzaban tu cabeza "quizá se despierte una noche cualquiera y con ese ojo violáceo nos mate a todos" pensabas y te acurrucabas entre las cobijas apretando los parpados hasta que finalmente te dormías.
Jamás habías visto el celebre "ojo violáceo", así era como le llamabas para tus adentros. Él ocultaba el Rinnegan bajo su cabello oscuro como si de un arma mortal secreta a punto de descubrir se tratase. Luego supusiste que quizás resquemores que venían del pasado lo obligaban a dejar ese enorme poder ocular en el anonimato.
Era totalmente distinto a él Sasuke de hacía años atrás. Nunca creíste que él o Naruto se volverían tan altos e imponentes físicamente, sus cuerpos eran delgados aunque fuertes y musculosos. Él podría tomar tu cuello con esa mano suya y quebrarlo como si fuera una tierna rama de cerezo...
Con el correr de los meses tus miedos prejuiciosos casi desaparecían.
Lo interesante en Uchiha Sasuke es que en realidad no es una persona fastidiosa que busca insultar o confrontar en cualquier oportunidad como pensabas o como los demás suelen caracterizarlo, más bien es alguien relajado. No es violento para nada. Muy serio pero pacifico la mayor parte del tiempo. Casi no habla y si lo hace dirá palabras funcionales. Sus silencios prolongados en un inicio llegaban a resultarte incómodos pero con el tiempo comenzaste a disfrutarlos y hasta practicarlos tu misma, aunque gracias a tu timidez no tuviste dificultad en no interrumpir su meditación... o eso creías que hacía... estabas segura que tenía mucho en lo que pensar.
¿Quién no?.
Es mucho menos soberbio de que lo aparenta, aunque tiene de que jactarse ya que es muy fuerte... casi como nadie que hayas conocido además de Naruto u otros personajes destacables en la guerra. Nunca hace alarde de su potencial, hasta intenta ocultarlo en cierta forma, jamás busca impresionar a nadie. Inteligente tal como lo era tu primo Neji o Shikamaru Nara. Respetuoso: siempre esperaba que estés ya en tu cama y tapada para ingresar o salir del baño, jamás invadía tus espacios personales o se entrometía en tus asuntos, como nunca comentaba sobre los suyos. Solía desaparecer por momentos prolongados, eso no quitaba que se la pasen juntos la mayor parte del tiempo. Excelente compañero: no olvidaba comprar comida para dos cuando le correspondía, llenar los tanques de agua cuando se acababa esta o conseguir velas mientras la carencias de servicios públicos se hacían presentes. No le gustaba que le agradezcan así como agradecer. Solía preparar el té que bebían ambos en silencio por la mañana y jamás se había quejado de tu compañía, al menos frente a ti. Tampoco te metió en un ninjutsu macabro y tortuoso, como pensaste que haría, cuando olvidaste comprar fósforos y pasaron una noche en penumbras porque hubiera sido exagerado que él utilizara su Katon o su Amaterasu solo para encender un par de velas.
En fin, todas las acciones que él hacía en el pequeño departamento eran para facilitar la convivencia.
Cuando la relación avanzó del compañerismo a un ápice de amistad, supiste que solía tener un humor bastante ácido e incluso oscuro, también tenía un lado sarcástico muy presente que aprendiste a manejar; y con el tiempo esas ironías recurrentes te arrancaban algunas risotadas. Le viste sonreír solo un par de veces: una fue una pequeña elevación de sus comisuras el día que las luces se encendieron, la otra fue más abierta donde sus dientes blancos y perfectos relucieron. Fue una visión que te dejó aturdida y por eso mismo hay algo en lo que tuviste que dar el brazo a torcer y darle la razón, una que siempre negaste, a las kunoichis de Konoha:
Sasuke era indudablemente apuesto.
Hermoso hasta de una forma difícil de asimilar. No era del tipo de belleza que conocías en Naruto, con ese rostro aniñado de enorme ojos azules y una piel bronceada que los hacía resplandecer junto a su cabellos dorados, esa belleza que en la actualidad hacía que todas las ninjas muriesen por él.
Las facciones de Sasuke eran más bien exóticas, sus ojos se encontraban rasgados, la pupila no difería del iris negro, eso lo hacía poseedor de una mirada profunda que solía volverse perturbadora si soportabas sostenerla más de medio minuto. En su rostro serio y de piel pálida llegabas por su nariz recta hasta los labios, donde el inferior era más grueso, estos tenían un inedito color rojizo. Su cabello se encontraba siempre revuelto aunque lejos de ser desprolijo. Muchas noches de insomnio te descubriste a ti misma observándolo dormir con el cabello arrebatado y los labios entreabiertos, las espesas pestañas cubriendo sus ojos, su brazo musculoso y largo abrazando la almohada. Lo notabas tan pacifico bajo la tenue luz lugar e imaginabas todas las batallas imposibles que había librado en su vida, todo el sufrimiento que atravesó ¿cuanto tiempo hacía que podía dormir con esa calma? estabas segura de que no mucho.
Tal vez en ese desvelo entendiste un poco sus formas de actuar en el pasado.
.
.
.
Te sonrojaste. A veces su majestuosa belleza y su inexplicable aliento fresco a toda hora te apabullaban, o tal vez no era su aliento sino su cercanía la que te hacia tartamudear más que cuando pensabas que compartías habitación con un asesino en serie.
—El Katon no Jutsu consiste en almacenar la mayor cantidad de chacra que puedas dentro del cuerpo para convertirla en fuego— explicó con seriedad —.Depende de la cantidad, mayor tamaño ocupará la bola o no. Aunque solo se puede lograr gracias al poder ocular del Sharingan. Así como el Byakugan puede leer con facilidad los canales y puntos de confluencia del chacra. Explícales, Hinata.
—¿Yo-yo?... ¡Si!— que te llame por tu nombre de pila últimamente solía afectarte. En un comienzo se dirigía a ti sin ninguna mención o simplemente "Hyuga".— Son propiedades únicas de cada poder ocular— confirmaste simulando compostura y con tu indice al frente.
—¡Genial! ¡Tenemos senseis con ojos increíbles!— se emocionaron algunos niños.—¿Puedes enseñárnosla?.
—Ni hablar— se negó con media sonrisa ladina —.Es una técnica demasiado destructiva.
"Que suerte que no conocen el Amaterasu" pensaste y sufriste un escalofrío al recordarlo usando esa técnica brutal en el pasado, con un ojo que lloraba sangre y las llamas oscuras que surgían en cualquier punto que el mirase y consumían todo a su paso.
¿Realmente era el mismo Sasuke Uchiha?.
—¿Y si intenta uno a corta distancia?— propuso otra muchachita sonrojada—. Solo queremos verlo haciéndolo. ¡Hinata-Sensei! ¡dígale que lo haga! ¡A usted parece hacerle más caso!.
—Niños, el katoon es peligroso de verdad—intentaste hacerlos entrar en razón en vano. Tus oídos habían quedado prendidos en esa última afirmación.
Sasuke caminó de repente y todos permanecieron estáticos y expectantes. Él observó en algunas direcciones hasta que localizó un pasadizo de arboles que conducían hacía un valle desierto.
