McGonagal y Dumbledore observaban desde el despacho del último una escena que se desarrollaba en el patio interior del colegio. Dos personas. Un chico y una chica de dieciocho años se miraban desafiantes el uno al otro, ligeramente sudorosos, con la varita alzada, en posición de combate. Alrededor de ellos una multitud se congregaba esperando ver correr la sangre.
-Maldito hurón.- Hermione se deshechizó las piernas que habían quedado juntas gracias a la varita de Draco, mientras que el chico hacía lo mismo con su incesante bailar.
-Vas a morder el polvo Granger, no sabes con quien te has metido.- Dijo Draco arrastrando las palabras
-Cuidado no te vayas a despeinar.- Contesto la chica con un falso deje de preocupación.
-¡Ja! ¿Por un duelo con una sangre sucia como tú. ?- contesto incrédulo.
-Menos lobos, aún no veo que me hayas ganado, Malfoy.
-Dame dos segundos Granger y te darás cuenta de que no todo es estudiar, hay que tener un toque especial.- Draco sonrió a medias confiriéndole más superioridad aún de la que ya creía tener.
-Ya había oído algo acerca de tú rapidez.- Malfoy se carcajeo.
-Mira Granger, avisame cuando sepas lo que significa esa frase; te voy a dar una pista, diles a Weasly o a Potter que te ayuden, o a ambos...
-Siento decirte que esa es una de las pocas cosas que no tengo intención de saber, y menos aún si la única manera posible de aprenderlo es contigo. Expeliarmus.- Draco puso un escudo protector alrededor suyo haciendo que el rayo rojo rebotara y fuera a dar a un expectante Snape, en ese momento se dieron cuenta de que la muchedumbre que unos momentos antes les rodeaba había desaparecido como por arte de magia, tan solo dos chicos, uno pelirrojo y otro moreno permanecían allí dispuestos a defender a su amiga.
-Menos mal que Snape paró el ataque.- comentó entre dientes el moreno.
-No sé que decirte, habría dado el pelo de mi varita por ver la cara que se le hubiese quedado si Hermione le llega a alcanzar.- Respondió también en susurros Ron.
El profesor de pociones se acercó a los combatientes con un paso seguro haciendo que su túnica se balancease conforme andaba a la vez que hacía como si se quitase del hombro una mota de su impecable vestimenta negra. Observó a los dos chicos con una cara más gris de lo normal, y una mirada más severa de lo acostumbrado, que ya es decir mucho. Hermione miraba al suelo avergonzada por su comportamiento mientras que Draco miraba a su profesor de pociones sabiendo que a él no le ocurriría nada. A Snape le tiraba demasiado su casa.
-Potter, Weasly este asunto no es de su incumbencia, sé de buena tinta que tienen que entregar mañana un trabajo de transformaciones que seguro no han terminado.
-Señor, pensamos que a lo mejor necesitaban testigos.
-Si se requiere su presencia ya serán avisados.- Dijo con desdén. Ron y Harry miraron a Hermione con una sonrisa intentando darle ánimos y desaparecieron por el corredor que iba a su torre. Dumbledore y McGonagal se alejaron de la ventana al ver que un profesor se encargaba del asunto. Dumbledore se acerco a su ave fénix haciendo aparecer comida en la palma de su mano para que el pájaro comiera.
-Esto no puede seguir así Albus, llevamos un mes de clases y es la tercera vez que tenemos que separarles... a saber las demás veces que se habrán enfrentado y no nos hemos enterado. Esto no puede acabar bien, si siguen así y no les paramos van a acabar matándose.
-Solo son cosas de chicos, de todas formas, si vuelve a ocurrir algo semejante enviadlos a mi despacho y yo me ocuparé del tema, ya buscaré la forma de hacerles entrar en razón.- La profesora McGonagal negó con la cabeza, siempre igual, siempre posponiendo los problemas, y se dirigió a la salida dejando a Dumbledore con su ave mientras que el resto de directores que yacían en sus cuadros comentaban con ahínco como habrían solucionado ellos el problema de esos chicos
Hermione entró en su sala con un aire apesadumbrado. Todos los presentes se acercaron a ella mostrándole su apoyo y comprensión. Hermione se deshizo del circulo andando con paso no tan firma como habría querido hacia la mesa donde reposaban sus libros, se quitó la Túnica y la dejó sobre la silla.
-¿qué te ha dicho Snape. ?- Preguntó el pelirrojo acariciando la espalda de la chica. Hermione dejó esa pena que llevaba encima por un gesto rabioso. Ron dejó de tocarla, solo faltaba que se cabreara con él.
-Nada, ¿qué me va a decir? Pues que tengo dos meses de castigo por agredir indirectamente a un profesor. Filch me dirá en la cena cual es mi castigo. Es que no lo puedo creer. ¿Cómo me dejasteis aceptar el duelo?.- Les increpó Hermione con una mirada llena de ira.- Yo siempre me tengo que meter en medio para que no acabéis lanzado hechizos a Malfoy, y por una vez que vosotros tenéis que sosegarme no lo hacéis.
-¿solo una vez?.- Preguntó Ron retóricamente. Hermione le miró furiosa y decidió que en esos momentos lo mejor era quedarse callado y asentir... lo mismo que con su madre.
