Los personajes le pertenecen a J.K Rowling y la historia ha sido ideada por Starlight Massacre,y traducida por mí bajo su debida autorización, así que si piensan que es tan genial como yo considero esta historia no olviden dejarle sus comentarios al Fanfic y a la autora original en cualquiera de sus cuentas FF. Net, AdultFF, o s/9531598/1/The-Tribulation-of-the-Blue-Moon
Gracias a Nunser por ayudarme a betear este capitulo.
Aquí un aviso de Starlight:
"Esta historia no será como esos fanfics de hombres lobo esponjosos, suaves, acaramelados que tal vez hayan leído anteriormente, estoy tomando un gran cuidado en conservar a los hombres lobo más como lobos y manadas de lobos reales, así que tengan en cuenta de que pueden haber ciertas cosas que los podrían poner aprensivos y/o incómodos."
Capitulo 01: La Mordida Humana
El día en que Remus lo atacó, fácilmente pudo haber sido el peor día de su vida. A la saliva de hombre lobo le tomó un tiempo viajar a través de su cuerpo, hasta su corazón. Usualmente la mordida efectuaba un cambio instantáneo en la victima, pero Remus había estado en forma humana cuando perdió todo el control, ambos lucharon después de una discusión, cuyo resultado fue que Remus mordiera su brazo antes de que Sirius pudiera alejarlo.
Todo habría estado perfectamente bien, excepto que había sido el día de la luna llena, y el hombre lobo de Remus había estado demasiado cerca de la superficie, de esa manera gatillando el cambio en él, aunque más lento de lo que cualquiera hubiera esperado.
Después de la Luna llena, él y Remus se habían sentado a hablar sobre lo que había pasado, no había resentimientos entre ellos después de la pelea, su mordida fue limpiada y había comenzado a sanar. Pensaron que todo estaba bien, Remus había estado en su forma humana cuando lo mordió, los hombres lobos solo eran contagiosos cuando estaban en su forma animal, ¿cierto?
Sólo había un detalle, al parecer había tan poca información y estudio de los hombres lobo que en realidad nadie sabía mucho de ellos. Personas habían sido mordidas por hombres lobo en forma humana, los casos al respecto estaban documentados en abundancia, pero parecía que ninguno de ellos fue mordido el día de la luna llena, por lo que nadie sabía que la mordida de hombre lobo en forma humana el día de la luna llena lo transformaría en un licántropo la siguiente luna llena, mucho después de que la herida hubiera sanado y de que se hubiese desvanecido en la nada.
Cuando Remus lo atacó, fácilmente pudo haber sido el peor día de su vida. Pero no lo fue. Ninguno de ellos supo qué pasaría, ninguno pudo haber adivinado que, posiblemente, en la próxima luna llena, cuando Sirius hubiese retirado a Remus un poco más temprano de lo normal después de la pelea de la luna llena anterior, nadie nunca pudo haber adivinado que unas pocas horas más tarde Harry se habría transformado en un hombre lobo completamente formado sin control en absoluto sobre sí mismo guiado únicamente por sus instintos básicos. Ése había sido el peor día de su vida, despertar cubierto de fría sangre coagulada, sin recuerdos de qué le había pasado.
Lo primero que pensó fue que los Mortífagos habían conseguido entrar en Grimmauld Place. Se precipitó alrededor, aterrorizado, llamando a sus amigos, gritándoles; pero nunca respondieron. No podían responder.
Los encontró a todos, a la familia Weasley casi completa, Hermione y dos miembros de la Orden, Dedalus Diggle y Hestia Jones, todos con sus gargantas desgarradas, las extremidades arrancadas limpiamente; vio algunas de esas extremidades tendidas alrededor, luciendo como si un perro las hubiera roído. Todos estaban muertos, él todavía estaba vivo, ¿por qué los Mortífagos lo habían dejado vivo? ¿Era éste algún nuevo tipo de castigo o tortura que Voldemort había ideado?
Cayó a sus rodillas y lloró, gritando, desgarrando su garganta con sus angustiados gritos. ¿Qué había pasado y por qué se mantuvo dormido en medio de todo esto? La abrumadora culpa casi lo ahogaba mientras miraba a todos los cuerpos, un sendero casi perfecto a través de la casa, las manos aún agarrando las varitas mientras luchaban y él dormía.
Parecía como si la lucha hubiera iniciado en el dormitorio doble que compartía con Ron, entonces los Mortifagos debieron haber entrado a la casa y lo maldijeron para que durmiera, antes de empezar con Ron, pero entonces ¿por qué lo movieron al piso de abajo? La gente en la casa debió de haber sido alertada por los gritos de Ron y llegaron corriendo, sólo para ser asesinados y despedazados en donde se encontraban.
Respiró pesadamente, siendo ahogado por el aroma empalagoso de la sangre acumulada, demasiada carne; llevaban muertos un tiempo, probablemente la noche entera. Y él seguía dormido.
Casi hiperventilándose, acunó la cabeza de Hermione cautelosamente acariciando la mitad intacta de su risado cabello, la otra mitad estaba pegada con sangre coagulada, trató de pensar desesperadamente cómo pudieron haber entrado los Mortífagos; la casa estaba asegurada, ¡el Cuartel General de la Orden estaba bajo el hechizo Fidelius! ¿Cómo podían haber entrado?
Casi enloquecido por el dolor y sintiéndose físicamente enfermo mientras acariciaba el cabello de una de sus mejores amigas, la respuesta vino a él repentinamente. Kreacher.
Harry gritó por tercera vez llamando con ansiedad al maldito elfo y cuando finalmente apareció al final del corredor, con una sonrisa socarrona en su pequeña y disgustada cara, una rabia como nada que Harry hubiese sentido antes lo consumió, carcomiendolo por dentro, tomó al pequeño elfo por los trapos sucios que usaba y lo azotó contra la pared.
- ¡¿Por qué?! – Le gritó a la pequeña bestia. – ¡¿Por qué harías algo como esto?!
- ¿Kreacher? – la cosa vil graznó, su sonrisa satisfecha ampliándose. – Kreacher no hizo esto, Kreacher lo vio, Kreacher lo observó.
La mente de Harry se había quedado en blanco, antes de golpear al elfo doméstico contra la pared. – ¡Eres un mentiroso!
