Este fic es una traducción del fic en ingles de Carmilla (.net/u/23760/Carmilla). El nombre original de la obra es "Touch Me Fall" (.net/s/1650572/1/Touch_Me_Fall). Yo sólo me he encargado de traducirlo, tras la previa autorización de la autora.

Si sabeis ingles, os remito a su versión .net/s/1650572/1/Touch_Me_Fall, y que la dejeis alli vuestros comentarios.

Yo sólo me he encargado de traducirlo lo mejor que he podido :)

Si se me ha escapado alguna falta de ortografia y demás, les ruego disculpas de antemano.


Sus brazos, extendidos, en tensión. Las imágenes de la crucifixión acuden a su mente, burdas y obvias, como si estuviera hechas con de vino tinto. Una pequeña parte de él apunta que en ciertas iglesias (¿Tal vez en las ortodoxas griegas?), adoptan esa posición para rezar. Él no está rezando. Debería.

Los ojos del demonio están fijos en él, brillando llenos de diversión.

Una uña desciende por su pecho. Se recuerda asimismo de que no se trata de una garra. Que es sólo una uña. De un depredador, ni más ni menos.

Lentamente, cuidadosamente, el dedo se aparta. Es engullido por la caliente boca. No tiene ni una pizca de sudor. Los Ángeles no sudan. El demonio lo hace de todas formas.

- ¿Por qué me estás haciendo esto?

Según pronuncia estas palabras se da cuenta de que ha cometido un error, una oportunidad que no debería haberle ofrecido.

- Ángel idiota, lo hago porque puedo

Su voz es suave con la seda, sibilante, un siseo idéntico al que se produce al arañar el papel de lija.

- ¿Y sabes por qué puedo?

La bifurcada lengua que supone la perdición de los hombres vibra junto a su oreja, y él tiembla, inclinando la cabeza. De antemano conoce la respuesta.

- Porque tú me estás dejando.

Una repentina presión en los tensados músculos de la base de su cuello, le obliga a alzarse. Sus alas se abren de un tirón, sin la acostumbrada gracia, extendiéndose al igual que los brazos. Unas manos con un talento cruel las recorren por entero, con dulzura, con demasiada dulzura, y cuando la puñalada de dolor llega, supone todo un alivio. Crowley sostiene entre sus manos una única pluma.

Aziraphale siente como la coloca en su nuca, Siente su rasguño, con una agónica lentitud, bajando por su espina dorsal. Siente los hilos de sangre, resbalando hacia abajo, lo que le recuerda que su propia piel puede curarle. La pluma se desliza aun mas hacia abajo, de una forma suave al final, dibujando una fea línea roja que ya esta siendo sanada.

Sus ojos están cerrados. Su aliento siempre le ha parecido una interesante novedad, al igual que la comida y el sueño, pero ahora ésta es la primera vez que siente realmente la necesidad de respirar. Aspira profundamente, sus suspiros estremecidos. Todo su cuerpo tiembla. Así que esta es la manzana del Edén, la fruta prohibida del conocimiento que sólo poseen los humanos. Las sensaciones.

Cuando siente un arañazo a la altura de su tobilla, al principio piensa que debe de tratarse de su pluma, Pero después se da cuenta de que es algo nuevo. Eso le recuerdo lo extraña que le resulta la voz de Crowley. Su superficie es suave, pero esta llena de bordes afilados justo detrás de la misma. Peligrosa, como la glacial belleza de la punta de un iceberg. Se empieza a mover, en espiral hacia arriba. Se atreve a mirar hacia abajo.

Una serpiente, larga y negra y reluciente, se enrosca entre sus piernas. Mientras la mira, sus músculos se agrupan, por debajo de las escamas, y se mueve otro par de centímetros. Su cabeza esta ahora por su rodilla. Su lengua vibra locamente contra la sensible piel de la cara interna de sus muslos. Sus brillantes ojos brillan al mirarle, irónicamente y conscientemente. Al principio, aparta la mirada.

La plana cabeza en forma de diamante se detiene a descansar sobre su hombro – supone que resulta ser la perfecta percha para un demonio. Se enrosca entorno a el, haciéndole sentir apresado. Se siente poseído. Entonces la apretada lazada en un sitio en particular se hace aun más prieta, y él, de nuevo, cierra los ojos, y se pierde en un lugar que no sabia que existía.

No sabe durante cuanto tiempo permanece allí, atrapado en el borde una Epifanía, con su cuerpo apresado por las expertas manos de un demonio. Pero cuando piensa que no será capaz de soportarlo durante más tiempo, la cabeza de la serpiente se alza. Su aliento, contra su oreja, le parece extrañamente frío.

- ¿Por qué me has dejado hacer esto?

- Porque quería saber. Por eso tenia que hacerlo. Para redimir a los humanos, uno tiene que llegar a conocerles. Tiene que comprender sus debilidades. Esta es su mayor grandeza. Así que tenia que hacerlo. Tenia que hacer esto.

Su habla se entrecorta, produciéndose pequeñas paradas matizadas por jadeos

- No está lo suficientemente bien, ángel.

Velocidad. Fricción. Presión.

- ¿Por qué me dejas hacerte esto?

- Porque quería.

Y mientras los afilados dientes se hunden en su cuello el se precipita hacia la giratoria oscuridad.