-Pero si te lo dijimos.- Ron le dio un codazo a su amigo, quien lo ignoró completamente. – Pero insististe en que sabías defenderte sola y que no nos metiéramos. Si hasta nos amenazaste con lanzarnos una imperdonable sino te dejábamos.
-Estaba cabreada Harry, por Merlín, parece mentira que no me conozcáis.- Dicho esto desapareció escaleras arriba rumbo a su dormitorio.
-No debería quejarse, podrían haberla expulsado perfectamente.
Al tiempo, Draco volvía a las mazmorras con una sonrisa de satisfacción dibujada en sus finos labios, sabiendo que una vez más sería la comidilla de Slytherin... y de todo el colegio. Se dejó caer sobre su sillón con elegancia. Blaise, Pansy y Theodore se acercaron a él.
-¡Oh! Draco, dejame ver lo que te ha hecho esa sangre sucia.- Pansy se lanzó al suelo y empezó a analizar los posibles daños ante una mirada despectiva del rubio que suspiro pero prefirió callar.
-Sigues sin poder vencer a esa.- comentó Blaise. Draco enarcó una ceja y le miró con aire de superioridad.
-Sabes que nunca pierdo un duelo, ya caerá.
-No sé que decirte, estoy pensando en hacer una porra.
-Blaise por Merlín, deja de decir estupideces.- Dijo Theodore molesto.
-Eso, Draco necesita descansar.- Esta vez Draco fue incapaz de dejarlo pasar.
-Pansy, nadie ha pedido tu opinión, así que ya te estas largando.- Pansy lo miró dolida y no se movió de donde estaba.- ¿estas sorda?.- Malfoy endureció su tono de voz y la chica se fue.- No sé como quitármela de encima.
-¿te ha castigado Snape. ?- Preguntó Blaise dándole una calada a su cigarrillo. Draco sonrió.
-Dos semanas de tutorías.- Encendiéndose el también un cigarro que sacó de su pitillera de plata con el emblema de los Malfoy impreso en ella.
-Cabronazo... ¿y a ella. ?- Draco sonrió más aún con un toque malicioso.
-Dos meses... No sé cuál es el castigo.- Los tres chicos estallaron en sonoras carcajadas y brindaron con las copas verdes llenas de un liquido oscuro.
Draco Malfoy bajó al comedor respaldado por Crabbe y Goyle mientras que Hermione lo hacía con Harry y Ron. Iban desde posiciones contrarias, sabiendo que irremediablemente se encontrarían en el centro, donde se encontraba la entrada al gran comedor. Ron y Harry se pusieron delante de la chica protegiéndola con sus cuerpos, mientras que Goyle y Crabbe se mantenían en su posición, a cada lado de Draco, pero cambiaron su semblante a uno que infundiera terror.
-Oíd, puedo hacerme cargo perfectamente de la situación, parezco tonta aquí detrás.
-¿Tan controlada como la tenias está tarde. ?- Preguntó Ron. Hermione maldijo en susurros y se quedó donde estaba mientras oía las risas de Draco y la sangre se le espesaba. Aparte de miradas cargadas de ira, advertencias y unos cuantos gruñidos los chicos entraron en el comedor notando sobre ellos los ojos de todos los comensales que habían quedado en silencio con su entrada. Cada grupo se dirigió a su mesa, específicamente al tramo de está que ya casi les pertenecía. Hermione, en silencio se sirvió en su plato puré de patata con una mala leche inusual mientras miraba desafiante a Draco. "Me lo cargo... y que me echen... pero yo me lo cargo" Draco a su vez la miraba de la misma manera. "No puedo dejarme vencer por una chica, y menos por una sangre sucia... tengo que ganarla cuanto antes, sino adiós prestigio... que coño, es imposible que pierda, no he perdido en mi vida... Excepto con mi padre... pero él no cuenta"
Terminada la cena todos los chicos se fueron a sus salas comunes, unos a charlar tras un largo día, otros a cotillear de todo lo acaecido, otros a jugar a algún juego mágico, otros a intentar hacerse a alguien y unos pocos a estudiar. Hermione era uno de esos pocos, solo se le podía pasar el mosqueo que tenía encima concentrándose en sus estudios, de esta forma eran los libros y no sus amigos quienes pagaban el pato. Draco, sin embargo, tenía otra forma de olvidar el mal humor, una buena dosis de sexo sin compromiso, y ya había elegido desde su sillón a su victima, una chica de quince años, (cada vez eran más pequeñas, pero es que a Draco nunca le había gustado repetir) rubia, con el pelo ligeramente ondulado, largo, con boca de piñón, ligeramente inocente, si es que algún Slytherin puede tener esa cualidad, ojos grandes y azules, rodeados de unas largas pestañas y sobre todo, un cuerpo diseñado para el pecado. Terminó su copa, se levantó de su sillón elegantemente y se dirigió hacia la chica con una sonrisa ladeada. Ella lo miraba desde su asiento embelesada, totalmente absorta en sus ojos grises. Hermione volvía a tachar otra línea en su pergamino, lo hacía con tal fuerza que sus amigos apostaban en que tachón la pluma se rompería. Bebía su zumo de calabaza depositándolo en la mesa con fuerza, haciendo que el contenido liquido de su taza se vertiera sobre el pergamino. Frunció el ceño más aún y con un toque de varita lo secó y lo limpió para volver a escribir sobre él. Tras un par de horas Hermione subió a su habitación cargando sus libros mientras que Draco cargaba a la rubia.
