Aviso: Dadle una oportunidad y leedlo hasta el final: os sorprendera.
Lemon (no en este capi xD) y sangrecilla, no apto para almas sensibles…creo
Bukanzen Seikaku
ZoeUchiha
Uno. Soy un ser perfecto
El despertador comenzó a pitar de forma irritante. Pero yo ya estaba despierto. Mi habitación no era un espacio que pudiese presumir de amplio, un simple habitaculo rectangular de construcción tradicional, con suelo de esterilla y puertas de papel. Miré las puertas correderas de mi armario. Estaban entre abiertas y yo no las habia dejado asi por la noche. Probablemente hubiese sido mi madre. Molesto, me levanté y recogí el futon del suelo. Lo doblé con perfección, asegurandome de que no quedasen arrugas y que las esquinas coincidiesen milimetro con milimetro. Tomé el uniforme del colegio del armario, perfectamente doblado y planchado por mi mismo – mi madre jamás lograba plancharlo debidamente. No es que adorase aquel uniforme azul marino, pero me gustaba la uniformidad y que fuese un traje simple de chaqueta. Aquello me permitía pasar desapercibido fisicamente. O al menos tanto como me permitia mi perfecto cuerpo. Tome mi mochila perfectamente preparada la noche anterior y salí de mi habitación cerrando la puerta sin hacer ruido alguno. Un agradabe olor me llegaba desde la puerta de la cocina. Pare en seco al notar que la puerta del dormitorio de mi hermano comenzaba a abrirse, para asi no estorbarle.
-Buenos dias, onii-san – saludé con una leve inclinación de cabeza.
-Konnichi wa, otōto – contenstó el dándome un golpecito en la frente. Como siempre. Pasó delante mia, cargando despreocupadamente sus cosas sobre el hombro y tocandose la espalda. Probablemente le dolia la espalda por pasarse la noche encorvado ante los libros de la universidad. Las arrugas en la parte izquierda del pantalón delataban que lo habia agarrado con brusquedad al tomarlo del armario y el cinturón retorcido en la parte de atrás indicaba que aun andaba medio dormido mientras se vestía. No era el mejor momento para hacer un examen.
Camine tras de el, observando tambien su coleta despeinada, y entramos a la cocina. Mi madre terminaba de servir en la mesa el desayuno: arroz, sopa de miso, pescado al grill con umeboshi y algo de ensalada de zanahoria, gobo, shiitake y algas.
-Has vuelto a olvidarte de la soja, madre – dije mientras me sentaba en mi lugar de la mesa. Coloqué los palillos totalmente paralelos, pues mi madre los habia dejado de mala manera junto a los platos.
-Toma, cielo – mi madre dejo el bote de salsa de soja junto a mi y me beso en la cabeza - ¡Que pelo más suave tienes! – comento con cariño mientras iba a recoger la cafetera.
-Obviamente es heredado de ti – respondio Itachi sonriendole afectuosamente – Yo tengo este feo color negro sin brillo de papá.
Hablando de mi progenitor, este atraveso la puerta con el periódico debajo del brazo y con los labios apretados. Probablemente hubiese encontrado algo que no era de su agrado entre las paginas blancas del periodico o le hacia falta su dosis de nicotina de las ocho de la mañana.
-Mikoto, ¿tu has visto mi tabaco? – bingo.
-Anoche estaba en la mesita del salón – mi madre ocupo su lugar frente a mi en la mesa y golpeo suavemente el asiento de mi padre con la mano – Pero ahora sientate a desayunar y dejate de vicios.
Vicios. Que palabra más divertida. Mi padre fruncio la boca hacia un lado y se sento pesadamente frente a mi hermano mayor, que comia en silencio a mi lado.
-¿Cuántos examenes te quedan, Itachi? – pregunto dejando a un lado el periodico y agarrando su taza de café.
-Solo tres más – dijo tras tragar ruidosamente su comida. Intente no mostrar impresión alguna mientras pensaba en lo imperfecto que resultaba mi hermano cuando queria.
