Pretear no me pertenece.

White destiny

Lo había prometido, se lo había prometido a Himeno. Le prometió que le diría algo importante una vez que derrotaran a Fenryl. Pero ahora no tenía ni la menor idea de cómo decirlo. Había pasado toda la noche inventando mil y un maneras de hacerlo, pero nada más no se le ocurría nada. Suponía que tenía que decirlo y punto, el caso era si saldrían las palabras indicadas de su boca o diría pura tontería.

Al día siguiente, le pidió que lo acompañara al jardín de life.

—Todo está tan hermoso como siempre—. Decía la chica observando la naturaleza.

—Es verdad.

Ambos se sentaron bajo un gran árbol de sakura en flor. Hayate jugueteaba con sus manos inquieto.

—Himeno—susurró.

— ¿Sí?

— ¿Recuerdas que te prometí que te diría algo importante?

La muchacha se puso nerviosa al instante.

—Lo recuerdo.

—Pues te traje aquí para decírtelo.

—Oh—fue lo único que pudo responder.

—Himeno…yo…yo…verás…es que…

Himeno observaba como el rostro de Hayate se volvía más y más rojo. El caballero suspiró profundamente para armarse de valor.

—Himeno, tú…me…gustas…—tartamudeó.

La chica se sonrojó. Era cierto que ya lo sabía, pero era diferente escucharlo directamente de él. Ahora fue su turno de juguetear con sus dedos.

—Yo…Hayate…tú…también…me gustas…—admitió muriéndose de la vergüenza.

El chico le mostró una de sus extrañas pero luminosas sonrisas. Himeno realmente amaba esa sonrisa.

Hayate se acercó a ella lentamente. Himeno igual se acercaba. Tímidamente sus labios se unieron y sus cuerpos se entrelazaron en un abrazo. Sentían que volaban nuevamente por los aires solo que esta vez miles de mariposas ocupaban su estómago.

— ¡Hayate! ¡Himeno! ¡¿Qué hacen?!—escucharon decir detrás de ellos y se separaron sorprendidos.

Era Go, quien cubría los ojos de Hajime, Kei cubriendo a Shin y Mannen quien veía todo con la boca abierta. No hubo más manos que pudieran cubrir los ojos del chico travieso.

— ¡Chicos!—gritó Himeno al verlos.

—Hola—Hayate les saludó como si nada.

—Creo que los interrumpimos—rio Kei.

—Tienes toda la razón—afirmó el caballero del viento.

—Mejor nos vamos—habló Go— ¡Mannen ven aquí!

Los cinco caballeros se fueron, dejando totalmente avergonzada a Himeno.

—Ellos ya lo sabían—explicó Hayate.

—Eso ya lo sé, ¡pero eso no quiere decir que puedan ver!

— ¿Entonces quieres que los besos sean solamente a solas, Himeno?

— ¡Hayate!