Ojos de Dragón III: Resurrección.
Llevaba tiempo sin pasarme por aquí a publicar, se siente todo tan nuevo… como la primera vez. Ojos de Dragón, fue escrito en el 2004 y desde entonces no ha terminado. Por un tiempo dejé de escribir. Heme aquí con casi 20 años volviendo al final de la historia… aunque una historia realmente nunca tiene un final. Espero que les guste y espero sus comentarios y reviews.
Todo se situa algún tiempo después de la caída de Voldemort, poco a poco sabrán detalles y de cómo la nueva guerra está a punto de estallar y de cómo afecta a nuestros personajes. ¿Cuáles serán sus bandos¿Existe realmente un bando bueno y otro malo?
Capitulo 1
- ¿Dónde estaban? – Replicó una mujer de cabello negro y ojos grises sentada al lado de una tumba de piedra maciza. – Pensé que se habían perdido.
- Eileen se me perdió de vista. – Dijo la voz gélida de Severus Snape llevando en brazos a una niña que dormía. – La conseguí hablando con… Potter.
- ¿Harry Potter¿Harry Potter está aquí? – Preguntó Florence Harrington levantándose.
- Si, tuvimos un encuentro casual… nada importante. – Dijo Severus Snape pasando su mirada de su esposa y luego a la tumba de Ariadne Marie Xavier.
- Pareciese que todo ha terminado. – Dijo Florence tocando la tumba de su difunta hija. – El tiempo se ha llevado tantas cosas y lo único que quedan son recuerdos. Aun así…
- ¿aun así qué, Florence – Preguntó Snape sentándose a su lado con la niña en brazos.
- Aun así temo por el futuro. Esa noche, Lord Voldemort fue destruido. Pero, algunos de sus seguidores… - Dijo Florence con una nota amarga en su voz.
- Nunca se habrá terminado. No tiene sentido vivir en el temor Florence. – Dijo Snape entregándole a la niña en sus brazos.
- Eileen ha crecido bastante, mira como duerme. Tantos sueños en esa pequeña cabecita. Todo lo que tiene que vivir…– Dijo Florence cargando entre sus brazos a su hija pequeña. – Se siente un poco sola, Severus… ha crecido entre adultos, necesita otro hermano.
- Ya hemos hablado de eso Florence. – Dijo Snape levantándose. – No más niños por ahora…
- No te estoy pidiendo opinión Severus. – sonrió Florence de una forma maliciosa. – Te estoy diciendo que Eileen ya no estará sola. Estoy esperando otro hijo tuyo.
- ¿Qué? – Snape gritó sobresaltado. - ¿Cómo pudiste? Yo… no… es… increíble… ¡bruja terca!
- Mi madre estará feliz… - Sonrió Florence
- Tu padre morirá de un infarto. – Dijo Snape cortante. - ¿Por qué Florence¿Por qué me haces esto?
- Tenemos la oportunidad…
- Otro niño más. Me mudaré de la habitación cuando la criatura nazca. Ningún niño llorón va a quitarme horas de sueño, el llanto, los balbuceos, los malos olores… odio eso. – Dijo Snape quejándose. – Además no voy a cuidarlo, suficiente tuve con cuidar a Eileen el día que enfermaste, fue un desastre…
- Severus, es tu hija. Son nuestros hijos, son tu sangre… - Dijo Florence replicando de una manera entristecida.
- Ah… está bien. Como gustes. Vamos a casa, el viaje es largo. – Dijo Snape.
11 años después…
Muchas cosas ocurrieron durante 11 años. Habían pasado exactamente 17 años desde la caía de Lord Voldemort, una noche que Harry Potter lo había derrotado. Muchos mortífagos fueron llevados a Azkaban, otros asesinados en intentos de captura, pero otros muchos simplemente desaparecieron y se ocultaron. Las cosas estaban muy revueltas y el mundo mágico respiraba una tensa paz. La Orden del Fénix descansaba, y sus antiguos miembros habían superado las amarguras dejadas por la guerra y volvían a sus vidas normales. Remus Lupin y Nymphadora Tonks habían formado una familia y vivían en América. Mientras que otros se habían asentado en las afueras de Londres. En el valle de Godric, en un pequeño pueblo mágico llamado Spinville vivían dos familias amigas y muy unidas: Los Potter y los Weasley. Harry Potter había contraído matrimonio con Ginevra Weasley, mientras que Ronald Weasley se había casado y tenido un hijo con Hermione Granger.
