Disclaimer: los personajes le pertenecen a la autora J. K. Rowlng y la idea viene de varios fics en inglés, yo solo cojo mi imaginación y los personajes y los hago míos en forma de esta historia. Esta historia es totalmente Occ y no Canon.

Capítulo 1

Hermione. —dijo Ginny susurrando. —Neville te está mirando de nuevo.

Hermione levantó la vista y atrapó a Neville mirándola de nuevo. Se sonrojó ligeramente y desvió la mirada pero al hacerlo se encontró con la mirada fija de Remus. Esto había pasado desde que le habían permitido estar en las reuniones de la Orden del Fénix. Al principio se había sentido inquieta, después halagada y más tarde nerviosa. Pudo ver, después de varias reuniones de la Orden que Neville lo miraba con confusión mezclada con una especie de desesperanza y tristeza; todo lo contrario que Remus Lupin, en ellos había lujuria contenida y rabia.

Hermione, vámonos. —dijo Harry llamándola desde la puerta. Ella se volvió hacia él y se dio cuenta de que éste miraba ceñudamente a Remus y a Tonks, quien miraba a Hermione con odio.

Vamos. —respondió ella, poniéndose de pie con la gracia obtenida de sus antiguas clases de ballet. Pudo sentir la mirada fija de Remus clavada en su espalda y cuando llegó a donde estaba Harry, pudo comprobar como el hombre lobo fruncía la mirada al ver sus manos entrelazadas.

¿Qué pasa? —preguntó Harry mientras se dirigían a la cocina.

No tengo ni idea. Neville y Lupin actúan raros conmigo últimamente.

Si bueno, será mejor que no vea más esas miradas. —dijo Harry abrazándola.

Oh, Harry, ya has sacado tu lado sobreprotector. —dijo Hermione mientras lo miraba a los ojos.

Hermione se despertó cubierta de sudor. Ella había estado teniendo ese sueño desde la Batalla de Hogwarts de hace cuatro días. Había permanecido esos cuatro días entre el sueño y la vigilia porque su mente aun no procesaba que Harry hubiera muerto. Había muerto por Voldemort. Los dos habían muerto a la vez, dejando ganadores a los magos y brujas de la luz y derrotados a los oscuros. La guerra había terminado, pero ¿a qué precio? Ella había perdido a sus amigos más cercanos como Luna y Harry, Neville estaba inconsciente después de haber matado a los Carrow y tenía pocas posibilidades de sobrevivir. Ella se incorporó de la cama y fue a ver a los heridos.

En una de las camas se encontraba Neville con su abuela, la cual le pasaba un paño de agua fría por la frente.

— ¿Cómo se encuentra? —preguntó Hermione con pesar.

—Mal, no creo que sobreviva, ha pasado por mucho y su mente y su corazón no quieren vivir más. La muerte de Luna ha sido demasiado para él. —dijo la abuela de Neville mientras lagrimas caían por sus ojos.

—Lo siento. —dijo Hermione mientras veía el cuerpo de Neville tranquilo y sosegado.

—Estoy sola, me he quedado sola. —dijo la abuela de Neville mientras ponía las manos en su cara.

—Estamos solas. —dijo Hermione mientras alzaba la vista al cielo y como un mantra cogió el collar que llevaba siempre en el cuello con forma de mariposa.

— ¿De dónde has sacado eso? —preguntó la abuela de Neville con sorpresa, furia y ansiedad en su voz.

—Lo tengo desde que nací. Verá soy adoptada y los Granger's me adoptaron cuando tenía dos años, no sé quiénes son mis padres biológicos, pero sé que eran mágicos. Esto es él lo único que tengo de ellos. Pone mi nombre por detrás. —dijo Hermione mientras lo tocaba con cariño.

Siempre había sabido que había sido adoptada y nunca le importo, sus padres habían sido muy buenos con ella, la habían querido con locura.

—No puede ser, después de tanto tiempo, no puede ser. —decía la abuela de Neville sin apartar la mirada del medallón.

—Señora, ¿está usted bien? ¿Necesita algo? —dijo Hermione muy preocupaba al verla pálida y balbuceando cosas que no tenían sentido.

—Todo estos años buscándote y no te encontrábamos. Mi marido murió por la culpa y la tristeza y Frank nunca fue el mismo. Sabíamos que estabas viva porque él te sentía, pero nunca fue igual. Nada fue igual. — dijo Augusta Longbottom cogiendo las manos de Hermione y llorando sin parar.

Hermione no entendía nada, creía que la mujer estaba sufriendo un colapso nervioso y solo atinó a consolarla sin parar mientras está lloraba sobre sus hombros.

—Mi niña, mi Hermione. —dijo la ansiaba besando sus mejillas. —Estabas aquí todo este tiempo.

Augusta Longbottom se secó las lágrimas y sacó de su cuello un collar idéntico al de Hermione.

— ¿Cómo? No entiendo. —dijo Hermione tocando el collar con fuerza.