-¿Y como crees que resultara la cosa? – volvio a preguntar mi padre. El era el peor de mi familia. Era respondón, de carácter violento y vengativo, y no se preocupaba en ocultarlo. Como hago yo. Fumaba y se irritaba con facilidad, sin reprimir sus impulsos, golpeando y dando gritos por toda la casa. Solia asustar a mi madre y cuando necesitaba desahogarse lo hacia contra Itachi, que siempre se lo permitia. Una cualidad algo autodestructiva la de mi hermano. Ser valiente.
-Pienso que bien, probablemente mejor que el anterior cuatrimestre– Itachi se giro hacia mi, con su amable sonrisa - ¿Y tu, hermanito, que tal?
Mire a mi padre que parecia prestarme atención por primera vez desde que entrase por la puerta. Mi madre solto una suave risita. Me gustaba oirla reir. Era un sonido tan dulce.
-A Sasuke no hace falta preguntarle, ¡siempre saca las mejores notas! – por supuesto que saco las mejores notas. Saco unas notas perfectas. Mi padre solto un murmullo de incredulidad y alzo las cejas. Sabia que a mi padre le molestaba mi perfección y que pensaba que hacia trampas. Cuando le pedia que me firmase las notas o le mostraba algun premio que me habian dado por un trabajo siempre hacia preguntas como "¿Y quién te ayudo?" "Se te fue la vista al pupitre de al lado, ¿cierto?" "Seguro que tenias un buen compañero de trabajo". Parecia no comprender que todo mi perfecto esfuerzo academico era una obra individual.
-Y dime – dijo mi padre apoyandose de forma muy descortes sobre la mesa, con todo el antebrazo sobre el tablero de madera - ¿Ya has decidido que quieres estudiar?
-Aun no – dije manteniendo un tono de voz bajo, claro y suave – Mi tutor opina que lo mejor seria medicina.
-Itachi ingeniero y tu medico, acabariais los dos muy bien colocados – asintió mi madre mirando a mi padre en busca de aprobación. Este no dijo nada más y volvio a desenrollar el periodico.
Continuamos el desayuno en silencio, roto unicamente por los continuos improperios de mi padre cada vez que leia una noticia que no era de su agrado. Mi padre estaba decepcionado con Itachi por no haber entrado a la academia de policia, pero sabia que lo ultimo que le gustaria era verme a mi sustituyendole. Más de una vez me habia declarado sin vergüenza ninguna que me consideraba una persona siniestra.
-Bueno – Itachi se levanto con algo de torpeza, probablemente debido al cansancio, de la mesa – Yo ya me voy o llegare tarde.
-¡Demonios! – mi padre golpeo con ambas manos la mesa y se levanto igualmente – ¡Pero mujer! ¿Cómo no me avisas de que es tan tarde? Hoy tengo que llegar temprano antes de que…¡ba! ¿Qué os importa a vosotros? Hoy no vendre a comer.
Tome el ultimo sorbo de café y me dispuse a salir de la cocina como ellos. Ninguno habia acabado su desayuno adecuadamente, a diferencia de mi, que lo tenia perfectamente calculado para poder acabar con el ingente desayuno de mi madre. Sabia que ella apreciaba que al menos uno de nosotros lo hiciese.
-Gracias por el desayuno, oka san.
Me mantuve firme para aguantar su abrazo matutino y su beso en mi mejilla.
-No tienes que agradecerme que haga de madre, Sasuke chan– me dijo acariciando su parte favorita de mi cuerpo, mi pelo – Que tengas un buen dia cariño.
Me despedi con una leve inclinación y me dirigi a la salida de casa, donde mi padre aun se peleaba con los zapatos. Me quite las arrugas que mi madre habia causado en mi traje mientras esperaba a que mi progenitor desocupase el lugar para poder calzarme.
-¡Hm! – gruño al percatarse de mi presencia – No te escuche acercarte – obviamente, yo no soy tan ruidoso como tu, enorme gorila estupido.
-Siento haberte sobresaltado, oto san.
-Pamplinas – dijo mientras sacaba un cigarrillo de su particular estuche y salia de casa sin despedirse. Totalmente imperfecto.