—Hinata—te volvió a llamar y fuiste impulsada hacía su posición. La forma en que tu nombre sonaba en su voz ronca te volvía inquieta y aun más desconcertada te sentiste cuando él, a tu lado, se inclinó un poco para ponerse a tu altura, eres muchísimo menos alta por supuesto, con el propósito de tener el mismo angulo de visión que la tuya, con ese delicioso aliento emblemático lo sentiste indicarte—. Utiliza el Byakugan para asegurarnos de que no haya nadie del otro lado.
—¿Hará el Katon?— te sorprendiste.—¿Realmente necesita mi Byakugan?
Él siguió en esa posición tan cercana —Claro que no. Pero ellos podrán verte usarlo y además el trabajo en equipo es una enseñanza importante que deberíamos dejarles antes de irnos.
Te causo gracia la ironía, él había sido una persona solitaria e individualista durante toda su vida. Con todo y los nervios, deseabas que se aparte de tu lado mientras chequeabas la zona donde él lanzaría la gran bola ígnea —Nada de nada.
Pero todo fue aun más embarazoso cuando él te tomó desde detrás de la nuca con una de sus cálidas manos y te giró el rostro en otra dirección, los dedos largos te quemaron sobre el espacio entre tu cuello y tu oído —Olvidaste de revisar hacía el norte.
—Nada— afirmaste menos segura que antes y cuando él te soltó te fuiste como un demonio.
No abandonaste el Byakugan y te pusiste delante de todos los niños de forma protectora. De espaldas a Sasuke, lo viste pararse firme y comenzar a recargar su pecho como si fuera a inhalar todo el oxígeno del planeta. La tensión mezclada con emoción crecía entre los aprendices, todo ese manejo experto de chacra hizo que se te ericen los vellos del cuerpo.
Los sellos los hizo tan rápido que siquiera con tu Byakugan los adivinaste. Entendiste que el propósito era que nadie se los aprenda, por precaución. El fuego comenzó a salir de los labios del Uchiha acompañados de un sonido potente que te recordaba a los mecheros gigantes de los globos aerostáticos que Ko te había llevado a presenciar de niña en uno de los festivales de verano.
Justo en ese instante de fascinación, tu Byakugan percibió una pequeña figura moverse entre la frondosidad y ajustaste tus ojos para darte cuenta de que Takeshi, uno de los alumnos más revoltosos, estaba por ocupar el camino que el Katon arrasaría. Un frío espeluznante recorrió tu columna y calculaste que no había forma de dar marcha atrás al Jutsu.
Corriste a toda velocidad hasta superar la bola de fuego que avanzaba implacable y usaste tus tigramas para retenerla.
Las leguas de fuego te abrazaron y el ardor te carcomió, creíste, que hasta los huesos.
Lo demás no lo recuerdas.
.
.
.
Sentiste el calor de llamas lacerar tu piel cuando abriste los ojos. Todo simplemente te pareció un mal sueño. Los ojos oscuros de Sasuke observándote casi sin pestañear fue lo primero que enfocaste entre un fondo borroso, sus cejas parecían un tanto fruncidas.
¿Habías muerto? ¿Estabas en el infierno por ir hasta aquel pueblo por tu título?
¿Sasuke era el demonio?.
—Innovadora forma de querer suicidarte— habló finalmente con su sarcasmo característico y pestañeaste un par de veces hasta que comprendiste que habías estado inconsciente.
—¿Cu... cuanto...?
—Tres días con sus noches.
—¡Cielo santo!— te sentaste como si algo te quemara y precisamente algunas partes de tu cuerpo ardían y otras se encontraban terriblemente sensibles. Rápidamente recordaste momentos del incidente que había dejado postrada allí—¿Takeshi? ¿Cómo esta él?.
—Un poco chamuscado— confirmó con tranquilidad—. Y aquí— agregó e hizo un gesto con la cabeza que seguiste hasta descubrir al pequeño, junto al Uchiha, con ambas manos en el regazo y un rostro arrepentido que solo tenía ojos para ver el suelo.
El silencio se hizo tenso hasta que él comenzó a vociferar —¡Por favor ya no me rete Hinata-hime! ¡Sasuke-sensei me ha obligado a acompañarlo a una misión muy difícil para conseguir una pomada para que su piel se recupere!— casi vomitó toda la información mientras Sasuke depositaba con su brazo reconstruido un pequeño frasco azul en la mesa de noche—.Nos enfrentamos a enormes villanos... y... y luego...
—Ya no estés preocupado Takeshi— lo intentaste tranquilizar, él estaba al borde de las lagrimas—.Solo debes ser mas maduro e inteligente. Sasuke es una persona increíblemente fuerte, su pequeño Katon nos pudo haber costado la vida a ambos. Has sido muy valiente en ir a aquella misión—miraste fugazmente a Sasuke—.Ve a descansar.
—¡Le agradezco tanto Hinata-Hime!— te hizo varias reverencias eufóricas y desapareció por la ventana en lugar de utilizar la puerta.
—¿Hime?— volviste a tu compañero—.¿Por... por qué me llama así?.
Él Uchiha estiró sus músculos, comenzó a desperezarse y te respondió entre un bostezo—Le dije que por su culpa casi muere la princesa heredera del Byakugan absoluto— frunciste el rostro—. Y qué si algo te pasaba los emperadores de la luna, el astro que rige tu poder ocular, vendrían a tomar sus ojos para saldar la deuda.
Lo observaste boquiabierta mientras caminaba y se sentaba a los pies de tu cama —Tiene un enorme sentido de la creatividad.
—Lo pensará dos veces antes de volver a actuar como un idiota— afirmó y luego volteó hacía ti. Sentados frente a frente su mirada pareció cambiar—.¿Pero que decirte a ti, Hinata? ¿Hay algo que deba inventar para que comprendas la jodida estupidez que hiciste?.
Era la primera vez que lo oías regañarte e insultar, además el tono de reproche en su voz era intenso y demandante —No había opción...
—Si la había. Nadie mejor que yo mismo para controlar mi propio ataque ¿no lo crees?— te cortó con ironía mientras lo veías reposar la frente sobre un brazo totalmente en carne viva, el único brazo que tenía a decir verdad.
—¡Tu brazo!— te horrorizaste y la culpa te invadió el cuerpo con ganas—.Ahora entiendo... se quemó porque se demoró en quitarnos a los dos de las llamas... Hubiera sido más rápido si Takeshi estaba solo...— te sentiste tan mal que te hubiera gustado quedar inconsciente otra vez.
Sasuke estudió su miembro desentendido de lo que decías— ¿Mi brazo? ¿qué importa mi brazo? ¡Puras mierdas! ¡Hinata, te hubiera matado!—.se exasperó, gritó y tu retrocediste hasta chocar tu espalda contra la pared. Él intentó recuperar la compostura—Te puede parecer ridículo que yo me preocupe por una muerte, después de todo, todos bien saben que soy un asesino despiadado.
Pudo leer el temor en tus ojos. Se puso de pie y se dirigió al baño.
—Yo... no creo que lo seas...— confesaste con timidez pero seguridad de querer aclarar su error.
Volteó hacía ti y estudió tu pose cabizbaja por unos segundos —Pero lo pensabas.
Al obtener como afirmación tu silencio, sonrió con sarcasmo y se encerró en el baño.