Kreacher rió a carcajadas. – Kreacher lo observó, Kreacher lo vio arrasó por toda la casa como un inmundo hombre lobo, ¡atacó a los viles traidores de sangre y a la Sangre Sucia! Kreacher está feliz de que Harry Potter librara a esta antigua y noble casa de ellos, ¡mi Ama estaría tan feliz!
Frente a ese pensamiento, su expresión socarrona se había ampliado para mostrar sus dientes en una malvada sonrisa antes de exhalar un suspiro, casi excitado y perversamente satisfecho por lo que había sucedido la noche anterior, continuó cavando el cuchillo más profundo mientras Harry se sostenía a la pared completamente aturdido.
- ¡Los traidores suplicaron a la bestia, pero el inmundo media casta los mató y luego cayó dormido limpiando su pelaje en el salón principal y se despertó ahí cuando la luna fue reemplazada con el sol!
Harry dejó caer al miserable elfo viéndolo escabullirse antes de deslizarse al piso cuando sus temblorosas rodillas se negaron a sostenerlo por un segundo más. Sabía que la casa era imposible de penetrar; el hechizo Fildelius no habría permitido que Kreacher trajera a alguien a través de las barreras hacia la casa o Sirius ya lo hubiera matado para entonces. Ignoró ese hecho porque su mente no quería pensar en lo obvio. Que alguien debía haber sido adminido por las barreras, había sido admitido por el hechizo Fidelius y había estado en la casa cuando todo sucedió… y él era el único al que había dejado con vida.
Tocó el lugar en donde fue mordido por Remus hace un mes y sintió el miedo asirse de él. Si Remus lo hubiese contagiado cuando lo mordió, entonces tenía sentido que ahora fuera un hombre lobo también. Kreacher lo había visto. Observo a su alrededor y sintió lágrimas quemando en sus ojos al ver la vidriosa mirada perdida de Ginny, desgarrada desde su hombro hasta su cuello, una mordedura mortal de un animal grande, como un hombre lobo.
La Sra. Weasley estaba cerca del cuerpo de Ginny, un poco más próxima a la habitación que compartía con Ron, todavía estaba en una posición protectora, apesar de estar tumbada contra la pared con la varita apretada en su mano. Ella murió primero, unas profundas heridas cortaban su cuerpo, despedazando su pijama y la carne bajo él, como si afiladas garras hubieran sido hundidas en su cuerpo y lo hubieran rasgado hacia el exterior, arrancando sus entrañas. Debió haber sido una muerte muy dolorosa y al verla dejó salir un simple sollozo.
Luego vio a Hermione, el otro cuerpo en este piso. Sus brazos y piernas estaban abiertos como si algo grande y pesado la hubiera atacado, su cuello torcido en un extraño ángulo, obviamente roto, el hueso arponeaba a través de su piel, una reluciente lanza de hueso blanco y brillante. Un recuerdo destelló a través de su mente, la sensación de una lengua envolviéndose alrededor de ese sobresaliente hueso, lamiéndolo para limpiarlo de la sangre caliente. Su recuerdo… su lengua.
Ahí fue cuando perdió la batalla con su turbulento estómago y vomitó con fuerza en el piso, aferrándose a su agitado vientre mientras purgaba todo lo que había comido, enfermo de ver montones de carne humana saliendo de su estomago. Había sido él, les había hecho esto, había matado a su única familia en el mundo, a los únicos que lo habían amado y cuidado.
Ahí fue cuando corrió. No tenía que empacar nada; sólo se puso la misma ropa que había usado la noche anterior, agarró su varita y corrió. Había hecho una cosa terrible, algo atroz, jamás podría perdonarse y no esperaba que nadie más lo hiciera tampoco. El pensamiento de que debería voltear e ir hacia el Ministerio cruzó por su mente, que al menos debería ir con Dumbledore, o esperar a que Sirius y Remus volvieran, pero estaba demasiado asustado de la reacción de la gente, estaba siendo un cobarde y eso no iba ayudarlo mientras corría sin un destino. Su único propósito era alejarse de Londres tanto como le fuera posible antes de que alguien encontrara los cuerpos masticados en Grimmauld Place.
Sirius ya estaba cansado, ayudaba a caminar a un cojo Remus calle abajo justo en la esquina de Grimmauld Place. Era pasado el mediodía y la noche anterior había sido una luna llena terrible que dejó a ambos hechos polvo y con heridas y magulladuras que ya comenzaban a sanar. Las lunas azules usualmente eran malas ya que la segunda lunallena en un solo mes el calendario agotaba al cuerpo de Remus hasta sus absolutos límites con dos dolorosas transformaciones en menos de un mes.
Sirius odiaba las lunas azules y estaba contento de que aparecieran sólo una vez cada par de años. Sirvió de apoyo a un dolorido Remus hasta el final de la calle frente a la ancestral casa Black, odiaba la sensación de picazón del hechizo Glamour que lo cubría, aunque sabía que era necesario y honestamente estaba feliz, el aire fresco era un cambio, así que tomaba lo que podía sin quejas.
Sin embargo, cuando llegaron a los escalones inferiores del número doce, la puerta principal estaba completamente abierta. Eso les dio un impulso de adrenalina para pararse más derechos, enjugándose el cansancio y la fatiga mientras ambos sacaban sus varitas y se aproximaban a la casa cuidadosamente.
Remus, siempre un paso adelante en el juego, incluso después de su segunda luna llena este mes, inmediatamente envió su patronus a Dumbledore y evitó que Sirius se aproximara aún más.
- ¡Harry está ahí! – Sirius siseó furiosamente.
- No sabemos quién está allí con ellos, Sirius, necesitamos esperar un respaldo.
- ¡Qué pasa si está herido, Moony! – dijo Sirius desesperadamente.
- Lo sé Sirius, lo sé, pero si ahí dentro hay varios Mortífagos, entonces necesitamos esperar o sólo seremos más rehenes.
- ¡No puedo esperar mientras mi ahijado está ahí! – Gritó Sirius en un susurro, así no perturbaría a los vecinos Muggles.
- Tenemos qué. – Respondió Remus tristemente.