Hacia dos años habia ganado un "fabuloso" premio de ciencias a nivel nacional con el que habia obtenido una cuantiosa cantidad de dinero que, a pesar de los deseos de mis padres, decidi gastar en "vicio". Ellos andaban preocupados por el dinero para la facultad, pero yo sabia que acabarian dandome grandes becas por mis notas perfectas, por lo que no me inquieto gastarme todo el dinero en un Jaguar XK color onice y en una Yamaha TZR 50 igualmente negra. Porque una de las cosas que más adoro en este mundo es la velocidad. Una imperfección del hombre que podia solucionarse con alguna de aquellas preciosas maquinas. La moto nunca me parecio adecuada para ir a la escula: me daba cierto toque rebelde y no congeniaba con mi aspecto enchaquetado y uniformado. Deje la mochila en el asiento del copiloto y me sente a pilotar aquella increíble creación del hombre.
El colegio. Que podria decir del colegio. Nunca me interesó estudiar. Si lo hago es porque no queda remedio. La sociedad esta diseñada de ese modo: si quieres triunfar sin sacrificar tu honra o tu vida privada tienes que estudiar. Mi escuela en particular era publica. Publica, pero de calidad. Como en toda escuela habia grupos. Los humanos tenemos esa fea costumbre de agruparnos, necesitamos sentirnos seguros, apreciados y comprendidos por el resto de individuos de nuestra especie. Yo me sentia idolatrado y seguro sin necesidad de pertenecer a ningun grupo. Lo de comprendido era algo a lo que ya me habia resignado a no conseguir nunca.
Habia muchos que cuestionaban mi actitud y no eran pocos los grupos sociales que intentaban atraerme a sus filas. Porque yo soy perfecto y los humanos buscan la perfeccion. Fisicamente creo ya haber comentado que soy terriblemente perfecto. Soy el modelo masculino por excelencia, el objetivo de todas las hembras de mi especie.
Pero, a pesar de toda mi perfeccion, yo tambien tengo necesidades humanas normales en cualquier macho de diecisiete años que no intento ocultar o reprimir.
De entre todas las niñas de mi colegio una tendra el placer de ser mia. Como todas las demás se sonroja cuando me ve, aun más si nuestros ojos se cruzan. Algun que otro año me ha regalado cocholate por San Valentin e incluso me a pedido acompañarla a algun que otro baile. Pero yo no decidi que seria mia hasta hace poco.
Ya he mencionado alguna que otra vez que yo soy todo lo perfecto que se puede ser. Por eso me gusta estar informado. Estaba esperando un buen momento para comentarle la increíble noticia de que le permitiria ser "mi chica", manteniendome al tanto de todo lo que hacia, espiandola si quereis llamarlo asi. Y entonces aquella estupida amiga suya le presento a aquel estupido chico. Un tipo que de ninguna manera podria competir contra mi perfeccion. Pero no es socialmente correcto intentar separar a una pareja. Es mucho más elegante desacerse de la competencia.
Primero mate a la chica. A esa amiga suya tan estupida. Se llamaba Fumie, si no recuerdo mal, y tenia quince años por aquel entonces. Fue muy facil matarla. Ella pertenecia al club de costura y era una persona muy olvidadiza. Espere frente al colegio, lo suficientemente camuflado como para que mi chica, que tambien acudia a aquel taller, no pudiese verme.
-¡Oh, Sakura chan, he vuelto a olvidar llevar las llaves a consergeria!
-Mmm, bueno, te acompaño - dijo la pelirosa a su amiga.
-¡Oh no! Ya te has retrasado bastante hoy por mi culpa, no te preocupes por mi – dijo Fumie con su acostumbrada amabilidad.
Y aquel fue su error, un error que yo ya habia tenido en cuenta. Poco después la solitaria Fumie volvio a salir del colegio para toparse conmigo.
-¿Eres Fumie, verdad? – pregunte haciendome el ingenuo y usando aquel tono de voz suave que sabia a ellas les volvia locas.
