Era un día rutinario en la vida de Isabella swan... escuela trabajo y por supuesto descansar. Este había sido un día especialmente agotador bastante tarea y una jefa de mal humor solo le faltaba que un can defecara en su zapato pensó con una mueca, nunca le había pedido demasiado a la vida quizás llegar a terminar sus estudios, ser profesionista y después seguir trabajando. Suspiro frustrada por encima ves en el día definitivamente no era el mejor día de su vida. Se acostó en la cama mirando al techo con odio como si él fuera el culpable de todos sus problemas. Cerró los ojos no esperando dormirse en realidad simplemente pensando Que aria al día siguiente.

Isabella había vivido en Washington prácticamente toda su vida, no era muy sociable por lo que no tenía amistades y eran escasas las personas con las que hablaba. Sus padres siempre habían sido demasiado duros con ella convirtiéndola en una joven sumisa y tímida. La gente no solía prestarle demasiada atención la tomaban como alguien simple y sin importancia. Sus padres se habían mudado ya hace un tiempo a Los Ángeles dejándole escaso dinero y su pequeña casa, y no es que ella no hubiera querido ir con ellos es que ellos dijeron que ya estaba mayorcita y podía valerse por sí sola. El abandono causo un profundo dolor en su corazón pero respeto la decisión de quienes le dieron la vida.

Esa noche no pudo dormir su mente estaba demasiado despierta como para permitirle tener un sueño tranquilo. Al día siguiente como era de esperarse sus ojos prácticamente parecían imanes, le estaba costando bastante mantenerlos abiertos y como si eso no bastara su fiel camioneta decidió rebelarse precisamente aquel día, su humor era pésimo por decir lo menos. Camino con pasos exageradamente fuertes hasta que piso un charco de lodo que se le atravesó en el camino dejándola totalmente sucia, pensó en regresar a su casa a cambiarse de ropa

-es solo la universidad- murmuro para sí misma- de cualquier manera nadie me notara

Decidió que a pesar de su retraso tomaría el autobús sus presupuestos eran limitados y no gastaría por darse el lujo de tomar un taxi.

Al abordar el transporte sentía la mirada de todos sobre ella no será por bonita pensó, se sentó lo más alejado que pudo de las personas y suspiro… estaba realimente cansada, seguramente el maestro le reprocharía haber llegado tarde esta ya era la segunda vez y con estos pensamientos cayó en un profundo sueño.

-Disculpe señorita-escucho una vos hablar cerca de ella lo que la alarmo inmediatamente y casi salta de su asiento

Era el chofer del autobús que la miraba con una sonrisa burlona en la cara. Ella se sonrojo fuertemente al darse cuenta que se había quedado dormida por quien sabe cuánto tiempo.

-¿Qué sucede?- dijo casi para sí misma estaba realmente avergonzada pero solo ese tipo de cosas me pasan a mi pensó

-Estamos a punto de cruzar la frontera con Canadá y necesito su pasaporte- le pidió amablemente el chofer quien por supuesto sospechaba que ya hace tiempo ella debía haber bajado.

Isabella estaba totalmente sorprendida y aterrada CANADA! Pensó. está muy lejos de la universidad y después quiso golpearse no solo estaba lejos de la universidad si no también de su casa.

-¿Canadá?- repitió sorprendida. El chofer volvió a sonreír sus sospechas habían sido ciertas aquella jovencita de cabello castaño se había confundido de autobús

-Yo bajo aquí- dijo con decisión Isabella tomo sus cosas bajo con la dignidad que le quedaba. Al poner un pie fuera del camión sintió el frio viento que azotaba su cara, en ese mismo momento deseo que en lugar de libros hubiera una chamarra en su mochila.

No pasaron ni diez segundos después de que Isabella bajara paraqué el autobús saliera a toda prisa de aquel lugar dejándola sola en aquella despoblada zona. Comenzó a caminar en dirección contraria a la que venía el auto bus. Cada vez sentía el clima más helado probablemente fuera muy tarde. Miro hacia arriba y se horrorizo al darse cuentan de la cantidad de nubes que poblaban el cielo. Apresuro su paso con la esperanza de encontrar una casa o al menos un lugar donde refugiarse de la lluvia, porqué no dudaba que en cualquier momento empezaría a llover con mi suerte lo más seguro es que solo encuentre una cueva de osos hambrientos pensó riéndose de su propio chiste.

Al cabo de veinte minutos empezó a llover, el agua era muy fría y las gotas parecían pequeños pedazos de cristal encajándose en su piel. A lo lejos le pareció ver una pequeña cabaña de madera. En ese momento se sintió ridículamente feliz.

Prácticamente corrió hacia la cabaña. Digo prácticamente porque ella era demasiado torpe como para siquiera intentar correr.

Al llegar a la gran puerta de roble sintió un poco de pánico. Porque para ser honestos ella no tenían la mínima idea de quienes Vivian ahí. Sintió una ráfaga de frio viento y eso fue todo lo que necesito para convérsese de que no podía ser tan malo como mojarte en las frías lluvias con este clima. Suspiro y toco la puerta con delicadeza, ansiando internamente que estuviera solo y tal vez ella podría meterse. Escucho unos pasos acercándose a la puerta y después el sonido de la puerta abriéndose.

-Buenas tardes- lo saludo una vos encantadoramente varonil.

Bueno estimadas personas lectoras, me alegra que al menos alguien lea mis locas ideas. Este es el primer capítulo de lo que espero sea una buena historia… y como quiero interactuar con las o los lectores les propondré algo…

Lo que más me ayuda a mi es la inspiración musical así que dejen el titulo de sus melodías favoritas y de ahí me inspirare para sacar los siguientes capítulos ¿Qué les parece?