Afortunadamente, sólo medio minuto después, mientras aún mantenían su discusión susurrada, varios pequeños pops fueron oídos al momento en que distintas personas se Aparecían en Grimmauld Place.
- ¿Qué ha pasado? – Albus Dumbledore preguntó seriamente, luciendo severo e intimidante.
- No sabemos, acabamos de regresar y la puerta principal estaba abierta cuando veníamos por la calle. – Remus explicó racionalmente.
Dumbledore asintió y tomó la posición delantera del grupo, adentrándose al edificio. La parte inferior de la casa parecía normal, sin movimiento, lo cual en sí mismo era anormal ya que debería estar llena de ruido y de gente preparándose para la cena.
- La casa huele a sangre. – Susurró Remus ligeramente, su piel se volvió de un blanco grisáceo.
- Hay sangre manchando el piso y las escaleras – Gruñó Moody, su ojo mágico estaba fijo en algo en el piso encima de él, pero no les dijo qué era.
Despejaron los pisos inferiores; el salón principal era el peor, la sangre manchaba en todas partes, particularmente en la alfombra en medio del suelo, ocultando el tapiz raído como una solución rápida hasta que toda esa cosa pudiera ser arrancada y sustituida.
- Hay un cuerpo por allá. – Dijo Kingsley Shacklebolt con su voz baja y brusca.
Terminaron los pisos de la parte inferior sin encontrar nada y fueron a los pisos superiores. El primer piso era un baño de sangre y Sirius sintió que el piso se movía al ver a los tres cuerpos de las mujeres de la casa extendidos a lo largo del piso, obviamente era lo que Moody había estado mirando.
La pequeña Ginny de catorce años yacía más cerca de ellos con su garganta arrancada, la joven Hermione de dieciséis años justo después de ella con su cuello roto tan gravemente que era obvio cómo la habían matado; y la Sra. Weasley, tirada en una pared donde se hallaba deshecha, había muerto defendiendo a las dos jóvenes, pero había fallado.
- Debemos encontrar a Harry. – Dumbledore rompió el hechizo mientras quitaba sus pálidos ojos azules de las tres mujeres y se apresuraba al segundo piso, donde encontró a Hestia Jones a medio camino de las escaleras, también muerta.
Dedalus Diggle estaba en la parte superior de las escaleras, su cabeza casi completamente decapitada y la mayor parte de su garganta y cuello desaparecidos. Fred y George Weasley estaban en la parte de abajo del tercer conjunto de escaleras, obviamente se habían Aparecido en la parte superior de las escaleras o se precipitaron hacia abajo antes de ser asesinados, uno después del otro ya que Fred aún sostenía los hombros de su hermano, como si hubiera tratado de sacarlo del peligro antes de que muriera también.
La habitación de Harry y Ron era la más sangrienta, la cama de Harry estaba desarreglada, las sábanas completamente desgarradas y cubiertas de sangre. La cama de Ron estaba totalmente volcada, el joven de quince años estaba en pedazos, sus trozos desgarrados y esparcidos por la habitación.
Sirius estaba horrorizado y devastado ante el nivel de brutalidad y absoluta desolación que los Mortífagos habían mostrado ante meros niños. Respiró de manera superficial y rápida, tratando de no oler los cuerpos y la sangre en todo su alrededor. Se sentía ligeramente mareado y aturdido, la mitad de una familia entera había sido aniquilada, dos estimados miembros de la Orden, la única hija de dos Muggles y su ahijado Harry, su responsabilidad, su ultimo deber a James y Lily, estaba perdido.
- ¡Voy a cazar a ese bastardo y matarlo yo mismo! – Se juró viciosamente. – ¡Recuperaré a Harry!
Una risa gutural hizo eco desde el final del corredor y Sirius se giró enfrentándose a Kreacher en un destello fugaz.
- Harry Potter no volverá. – Parloteó felizmente el elfo domestico.
- ¿Qué le pasó? ¡Me dirás qué le pasó! – Ordenó Sirius.
- Él se fue, Amo. – Les informó Kreacher, antes de murmurar por lo bajo. – Hasta nunca a los amigos de los Sangre Sucia y traidores a la sangre, si sólo mi Ama pudiera ver en lo que se ha convertido su casa.
- ¡Dime qué pasó! – Sirius rugió.
Kreacher cacareó de nuevo. – Harry Potter los mató a todos y luego huyó.
- ¡Mentiroso! ¡Te ordeno que me digas la verdad! – Demandó Sirius.
Kreacher sonrió. – Como el Amo desee. Harry Potter los mató a todos y entonces huyó después de que Kreacher le dijera que Kreacher le vio hacerlo.
- Kreacher, ¿quizá podrías tratar de agregar unos pocos detalles más? – Sugirió Dumbledore.
- Harry Potter es un sucio media casta y los mató antes de abandonarlos. – Kreacher obtuvo un gran orgullo y felicidad al decirles.
- ¿Media casta? – Preguntó Dumbledore.
- Con la luna llena se transformó en un sucio hombre lobo. – Parloteó Kreacher.
- ¿Qué quieres decir? – Preguntó Sirius, toda la furia se drenó al escuchar eso. El sentimiento de shock y mareo volvió.
- Harry Potter es una maldita bestia y corrió cuando vio lo que había hecho.
- ¡Pero Remus estaba en forma humana! – Estalló Sirius. – ¡Esto no debería haber pasado!
- Bueno, sucedió. – Moody gruñó. – Necesitamos lograr que Potter vuelva; es el único que puede derrotar a Tú-Sabes-Quién.
- ¡Es una persona, Moody! – Rugió Sirius. – ¡Sólo es un niño de quince años! ¡No un Auror experto!
- Tiene un propósito que cumplir; ¡puede ser un niño después de cumplir con su propósito!
Sirius iba a pegarle a la única pierna del Auror pero fue interceptado por ambos, Kingsley y Remus.
- Pelear no lo traerá de vuelta, esto fue mi culpa. Nunca debí haber estado aquí tan cerca de la luna llena. – Murmuró Remus. – Sabía que era demasiado peligroso.
- No teníamos forma de saber lo furioso que iba a estar Harry cuando llegó; nunca antes había visto algo como esto. –Le consoló Sirius.
