Las noches del año perdido

Al principio, la idea de David sobre ocupar los dormitorios más próximos pareció muy buena. La seguridad era primordial, sobre todo cuando los monos voladores y la magia venenosa de Zelena acechaban al castillo. Sin embargo, de pronto para Snow la idea ya no es tan buena. Tanto ella como David están acostados sobre su cama con dosel, con los brazos cruzados, mirando al vacío, como las últimas noches, sin ser capaces de mirarse a los ojos siquiera. Ambos no pronuncian una sola palabra, sólo escuchan los ruidos incesantes que vienen de la habitación de al lado: murmullos, gemidos, el rechinar de las tablas de madera de la cama, golpes en la pared y algunas risas ahogadas. Nadie advirtió que las paredes de roca fuesen tan poco gruesas y que, además, producían un prolongado eco.

—Bueno, parece que, definitivamente, a Regina le agrada Robin Hood —dice David mirando finalmente a Snow sin remedio.

—¡David! —replica Snow en un susurro con las mejillas sonrojadas.

El príncipe encantador sólo se encoge de hombros, toma una de las almohadas de plumas y se cubre la cabeza con ella. Finalmente él quiere dormir, sin importar que los vecinos sean poco silenciosos.

Snow intenta cerrar los ojos, pero no puede dormir. Está segura que, por más que lo intente, no será capaz de olvidar el traumático momento.

OQ

A la mañana siguiente, todos desayunan en el comedor del castillo. Snow y David lucen cansados, igual que el resto de los presentes, excepto Robin Hood, quien engulle con rapidez todos los alimentos que Granny ha puesto sobre la mesa al lado de su pequeño hijo Roland. Algunas miradas acusatorias se centran sobre el arquero.

—Buenos días —saluda de pronto la voz de Regina, con la seriedad de siempre, y todos responden en un murmullo quejoso.

La reina aparece en el comedor como todas las mañanas, ataviada en uno de sus exóticos vestidos y maquillada como de costumbre. Robin levanta la mirada con una expresión seria en cuanto ve a Regina.

Milady —dice el ladrón con una inclinación de cabeza.

Regina responde inclinando su cabeza también y, cuando nadie ve, cuando nadie lo espera, ambos intercambian una sonrisa.

—Llámenme loco, pero yo creo que esos dos se traen algo —dice en un susurro Grumpy a los Charming y éstos sueltan un suspiro.

Fin.


N/A: Quería escribir esto desde hace mucho tiempo... Bueno, por fin lo he hecho.