Lo oíste abrir la ducha. Recostaste la cabeza hacía atrás y suspiraste. No sabías mentir si aunque esa mentira tenía el propósito de hacer sentir mejor a alguien que apreciabas. Comenzaste a analizar tu estupidez inmensa, en la forma en que él te había gritado y en cómo lo habías ofendido sin realmente querer hacerlo. Sasuke volvió a salir y te sobresaltaste en tu cama.
—Debes darte una ducha con agua fría— indicó ordenando algunas cosas sobre su cama, sin mirarte, con la mandíbula un tanto tensa y las fosas nasales que se le dilataban en cada respiración—.Luego utiliza la pomada en los lugares que aun sientas molestia. Mi escudo de chacra hizo que las quemaduras sean leves, pero hay lugares donde el fuego agredió más que en otras—tu boca se entreabrió, un escudo de su propio chacra te había salvado la vida, era un ninja sorprendente—. No fuimos al hospital porque aun no esta habilitado para internaciones así que tienes mucha suerte de que no haya sido nada grave. Los médicos me dieron esas indicaciones para que evites cualquier infección.
Más que suerte, pensaste que tuviste la inmensa y dichosa mano protectora de guerrero más increíble que pudiste conocer.
—¿A donde irás?— preguntaste sin ser consciente de la desesperación que no escondías e hizo que te entrometas en sus planes por primera vez.
Sasuke no respondió, quizá siquiera te escuchó. Simplemente desapareció por la puerta que quedaste observado por largo tiempo hasta que el ardor en tu piel te pedía a gritos un baño de agua fría.
.
.
.
El cuerpo se te tensó y algunas de las heridas te dolieron al contacto con el chorro, luego de un tiempo te acostumbraste y bajo el agua tu mente comenzó a divagar en todo lo acontecido.
Su brazo estaba completamente en carne viva. Había arriesgado su propio pellejo por salvarte y realmente eso no le importo, le ofuscó que tu hayas podido morir. Cuando alguna vez llegaste a pensar que a Uchiha la vida del resto nada le importaba, que era un lunático egoísta despreocupado por el dolor que causaba a su alrededor, él había arriesgado su único brazo y quizá su vida por ti y Takeshi; y no sólo eso, había recurrido a los médicos del lugar al verte inconsciente y se había informado de todas las precauciones que debía tomar para que te recompongas.
Te miraste al espejo luego de envolverte cuidadosamente con la toalla, tomaste uno de tus mechones de cabello y lo examinaste. Ni siquiera eso permitió que se te arruinara.
Terminaste de higienizarte y te colocaste ropa interior, localizaste la pomada que él había dejado en la mesa de noche. Takeshi había mencionado una misión compleja que había hecho junto a su sensei para conseguirla y no te extrañaba que Sasuke como castigo a la insensatez del niño lo hubiese obligado a acompañarlo. Si había algo que él detestaba y bien te lo hizo saber, era el actuar sin pensar las consecuencias.
Mientras abriste la pomada pensaste en que la mayoría de los actos terribles que cometió, los hizo por no meditar lo suficiente sobre sus pasos a seguir. Fue muy impulsivo en el pasado, se dejó dominar por sus pasiones y eso es lo que no pretende que le ocurra al resto.
Él realmente había aprendido la lección.
Por más que lo intentabas, tus manos no llegaban a las zonas enrojecidas, más intentabas hacer esas extrañas posiciones tu piel se estiraba y quemaba de dolor. Frustrada dejaste la pomada a un lado y te recostaste boca abajo, abrazando la almohada. Con las piernas estiradas sobre la cama, el velador como una luz tenue y tu largo cabello yaciendo sobre tu espalda es cómo te descubrió Sasuke al abrir la puerta.
—¡Sasuke! ¡No abras!— le gritaste sin tratarlo con ese respeto con el que te dirigías siempre y te intentaste cubrir llevándote todo el cobertor con una histeria creciente.
—Pensé que dormirías—explicó volviendo por donde había llegado, dándote tiempo a que estés visible.
Te sentías una idiota, todas las situaciones que no habían ocurrido a lo largo de la estadía sucedían y juntas.
—No... luego de dormir tres días...—comentaste, dándole la pauta de que finalmente podía ingresar.
—Con sus noches— respondió en torno burlón y a pesar de la pena que estabas sintiendo te alegraste de que ya no este ofendido. Depositó una bolsa con alimentos sobre su cama.
—Con... sus noches— reafirmaste con media sonrisa tímida.
Al cabo de ordenar las compras, descubrió la pomada abandonada, la tomó y te miró con reproche—¿Por qué no la utilizaste?.
—Yo... yo no puedo colocármela sola...—intentaste explicar con timidez—.Pensé en ir hasta el hospital cuando regresases..
—Lo haré yo.
Lo dijo con tanta tranquilidad que cuando comprendiste lo que planeaba hacer, tus ojos se volvieron del mismo tamaño que los Rasengan que aprendía a hacer el pequeño hijo de Naruto y Sakura—¡No es necesario!.
—Si lo es—te aseguró mientras lo veías quitarse la camisa, quedar únicamente con una musculosa negra y destapaba el frasco—.Debes recuperarte porque tengo que llegar a tiempo para evaluar a los futuros integrantes del cuerpo de policía. Si enfermas otra vez deberás permanecer en reposo y Naruto no nos esperará. Eso solo puede terminar en un desastre.
—Es que...—intentaste excusarte horrorizada cuando se acomodó junto a ti. ¿Él había dado a entender de que si tu situación se complicaba se quedaría aguardando por ti, sin importar la presión que tenía por volver a Konoha?.
—¿Es qué, qué?.
—Tendré que desvestirme y... yo nunca...
—Ya te he visto en ropa interior— recordó como si nada y mientras se untaba la pomada en sus manos hizo un gesto con la cabeza que seguiste boquiabierta para descubrir en un rincón parte de tu uniforme de entrenamiento totalmente quemado y con enormes agujeros negros.
—Oh por dios— apenas murmuraste con un sonrojo implacable.
—Te envolví con mi capa, nadie más te vio— aclaró cómo si eso te dejara más tranquila—. Entonces... ¿Tienes una mejor idea?—inquirió con la voz que sospechaste que se le había puesto más ronca que antes.
—El hospital...—intentaste jugar tu última y pobre carta.
—Ya olvida el hospital. No molestes a esta pobre gente por tu insensatez— retrucó alzando una ceja, como si el hecho de explicarle que debía pasarte pomada en la mitad de la espalda, en la nunca y entre las piernas fuera algo que te ocurría todos los días.
Tragaste saliva varias veces y al cabo de un silencio pretencioso no soportaste la presión y quitaste el cobertor con temblequeos. En ropa interior y sin verlo a los ojos giraste, sintiéndote expuesta y vulnerable —Adelante...
Lo escuchaste acercarse. Tu piel se erizaba y dolía, tu mandíbula no dejaba de moverse por sus propios medios.
—Las partes enrojecidas... no las veo—lo oíste detrás de tu cuello y cerraste los ojos con fuerza. Te ofuscaba cuando hablaba lento y sobre todo su respiración acariciar tu nuca.
—En mi costado derecho, si muevo los brazos me tira la piel de la baja espalda y también si intentó colocarla en... entre... en...—no pudiste continuar, era como si las palabras evitaban abandonar tu garganta.
—Hinata, no seas infantil— te presionó.