- Ésa es la verdad, tú tampoco lo conocías muy bien, ¿o sí, Black? Nunca hubo tiempo para saber cómo es él o verlo sin unas gafas tintadas de rosa. – Señaló Moody.
- Suficiente. – Dumbledore cortó con severidad. – Necesitamos descubrir donde fue Harry, no puedo imaginar qué estará sintiendo ahora mismo, justo después de su primera transformación. Necesitamos estar seguros de que está a salvo y protegido, necesitamos encontrarlo.
- Alertaré a los otros miembros de la Orden. – Dijo Kingsley lenta y cortamente, se giró en sus talones y salió.
- Limpiaré este lugar. – Gruñó Moody. – Simplemente no puedo dejarlos limpiar los cuerpos de sus amigos.
- Veré si puedo rastrear a Harry como Padfoot. – Suspiró Sirius, tirando de su cabello demasiado largo. – Remus, necesitas descansar un poco.
- No lo necesito, iré contigo para que no termines encerrado en un centro de rescate animal otra vez.
- Creo que deben dejar que yo informe lo que ha pasado al Sr. y a la Sra. Granger y a Arthur y a sus hijos mayores también. – Dijo Dumbledore cansinamente, acariciando su barba. – Sólo podemos esperar que Harry no haya llegado demasiado lejos y podamos recuperarlo rápidamente.
Entonces, los cuatro hombres fueron por caminos separados, Sirius y Remus tratando de no mirar los cuerpos que Harry había asesinado involuntariamente mientras estaba en la forma de un hombre lobo con ningún control en absoluto y sin algún recuerdo de lo que había hecho.
Hacía un año que Harry había sido mordido y convertido en un hombre lobo antes de mutilar a sus amigos y familia durante la noche. Un año completo en el cual había luchado para sobrevivir en el magro bosque de Inglaterra, escondiéndose de todo. Civilización, ciudades densamente pobladas, bosques escasos, otros depredadores y también de algunos animales de presa más grandes si es que se sentía particularmente débil.
Pasaba todo el tiempo demasiado asustado, su cuerpo le dolía hasta los huesos por las transformaciones mensuales en un gran hombre lobo y luego de vuelta a su delgado y hambriento cuerpo. Estaba mejorando al momento de recordar qué hacía como un lobo, pero había veces en las que era una maldición con la que prefería no vivir ya que había matado a otras cuatro personas, todos Muggles desprevenidos, cuando su lobo los cazaba como comida cuando las cosas se volvían difíciles para él y no era capaz de comer nada en semanas.
Sin importar cuánto tiempo pasaba, no lograba estar más cerca de controlar a su forma de lobo, no más de lo que lo había hecho esa noche en Grimmauld Place, la noche que rondaba cada una de sus horas de vigilia y lo expulsaba de sus sueños entre gritos la mayoría de sus noches.
Vagaba sin rumbo, siempre anhelando el hogar pero demasiado asustado a buscarlo por miedo a lo que le esperaba. Sirius y Remus, los cuatro miembros restantes de la familia Weasley, los padres de Hermione. Estaba siendo tan cobarde, pero no podía enfrentarlos después de lo que había hecho, no podía regresar y ese simple pensamiento siempre lo hacía llorar.
No sabía dónde se encontraba, estaba en un campo en algún lugar, no creía tener alguna idea de cuán lejos estaba de Londres, o incluso si había regresado pisando sus pasos y estaba justo encima de la gran y bulliciosa ciudad, pero estaba tan hambriento que estaba probando suerte en un viaje poco común a la ciudad para ver si podía robar un poco de pan o algo de fruta. Estaba demasiado hambriento y la luna llena se acercaba, si su parte lobo no comía, entonces el lobo cazaría para ambos y no podría soportar otra muerte de alguna persona inocente comiéndosela sólo para mantenerse con vida.
Se escondía en los alrededores de la ciudad justo antes del amanecer, cuando todo estaba silencioso. Se había vuelto mucho mejor acechando y cubriéndose en las sombras, escondiéndose de cualquiera por miedo a que pudiera herirlos, o peor, que lo reconocieran y lo arrastraran al Ministerio para su juicio y encarcelamiento.
La ciudad era pequeña, más como un pueblo pintoresco, y eso hacía más difícil el trabajo de encontrar comida, porque todo estaba limpio y ordenado, así que ahí no había alimento abandonado que pudiese comer. Su única opción era robar y la situación se le presentó demasiado convenientemente. Parecía sospechoso.
Una casa en la pequeña y pintoresca villa tenía una ventana abierta que lo llevaba directo a la cocina. Casi era demasiado bueno para ser verdad. Quería evitar la casa, dejarla sola, era sospechosa, no hacía tanto calor como para tener una ventana abierta por la noche, se sentía planificado, se sentía sospechoso, pero estaba tan hambriento y la idea de dejar pasar esta oportunidad era casi una invitación para que su lobo cazara a otro humano inocente en pocos días era insoportable y un gran peso en su consciencia ya sobrecargada.
Fue ese pensamiento el que lo hizo deslizarse al otro lado de la ventana abierta, forzando todos sus sentidos. Se deslizó dentro cuando no oyó, vio y ni olió algo. Le tomó un increíble cuidado bajar su cuerpo del mostrador al piso y rápidamente a saquear la cocina buscando comida, usando su sucia y harapienta camisa -la única con la que había huido el año pasado- para mantener todo lo que encontraba. Se sentía terrible por robar toda la comida que podía sostener, pero estaba tan hambriento.
El crujido de una tabla en el segundo piso lo congeló como lo estaría una presa, no el depredador que se supone que era, pero estaba tan aterrorizado que dejó salir un suave chillido. Se movió antes de lo que lo haría una presa, sin esperar un sonido más para confirmar lo que ya sabía, trepó el mostrador con los brazos cargados y accidentalmente pateó un vaso de vidrio del lavaplatos.
Se estrelló y el sonido de los pies corriendo escaleras abajo lo hizo entrar en pánico forzándose a salir por la ventana, enganchando su brazo en el marco y su cabeza en la ventana antes de correr por el bosque agarrando su precioso paquete de comida. Oía chillidos y gritos, sabía que tenía que seguir corriendo por tanto tiempo como le fuera posible; todavía no podía disfrutar de su comida robada. Necesitaba estar a salvo primero.