—A todas las mujeres pertenecientes a la familia Longbottom se les da este collar, el cual no se puede quitar y nos identifica como mujeres queridas por la familia. En mi caso, me lo regaló Luke, mi marido, cuando nos prometimos y tu Hermione, te lo pusimos cuando naciste. —dijo la mujer mirándola a los ojos.

— ¿Pertenezco a su familia? —preguntó Hermione mientras las lágrimas se agolpaban en sus ojos. — ¿Soy la hermana de Neville?

—No mi niña, eres mi hija, la hermana gemela de mi Frank. —dijo la bruja esperando el estallido de la joven.

—No puede ser, yo solo tengo dieciocho años y los padres de Neville tenían la misma edad que los padres de Harry e incluso de Sirius. —dijo la bruja sin comprender.

—Te secuestraron Hermione, mi cuñada te secuestró, aunque su objetivo era Frank, ya que era el primogénito de la familia. No sé cómo lo hizo pero te secuestró cuando todos dormíamos, te tomó de la cuna creyendo que eras Frank y con un extraño hechizo te mandó aquí. Ella era una bruja vengativa y oscura y no soportaba que Luke fuera el jefe de la familia siendo ella la mayor. Te tomó de nuestras vidas y luego dejó una nota diciendo que nunca te encontraríamos. No sabes cuánto te buscamos, pero nunca te hallamos y ahora sé por qué. Estabas aquí. —dijo la bruja con una sonrisa triste recordando esos días.

Hermione empezó a llorar, había sido secuestrada por una familia que la quería solo por la maldad de una mujer y ahora estaba todo perdido.

—No llores querida. Todo va a estar bien. —dijo la anciana mientras la besaba en la frente.

— ¿Cómo puede estar bien? —preguntó ella mientras se dejaba abrazar y besar mientras hipaba por los sollozos.

—Por qué vamos arreglarlo. —dijo la bruja con decisión y firmeza.

— ¿Y cómo vamos a hacer eso? —preguntó Hermione secamente mientras Augusta sonreía.

—Ahora que sé que estas aquí, se perfectamente el hechizo que usó esa mujer ya que está dentro de la biblioteca personal de nuestra familia. Te voy a enviar de vuelta. A donde perteneces

— ¿Cómo lo va a hacer señora? —preguntó Hermione con los tan ojos esperanzadores que no se dio cuenta de la sonrisa triste de la bruja,

—Vas a ir a tu tiempo, adonde perteneces querida, con nuestra familia. Esa mujer nunca debería haber hecho lo que hizo, con su envidia fracturó una familia y nos hizo volubles.

Hermione asentía con la cabeza aunque apenas podía procesar lo que escuchaba. Ella pertenecía a una familia de magos, era una sangre pura y no era de ese tiempo. Pertenecía al pasado. Ahora todo le cuadraba, el por qué Neville la miraba tanto, seguramente ella se la hacía familiar, pero no la podía ubicar ya que ella tendría que tener por lo menos treinta años. Era un poco raro el pensar que Neville era su sobrino.

Ella comenzó a temblar por el miedo y la excitación mientras Augusta se levantaba del asiento, le daba un beso en la frente a su nieto, cerraba las cortinas y sacaba su varita.

—No es tiempo para tener miedo, querida. Escúchame bien, sé que este hechizo te llevará a la mansión, solo debes enseñar el collar, pero seguro que no será necesario ya que las salas te dejaran pasar sin problemas y eso denotará que tienes nuestra sangre. Además, eres igual a Luke, tienes sus mismos ojos color chocolate, los mismos rizos desordenados y la sonrisa de mi Frank. —dijo la bruja con nostalgia.

— ¿Cómo va a funcionar esto? —preguntó Hermione con voz ronca.

—No te preocupes, se lo que hago querida, te mandaré directamente al verano en el que Frank entró a sexto año, a 1976 y por tu edad no te preocupes ya que volverás a la edad de dieciséis años. Este hechizo es oscuro por eso nunca creíamos que fuera capaz de echarlo, pero su corazón era frío como la piedra. —musitó Augusta sombríamente.

— ¿Qué debo decir una vez que este allí? —preguntó Hermione mientras miraba a la bruja mayor mover su varita.

—Esta realidad ya no existirá porque fuiste arrancada de nosotros, di que estabas en un país extranjero muggle y que llegaste allí por magia. Te creeremos sin dudarlo. Te queríamos tanto. —dijo la anciana bruja mientras caían lágrimas de sus ojos. — Hermione, querida, tu presencia es muy probable que cambie muchas cosas. Una de esas cosas puede ser que alguna gente se enamore de otro o se case con otros. De todos modos, quiero que me escuches muy cuidadosamente. Usted no está cambiando la línea de tiempo. Fue mi cuñada, Elsa Carrow. ¿Quién sabe cómo diferente habrían sido las cosas si te hubieran permitido vivir tu vida como correspondía? Por desgracia, nunca lo sabremos. ¿Me entiende, señorita?

La voz de Augusta se había convertido en maliciosa y el brillo en sus ojos hizo a Hermione ponerle los pelos de punta.

—Sí, señora —le susurró, ella se mordió el labio inferior. — ¿Pero qué pasa…?