-Uchiha san, ¿puedo ayudarte en algo? – me pregunto totalmente ruborizada.
-Me gustaria preguntarte algo – le dije acercandome a lo que ella podia entender una distancia poco prudencial – Pero no aquí – dije mirando distraidamente a nuestro alrededor.
-C-claro, Uchiha san.
Fue sumamente facil convencerla de que me acompañase hasta el parque. Alli la deje fuera de juego con algo de cloroformo. No me supuso ningun problema cargar con su pequeño cuerpo hasta una zona alejada bajo un ruidoso puente que comunicaba distintas partes de la ciudad. Todo ello, claro, teniendo el mayor cuidado para no dejar prueba alguna en su ropa. No seria nada agradable que encontrasen alguno de mis preciados cabellos en su cuerpo o alguna huella, o tejido de mi ropa. Por eso, para empezar, habia usado la ropa de mi hermano. Solo por si acaso.
Aun delirando por el cloroformo, la tendi en el suelo y ate sus extremidades con deliberada inexactitud. Necesitaba que aquello pareciese un intento de abuso sexual fallido para que la policia buscase un perfil distinto al mio. Desgarre su ropa de manera milimetrica de forma que no cupiese duda de que habia sido un arma blanca la causante de aquel desastre en sus prendas. Intente imaginarme que haria un violador de mediana edad desquiciado. Probablemente, después de haber amenazado a la chica con la navaja y romperle la ropa deleitandose con sus gritos y suplicas, me hubiese agarrado a ella, provocándole moratones en distintas partes del cuerpo debido al forcejeo. Asi que agarre con fuerza las muñecas de la chica, aprentandolas con rudeza durante unos minutos. Todo esto con mis guantes bien puestos. Repeti la operación sobre la cadera de la chica y luego en el cuello. Después de tanto esfuerzo sin éxito lo normal es que el violador chiflado hubiese perdido los nervios y hubiese lanzado varias puñaladas rapidas y letales cargadas de impaciencia a su victima. Mire los ojos desencajados por el cloroformo de Fumie antes de clavarle por la espalda y a la altura del pulmon y el estomago la navaja que llevaba en la mano. Note su cuerpo estremecerse automáticamente ante mis asesinos actos. Su boca se abrio en un grito que nunca logro salir. Me quede mirando como la sangre comenzaba a llenar el suelo de cemento, alejandome para que no manchase mis zapatos ni nada por el estilo.
Fui tranquilamente a casa. La version oficial es que habia estado hasta tarde en la biblioteca. Espere al dia siguiente, sabado, para desacerme de las pruebas. Mi padre trabajaba, Itachi tenia doble hora en el gimnasio y mi madre peluqueria. Cogi el soplillo para soldar que mi padre tenia en el garaje y con el ardiente metal de la navaja hice una deforme figura que ahora mismo esta colocada sobre una de mis estanterías, junto a un monton de libros, como si de cualquier otro adorno se tratase. Al lado suyo, hay otro estrafalario adorno, correspondiente al arma con el que mate a ese idiota que se atrevió a intentar interponerse en mi perfecta vida.
Aparqué el coche frente al colegio y agarre con cuidado mi mochila en el asiento del copiloto. La deje caer de forma desgarbada sobre mi hombro, mentiendo una de mis manos en el bolsillo del pantalón y agarrando con la otra el asa de la mochila despreocupadamente. Era una de mis poses favoritas para entrar al colegio. Solia arrancar algun que otro suspiro entre mis fans.
Subi hasta la segunda planta con el tiempo exacto para entrar y sentarme en mi lugar en el aula de Iniciación a la Salud. Era mi clase favorita de los martes porque podia regodearme con la compañía de mi chica. Aunque ella aun no supiese que lo era.