Las ventajas de ser un hombre lobo, incluso uno muy debilitado y hambriento, era que podía correr por mucho tiempo sin necesidad de detenerse. Su resistencia había mejorado mucho y en el momento en que paró de correr había pasado a través de dos bosques más y se detuvo, exhausto, en medio de la oscuridad.
Consiguió recuperar su aliento mientras su cuerpo escocía al descansar, su estómago se apretó de anticipación y ahora sí Harry comenzó su festín atiborrándose con su comida robada, detestaba perder algo de esto cuando no sabía cuándo sería su próxima comida. Al principio, cuando vivir sin comodidades era algo nuevo, había guardado comida para los días siguientes, pero sólo después de la segunda vez que había hecho esto, un grupo de cazadores humanos lo había forzado a huir de su fuente de alimentos. Nunca lo persiguieron de nuevo; en vez de evitar la pérdida de su preciosa comida, se llenaba hasta que casi enfermaba por comer en exceso.
Pensó que había tenido práctica con la limitada ingesta de comida con los Dursleys, nada lo había preparado para este nivel de hambre, aquellos primeros meses de invierno definitivamente habían sido los peores y había temido morir. No había nada para cazar, no había vegetación, no podía asaltar ninguna tierra de cultivo de vegetales, los arboles estaban desprovistos de fruta y no podía generar el calor corporal suficiente para mantenerse tibio en la nieve. Se había acurrucado en arboles podridos, esperando que las hojas en descomposición y ramas lo ayudarían a mantenerse caliente. Lo hicieron, pero sólo lo necesario.
Había sobrevivido a esos dos y tantos meses debido a su lobo, quien había acechado, cazado y comido a un humano solo e inocente cada luna llena, dejando muy poco debido a su hambre, no podía comerse los huesos, aunque a veces, si el lobo tenía tiempo antes de que el sol surgiera, podía partir los huesos con sus dientes y lamer la médula; y no importaba cuan hambriento estuviera, nada podía hacer que se comiera los intestinos, pero casi todo lo demás era devorado. Había cogido cada bocado de carne de ese cuerpo, se comió todos los órganos, todo fue a su estómago, y la idea a menudo lo hacía sentirse enfermo cuando despertaba, sabiendo lo que había hecho en su forma de lobo, pero sobrevivió.
Con su barriga llena a reventar, Harry se acurrucó alrededor de la base de un árbol. El invierno estaba regresando rápidamente y necesitaba prepararse para eso, necesitaba encontrar una manera de conseguir comida sin dejar que su lobo cazara humanos cada luna llena, necesitaba ponerle fin a ello, la culpa se lo estaba comiendo vivo.
Arthur Weasley paseaba por su hogar, se sentía tan vacío como lo estaba la casa. Su esposa estaba muerta, sus gemelos, su hijo menor y su única hija, todos muertos. Se sentía vacío.
Su hijo mayor se había mudado con él, a pesar del dolor que debía estar causándole estar en esta casa, pero Arthur no podía soportar la idea de abandonarla, la había creado con su esposa, llenado con sus amados hijos, sin importar el dolor que le traía revivir los recuerdos que venían con cada cosa en cada habitación.
Cuando se lo dijeron por primera vez, no quiso creerlo, pero sabía que Dumbledore no le mentiría sobre algo tan serio y grave, a Sirius no le hubiera creído inmediatamente, ni siquiera a Remus, pero no podía negárselo a Dumbledore, por lo que la incredulidad se había marchado con rapidez.
Al principio estuvo vertiginosamente enojado con Harry por matar a cinco miembros de su familia, pero se desvaneció tan pronto como Charlie, quien volvió a casa tan pronto como hubo recibido la lechuza explicando lo que pasó, señaló que Harry no lo hizo a propósito y estaría sintiéndose dos veces más mal de lo que todos ellos lo estaban haciendo.
Cuando lo puso de esa manera, con el recuerdo de que Harry había sido un chico de quince años en ese momento, no podía estar enojado con Harry, ni siquiera podía odiar a ese muchachito que había serpenteado su camino hasta su familia y a su corazón como un hijo adoptivo. Amó a Harry como uno de los suyos, como lo había hecho Molly. No podía odiar a ese pequeño, el único que había salvado su propia vida un mes antes del ataque y quien salvó la vida de Ginny también. Harry no lo habría hecho a propósito; no lo habría hecho si hubiese tenido algún tipo de control sobre sí mismo, eso lo sabía.
Su ira y enojo se trasladaron a la persona que había convertido a Harry, el hombre, quien como un hombre lobo, debió de haber sabido que no debería ir alrededor mordiendo a gente joven no importa si era en su forma humana o no. Le dio un enorme puñetazo a Remus y todavía se negaba a hablar con el hombre que había mordido a Harry. Desde su punto de vista si no hubiese mordido a un chico de quince años, Harry no se habría transformado y más de la mitad de su familia aún estaría viva. Pero incluso ahora el odio hacia Remus estaba muriendo después de haber visto al hombre romperse y aceptar toda la culpa del incidente en sus propios hombros. Arthur no podía resignarse a ser una persona vengativa, nunca lo había sido y sentía culpa por eso también, no podía odiar o guardar rencor contra la persona que había causado que más de la mitad de su familia fuera puesta en sus tumbas de forma prematura.
La verdad era que ni siquiera él habría movido a Harry de Grimmauld Place si hubiese estado ahí, no habría sabido entonces que una mordida humana en el día de la luna llena habría causado que Harry fuera infectado al mes siguiente, especialmente después de que no había cambiado la noche en la que había sido mordido. E incluso si hubiese estado ahí, en Grimmauld Place la noche en la que Harry cambió, ¿qué pudiese haber hecho contra un hombre lobo salvaje que se encontraba bajo amenaza acorralado en una esquina? Dos miembros de la orden no habían sido capaces derribar al hombre lobo, ¿qué esperanza tenía de derribarlo él? No era un Auror. No, era probable que también hubiese muerto, dejando a sus tres hijos mayores huérfanos y sin cuatro de sus hermanos menores. Al menos de esta manera él aún estaba aquí para protegerlos y ahora contaba con esa bendición. Molly estaba con sus cuatro hijos menores, observándolos, era justo que él se quedara con los mayores.
