Simple debilidad


Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, son creación de Rumiko Takahashi. FF creado sin fines de lucro.


(Universo original)

|Narrador|

Nadie conocía a Kagome de esa forma, nadie era consciente de lo que podía llegar a hacer o de lo que era capaz de apostar... No, nadie se lo esperaba.

—Aléjate de mí. —Ordenaba el de cabellos plateados con molestia.

Su despacho se hallaba desordenado, ya que especialmente esa semana se había encontrado ocupado con acuerdos, dictámenes y suplantaciones de propiedades que firmar. Simplemente no contaba con el tiempo suficiente para atender las necesidades de la sacerdotisa (o como él le llamaba: caprichos) y mucho menos para estar discutiendo.

Tomó asiento en su silla y colocó algunas cartas sobre la mesa.

—Teníamos un trato. —La mencionada, ya harta de las disputas tan usuales con él, lo miró acusadora—. Recuerdo haberte dicho que me llevarías con mi grupo después de "ese" favor, Sesshōmaru.

—Las cosas cambian.

Su respuesta resonó en la cabeza de su compañera, golpeando cada espacio de su mente y logrando deshacer la poca cordura y prudencia que le quedaba—. Debes estar bromeando, me he partido la espalda quitando los sellos de esa estúpida caja como para que me quedes mal. No, no lo acepto. —Sus manos golpearon el firme escritorio de caoba, logrando sacarle un alarido al no medir bien sus acciones—. ¡Cumple con tu parte!

Ya fuera de sus casillas; el lord se paró rápidamente de su lugar, mandando a volar algunos papeles y sacando un pequeño respingo por parte de la fémina. A limpias zancadas, se acercó veloz hasta quedar frente a la joven que le miraba retadora—. Escúchame bien, mujer.

—Te escucho fuerte y claro.

—Estás en mis dominios, por lo tanto, el respeto que debes guardar hacia mí es algo esencial.

—El respeto que debo tenerte llega hasta donde el tuyo llegue. Tú no estás cumpliendo con tu parte, Sesshōmaru, así que yo puedo fácilmente dejar mi trabajo e irme.

—¿Qué te hace creer eso?

—Es sentido común, algo que al parecer tú no conoces.

Silencio. Los invadió un largo silencio lleno de miradas carentes de simpatía. Se odiaban, ninguno de los dos se esforzaba en demostrar lo contrario. A veces les gustaría ahorcarse hasta que uno de los dos tomara un color morado o arrancar sus lenguas para evitar futuros comentarios; mas no era posible, por mucho que desearan y les excitara la idea de verse el uno al otro derrotado, requerían sus servicios mutuamente.

Un gruñido salió de su fornido pecho masculino. ¿En qué momento se había metido en esa situación? "Cuando devolvieron la caja, parte de la herencia de mi padre, llena de pergaminos sagrados. Fue entonces que me vi obligado a llamar sin más opciones a la humana para que se deshiciera de estos… Padre, espero que valga la pena todo este lío", se respondió a si mismo el inmutable.

Kagome, tratando de jugar con él, cambió su mirada por una mucho más tranquila; llamando inmediatamente la atención del muchacho—. Sesshōmaru —canturreó con su dulce voz—, no quiero pelear contigo. —La examinadora mirada del lord seguía atentamente los ahora lentos y seductores pasos de la humana. Se dirigía a la puerta, pero no precisamente para retirarse.

Sus delicadas manos pusieron el seguro, para después mirar de soslayo la expresión del demonio.

Lo tenía donde lo quería.

—¿Qué estás tramando?

—Oh, nada… Sólo creo que deberías despejarte un poco. —De nuevo, a la misma velocidad y pasos cruzados, asechó a Sesshōmaru cual depredador.