—En la cara inferior de mis piernas— confesaste antes de morderte el labio con pánico y cerrar los ojos con fuerza, jamás viste la divertida sonrisa que el expresaba.
Estabas tan nerviosa en ese momento y resultó paradójico que cuando sentiste los dedos de Sasuke envueltos en la pomada acariciar tu baja espalda, toda la pena se transformó en un fuego extraño que pareció mas peligroso que el del Katon.
Ansiosa, te sentiste ansiosa e inquieta.
—Perdón... esta... fría— intentaste explicar el sobresalto que su contacto te provocó.
El siguió desparramando la pomada con seguridad y toda la palma de su enorme mano envolvió tu cintura, los dedos de tus pies se retorcían sin tu consentimiento cada vez que llegaba casi hasta tu ombligo cuando sobrepasaba los limites de tu espalda. Imaginaste su rostro concentrado y su labio inferior. Sus ojos negros sobre ti.
—Sal... salvaste hasta mi cabello—hablaste para amenizar las extrañas sensaciones que estabas experimentando y porque necesitabas oírlo hablar. Era la primera vez que su silencio se volvía insoportable.
—Eso parece— se limitó a responder mientras abandonaba tu cuerpo para tomar mas ungüento. Cuando se dirigió hacia tu costado cerraste ojos y frunciste las cejas, pasaba tan cerca de uno de tus senos sin tocarlo, que hacía que tu respiración aumente y se vuelva profunda. Era tan suave y diligente que parecía un mal chiste saber que alguna vez fue un sanguinario asesino, que esas mismas manos que habían hecho tanto daño ahora sanaban.
Aunque tomabas aire ella parecía no querer fluir por tus pulmones. Había partes de tu cuerpo que dolían y latían... partes que te daban vergüenza reconocer.
—Si... si hubiera... utilizado bien mi Byakugan... nada de esto estaría pasando— volviste a hablar.
—Yo tampoco vi a Takeshi— confesó—.Tienes que voltear hacía mi y recostarte—lo miraste aterrada—.Tengo que aliviar las heridas de tu piernas.
"Aliviar". Asentiste y obedeciste pensando que podías morir de puror en ese mismo instante. En aquella posición, acostada boca arriba, totalmente rigida, te sentiste tan expuesta y entregada a él... y sin embargo una sensación de confianza te invadió.
Confiabas en sus manos.
—Mientes... —respondiste mirando el techo, sumamente sonrojada y apretando los labios, donde pronto el rostro de Sasuke apareció para mirarte fijo mientras volvía a hablar con una leve sonrisa maliciosa marcada. Estaba sudado gracias al calor que especialmente hacía esa noche, su flequillo se había quedado pegado a su frente y así fue como pudiste apreciar el Rinnegan en su mayor esplendor, era hipnotizante.
—Lo detecte un segundo antes— recordó mientras sentías como sus dedos se movían en círculos sobre tu piel resentida, tan cerca de tu intimidad que no dejaba de enviarte sensaciones eléctricas allí y a todo el cuerpo —Es un maldito experto en desaparecer. Será alguien importante.
Hablaba y no dejaba de mirarte mientras su mano recorría aquella zona tan penosa de tus piernas, su voz buscaba distraerte mas sus dedos trasmitiendo su calor corporal a través de aquella fría pomada amenazaban con volverte loca.
—Si... si... lo sé— asentiste como una autómata, mirándolo fijo, como si los ojos oscuros del Uchiha fueran la única tabla segura de madera que queda en medio de un naufragio tormentoso. Paradójico...
—Deja ya esos nervios innecesarios, eres una kunoichi. ¿Jamás Kiba atendió una herida tuya?— intercalaba miradas entre tu rostro y tus piernas, un brillo malicioso chispeó en él junto con esa pregunta—.Ya casi termino.
—Si... pero nunca...— confesaste una vez que el contacto acabó y sentiste un enorme vacio en el pecho.
—Pero nunca te han tocado como lo acabo de hacer— supuso y aquella sonrisa maliciosa que sospechaste se hizo evidente—.Ni lo harán, de eso estoy seguro.
Volviste hacía él cuando lo escuchaste. Te miró con burla.—Era un chiste—aclaró y tu le sonreiste con desconfianza mientras volvías a taparte. ¿Así que pensabas que te habías acostumbrado a su humor oscuro?.
—No tengo palabras para agradecerle todo lo que ha hecho por mi. Nada de lo que haga sería suficiente—te sentaste, aferrando el cobertor a tu pecho y él pareció mirar hacia la nada unos segundos, tú lo imitaste.
—Hinata...— volviste a él con atención—.Quiero que me disculpes.
Te desentendiste de su pedido— ¿Yo... disculparte a ti?.
—Realmente no interesa lo que piensas o pensaste de mi— explicó mientras giraba el frasco destapado con una mano—. Después de todo yo mismo me gané que la gente me deteste. Te maltraté sin necesidad. De todo el mundo, tu eres la que menos merece un insulto mio.
Al escuchar su franqueza el corazón se te disparó. Se estaba por poner de pie cuando te apresuraste y en un impulso lo tomaste del hombro, haciendo que él volviera un tanto sorprendido a su posición.
Ya no te importó tu semi desnudez o la vergüenza que habías experimentado momento atrás, porque ya no la tenias. Sólo querías que Uchiha Sasuke supiera que nada de lo que él creía era verdad.
—Estuve pensando mucho en ti— soltaste sin tartamudear ni vacilar, él alzo una ceja ante tus dichos—.Pensé en el día que me informaron que serías mi compañero y en lo mucho que me impactó. Estuve nerviosa durante todo el viaje de ida y permanecí desconfiada los primeros días juntos. Por la noche temía que despertaras y me atacaras con ese ojo violáceo que ocultas.
Las comisuras de Sasuke se elevaron por la gracia que le había causado tu último comentario, se acomodó el flequillo que lo cubría. No dijo nada y permaneció aguardando, incitándote a seguir.
—Y ahora todo es diferente— proseguiste y un sonrojo te frenó.
—No te detengas.
Asentiste frenética mientras jugueteabas con tus dedos —Te considero uno de los mejores compañeros que he tenido... por favor nunca se lo menciones a Kiba...— reíste apenas al escucharte, Sasuke negó entretenido—.Finalmente, ninguno de mis miedos resultaron reales. Eres alguien respetuoso, cordial... siempre me trataste con altura y... para nada eres la maldad encarnada en persona —él permanecía atento—. Y aprendí mucho contigo, ahora soy más fuerte y los niños... ellos te han tomado mucho cariño, te quieren tanto Sasuke... me lo han mencionado infinidad de veces y...
Dudaste en seguir.
—¿Y?—presionó él con un ápice de impaciencia.
—Y yo también he llegado a quererte— terminaste de decirlo justo un segundo antes de arrepentirte y pensar que toda esa conversación era una locura. Si quiera tu habías concluido en tus sentires acerca de él y ya lo estabas confesando.
Tu transparencia y honestidad era simplemente una buena virtud que detestabas.
Volviste a Sasuke esperando su reacción.
—Me pregunto—unos segundos de silencio te pusieron nerviosa—.¿Por que alguien como Naruto, Sakura o tu querrían a alguien como yo?— indagó sin mover un musculo facial, imperturbable como solía ser.
—No... no se a que te refieres— respondiste desentendida sin saber si él los estaba desmereciendo o se estaba desmereciendo a si mismo.