— ¡No! —dijo la bruja sin dejar de mover la varita. —Ninguna de las cosas que sucedieron pretendieron ser.

Hermione se estremeció y cerró los ojos.

—Tienes razón. —dijo Hermione, finalmente, con los ojos abiertos y decididos.

—Hermione, no dudes en llamarme mamá. —dijo por última vez la señora Longbottom antes de dar una sacudida a su varita.

Hermione se sentía como si estuviera en una gran ola, no podía respirar bien y solo tenía ganas de que acabara todo. De pronto todo cuanto empezó terminó y aterrizó fuertemente de espaldas en el frío suelo. Pasos se escucharon a través de la puerta mientras Hermione abría los ojos y se acostumbraba a la nueva luz.

Se incorporó suavemente y vio a mucha gente alrededor de ella, con rápidos reflejos sacó la varita mientras esas personas hacían lo mismo. Hermione intentaba tranquilizar su pulso y miraba a cada uno de ellos hasta que se fijó en un muchacho joven. Tenía el pelo castaño, del mismo color que ella, solo que el suyo era liso y el de ella muy rizado, sus ojos eran del color del chocolate como el suyo y tenían la misma sonrisa. Hermione vaciló.

— ¿Frank? —preguntó Hermione mientras con nerviosismo cogía su medallón para gran consternación de los asistentes.

— ¿Hermione? —preguntó una de las mujeres que había allí, sus rasgos se la hacían familiares.

— ¿Madre? —preguntó una vez más Hermione.

—La Amita Hermione ha vuelto. —dijo una voz chillona perteneciente a un elfo domestico el cual abrazó las piernas de la chica. —La Amita ha vuelto a casa.

Los presentes en la sala bajaron las varitas y la mujer que estaba más cerca se acercó a Hermione, la miró con ojo crítico y luego miró el collar. La mujer empezó a sollozar con fuerza abrazando a Hermione.

—Has vuelto. Mi niña ha vuelto. Luke nuestra niña está aquí. —dijo una jovencísima Augusta llorando mientras besaba y abrazaba sin parar a la chica.

Hermione empezó también a llorar, mientras los familiares se acercaron poco a poco, cada uno echando sendos hechizos en ella para comprobar que era cierto: Su niña estaba de vuelta en su hogar.

Lucas Algie Longbottom era un hombre que se había culpado a si mismo desde que su hermana se llevara a su pequeña hija, así que cuando se acercó y vio ese pelo rebelde igual a que él tenía cuando era joven la cogió por la cintura y la abrazó fuertemente. El peso de sus hombros se desvaneció lentamente.

—Hermione, ¿de verdad eres tú? —preguntó Frank ya que no se podía creer que su hermana gemela, a la que habían secuestrado mientras ella dormía en la cuna perteneciente a él estaba de vuelta.

El chico se acercó lentamente y con cuidado cogió la mano de Hermione. Al juntar las dos manos un gran estallido de magia surgió de los dos, conociéndose, ya que la magia de los gemelos había estado ausente durante todo esos años y por fin volvían a estar juntos para complementarse. Si alguno de los presentes tenía todavía alguna duda con ese estallido de magia se disipó. Una gran corriente mágica surgió de los dos chicos, llenando las salas mágicas de la mansión haciéndola impenetrables. La magia acumulada de tantos años produjo una explosión de poder que levantó los cimientos del Londres mágico.

Los dos hermanos mientras tanto se abrazaban con ternura mientras el padre y la madre sonreían sin parar ya que al fin estaban todos juntos. La familia Longbottom al completo.

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A unos kilómetros de la Mansión de los Longbottom, concretamente en el Valle de Godric, tres magos estaban volando en sus escobas cuando dos lechuzas se pararon en frente de dos de ellos.

El mago de pelo negro y ojos grises reconoció a la lechuza de su familia y con una mueca abrió la carta con cautela. A medida que iba leyéndola sus ojos se abrían por la sorpresa.

— ¿Algún problema Canuto? —preguntó James Potter.

—Es de mi padre, dice que tenemos una reunión familiar mañana a las 15:00 h y que no puedo faltar ya que las cosas en casa van a cambiar. Hace por lo menos tres años que no veo a mi padre. Quizás quiera hacer oficial mi expulsamiento de la familia. Es raro. —dijo Sirius Black ya que hacía apenas dos semanas que su madre lo había expulsado de la familia pero tenía que ser aprobado por su padre ya que él era el jefe de la familia.

— ¿Qué dice la tuya Lunático? —preguntó James con curiosidad.

—Es de mi abuelo Robert Lupin, dice que acaba de enterarse de la muerte de mis padres y quiere hacerme su heredero, que mañana nos juntemos en Las Tres Escobas para comer y discutir los asuntos financieros. —dijo Remus Lupin muy sorprendido ya que por lo que él tenía entendido su abuelo repudió a su padre por haberse casado por amor y no por conveniencia.

La historia puede cambiar a veces y el destino es caprichoso. Estos tres magos no sabían que su vida iba a cambiar gracias al estallido de magia que los gemelos Longbottom habían producido.

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