Siempre llegaba entre dos y tres minutos después de que sonase el timbre, riendo junto a su amiga Ino Yamanaka. La pequeña Haruno Sakura, de ojos verde jade, cabello rosa, 1.61 cm de altura, 45,4 kg de peso, una media de 8.3 sobre 10 en las notas trimestrales, aficionada a la cocina y a la costura, aspirante a estudiante de medicina, sonriente, falcilmente irritable y a la vez miedosa, huerfana de padre, sin hermanos, con una economia modesta y totalmente enamorada de cada uno de mis huesos. Siempre, a unos dos o tres metros de llegar a su sitio, junto a mi, dejaba de hablar con Ino y apretaba los labios, intentando mostrar interes por algo en su mochila o por el dobladillo de su camisa. Era la unica chica del colegio que llevaba la ropa perfectamente planchada. Mientras intentaba hacer como que no se percataba de mi presencia, algunos mechones de sus cabellos caen hacia su rostro, tanto como le permite la felpa que suele usar, a juego con el uniforme. Timidamente deja la mochila junto al pupitre y se sienta intentando no mirarme. Me mira de reojo y entonces yo sonrio y digo:
-Buenos dias, Sakura san – y ella enrojece consciente de que no saludo jamás a nadie más que a ella o a los profesores que me saludan. Se siente especial y me mira con timidez.
-Bueno dias, Sasuke kun – susurra con un hilo de voz y las manos apretadas sobre su falda azul marino.
Entonces, y para alivio de ella, entra la profesora, y yo dejo de prestarle atención a ella para concentrarme en la clase. Y no volvemos a hablar en todo el dia.
Conmigo siempre se muestra timida. Pero eso es porque se que mi mirada la hace sentir desnuda. O al menos eso escribió en su diario, el cual reviso todos los jueves mientras ella va a su semanal cita con el club de cocina. Con otros no es tan timida. Por ejemplo con aquel tipo al que tuve que matar después de encargarme de Fumie. Y os preguntareis ¿a ella no le afectaron aquellas perdidas? Claro que le afectaron, es por ello que he tenido que esperar el prudencial plazo de dos años para decidir comunicarle que es oficialmente mi chica.
El macho que intento quitarme a mi chica en cuestion se llamaba Sai. Era un tipejo más bien enclenque, demasiado sonriente y especialmente cobarde. Acabe con el pocos dias después de matar a Fumie. No me gustaba que se aprobechase de Sakura de esos modos, consonlandola ahora que estaba crispada por la muerte de su amiga, abrazado a ella todo el dia. Era algo imperdonable e impermisible.
Lo ataje mientras iba a su casa, en las afueras de la ciudad. Los problemas economicos de sus padres no le permitian despilfarrar el dinero en coger el metro o el tren, por lo que se daba una buena caminata entre calles solitarias y siniestras. Para colmo, el idiota tomaba un atajo por un callejón donde le espere tranquilamente. Aminoro el paso al verme alli parado en medio de la calle, como decia mi padre, "en actitud siniestra". Espere hasta el momento exacto en que nuestros cuerpos se pusieron en paralelo, saltando contra el y golpeandole en la cabeza hasta dejarle insconsciente. Arrastre su cuerpo hasta la orilla del rio cercano sobre el que corrian las vias del tren, a muchos metros por encima de nuestras cabezas. Con este tipo no pretendia ser nada caballeroso. Me ensañaria bien con su cuerpo por atreverse a entrometerse en mi camino. Protegiendo siempre bien mi cuerpo para no dejar rastro comence a golpearle repetidamente, con intensidad y buen ritmo en la cara. Note como el hueso de su nariz se partia, al igual que una ceja, como se desgarraban sus labios y la mejilla. Tras varios golpes, y recuperando la consciencia, el chico escupio algunos trozos rotos de dientes. Estaba aturdido por los golpes, pero le permiti levantarse. Mi deporte favorito eran las artes marciales. Y era tan perfecto en su ejecución como en todo lo demas. Lance rapidas patadas a sus piernas con la intencion de desequilibrarlo y tirarlo de rodillas ante mi.
-¿Sabes quien soy? – pregunte amenazador. Por hoy me regodearia de mi poder.
-Un maldito bastardo – dijo mientras algunas lagrimas se le saltaban. Y eso que aun no habia sacado la katana con la que pretendia matarle.