Para él, todo estaba pasando demasiado rápido. ¿En qué momento se invirtieron los papeles? No estaba seguro y no le gustaba, desconfiaba infinitamente de su acompañante y sus repentinos cambios de humor. ¿Cómo era que alguien pudiera manipular de esa manera sus emociones? No lo sabía, tampoco le interesaba mucho, pero le parecía una excelente táctica.

Una vez frente a frente, la joven posó sus delgados dedos sobre la armadura del aburrido hombre, deshaciendo los nudos del hilo rojo que la sostenían—. ¿Pesa mucho? —inquirió con intriga.

Él se limitó a asentir. Claro que ya estaba acostumbrado a ella, pero para alguien que no la usaba a diario podría representar un martirio. Sabiendo que la sacerdotisa no sabría cómo quitarla o sostenerla, alejó sus inexpertas manos de si para terminar el trabajo. Pronto, aquellos pedazos de metal descansarían en algún lugar de la gran estancia.

Suspiró. Quizá, sólo quizá aquella chica no estaba tan equivocada. Un pequeño descanso no le vendría nada mal.

|Sesshōmaru|

Por alguna extraña razón no podía quitar mi vista de ella, tal vez sería que estaba actuando tan impropiamente que me quedé perplejo o solamente estaba relajado; cualquiera de las dos opciones sonaba cuerda para mí en esos instantes.

Noté como señalaba mi silla, quería que tomara asiento—. Debes estar muy cansado —afirmó.

—No lograrás nada con esto —dejé en claro cuando accedí a sus señales. No era estúpido, sabía perfectamente a donde quería llegar.

—¿Estás seguro? —Sentí sus manos sobre mis hombros, ella se había posicionado detrás mío para masajear suavemente los puntos más tensos de mí espalda—. Sí que estás estresado, pobre de ti.

Su falsa preocupación estaba colmando mi paciencia—. Abstente a hacer comentarios innecesarios, mujer.

Sonrió. Mis ojos comenzaban a cerrarse, el nivel de tranquilidad que poseía estaba sobrepasando los límites, pero no quería que parara—. ¿Te gusta? —Asentí. ¿Era posible hipnotizar a alguien de esa forma? No lo sabía, pero parecía muy probable—. Sesshōmaru… —La sentía cerca, tanto, que su respiración quemaba mi nuca—. ¿Podrías considerar el llevarme con mi.

—No. —Le interrumpí. Ahí estaba su demanda, el costo por sus servicios.

De nuevo, ella tomó su debida distancia (cosa que agradecí) y volvió a masajear, esta vez integrando parte de mi cuello y brazos. El roce de pieles se sentía maravilloso, casi excitante; sus dedos parecían leer mi mente, dando cada vez más ese toque de paz en mi interior. El ambiente pasó a amansarse después de unos minutos, el peso que sentía sobre mi espalda había disminuido considerablemente. Sólo una palabra me describía: liberador—. Sesshōmaru —volvió a pronunciar mi nombre, pero esta vez más despacio, con todo el tiempo del mundo. Las letras parecían resbalar por su lengua, dando una tonada muy aterciopelada: me gustó, pero no respondí. Yo estaba en otro mundo—, ¿te gusta? —volvió a inquirir, sólo que, a diferencia de la anterior, su pregunta se sentía sucia, impudorosa, repleta de dobles significados.

Suspiré pesadamente cuando una de sus manos se adentró en mis ropajes: acariciando mi pecho, permitiendo que mi piel se erizara por el obrador roce nada inocente. ¿Ella en verdad había planeado esto? Me preguntaba. ¿Caeré en su juego? La respuesta afirmativa sonaba muy tentadora—. Hmp. No cederé tan fácil, humana.

—¿Quieres apostar? —Sin despegar su mano de mis ropas, rodeó la silla hasta quedar cara a cara.

—Yo no apuesto nada —aseguré. Hacer ese tipo de juegos con ella sería una pérdida de tiempo.

—Entonces: tienes miedo. —Usó psicología inversa, parece que la sacerdotisa no es tonta.