—Personas de buen corazón.
—Yo... desconozco su historia con Sakura y si Naruto removió cielo y tierra hasta usted, es porque consideraba que también es alguien de buen corazón—explicaste intentando no indagar en temas tan personales.
—Ella es mi amiga, una hermana. Jamás la pude ver como a una pareja. Jamás he creído que alguien puede tener algo que ver conmigo. —lo observaste en silencio.—Me refiero... a formar una familia. Ella daba todo por mi y me parecía ridículo, no es lo que necesito.
—Las personas no están juntas para servirse... ni desvivirse por el otro. Están juntas para acompañarse y hacer de esta vida... un poco más...
—Placentera.
—Más feliz...— diferiste.
—No puedo estar más de acuerdo— coincidió con media sonrisa y se puso de pie.—No hay nadie para mi. Nadie que pueda transformar mi vida en felicidad—sentenció.
Te quedaste mirando el suelo, pensando en lo afortunada que eras: alguien tan cerrado como él te confiaba sus pensamientos. ¿Por qué se desmerecía tanto? ¿por qué autocondenaba a una vida llena de soledad, de dolor?.
Lo supiste: era la culpa.
Y no pudiste suponer nada más porque sentiste cómo él te tomaba de ambos hombros y te despegaba del suelo como si fueras más liviana que el aire. Allí parada, sorprendida pero no asustada, le observaste mirarte fijos a los ojos, cuando te atrajo hacía él y su boca, la cual uso para besar la tuya en un beso firme y veloz.
El calor de sus labios aun quemaba sobre los tuyos cuando otra vez te sentiste acorralada por él y por su mirada dura de cejas fruncidas. Te tocaste el rostro con una mano temblorosa —Estoy jodido, Hinata. Pero al demonio con eso—lo escuchaste blasfemar entre los dientes apretados de una sonrisa oscura y otra vez volvió hacía ti con esa atracción magnética que no te dejó razonar más que seguir con ese deseo extraño que te invadía.
Te dejaste besar y finalmente besaste. Pudiste saborear ese aliento que tanto te afectaba y descubriste la textura del labio inferior de tu compañero, ese que siempre robaba tu atención. La lengua del Uchiha acariciando lentamente la tuya y su mano en tu baja espalda, era sin lugar a juicios, la sensación mas increíble que jamás pensaste que podías sentir.
Temblorosa, tu mano buscó acariciarle la mejilla. En una especie de trance repentino, mientras el beso se sucedía, tu solo supiste que necesitabas tocarlo para demostrarle que lo querías y que el hecho de que el fuera un mal hombre, peligroso, cínico y psicópata... eran puras mentiras. Querías que sepa que él si merecía ser querido. Que él merecía todo lo que la vida le arrebató.
Así que lo acariciaste y sentiste su piel que no era tan fría como aparentaba, él apretó los ojos y te tomó aun más fuerte, rodeándote con ambos brazos que parecían reducirte a la nada. Era cómo si el nuevo contacto establecido realmente trasmitiera las palabras que querías decirle.
El beso se volvió más violento antes de que ambos se separasen en un acuerdo mutuo para respirar y quedaron unidos frente a frente como prestandose a la reflexión. Tu mirabas tus rodillas temblorosas mientras bien sabias él te miraba a ti. Sus respiraciones agitadas coordinadas, un ligero sudor sobre sus pieles...
—¿Por qué... esta jodido? ¿qué fue lo que envió al demonio?— preguntaste con vos débil mientras los espasmos en tu cuerpo intentaban buscar la normalidad.
—Todo lo que dije anteriormente— respondió determinante—.Sé que fui cruel hoy. No podía tolerar una idea que me atormenta. Esa que me grita que eres esa persona que pensaba que no existía.
Te tomó con ambas manos del rostro obligándote a que lo mires. No podías digerir toda esa sinceridad y esa ola de emociones que amenaza con ahogarte, aun así le acariciaste una de sus manos hasta rozar su brazo herido—.También pensaba que no existía nadie para mi— confesaste casi sin dejar espacio entre una palabra y otra—. ¿Pero crees que tú puedes ser...?
—Lo que quieras— afirmó elevando una de las cejas—.Todo lo que tu quieras que sea, lo seré— sentenció antes de volver a besarte.
Ese último beso fue cada vez más intenso, tanto que te fue recostando y Sasuke estaba casi sobre ti. Y lejos de sentir vergüenza o incomodidad tu cuerpo te pidió a gritos volver a sentir esas manos tocarte como hacía unos momentos atrás, cuando eran casi dos completos extraños que se ayudaban y se deseaban sin realmente querer aceptar la realidad.
Pero la realidad les había explotado en la narices como a ti el Katon, y ese fuego los estaba consumiendo. A ninguno de los dos les importó morir ahí mismo cuando Sasuke, que se había creído alguien incapaz de amar, te acariciaba los hombros, el cuello y las piernas y tu, que creías que él ser amado lejos tendría que ver con alguien como él, entrelazabas los dedos entre su cabello cómo si esa cercanía no bastara para aplacar el deseo que crecía en tu interior.
Ibas a dejar que esa decisiva sensación de entrega y tu inexperiencia te guiaran cuando un extraño ruido los obligó a separarse y a observar en dirección a uno de los rincones de la habitación. En sus predicciones más ridículas jamás se hubiesen anticipado que allí estaría el Hokage, es decir Kakashi, parado frente a ustedes. Tiraste una vez más del cobertor para tapar tu semidesnudez, completamente sonrojada y Sasuke, que a esa altura ya no poseía su musculosa negra pero si su pantalón que justo estaba desabrochando, se puso delante de ti en forma protectora.
La situación y el silencio, eran de lo más humillante.
—Bueno... la realidad es que envíe un ave por ustedes hace como—calculó con en su típico tono aburrido—. Tres horas. La idea era evitar este tipo de percances.
Sasuke miró hacía la ventana y localizó al ave que yacía apichonada del otro lado del cristal, siquiera él la había notado llegar. Sin mover un solo musculo de su rostro y contigo, quien no elevaba la vista ni lo haría hasta que el Hokage se retirase, indagó —Si usted esta aquí ocurrió algo importante.
—No del todo, Sasuke. Solo necesito que hablemos acerca de la policía. Necesitamos tu regreso mañana.
Él asintió y se puso de pie, procurando que estés cubierta mientras Kakashi salia por la puerta —Ah si. Nos vemos, Hinata— se despidió de ti como si nada y tu solo apretaste mas el cobertor.
Elevaste el rostro y lo viste caminar hacía la salida prendiéndose la camisa. Un segundo antes de atravesar la puerta para ir detrás del Hokage volteó e incrustó los ojos en ti.
—Creo que hay algo que me quieres preguntar— sugirió incisivo, parecía no dispuesto a moverse hasta que respondas, sin importar que la máxima autoridad que los regía aguardaba por él.
Te ofuscó su forma de leer tus sensaciones. ¿Qué será de nosotros mañana? quisiste pero solo cuestionaste lo primero que se te vino a la cabeza para excusarte. —¿Por ... por qué a los Hyuga nos rige la luna?.