Un nuevo ministro de magia ascendió al poder y había causado una gran simpatía: Arthur Weasley. Era un amante empedernido de los muggles y producía algunas reservas en las familias que aun querían conservar la "sangre limpia". ". Aquí figuraban nuestros héroes de batallas pasadas, los que todos recordarán por su valentía y coraje al enfrentar el lado oscuro. No todos los que vivían en el mundo mágico eran héroes reconocidos que gozaban de simpatía, en una estrecha calle en el callejón Spinner, vivía una familia muy peculiar: los Snape.
El padre de esta familia era Severus, quien trabajaba en Hogwarts como profesor de Pociones, había sido llevado a juicio luego de la caída de Lord Voldemort siendo acusado de ser su seguidor y de haber asesinado al mago Albus Dumbledore, fue absuelto tras la presentación de una serie de pruebas que señalaban su inocencia y con algunas dudas fue reintegrado a Hogwarts y se le dejó con muchas dudas su antiguo puesto como profesor de pociones. Desde entonces ha mantenido su vida y la de su familia de bajo perfil logrando convertirla en un completo misterio para los desconocidos. De todas formas ustedes saben que Severus Snape es amante del poder y reconocimiento pero no de los chismes sobre él. Era un padre discreto y cuidadoso de lo que se habla de su familia. Su esposa Florence había corrido una peor suerte, acusada de los crímenes cometidos durante el Reinado de Terror del Señor Tenebroso, había huido del ministerio y se mantenía escondida en distintos lugares para evitar ser atrapada. A pesar de sus terribles crímenes poco se hablaba de ella y casi había pasado al olvido, incluso su intento de colaborar con Harry Potter para guiarlo a la derrota del Señor Oscuro era poco recordado.
Lo cierto es que visitaba frecuentemente a su familia, pero permanecía poco tiempo en casa con ellos para evitar exponerlos al peligro: una mortífaga arrepentida prófuga de la ley no convencía a la sociedad, quien aun la veían como una amenaza. Aún así, su padre Donald Harrington ya no pedía la captura de su hija viva o muerta y evitaba realizar comentarios públicos al respecto.
Sobre los dos hijos de Florence y Severus se sabía muy poco. Eileen Charlotte Snape actualmente tiene 17 años, asiste a Hogwarts y es una estudiante regular (por no decir pésima) de Slytherin. Mientras que Maynard Elias Snape, el hijo menor, tiene 11 años y este año comenzará en Hogwarts. Poco se sabe de esta familia que vive en el callejón Spinner. ¿Qué podía relacionar a dos familias opuestas como los Potter y los Snape¿Alguna vez podrían llegar a conectarse de alguna forma? El destino tiene caminos misteriosos. Antes de que algo suceda, antes de que estalle la próxima guerra destinada a ocurrir dentro de poco sería interesante saber que ocurre con estas familias que aparentemente nunca volverán a saber una de la otra. Para saber que ocurre realmente en esta peculiar familia entraremos en su hogar y ahí empieza esta historia, una tarde de Agosto en el despacho de Severus Snape, donde se encuentran padre e hijo:
- Papá¿Cuándo regresará? – Dijo Maynard observando la ventana y volteando a ver a su padre.
- No lo se Maynard, no lo se… - Severus leía varias notas sobre Hogwarts y observó momentáneamente el retrato de su familia en el escritorio con algo de nostalgia, carraspeó su garganta y volvió a sus notas ignorando casi por completo a su hijo de 11 años. Maynard suspiró y volvió a mirar la ventana, estaba aburrido porque su mejor amigo Tim, estaba de vacaciones en Australia con su familia.
- La extraño. Realmente la extraño. Ya debería estar aquí. – Dijo Maynard mirando la ventana mientras afuera llovía fuertemente y el viento soplaba.
- Yo también la extraño, pero nada podemos hacer lamentándonos. – Decía Severus Snape pensativo. - ¿Dónde está Eileen?
- No lo se… con sus amigos.- Dijo Maynard. – Sus amigos muggles.
- Muggles… - Gruñó Snape. – Si el viejo Saveratus viviera no creería que tendría una nieta amante de los muggles. Ni yo tampoco lo creo.