También vino algo bueno de este ataque, una pequeña buena ración en medio de todo esto. Percy había vuelto a contactarse, sorprendido por hablar de nuevo con ellos por la noticia de que la mitad de su familia ahora estaba muerta, incluyendo a la Madre a la que se había rehusado a hablar por más de un mes. Percy ahora le hablaba constantemente, dejándole flores frescas sobre su tumba cada semana y sentándose y hablándole por una hora en cada oportunidad.
Arthur extrañaba todo ahora que se había ido, las prisas, el bullicio, el desorden, el ruido, la loca carrera a Hogwarts el primero de Septiembre; extrañaba las tardes acogedoras leyendo el periódico, su esposa acurrucada a su lado tejiendo otro sweater. Extrañaba escuchar reír a Ginny mientras molestaba a sus hermanos mayores, la manera en la que ella pedía un nuevo vestido o un par de zapatos, extrañaba las conversaciones de Ron sobre los Chudley Cannons y su emoción por otro de los brillantes posters naranjas que venían en la mañana con El Profeta, extrañaba a sus traviesos gemelos y la destrucción que los seguía, siempre unidos por la cadera mientras experimentaban en su habitación. Extrañaba a su familia.
Tampoco ayudaba que después de un año Harry aún no fuera encontrado. Nunca lo dijo, particularmente no enfrente de Sirius, pero hubo algunas personas diciendo que Harry estaba muerto. Enero y Febrero del año pasado habían sido particularmente fríos, ¿qué esperanza tenía de sobrevivir un chico delgado de quince años como Harry? Este año se pronosticaba que el invierno sería incluso más frío, hombre lobo o no, si Harry no moría todavía, probablemente lo haría pronto si no lo encontraban antes de que azotaran las nevadas.
Sabía que Harry estaría sintiéndose terriblemente culpable y enojado consigo mismo por lo que había pasado y por lo que había hecho sin saber, y Arthur quería decirle que no necesitaba estar enojado o sentirse culpable, que eso no era su error, que nadie podía haber sabido lo que había pasado. Quería decirle a su hijo adoptivo que no era su culpa lo que había pasado. La culpa descansaba únicamente en Remus Lupin, y quería encontrar a Harry para meterle en la cabeza que no era su error, él era demasiado joven para tomar la culpa de los adultos, que sólo tenía dieciséis años, ni siquiera era un hombre, sólo era un muchacho delgado y pequeño. No era su culpa.
El invierno golpeó más temprano que el año pasado y más frío también, la comida escaseaba y Harry se estaba congelando. Hacía mucho tiempo que había perdido sus zapatos, caminó con ellos hechos pedazos hasta que un día los pedazos simplemente se desprendieron de sus pies y ahora estaba asustado de perder los dedos de sus pies al frío.
Todo su cuerpo estaba entumecido, sus sistemas parecían estar cerrándose ya que no podía sentir mucho de nada y todo parecía más lento de lo que debería ser. Su gracia salvadora fue una choza abandonada en medio de la nada, parecía una vieja cabaña de cacería, pero tenía un techo y no había nieve dentro.
Harry se refugió en el interior y agradeció a sus estrellas de la suerte cuando encontró una mohosa manta vieja en un armario. Olía a humedad y a décadas de antigüedad, pero no le importaba, era otra capa de protección contra el viento cortante y la nieve inflexible. La envolvió alrededor de su delgado cuerpo, enrollándola alrededor de sí mismo dos veces antes de acurrucarse en un rincón y coger unas pocas horas de sueño.
Harry se despertó en medio de la noche sintiéndose extraño. Se sentía afiebrado y casi enloquecido, una burbuja de miedo brotó en su interior al sentir a su lobo bajo la superficie de su piel. No era luna llena, ¿qué estaba haciendo su lobo? ¿Es esto lo que Remus había sentido cuando lo mordió? ¿Su lobo había estado tan cerca de la superficie que había sido contagioso cuando lo mordió ese día?
Pensar en Remus dolía, pensar en Sirius dolía, no los había visto en un año; su cumpleaños número dieciséis lo había pasado con miedo y un estómago hinchado por el hambre severa. Su lobo había tomado el control, casi demasiado débil para cazar, pero encontró a un campista humano que estaba perdido, y ambos comieron y sobrevivieron, aunque la abrumadora culpa de tomar otra vida humana estaba destruyendo su alma.
Harry se deslizó fuera de su manta-capullo, sus pies descubiertos crujieron en la nieve fresca que cayó mientras dormía. Su lobo se animó y olfateó el aire, notando algo que Harry como un humano había omitido ayer: estaba en territorio reclamado.
El miedo fue instantáneo e inundó su cuerpo entero mientras esforzaba cada uno de sus sentidos a escoger el camino más seguro para abandonar el territorio reclamado y no ser asesinado por su entrada ilegal. Para este momento la manada de lobos, o el lobo solitario, que había reclamado este territorio sabría de su invasión, podían estar acechando sus pasos ahora mismo desde donde habían descubierto su aroma irrumpiendo el límite de su territorio. Necesitaba salir ahora.
Caminó con los hombros caídos, manteniéndose agazapado, tratando de no hacer mucho ruido, no era fácil en la crujiente nieve que escondía ramas, rocas, hojas en descomposición y madrigueras abandonadas. No regresaría por el camino por el que había venido. Si el lobo o lobos que habían reclamado este territorio estaban siguiendo su olor a través de éste, entonces caminaría directo hacia ellos, en lugar de eso fue a un lado, olfateando y forzando su audición, observando su camino, siguiendo las señales y en un minuto su lobo estaba moviendo sus orejas y dando pequeños jadeos.
Fue un buen plan, mientras duró. Había una cosa que Harry había pasado por alto en su miedo y prisa por dejar el territorio reclamado que había invadido inadvertidamente. La sensación febril que sintió cuando se despertó la primera vez.