-Mi nombre es Uchiha Sasuke, y soy el hombre de Haruno Sakura – dije lanzandole una patada a la cabeza – Y tu te has entrometido.
No queria que estubiese inconsciente cuando lo matase. Queria que sufriera. Coloque su brazo derecho en una difícil posición y luego di un golpe seco con mi rodilla, notando como los huesos del codo se rompian. Repeti la misma operación con la muñeca, mientras el infeliz no dejaba de gritar. Pero el ruido del tren cubria sus lamentos ante posibles testigos. Lamente no tener sal o acido para echarle en las heridas. Mientras se revolcaba de dolor, tome un cable de la mochila donde guardaba el arma homicida y le ate las muñecas a una rama alta de uno de los arboles que habia junto a la orilla del rio, obligandole a estar de pie. Podeis comprender el dolor de ataros un brazo roto. ¿Verdad que os lo imaginais? Saque la katana enfundada de la mochila, mostrandosela. Fue entonces cuando el comprendio que no era una simple paliza. Deslice despacio el filo del arma fuera de su funda. Y di un fuerte y contundente tajo horizontal hacia una de sus piernas que se desprendio del cuerpo y fue a parar al rio. Perfecto. El aire se lleno con sus gritos y con un profundo olor a sangre. Sangre que no paraba de fluir de su amputada extremidad. Fue entonces cuando comenzo a suplicar que lo hiciese rapido, que lo matase de una vez. Pero no estaba entre mis planes hacerlo.
El sonido del timbre me obligo a dejar mis recuerdos de aquel atardecer. La clase habia acabado. Sakura, como siempre, se levanto a toda velocidad, intentando alejarse de mi mirada. Casi pude oirla suspirar al salir del aula.
En cuanto a su estupido novio solo os dire que aun no han encontrado su cuerpo. O más bien los trozos que se perdieron en el rio.
Aquel dia no lo habia elegido al azar, como podeis imaginar. Era el dia en que me declararia a mi chica, un dia especial. Y lo era especialmente porque ella tambien tenia pensado hacerlo. O al menos eso ponia en su diario. Habia escrito a su confidente de paginas blancas que lo haria durante el almuerzo, pero yo conocia a Sakura lo suficiente como para saber que no tendria valor para hacerlo.
Me sente, solo, como cada dia, en una mesa de dos personas junto a una ventana en el ala oeste del comedor, con mi bandeja blanca perfectamente cuadrada sobre la mesa. Me habia servido algo ligero: gomokuzushi y tori no tsukune. El primero era uno de sus platos favoritos, por lo que si se decidia por algun extraño motivo a acercarse a mi tendria un facil tema de conversación para iniciar una charla.
Y ciertamente, lo intento.
Se acerco hasta mi mesa, por la espalda por si no se atrevia, sin darse cuenta que yo podia verla perfectamente en el reflejo de la ventana. Se paro unos minutos con su bandeja vacia detrás de mi. Se acerco unos cuantos pasos más y bingo.
-¿A ti tambien te gusta el gomokuzushi, Sasuke kun? – pregunto timidamente, bien ruborizada.
-Hai – conteste con simpleza mientras la miraba. Comenzo a alejarse de mi – Me preguntaba si podrias quedarte unos minutos después de la clase de lengua – le dije con serenidad mientras su rubor iba en aumento – He estado algo despistado esta mañana y creo que e tomado algunos apuntes mal en fisica – ciertamente, habia estado distraido.
-Tu nunca haces nada mal, Sasuke kun – susurro ella. Y cuanta razon tenia.
-Aun asi, insisto, ¿o tienes prisa? – le pregunte con cierto tono retador.
-No, no hay problema. Nos vemos después – dijo alejandose rapidamente. Ahora al menos no tendria que buscarse ella un motivo para acercarse a mi.
Continué con mi perfecto comportamiento durante las siguientes tres horas, tres horas que me separaban de aquel esperado momento. Mire mi reloj y conte mentalmente. Máximo diez minutos mientras hablabamos y saliamos del colegio, otros diez mientras ibamos en mi coche a mi casa, tal vez quince mientras le daba la noticia… Si, tendriamos un hermoso tiempo de dos horas mientras los miembros de mi familia llegaban a casa.