- ¿Tienes algo en contra de los muggles? Tim es muggle y es un buen amigo. Extraño a mamá, no la he visto desde… las navidades – Dijo Maynard.
- No es seguro que esté con nosotros. El ministerio daría cualquier cosa por encerrarla en Azkaban.
- ¿Por qué mamá…? – Dijo Maynard afilando sus grises ojos hacia su padre.
- Ya te he dicho Maynard. Hay cosas que no son para discutir. Tu madre y su pasado es una de ellas. – Dijo Severus Snape levantándose. – Por lo menos no todavía.
- Quisiera saber, porque entre su ausencia y su desconocido pasado, me siento… huérfano. – Dijo Maynard. – Huérfano de madre y distante de mi padre.
- No digas tonterías Mayn, basta de reflexiones que no llevan a nada. Arregla tu cabello, deberías cortártelo. Espero que tu baúl esté listo… Hogwarts no es un lugar para perder el tiempo. ¿Tienes todo?
- Casi listo… estoy un poco nervioso. ¿Qué tiene mi cabello de malo? – Dijo Maynard comprobando que estaba grasoso.
- Una vez lo dije. – Dijo una voz fría y penetrante que provenía de la puerta. – El cabello así de largo oculta tus hermosos ojos grises Maynard. – Florence Harrington estaba parada en la puerta con su capa de viaje húmeda por la lluvia. Su cara era igual que siempre, pálida y afilada, algo madura y sus dos ojos permanecían inalterables, grises con una mezcla verdosa y peligrosa. Su cabello negro recogido en un moño, que inmediatamente soltó y cayó por los hombros, negro azabache como siempre, liso en las raíces y ondulado en las puntas. Sus manos se abrieron junto con una sonrisa de sus labios para recibir en sus brazos al hijo que tanto había extrañado.
- ¡Mamá! Estás aquí. – Maynard salió corriendo a donde su madre y lo abrazó. Florence lo besó en la frente y dirigió su mirada a su esposo.
- Ha sido mucho tiempo… - Dijo Severus Snape mirándola con fingida y controlada indiferencia.
- Mucho tiempo. – Dijo Florence. – No pude venir antes. No quería ponerlos en riesgo. ¿Dónde está Eileen?
- Pregúntale a los muggles. – Dijo Snape rudamente. – Maynard prepárale algo de comer a tu madre, debe tener hambre. Ella y yo tenemos asuntos que discutir.
Maynard miró un segundo a su padre y salió de a habitación. La lluvia en el exterior no cesaba para nada y Florence se acercó al fuego, Snape no dejaba de mirarla sin parpadear.
- Esto no está funcionando. – Dijo Snape secamente.
- ¿Porque lo dices?
- Vienes un par de días a esta ajena familia y te vas por mucho tiempo… meses y meses. – Dijo Snape. – Y cada vez te ausentas más. Cada vez… siento que algún día no vas a volver.
- No tengo otra opción. – Florence se sentó quitándose su capa de viaje revelando una túnica negra debajo de su capa. Sus ojos brillaban bajo sus cejas negras y su cabello seguía tan azabache como desde su juventud – El Señor Oscuro ha desaparecido, pero no con ello sus seguidores. El mal no se detiene. Y el bien tampoco. Mi vida está marcada para siempre, siempre seré una mortífaga perseguida. Nunca pagué por mis crímenes del pasado y mientras viva tendré ese estigma sobre mi nombre. Si me entregara a la justicia… moriría sola en Azkaban. Al menos huyendo no tendré que experimentar la desesperanza que producen los Dementotes… sólo la de seguir extrañándote. Te necesito a mi lado, y no hay nada que pueda hacer, más que disfrutar nuestros escasos y valiosos momentos juntos.
- La vida no es fácil para todos. El chico no hace más que preguntar por ti, Maynard es muy insistente, no se olvida de ti. No le respondiste la última lechuza. – Dijo Snape.
- No podía, corría riesgos. – Dijo Florence. – Estoy harta de estar huyendo y viéndome obligada a seguir espiando y durmiendo en un lugar diferente siempre. No tengo un lugar a donde recurrir sin poner en riesgo a quienes habitan allí.
- ¡Quédate con nosotros! Tú y yo huiremos juntos por el mundo, donde nadie nos conozca.
- Severus, se más racional. ¿Qué pasará con los niños?