Como nunca antes tuvo alguna experiencia en tal cosa, fue empujado a un lado en medio de su miedo, pero los meses de invierno eran la temporada de cría de los lobos y los hombres lobo no eran la excepción a esto, y Harry, como un lobo sumiso -no es que el supiera que era un hombre lobo sumiso- había entrado en celo, por lo tanto la manada de hombres lobo macho detrás de él estaba en un estado de excitación y alta tensión mientras lo rastreaban rápidamente y con determinación a través de la nieve, moviéndose mucho más rápido que el cauteloso paso que Harry había establecido para sí mismo.
De repente atraparon a Harry desprevenido, y el miedo en su estómago y pecho casi detuvo su respiración mientras los cuatro machos empezaban a acosarlo y olfatearlo.
Era atemorizante a sus dieciséis años, no sabía qué hacer ahora que estaba atrapado, sólo sabía que iba a morir al final de cualquier deporte que encontraran en él. Fue codeado, olfateado, empujado y tirado, y dejó escapar un suave gemido. Los hombres rieron y lo agarraron, Harry trató de acurrucarse más abajo intentando parecer más pequeño y menos amenazante.
- Estás en el territorio equivocado para estar en celo, lindura. – Un hombre gruñó ásperamente. – Nuestra manada es toda de machos desemparejados.
El miedo rasgó a través de Harry y dejó salir un gruñido, advirtiendo a los machos y alejándolos de él. Ellos lo ignoraron, a él y a su gruñido de advertencia, en realidad se rieron. Lo mordían mientras Harry trataba infructuosamente de mantenerlos a raya, pero era vastamente superado en número, estaba luchando una batalla perdida contra los cuatro machos más grandes y fuertes. Ellos obviamente estaban bien alimentados; él no había comido nada en semanas.
Lo molestaron con preguntas y preguntas, agotándolo, empujándolo y tirándolo al suelo, tratando de mantenerlo abajo mientras el miedo y el pánico que sentía se hacía más y más fuerte. Y entonces pasó la peor cosa posible. Un aullido humano se oyó en la distancia y los cuatro hombres respondieron feliz e inmediatamente, su macho alfa los estaba llamando.
Era extraño oír a un humano aullando, pero Harry estaba demasiado asustado para preocuparse cuando un quinto hombre entró al claro. Su agudo rostro tenía un profundo ceño fruncido, hasta que su nariz se crispó e inhaló profundamente, entonces una lobuna sonrisa cubrió su rostro cuando se aproximó, apartando a los otros cuatro hombres a su paso, casi perezosamente puso una mano grande y áspera en sus cabezas los empujó con fuerza por lo que perdieron el equilibrio y casi cayeron a sus pies.
Harry quería correr, sus instintos le decían que corriera, pero su lobo le decía que era una muy, muy mala idea mientras sus orejas se aplanaban contra su cabeza. El hombre frente a ellos era un lobo alfa, el lobo alfa de la manada de lobos en cuyo territorio había tropezado sin querer. Los perseguiría y mataría si corrían.
- Ha pasado mucho tiempo desde que un pequeño cachorro vino tan arrogantemente a mi territorio, incluso más tiempo desde que ese pequeño cachorro fuera un lobo sumiso desemparejado. Sumisos como tú tienden a evitar mi manada de machos desemparejados. – El macho alfa gruñó entre su voz ronca y profunda, viéndolo a través de sus profundos y oscuros ojos azules.
- ¡Es un macho sumiso, alfa! – Uno de sus machos desacoplados canturreó felizmente, emocionado por la perspectiva y excitado por las hormonas de apareamiento liberadas por el sumiso. – ¡Está en celo!
El lobo alfa pateó al macho que había hablado, tirándolo de sus pies, derribándolo hasta suelo, donde gimió y se arrastró en su vientre para frotar su barbilla sobre los pies descubiertos del alfa. El alfa lo empujó con su pie con indiferencia y el hombre se arrastró lejos y lentamente se paró de nuevo, pero mantuvo sus hombros encorvados y su cabeza gacha. El lobo alfa no quitó su dura mirada de Harry durante todo el intercambio.
- ¿Eres una perra alfa? – se burló el macho alfa. – ¿O quizá eres una humilde perra omega que ha sido usada tan a menudo por los machos beta que ya nadie te quiere?
Harry se acurrucó haciéndose más pequeño.
- Bien, ¿cuál eres? – espetó el alfa, empuñando su mano, se aterró ante la idea de que iba a ser golpeado como lo había sido el lobo macho más grande y fuerte, Harry se apresuró a responder.
- ¡No lo sé! – chilló.
El alfa lo miró pensativamente, sus ojos ganando una suave arruga en los bordes mientras miraba críticamente a Harry.
- ¿Cuántos años tienes? – demandó de repente.
- Di… dieciséis. – Harry respondió rápidamente, pasando por alto la palabra en su prisa por complacer al alfa ya que no quería ser lastimado.
- Entonces éste es tu primer celo de apareamiento después de tu madurez; realmente elegiste estar en un mal territorio. – Luego sonrió, con maldad, cruelmente y el corazón de Harry se desplomó. Iba a ser lastimado.
- Éste es mi territorio y tú estás en él, eso te hace mío. – dijo con simplicidad y antes de que Harry pudiera decir algo o reunir suficiente coraje para argumentar que él no era una posesión, fue cogido alrededor de la cintura, tirado hacia arriba sobre un enorme hombro y transportado a las profundidades del bosque que era territorio de este alfa.
Harry estaba asustado. Parecía ser que era su emoción primaria desde que despertó hace un año en Grimmauld Place, pero tenía dieciséis años, había estado viviendo solo por su cuenta en la naturaleza por más de un año ya. "Normal" ya no estaba en su diccionario.
Fue llevado a una pradera cubierta de hierba con un claro despejado justo junto a él. No se engañaba ni por un momento al pensar que podía escapar. Estaba en el corazón del territorio del lobo alfa y ese mismo lobo alfa no había quitado sus ojos de él desde que lo trajo aquí. El alfa estaba sentado en una roca sobre él, viéndolo sentado en la pradera mientras Harry se sentaba quieto y calmado, respirando el perfume de los guantes de zorro, campanillas azules y botones de oro. Estaba seguro que tan pronto como se moviera, el alfa saltaría de donde estaba sentado y llegaría junto a él antes de que pudiera dar tres apresurados pasos, no importaba cuan perezoso y relajado pareciera estar descansando bajo el débil sol de invierno.