Me sorprendi a mi mismo mostrandome impaciente. Cometí algunos errores, que hasta entonces nunca me habia permitido: coloque dieciséis milímetros más a la izquierda el lapiz sobre la mesa de donde debia estar, me torci en la ultima palabra de una linea mientras tomaba apuntes, olvide un acento, casi olvido darle las gracias al profesor al recoger mi examen de matematicas y por poco rozo a un chico en el pasillo. Pero teneis que pensar que llevaba dos años esperando aquel momento.
El timbre sono indicando el final de la ultima hora de clase. Espere en mi asiento, de pie, recogiendo mis cosas y poniendolas perfectamente colocadas en la mochila, pero con más lentitud de la normal. Sakura hacia rato que habia recogido sus cosas y sostenia su mochila entre las manos. Llevaba toda la clase palida y sin prestar atención, obviamente discutiendo consigo misma las palabras adecuadas que debia decirme. Por fin decidio levantarse y acercarse a mi, con su cuaderno de fisica bajo el brazo. Me lo tendio con amabilidad.
-Aquí tienes, Sasuke kun – tome el cuaderno de sus manos blancas y le regale una suave sonrisa. Se ruborizaba con mucha facilidad.
-Gracias, Sakura, eres muy amable – tome uno de los numerosos post it de colores que poblaban su libreta y me dirigí a las ultimas paginas – Valla – dije intentando parecer sorprendido, alzando sensualmente una de mis perfectas cejas – parece que estas teniendo problemas con los problemas de velocidad.
-B-bueno,me cuestan un poco – admitio – los apuntes de esta mañana estan aquí – dijo tomando ella la pagina entre sus manos para pasarla. Deje que nuestros dedos se rozasen y su mano titubeo.
-Si quieres puedes venir a mi casa, yo te ayudo con los problemas y tu me explicas esos apuntes que se me resisten – dije susurrando la ultima palabra. Estaba que se desmayaba.
-A tu casa – dijo lentamente cada palabra, con los ojos bien abiertos. Me gustaban sus ojos verdes. Eran muy expresivos.
-Si, a mi casa. Y en mi coche, claro – dije guardando en mi propia mochila su libreta. Ella ni siquiera se habia movido, su mano continuaba en el aire, donde antes habia estado el cuaderno, y me miraba como si le estubiese gastando una broma - ¿Quieres? Después puedo dejarte yo en tu casa.
Me eche la mochila al hombro y comence a caminar hacia la puerta. Obviamente, ella me siguió, como buena niña que era.
Salimos del edificio. Casi podia sentir como ella temblaba como un flan a mi lado, mandandome inquisitivas miradas de vez en cuando. Obviamente estaba muy sorprendida. Le abri la puerta del copiloto caballerosamente y ella se sento con timidez. Intentaba que todos mis movimientos fuesen suaves, fluidos y seguros. Eso la ponia aun más nerviosa y verla en tal estado de expectación me encantaba.
Llegamos a mi casa en el tiempo que habia estimado con anterioridad. Ella la miro con desconfianza y tardo un poco en bajar del coche, aferrandose a su mochila.
-Te veo un poco tensa, Sakura – le susurre mientras la adelantaba para abrir la puerta de la casa. Ella se estremecio y me siguió en silencio.
-Tienes una casa preciosa – comento una vez estuvimos dentro del recibidor.
-Gracias. Es de mi familia desde hace seis generaciones, pero mi madre se empeño en renovar el mobiliario hace poco -Si no le daba tema de conversación sus nervios nos ganarian la jugada – Vamos a mi cuarto.