- Eileen es grande, ya tiene 17 años. Y Maynard estará en Hogwarts la mayor parte del año.
- ¡Papá! – Maynard llegó apresurado. – Eileen no está en el pueblo, dijeron que hace mas de 5 horas desapareció con Darren. Nadie sabe nada de ellos.
- Maynard, es de mala educación interrumpir. – Dijo Snape. - ¿Dónde está la cena de tu madre?
- Disculpa. Mamá la cena está servida. – Maynard tenía las orejas rojas - Chester me acaba de escribir una lechuza¿y si alguien le hizo algo malo?
Florence miró algo desconfiada y mandó a hacer silencio, miró el techo y sacó la varita. Ella presentía algo y subió rápidamente por las escaleras. Snape se quedó quieto con Maynard a su lado y al siguiente instante escuchó un grito de horror. Al siguiente instante un ruido apresurado por las escaleras, un chico rubio envuelto en sabanas y desnudo bajaba apresuradamente y se detuvo al ver a Severus en su camino.
- Señor Snape, que… sorpresa. No sabía que usted estaba aquí. – El joven estaba nervioso.
- Maynard, ve a la cocina por favor. – Dijo Snape y Maynard salió corriendo a la cocina algo extrañado. – Señor Field¿Me puede explicar que se hace usted desnudo en mi casa?
- Yo…ejem…estaba… arriba…
- ¡Mamá¿Cómo te atreves a humillarme? – Sollozaba la voz de una chica.
- Siéntate en el sofá y no te muevas. – Dijo Snape pausadamente al chico. Al siguiente instante Florence bajaba seriamente y detrás de ella venia una jovencita de 17 años con el cabello morado despeinado y a medio vestir, desecha en lágrimas. Su piel era pálida y sus ojos negros como los de su padre.
- Es un hermoso recibimiento Severus. – Dijo Florence con una nota de peligro en su voz. – Nuestra hija profesando un deseo carnal intenso en nuestra alcoba con este chico y nuestro hijo menor presenciándolo. ¿Algo más?
- No fue mi culpa. – Dijo Snape alzando la voz. - Eileen… ¿Qué se supone que hacías con este chico?
- Nos amamos. – Dijo Eileen llorando y sentándose en el sofá al lado de Darren.
- Hormonas, hormonas y más hormonas. – Dijo Florence resoplando.
- Yo pensaba que tu madre estaba muerta. Esto realmente es muy incomodo para mi. - Dijo Darren avergonzado y completamente rojo como un tomate.
- Eileen estás castigada por un año. – Gritó Snape furioso.
- No, papá… por favor no – Dijo Eileen entre suplicas abrazando a Darren quien estaba ahora pálido tratando de no mirar los ojos de los Snape.
- ¿Quién eres tu jovencito? – Dijo Florence sentándose en otro sofá cerca del fuego.
- Darren Field, soy amigo… bueno, era amigo de su hija. – Dijo Darren temblando del miedo.
- Que lindo, un amigo de nuestra hija. – Florence sonreía mientras Snape miraba furioso a los dos jóvenes. Se sentó al lado de Florence y aquello parecía una charla amistosa, pero no era así. La situación era de lo más extraña, de un lado Eileen despeinada y Darren aún envuelto en sabanas, en el otro lado Florence que acariciaba la pierna de su marido aparentando una tranquilidad controlada y Snape cuyo brazo temblaba.
- Dime algo Darren. ¿Qué hacías una tarde como esta por nuestra casa? – Dijo Florence.
- Esto es indignante. – Dijo Snape con algo rosado en sus mejillas.
- Quiero pedir disculpas en serio… no era mi intención… yo… su hija… Eileen…
- Está bien, puedes irte a casa. – Dijo Florence con una sonrisa.
- ¿Y mi ropa? – Dijo Darren.
- Vete a casa. Y Luego me devuelves mis sabanas. ¿Si? – Dijo Florence.
- Pero… - Darren replicó, pero Snape se levantó y mostró sus dientes amarillentos en un gruñido. La sala se estremeció y Darren salió corriendo de la casa de los Snape como alma que lleva el diablo.
- Severus, no tenías porque alterarte así. – Dijo Florence mirándolo directamente a los ojos.