Los ojos bicolor del muchacho recorrieron tu cuerpo en un momento de ausencia hasta que recordó la historia que le había inventado a Takeshi. Volvió a ti, con un gesto tan hermoso como perturbador—Siempre he sostenido una teoría idiota. Muy supersticiosa. Inusual en mi.
—¿Cuál es esa teoría?— proseguiste ahora intrigada.
—Qué el astro tiene un enorme poder sobre nosotros. Que nos posee y nos hace volver locos. Qué solo con verla sabremos que nos manipulara a su antojo—mientras analizabas sus palabras pusiste tu mejor cara de desentendimiento cuando él remató—.Algo así como lo que tu me generas.
Seguramente no supiste de su ladina sonrisa maldita al retirarse.
"No pretendo agotar el tema, ni tener la última palabra. Si crees que deberíamos dar una perspectiva más teórica del uso del chacra para empezar, por mi esta bien" había dicho una vez cuando empezaban a planear las clases ninja a los habitantes de Takigakure. Te causó gracia la paradoja, esa forma de dejarte alucinando con una sola frase antes de retirarse, dejar palabras que retumbarían por horas y meses en tu cabeza, no parecía propio de aquel "Sasuke tolerante que no le interesaba ganar un debate".
—Lu...lunático— murmuraste en una sonrisa antes de esperar y esperar su regreso para luego terminar dormida.
.
.
.
Pestañeaste dos veces seguidas al ver las cintas negras que colgaban frente a ti en el pequeño negocio de la aldea. Esa oscuridad te lo recordó y en realidad, todo últimamente lo traía al presente de Konoha. Creíste que colaborar con las actividades de la rama secundaría, que se encargaría de agasajar a Hanabi, te distraería de todo lo vivido hacía tres meses atrás.
Tres meses en los que no volviste a saber de Uchiha Sasuke, por supuesto.
Cuando volvieron aquella vez de Takigakure, todo volvió a los respetuosos modos de comportamiento que habían mantenido antes. Él volvió a esa distancia respetuosa que ahora detestabas y tu simplemente no te animaste a preguntar acerca de todo lo vomitado aquella noche. Parecía haber regresado diferente de la charla con Kakashi, cómo arrepentido de lo sucedido.
Él te extendió parte de tu equipaje que muy colaborativo cargó durante el traslado para que no afectase tus quemaduras y en un saludo a secas se separaron sobre la la Calle del Té para no volver a verse.
Lloraste esa noche porque extrañarías a los niños, por él... y juraste nunca más volver a derramar una lagrima.
Habías sufrido demasiado cuando te desencantaste de Naruto y todo ese tiempo transcurrido ocupaste tu mente en tus asuntos para no pensar en aquel compañero tan aterrador que ya había dejado una huella profunda.
Rechazaste el titulo Jounin. Le explicaste a Kakashi por qué no lo merecías y él simplemente asintió sin indagar más en tus motivos. Lo único que te dijo fue "Solamente uno mismo puede decidir que merece y que no, aunque la mayoría de las veces nos equivoquemos en esa valoración".
Pensaste mucho en esas palabras porque te remitían a las conversaciones que habías tenido con él acerca de las relaciones, el amor y lo que cada quien merecía. Era un suplicio saber que todos los caminos conducían a Sasuke. Que esa libertad que sentiste cuando finalmente aclaraste tus sentimientos con Naruto, se había acabado para volverte presa de una sentimiento mucho más fulminante que cualquier otro.
¿Habías acabado por enamorarte de aquella persona de la que tanto te desagradaba compartir un viaje?.
¿Qué pensaba él? ¿por qué hizo todo lo que hizo? y luego desapareció.
—Hinata-Hime— hasta su voz sarcástica te pareció escuchar.
Luego viste su reflejo en el vidrio del escaparate y volteaste hacía él como un demonio.
Lo miraste cómo si de una aparición del más allá se tratase. Llevaba la ropa militar y la cinta de Konoha en uno de sus brazos. Elevaste los ojos, un poco mareada por el inesperado reencuentro y lo descubriste indescifrable, imperturbable como siempre.
—¿Có...como has estado?—te animaste a preguntar cuando asimilaste la idea de su inesperada presencia, aferrándote a tu bolsa de compras como si tu vida dependiera de ella. Vestías de civil, con un simple vestido azul que él analizaba sin reparos.
—Sin demasiado tiempo— aclaró y leíste esa chispa malignamente divertida en su ojo, cómo si algo en ese encuentro le resultase divertido—. ¿Tú?.
—Tuve pocas misiones. Los preparativos para el ascenso de Hanabi ocuparon la mayor parte de mi tiempo—comentaste sin pensar en realidad en lo que decías..
Comenzaron a caminar a la par por una de las calles —Así que esta noche Hanabi será la nueva líder Hyuga.
—La realidad es que a partir de sus veinte años podrá tomar decisiones, pero solo después de los treinta el consejo acatará totalmente sus órdenes— explicaste.
—En el clan Uchiha era a partir de los cuarenta años si mal no recuerdo—luego de un silencio continuó interesado en el tema—.Yo también creo que las jerarquías en los clanes son una farsa.
—Sin embargo... aunque el consejo sea el poder real. No es nada sencillo ser la cara visible. Se esperan tantas cosas de uno...
—Liderar el clan Hyuga no debe ser asunto sencillo, supongo. Aunque te prepares para eso toda la vida.
Asentiste recordando la infancia casi carcelaria de tu hermana, entre tutores, enormes cargas horarias de estudio y entrenamientos igualmente duros. Y tú que te quejabas con un simple desamor, cuando pudiste gozar de ser desterrada de ese título, de una libertad que a ella le correspondía y no tuvo —Estaré allí para ella, con lo que sea que necesite. Siempre.
—Eres una excelente hermana... y compañera— afirmó observando al frente. Le estudiaste especialmente el labio inferior y recordaste uno de los besos de aquella noche.
—Gracias, usted también es un excelente compañero.
Continuaron su camino, el sol matutino destellaba. Seguías abrazada a la bolsa, Sasuke se había relajado y llevaba ambos brazos detrás de la nuca. La gente al verlos pasar volteaba maravillada, pero no lo notaban, estaban acostumbrados.
—A menudo me llegan cartas de nuestros alumnos— comentó mientras te observaba de soslayo.
—También a mi. ¿Las ha respondido?—al oír el silencio sonreíste. Claro que él volvería a la aldea en algún momento, pero no era su estilo responder una misiva del tipo afectiva.
—Su... ausencia... aun me resulta extraña. ¡La de los niños también!— tentaste con vergüenza de ser tan atrevida.
—Debiste de ser la persona con la que más espacio compartí en mi vida— ya ingresaban a territorio Hyuga cuando notaste que él te había acompañado a tu hogar—.Agradezco que lo hayas respetado. Naruto y Sakura no conocen mucho sobre el significado de esa palabra.
Sonreíste divertida—Fue una gran experiencia...— luego recordaste un pedido y supiste que era el momento indicado, pues quizás ya no volverías a verlo en años y claramente estaba que lo que nació aquella noche, esa noche murió. Sin embargo no te rehusarías a ser una nueva amiga de Sasuke, alguien de quien él debería estar seguro de no sentirse solo nunca más—Mi... mi padre. Él quiere que participe de la celebración de esta noche. Lamento no informáselo antes... no lo he visto desde que regresamos.