Harry se movió minuciosamente, retorciendo su trasero para conseguir más comodidad y vio que todos los machos a su alrededor se ponían rígidos, sus músculos tensándose listos para un vuelo a través del bosque en el momento en que se levantara y huyera. Harry hizo lo opuesto. Tendió su cuerpo cansado en el largo césped, sintiendo la magia cosquillear sobre su piel mientras mantenía el prado vivo en el invierno.
Todo lo demás a su alrededor estaba cubierto de nieve, escasa y muerta, excepto por esta parte mágica del bosque la cual estaba llena de larga hierba y flores silvestres. También estaba caliente, no tan caliente como para acostarse alrededor sin ropa, sino lo suficientemente caliente para que su piel ya no estuviera teñida de azul o entumecida. Pensó que esa podía ser la razón del alfa al ponerlo en el prado en primer lugar.
Debió haberse dormido porque lo siguiente que supo fue que despertó con los brazos de alguien, que eran como el acero, envueltos alrededor de su pecho y estómago a pesar de que su dueño estaba profundamente dormido.
Se retorció y luego se acomodó, antes de retorcerse de nuevo y esos brazos se apretaron aun más a su alrededor, quitándole el aliento por un segundo.
- Mantente quieto. – La profunda y ronca voz del macho alfa gruñó en la parte trasera de su cabeza.
- Y…Yo necesito… – Harry se interrumpió a sí mismo antes de ser castigado y se acurrucó en esos brazos aún a su alrededor, probablemente para asegurarse de que no huiría mientras la manada dormía.
- ¿Qué necesitas? – el alfa gruñó, su voz áspera por el sueño, su tono molesto.
- Necesito mear. – dijo tan confiadamente como podía.
Eso hizo que el alfa dejara salir un resoplido de risa.
- Ve entonces. – el alfa le alentó, pero no lo dejó ir.
Harry se retorció un poco más, tratando de soltarse, pero esos brazos eran como piedra a su alrededor.
- Eres un lobo; no necesitas ningún árbol contra el que mear como un perro común. Muéstrame que eres mi subordinado y mea dónde estás.
- No. – Harry dijo estúpidamente y en un parpadeo, estaba en su espalda clavado en el suelo cubierto de hierba con el alfa cerniéndose sobre él, los dientes descubiertos directo frente a su rostro, clavándolo al piso tan fuertemente que los hombros de Harry protestaron con un ruido seco.
- ¡No me desafíes! – el alfa gruñó.
Harry se acurrucó tanto como podía y giró su cabeza a un lado para mostrar su garganta, arqueando su espalda para frotar su vientre vulnerable contra el del alfa duro como roca encima de él.
El alfa se rió entre dientes profundamente y comenzó a olfatear alrededor de su cuello.
- ¿Simplemente te estás disculpando conmigo, pequeño lobo, o te estás ofreciendo a mí?
- Disculpando. – murmuró Harry.
- Cambiarás de idea sobre eso muy pronto, cuando la temporada de cría te ponga más fértil, en todo lo que pensarás es en tener cachorros, pero no te preocupes, eres mío, no dejaré que mis subordinados te tomen, tus cachorros serán míos.
- No estoy listo para cachorros. – Dijo Harry suavemente.
- No me importa. Ha sido una década desde que olí a un sumiso maduro y tú hueles tan bien, por ahora estás sin reclamar, pero cambiará con el tiempo. Éste es tu primer periodo fértil; cambiarás pronto de opinión también.
Harry no dijo nada, no lucía como si tuviera una opción de cualquier modo, pero cuando cedió sin argumentos, el alfa lo dejó ir y le dio un empujón.
- Ve a mear contra ese árbol y regresa rápidamente. Estás demasiado frío para estar sin mi cuerpo caliente.
Harry salió corriendo antes de que el alfa pudiera cambiar de opinión. No sabía lo que había hecho que el alfa lo dejara usar el árbol en primer lugar, pero no iba a tentar su suerte. Fue al árbol que el alfa le dijo que usara y algo le dijo que se agachara. No lo cuestionó cuando se puso en cuclillas y orinó, antes de volver rápidamente con el alfa, quien lo tiró hacia abajo y lo envolvió con ambos brazos antes de sostenerlo firmemente contra su barbilla y vientre.
A Harry le tomó un tiempo viajar rumbo al sueño de nuevo, pero lo consiguió después de un rato y el calor del macho alfa tras él le ayudó bastante. Había estado tan mordazmente frío últimamente que era agradable tener un cambio, incluso si era un pequeño cambio y aun estaba bastante frío.
Se despertó varias horas más tarde cuando el macho alfa removió su espalda de su cuerpo. Se dio la vuelta confundido y vio al enorme hombre estirando su cuerpo encima de él, su columna crujiendo satisfactoriamente mientras daba un bajo gruñido. El alfa lo miró y rió profundamente.
- Es tiempo de levantarse pequeño sumiso, quiero presentarte a toda mi manada, pero no te preocupes, les impediré que te molesten demasiado de manera sexual, después de todo eres mío ahora, pero todos ellos están desacoplados, están obligados a empujar un poco su suerte con un pequeño sumiso fértil como tú viviendo con ellos. – El alfa sonrió.
Harry tragó, pero se sentó lentamente. Tenía la sensación de que el alfa estaba jugando con él y el brillo maligno en esos ojos azules le dijo a Harry que los machos en la manada no iban a ser gentiles o respetuosos de sus límites. El miedo del día de ayer volvió diez veces peor mientras se levantaba de la maltratada pradera, y más allá, sobre el despejado claro vio a un grupo de ocho o nueve hombres que estaba luchando y gruñendo encima de lo que parecía medio ciervo salado.
Trató de reducir la velocidad, pero el macho alfa sólo tiró de él como un niño pequeño antes de detenerse justo frente al grupo de machos desacoplados, quienes detuvieron su lucha, el juego del tira y afloja sobre el ciervo que tenía por desayuno y los miraron a ambos, a su macho alfa y a él.
Harry trató de retroceder alejándose de ellos pero el alfa lo mantuvo inmóvil con una fuerte, y apretada mano mientras esos diferentes colores de ojos se giraban todos hacia él. Tragó acurrucándose, no quería quedarse solo con estos hombres.