Si habia algo que me gustaba de mi cuarto era su situación en la casa. Era el más alejado en el lado derecho y no habia ningun otro dormitorio cerca. El de Itachi estaba a un ropero y un estudio de distancia. Eso lo convertia en una habitación apartada y silenciosa y, en caso de que fuesemos apretados de tiempo, podria sacar a Sakura por la puerta de atrás del jardin. Abri la puerta corredera y la invite a pasar con un gesto de la mano. Ella se quedo parada apenas al dar un paso dentro, mirando a todos lados con interes. Si fuese cualquier otra chica, no haria otra cosa que pensar en ver a sus amigas para contarle como era el dormitorio de Uchiha Sasuke, pero conociendo a Sakura, jamás lo haria. Le quite la mochila de las manos y la deje junto a la mia perfectamente colocadas junto a la puerta del armario.
-Sientate, por favor – dije ofreciendole la silla de mi escritorio – ¿O prefieres los cojines? – dije señalandole una apetecible pila de cojines azul oscuro que habia en una esquina. Eran grandes y mullidos y, como esperaba, ella asintio con la cabeza y se acerco a coger uno. Nos sentamos ambos en el suelo.
-Nos hemos dejado las cosas en la mochila – dijo ella observadora. Habia pensado que a aquellas alturas lo ultimo que le importaria serian los apuntes de fisica.
-Sakura – dije sensualmente y ella enrojecio – En realidad queria que antes hablasemos de algo – teniendo en cuenta que soy una persona con poca experiencia en ínteractuación social y ninguna en el terreno sentimental, aquello me estaba costando un poco.
-¿A si? – pregunto ella sonrojada hasta las orejas – Bueno, yo tambien queria comentarte algo, pero…no se si…
-Me gustaria que salieses conmigo, Sakura – le dije mirandola directamente a los ojos. Ella me mantuvo la mirada, algo impropio en ella. Fui acercandome a ella despacio, casi imperceptiblemente, mientras seguia contemplandome sin decir palabra ni moverse – Que me dices – pregunte cuando ya podia sentir su respiración sobre mi rostro. Se mordio los labios de forma nerviosa. Que delicia verla asi por mi.
Observe su lindo cuerpo, menudo y redondeado. Me gustaban sus facciones algo infantiles, su pequeña nariz que contrastaba con sus enormes ojos, su cabello largo intentando ocultar su linda frente. Con las manos se agarraba el bajo de la falda del uniforme escolar, azul marino, y su respiración agitada hacia que sus pechos subiesen y bajasen con más velocidad de la debida apretados por aquella camisa blanca. No llevaba puesta la corbata del uniforme. Que lastima, habia pensado algunas cosas bastante divertidas para hacer con ella.
-¿Por qué me lo pides? – pregunto ella. Eso si que me sorprendio.
-Llevo fijandome en ti desde hace mucho tiempo, pero…- intente ser dramatico, dejando las palabras en suspense - …ya sabes…no es que sea el tipo más extrovertido del mundo – dije fulminandola con una de mis medias sonrisas.
-Y-yo tambien…yo tambien llevaba tiempo queriendo pedirtelo…- puse una de mis manos sobre la suya, sin apartar mis ojos de los suyos verdes- Me gustas tanto – susurro.
Acaricie sus dedos con suavidad, haciendole bajar la vista. Ambos sabiamos que venia ahora. Me acerque un poco más inclinandome sobre ella. Ella levanto el rostro timidamente. Obviamente, tenia tantas ganas de que nos besasemos como yo. Pegue mi rostro al suyo, dejando que nuestros labios se rozasen, alargando un poco más la espera para hacer aun más delicioso el momento. Hundí mis labios en los suyos, dandole un beso profundo pero nada lujurioso, para relajarla. Con Sakura las cosas rapidas estaba claro que no iban a funcionar. Tome su cuello con mi mano izquierda y su cadera con la derecha, pegandola más a mi mientras respirabamos con dificultad sin roper el beso. Abri los ojos para observarla, ahí, tendida entre mis manos, totalmente rendida a mi perfeccion.
¿Te ha gustado? Hazmelo saber como tu ya sabes, porque si no tengo 10 reviews en 48h no creo que siga con este fic. Me roba mucho tiempo de estudio escribir, asi que necesito apoyo moral T-T. Si no te ha gustado también puedes dejar review xD.