En respuesta alzó una ceja y se recostó hacia adelante, con los codos descansando sobre los barandales del portal que tu sí atravesaste pero él no —¿A sí? Hiashi Hyuga estará de acuerdo con invitar a su cena de honor a un apátrida, homicida y traidor.
Te detuviste frente a él, con el barandal de por medio.
—Ya deje de torturarse. No es nada de eso— aseguraste con fastidio.
—Lo fui. Quizás lo sea— expresó antes de morderse el labio y sonreírte con malicia.
Cuando quería era un provocador y supiste que en esas ocasiones le encantaba serlo.
—¡Es el pasado!— te exasperaste y ya te sentías en confianza de gritarle, otra vez— Y ya deje de bromear... ¿eso tiene algo que ver con su desaparición? ¿De qué escapa, Sasuke?.
Solo luego de vociferar tu ultima pregunta, notaste que la habías hecho.
Pareció afectado por un segundo —Tenía misiones.
—No creo que todo el tiempo usted...— antes de iniciar un reclamo que jamás pensaste que ibas a hacer te detuviste para observar la nada. Frustrada con aquel muchacho que a veces no comprendías.
—Iré— aseguró y tu cuerpo comenzó a temblar cuando sentiste como dos de sus dedos golpeaban tu frente.
—¿No miente?— apenas murmuraste, estática.
El solo alzó los hombros y se marchó. Tu giraste al poco tiempo.
Ambos sonrieron sin verse.
.
.
.
Caminabas por toda la mansión. Arrastrabas tu kimono azul con dibujos plateados de un lado a otro. No reparabas en el reflejo de tu peinado recogido con flores igualmente plateadas que se reflejaba en las ventanas del corredor del piso alto, ni si tu ligero maquillaje se había desacomodado. Estabas ansiosa: necesitabas que todo salga bien, que Hanabi se sienta cómoda, después de todo no creíste que Sasuke participaría. Observaste a los invitados que ingresaban por el camino principal de la entrada y bastaba que hagas algunos pasos más para observar los ventanales que enfocaban al jardín trasero y ver al resto acomodarse en torno al escenario donde se celebraría ceremonia.
Abriste la puertaventana y saliste a una de las galerías altas a observar: toda la gente importante de Konoha estaba allí. Farolas de papel y luces estrategicamente colocadas generaban un nocturno ambiente surrealista.
Fue en alguno de los momentos en que sentiste distraerte y dejarte llevar por el ambiente festivo que la figura de Sasuke Uchiha observándote con el Sharingan encendido, desde las penumbras, te aterró. De un sobresalto abriste los ojos para verlo allí abajo, de brazos cruzados y recostado sobre el tronco de unos a los árboles, donde la luz no llegaba y sus ojos inyectados de sangre resplandecían. En sus ropas tradicionales negras y grises él parecía una especie de demonio ancestral acechándote.
Todo tu cuerpo dolió en reacción a esa aparición y solo pudiste quedar prendada de su imagen. Antes de apagar su línea sucesoria te sonrió en un gesto soberbio y se mezcló entre la multitud para desaparecer.
Casi caes de bruces al bajar la escalera a toda velocidad, el corazón parecía que se te escaparía por la garganta. Él estaba allí, él había venido y se reía de ti, porque como siempre sabía lo que generaba. Había encendido el Sharingan únicamente para provocarte.
Era un provocador.
"No podía tolerar una idea que me atormenta. Esa que me grita que eres esa persona que pensaba que no existía".
Era un provocador.
"Todo lo que tu quieras que sea, lo seré"
Lo era.
"Qué solo con verla sabremos que nos manipulara a su antojo. Algo así como lo que tu me generas".
Si que lo era.
—¿Qué... qué es lo que quieres Sasuke Uchiha?— murmuraste aprestando el picaporte, antes de atravesar la puerta al exterior.
La ceremonia transcurrió casi sin salirse de su estructura. Fue emotiva, aun así intentaste no despegarte de la frialdad característica de los Hyuga, no te permitiste llorar. Además, cada movimiento que hacías lo sabías observado por él desde algún rincón del predio, aunque no lo veías lo sentías en toda tu piel.
Cuando terminaste de saludar al último invitado, antes de trasladarse al salón donde se brindaría el banquete, lo supiste detrás y precisamente allí estaba. Suspiraste nerviosa antes de voltear y dirigirte a él.
—Me alegra...
—Me alegra contar con su presencia, Uchiha Sasuke. Eres el vivo retrato de tu madre, pero no puedes dejar de recordarme a Fugaku cuando tenia tu edad—Hiashi le extendió la mano, una que él tomo muy cordialmente.—Fue un gran amigo mio.
No tenias idea de ese dato y te sentiste demás cuando ambos caminaron hacía el ingreso. Tu ibas por detrás extrañada de una conversación entre ellos que no oías.
.
.
.
El postre había llegado luego de varios y suculentos platillos. En la mesa principal se encontraba tu padre, tú, el consejo, algunos Hyugas más, por supuesto Hanabi y Sasuke junto a ti. Para todos los Hyugas era un honor tener a un Uchiha entre ellos y eso era algo que ni siquiera sabias. Tu padre te presionaba para que agasajes a Sasuke, preguntándole si quería mas alimento o alguna bebida en especial a lo que él se negaba con una enorme sonrisa que fingía cordialidad. Hanabi los observaba con una ceja en alto, quien mejor que ella para notar que había "gato encerrado" cómo solía decir.
—Hinata habló mucho de ti— mencionó Hiashi en una oportunidad en la que casi te atragantaste.
—Hicimos buen equipo, somos una buena pareja— respondió con normalidad y tu sentiste que la cereza que habías pasado casi entera se rehusaba a abandonar tu garganta: iba y volvía sobre tu campanilla. Tu hermana te miraba con burla y picardía, parecía entretenida con la situación.
—Lamento el pequeño incidente que ocurrió por culpa de Hinata— se disculpó tu progenitor.
Agachaste la cabeza avergonzada.
—No es nada—aclaró mientras secaba sus labios con la servilleta luego de beber.—El katon no aparentaba poderoso, tuve tiempo de sofrenarlo.
Nada. No había sido nada. El ataque, del cual tu pensabas que había sido muy poderoso, y también creías que se refería a lo que había pasado en ese viaje. Apretaste los labios conteniendo esa nueva sensación de odio que estabas concibiendo.
—O quizá yo creía que no sería nada, hasta que descubrí a Hinata contener esa enorme bola ígnea con sus palmas—explicó con naturalidad mientras colocaba una de sus manos sobre tu rodilla. Te pusiste tan tensa ante ese contacto que creíste que tus músculos explotarían—.Y supe que lo que ocurrió entre nosotros fue poderoso— su mano cálida comenzó a subir por tu muslo, abriéndose paso entre la seda y tu luchabas por contener el delicioso placer que causaba su caricia, mucho más dulce que la crema que estabas saboreando—. Ella me demostró que estaba confundido, lo hizo en varias oportunidades. Finalmente lo pude comprender. A veces uno no es consciente de sus propias "intensidades" hasta que suceden.— prosiguió con su doble discurso y sus dedos encontraron aquel lugar donde había estado quemado y ahora no, el que él había curado meses atrás. Allí dejó su mano, haciendo cortas caricias con sus dedos indice y corazón.