- No me digas que tengo que hacer. ¡Tu!… ¡engendro del demonio! – Dijo señalando a Eileen - ¿Quién te crees haciendo eso con ese chico en mi propia casa? Trayendo chicos a mí casa, a la casa que fue de mi madre, como una ramera cualquiera. – Snape estaba realmente enojado. - ¿Qué van a decir de nosotros?
- No me digas ramera. A ti te importa un cuerno que piensan los muggles de nosotros. – Dijo Eileen. – Lo que hice, lo hice porque lo amo.
- Ve a tu habitación, espero que lo que pasó esta tarde no te traiga consecuencias de por vida. Hablaremos mas tarde con más calma. - Dijo Florence lentamente y su hija obedeció sin decir palabra alguna.
- Una argolla en el ombligo, otra en la nariz, un tatuaje en la pelvis y el cabello morado con algunas mechas azules. Se viste de una forma atrayente a los chicos del pueblo. – Dijo Florence en la cocina comiendo a solas con su marido, pero Maynard escuchaba a través de la pared desde la sala.
- Soy un mal padre, maldita sea. – Snape sonó su puño en la mesa. - Debí haberlo pensado antes de traer a esos demonios al mundo. – Dijo Snape casi a gritos. – Te dije que no servía para esto, que les iba a dar una infancia peor que la mía.
- Baja la voz. Pueden oírte. – Dijo Florence. – No es cuestión de lamentarnos.
- No puedo más con esto. – Dijo Snape. – Hay cosas para las que soy brillante y el mejor. Pero, esto de educar a unos críos. Realmente no…
- Maynard. ¿Cómo está el? – Preguntó Florence. A Maynard se le aceleró el corazón y trató de escuchar más.
- Hmm… nada mal. No me da tantos problemas como Eileen, eso es un alivio. – Dijo Snape. – Pero ninguno de los dos se parece a mí… o a ti. Eileen no tiene esa vena de gloria que tienen los Slytherins. Maynard, con suerte entrará en Hufflepuff o quizás Ravenclaw, pero astucia… no.
- Escúchate, hablas igual que mi padre. – Dijo Florence bajando la voz. - El siempre me repudió por ser una verdadera Slytherin y los prejuicios. Si Maynard queda en Ravenclaw, o en Hufflepuff estaré orgullosa. Es un buen chico, los he extrañado a ustedes tres.
- Pensaba retirarme de Hogwarts este año, pero… tengo que vigilar a Eileen en su último año. Seguro Maynard no será tan problemático como su hermana. Eso hasta que las hormonas empiecen a hacer efecto, combinado con magia… no quiero pensarlo. – Dijo Snape. Florence se levantó, lo abrazó luego le dio un beso en la mejilla a su marido.
- No te preocupes, todo va a estar bien. Pienso quedarme un tiempo aquí, y regresaré para Navidad. – Dijo Florence. – Ustedes estarán bien. Vamos a dormir.
Maynard retrocedió y subió las escaleras hacia su habitación. Eileen aun lloraba y lanzaba objetos por el cuarto, el pasó directamente a su habitación y cerró la puerta, termino de preparar su baúl y se acostó en la cama, sentía una extraña sensación, en un par de horas alguien tocó la puerta.
- Hijo. Gracias por esa cena tan maravillosa. Estás volviéndote todo un hombre. – Dijo Florence cerrando la puerta detrás.
- Mañana iré a Hogwarts. – Dijo Maynard. – Ha pasado mucho tiempo. Mamá… te he extrañado, me has hecho falta.
- Lo se, amor. Lo se… ojala hubiese algo que pudiese hacer. Las cosas no han salido como yo hubiese esperado. – Dijo Florence.
- ¿Por qué nunca estás aquí? Papá no le gusta hablar de tus motivos y… - Maynard abrazó a su madre al mismo tiempo tratando de secarse las lágrimas. – Dice que no voy a entender y que no crea nada de lo que me digan en Hogwarts.
- Maynard, hay cosas que… tu tendrás que escuchar tarde o temprano. A su momento y podrás hacernos preguntas, pero pase lo que pase… nosotros no te dejaremos de amar. Ahora espero que hagas un buen desempeño en Hogwarts y hazme sentir orgullosa. – Florence le dio un beso a Maynard.
- ¿Y si no quedo en Slytherin?
- No importa. A tu padre tampoco le va a importar mucho, seguiremos estando orgullosos de ustedes. Tanto de Eileen como de ti.
Fin de Capitulo.