—No tengo que demostrarte nada, así que… —Acomodé mis prendas— si eso es todo, puedes marcharte.

—Eres un amargado. —Acto seguido tomó mis manos y las colocó sobre sus caderas. La única pregunta que rodeaba mi cabeza tras cada movimiento suyo era: "¿Cómo se atrevía?"—. Por favor… Necesito ver a los míos, mi lord.

Escuchar esa palabra salir de su perversa boca con esa asquerosa fluidez tan incitadora: era agobiante. Lamentablemente entré en calor: mi mente, extremidades y demás se encontraban estimuladas por sus manos, voz y presencia. Me tenía a su merced y si no arreglaba las cosas, todo terminaría muy mal para mí.

Con curiosidad, mis dedos se desplazaron por sus ropas, teniendo como destino uno de sus muslos. "Suave…".

—Pensé que no caerías tan fácilmente. —Se burlaba y de cierta forma me lo tenía merecido por abrir de más mi boca.

—Silencio. —No quería oírla, no necesitaba más motivos para que mis pensamientos coherentes se nublaran.

Frente a mí, ella movía su cuerpo con maestría. Se sujetaba de mis hombros, pecho y piernas mientras danzaba, y yo tocaba tanto podía. Necesitaba eso, requería urgentemente de un momento como ese—. Vaya, ¿tan pronto?

¿A qué se refería? ¿Tan pronto qué? Corrí su kimono un poco para permitirme explorarla: su piel era tan blanca, tersa y delicada que el simple contacto de mis garras hacía pequeños cortes: dejando imperfecciones. El aroma de su sangre era embriagador, sano y hasta dulce; se sentía caliente, apretado y húmedo… "¿Caliente? ¿Apretado? ¿Húmedo?... ¿En qué pienso?". Fue cuando comprendí a lo que ella se había referido con "¿tan pronto?". Bajo mis pantalones, justo en mi entrepierna, la protuberancia de mi órgano reproductor hacía acto de presencia. No pude evitar sentirme algo avergonzado, había reaccionado muy rápido a su jugada.

Suspiré, en uno rato comenzaría a doler.

—Depravada —me límite a decir arrastrando las palabras, mi tono de voz era grave, ronco; mas comprensible si se tenía en cuenta la situación.

—Y eso te gusta, ¿o me equivoco? —dijo, siempre tenía una respuesta para todo.

Una de sus manos tomó mi miembro por encima de las telas, moviéndolo un poco de aquí a allá, al tiempo que la otra quitaba la parte superior de mi traje. Ahogué a duras penas un gemido cuando cerré mis ojos nuevamente. No me esperaba eso—. Mujer... —murmuré algo abrumado.

—Tranquilo, mi lord. Le aseguro que disfrutará su descanso.

Sí, no había duda de eso.

.

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|Kagome|

El último rayo solar golpeaba mi rostro con delicadeza mientras los pájaros emitían la más bella sonata antes de refugiarse. Había viento, pero la temperatura era soportable.

Se sentía muy bien estar de vuelta en aquella pequeña aldea.

—Será una visita rápida, ¿entendido? —Estaba enojado, o sí, el lord de los polos estaba muy enojado.

—Entendido. —No estaba dispuesta a retomar una pelea, no después de todo el trabajo que me había costado convencerlo. Reí, ¿quién hubiera dicho que la debilidad de Sesshōmaru sería el simple deseo carnal?

—Estúpidos humanos…


Okay, okay... Se estarán preguntando "¿Por qué este one-shot está aquí si ya lo leí en la cuenta de ClaudeDeZel?". Gente, cambié de cuenta por razones que no vale la pena explicar; sólo diré que fue por pura seguridad. ClaudeDeZel ya no existe, díganle bye.

Teniendo esto en claro, espero les haya gustado (de nuevo) este one-shot.

No se olviden de dejar su review y votar :3.

¡Nos vemos a la próxima!