Tu creíste que podrías morir en ese momento, cuando Hiashi se puso de pie y él retiró su mano con recato, deshaciendo en una caricia el camino que había hecho. La pierna te quemaba, algunas partes de tu cuerpo latían.
—Quiero proponer otro brindis—anunció el mayor y Hanabi bufó, era como el quinto de la noche.—El hijo de Uchiha Fugaku nos honra con su participación en esta ceremonia tan importante y nos conmueve con su honestidad acerca del poder que un ninja o no puede manipular.
—Por las intensidades— propuso Sasuke alzando la copa y te observó alzando una ceja con socarronería, mientras tu lo observabas con la mandíbula por el suelo.
—¡Por las intensidades!—respondieron todos entre aplausos.
Te indignaste, ni siquiera sabían lo que repetían. ¿Por qué tanta pomposidad por un Uchiha?. Querías que todos lo detesten en ese momento, como tú que ...
¿Lo detestabas?
.
.
.
Las siguientes actividades pensadas pos cena siguieron su curso. Nadie hubiese creído que Sasuke era un ilustrado antisocial si lo hubiesen visto conversar con un Hyuga u otro sobre política, sobre la policía militar, sobre jutsus y desames. Lo observabas con los labios apretados, furiosa.
Parecía en plan de ignorarte y luego de haber hecho brindar a todo tu clan por su intimidad y se había propasado en la mesa familiar, decidiste que serías tu quien lo ignorarías. Así que desapareciste varias horas, te propusiste a disfrutar de la velada y comentar sobre tu experiencia como instructora, tu estadía en la Tierra de la cascada. También abrazaste a Hanabi para decirle cuando la amabas, ella te indagó sobre Sasuke y tu le dijiste la verdad, sin ahondar en detalles. Había surgido algo, algo que se apagó allí mismo.
Eso creíste cuando observaste por el ventanal a todos marcharse y suspiraste.
Agotada, caminaste hasta tu habitación evitando pensar en saber que ahora sí no lo volverías a ver y abriste la puerta de tu habitación para descubrirlo parado en el medio de ella.
—¿Que haces aquí? ¿te perdiste?— le preguntaste perdiendo todo tipo de respeto. Ya estabas cansada de sus sorpresas, de sus intrigas, de no comprenderlo. Si quiera te importó que este allí, interfiriendo en tu intimidad como nunca había hecho antes.
—¿Qué planes tenías si te volvías jounin?— preguntó con seriedad, sin observarte.
Te tomó desprevenida —El... el consejo esperaba que sirviera a mi clan.
—Deberías haber tomado el titulo— sonó casi a orden.
—No lo merezco. Hubiera sido falsa solidaridad.
Rodeó la habitación y se dirigió a la ventana—Claro que hubiese sido horrible que lo aceptaras sin haber entendido todo lo que entendiste en tu viaje. Pero tu forma de pensar cambió— luego bufó y rió irónicamente—.Y después de todo ¿quién soy yo para hablar de actos egoístas?.
—Lo conseguiré en el futuro—te aproximaste a él cuando descubriste lo que poseía en una de sus manos—.¿Qué haces tú con mi titulo?.
—Pero que enojada estás, Hinata-Hime. Me resulta extraño verte así ¿ocurre algo?—volteaste la cara entre sonrojada y hastiada, eso parecía divertirlo aun más, hasta que cambió sus modos —.No solo es tu titulo, son algunos acuerdos para que formes la Policia Militar, a mi lado—casi podías ver tus ojos brillar reflejados en los de él—.Somos un buen equipo y quiero que seas mi mano derecha. Pero por motivos legales solo estarás allí si eres Jounin.
Boqueaste un par de veces —No... no se que decir.
—No digas nada.
—En realidad...— dudaste—. Si se que decir. Sólo que me no me animo.
—¿Aun no estamos en confianza?— se puso cómodo recostado sobre la ventana, dándole la espalda—. Hasta los Hyuga los celebraron nuestras intensidades.
—Eso fue... eso estuvo muy mal— él te sonrió complacido.—Me siento honrada de que me elijas para esa propuesta tan importante. Quiero que sepas que me hace muy feliz saber que compartiré más experiencias a tu lado— aceptaste sin rodeos.
Te extendió tu titulo con dichos acuerdos, pero cuando tu los tomaste, no los soltó —¿Pensaste en si hubiéramos llegado a más aquella noche que nos besamos?.
La pregunta tan directa te puso nerviosa—No... bueno quizás... bueno... si lo hice.
—¿Ahora estarías arrepentida de entregarte a una aberrante persona?—prosiguió con su faena.
—No— respondiste con mucha seguridad y aunque tu mandíbula te temblaba lo miraste a los ojos con firmeza.
—¿Y si en este momento estarías esperando para ser madre del engendro de un clan maldito?.
La pregunta no sólo te resultó extraña, sino profunda. Al margen de ello, tampoco dudaste en responderla— Estaría feliz. Amaría a mi hijo más que a mi propia vida. Sin importar de donde venga o qué a hecho su padre. Si me entregué a él, es porque estaba segura de estar sus brazos.
La mirada de Sasuke se oscureció, soltó el papel para tomarte de la muñeca y tirarte hacia él—¿Por qué es distinto contigo?. Es ridículo, no puedo sacarte de mi cabeza. Es casi... demencial—te abrazó fuertemente y tu solo recostaste tu cabeza en su pecho, tus ojos llenos de lagrimas no alcanzaban a demostrar lo afectada que te veías por saber que tu eras alguien importante para una persona tan dañada y sufrida como él, así cómo también él lo era para ti.—Pues responderé tu pregunta. Sí, te estoy dando la razón, Hinata Hime. Me escapaba de ti como un cobarde. Kakashi me advirtió acerca de la gran persona que eras y en realidad sé que lo eres. Pero volviste a aparecer esta mañana mientras me debatía entre volver a buscarte o no, y ya no me opondré a esto, aunque merezcas algo mejor.
—Al contrario... creo que yo jamás pude mantener alguna resistencia. Y deja de pensar en lo que mereces.
—¿Por qué?.
—Por que te equivocas.
—Entonces—se separó de ti para mirarte fijo—.¿Confías en mi?
—Confió en ti.
Lo aseguraste pero tus piernas comenzaron a temblar y tus ojos se abrieron junto con tu boca cuando lo viste encender el Sharingan, percibiste una enorme oleada de chacra y entendiste los sellos en un jutsu de transferencia, te aferraste a su cuello justo cuando tus pies dejaron de sentir el suelo, el mantuvo sus ojos rojos en ti.
Le sonreíste, con todo el miedo del mundo.
—¿A donde me lleva?
—Ya verás.
.
.
.
Entonces... ¿a donde la llevará?.
La realidad era simple: tenía este shot entre los ojos desde principios del año. Quedó muy largo, por supuesto. Por lo qué tendrá una única y última segunda parte. Será la misma historia relatada desde el punto de vista de Sasuke, pero con su respectivo final.
Por supuesto que habrá lemon. Pero para esta parte preferí solo la tensión.
Mi idea era relatar al Sasuke arrepentido que todos vimos después de la guerra... no siempre me agrada describir a un psicópata.
Espero que por favor me dejen sus comentarios mientras prosigo con las continuaciones de los otros fics.
Respecto a algunas preguntas que me hicieron en otros fics: para mi Sasuke versión humana es... Ezra Miller *-*
