De Espadas & Promesas.
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(Esta es la secuela de ¿Tan solo amigos? No es necesario haber leído la primera parte para entender esto)
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1) Promesas rotas.
´Pero debes prometerme algo… siempre que uses esta espada deberás tenerme presente en tu corazón…'
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Asuna Undine repartió las tazas de chocolate caliente a sus amigos que se encontraban ocupando la pequeña sala de estar de su cabaña y volvió a la cocina, trataba de no pensar demasiado en lo ocurrido durante la salida de Jötunheimr, y en el extraño pedido que la muchacha de cabellera aguamarina le hiciera al Spriggan del grupo.
Kirito en más de una ocasión le había confiado lo mucho que deseaba tener la Excalibur, la espada santa y más poderosa de ALO. Ella por su lado se había puesto a investigar junto a Liz donde se encontraba y que hacer para liberarla. Así descubrió que se hallaba en esa parte helada del mundo feérico, y enterrada en las profundidades de Prymheimr, esa especie de castillo en forma de pirámide invertida. Y lo obvio la golpeó como si de una bofetada se tratase… acceder a ella era francamente imposible.
Por eso cuando Leafa y Kirito organizaron esa misión para ir en su búsqueda, ella se prometió hacer todo lo posible para que su novio pudiera obtenerla. Se armó de valor, entrenó a escondidas del resto de la party, y se concentró en memorizar con ahínco sus hechizos de curación.
Pero que Sinon fuera quien cumpliera la hazaña para la que tanto se había preparado le cayó como un balde de agua fría, y le hizo darse cuenta de algo; Asuna The Flash y Kirito El Espadachín Negro, ya no eran la dupla dorada e invencible que derrotaba bosses y limpiaba pisos con una precisión casi militar. Esos héroes de leyenda se habían derrumbado de la misma forma en la que el castillo flotante de Aincrad se deshizo en el cielo aquel día.
Ella se sintió inútil, débil. Y desplazada. Dándose cuenta de sus debilidades dentro del juego, y de cuan extensa era la brecha que la separaba de él. Ya no era la perfecta y poderosa Asuna de SAO; las cualidades que tan orgullosamente ostentaba en ese mundo ya no existían. Y por más empeño que pusiera estas ya no volverían.
Ahora cada uno cumplía un rol diferente en la party, Kirito comandando todo al frente, y ella atrás en la retaguardia, cuidando a todos… en un puesto olvidado…
−Asuna… Asuna… ¡Asuna!
El llamado la volvió a la realidad, sonrió volviéndose a su amiga Liz que agitaba la mano frente a ella −¿Qué ocurre?
−Pues que vengas y te sientes un momento, también debes disfrutar un poco de todo esto, y… debes descansar. No puedes estar todo el tiempo al pendiente de los demás −así diciendo le quitó los platos repletos de cupcakes que llevaba en las manos y la obligó a entrar a la sala −Deja que ellos se sirvan por si mismos…
−No puedo quedarme mucho tiempo aquí, si lo hago no podré ir a la celebración en el Dicey Café… por eso quiero que todos estén debidamente atendidos −su mirada recorrió a todos los presentes y pareció temblar cuando descubrió que Sinon estaba sentada al lado de Kirito y ambos examinaban de cerca la hermosa y pesada espada dorada. Tragó aire y se ordenó serenarse, se volvió a su amiga −Además que con lo del viaje a Kioto aún tengo muchas cosas que hacer, y no quiero desairar a mi madre.
−¿Ya se lo has dicho a Kirito?
Volteó a verlo, suspirado −Aún no. Iba a hacerlo ahora, pero… lo haré en la noche durante la celebración.
−¡Asuna todo está delicioso! −Klein exclamó con la boca llena atrayendo la atención de ambas con tanto ahínco que todos dejaron de hacer lo que estaban haciendo para verlo.
−Es cierto Asuna-san −se unió Silica terminando de degustar una porción de pastel para luego limpiarse los labios −Delicioso.
−Gracias− ella sonrió, apenada como siempre, cuando alguien le daba un cumplido.
−¡Es que en serio está exquisito! Deberías hacer un negocio con esto, estoy seguro de que te volverías millonaria…
−Klein que cosas dices…
−¡Oh vamos! Kirito ayúdame ¿no crees que sería un gran negocio? Si Asuna vendiera estas delicias en el mercado de Aarún, ya no tendríamos que completar misiones imposibles para conseguir un poco de dinero…
−No −fue la parca respuesta.
−¿No? Oh vamos Kirito…
−Onii-chan no dejaría que nadie más probara la cocina de Asuna-san− terció Leafa sonriendo por lo bajo.
Kirito observó a Asuna quien rápidamente desvió la vista de él. Arqueó las cejas confundido.
−…pero oh mira…−la voz resuelta de la hermosa arquera lo obligó a volver a prestarle atención −Aquí dice que no puedes usarla para tu propio beneficio porque la espada obtiene la fuerza de su empleador…
Asuna suspiró otra vez. Se le estaba haciendo costumbre exhalar aire cuando algo la atormentaba. Ni siquiera se había sentido con las ganas de comer algo, se había conectado temprano para cocinar todo aquello, segura de que Kirito volvería con la santa espada en su haber y deseosa de organizarle un agasajo, pero con el giro de los acontecimientos sinceramente ya no se hallaba con el ánimo de festejar nada.
−¡Agil acaba de enviarme un mensaje! −exclamó Klein −Dice que ya está todo preparado para lo de esta noche, y que el bar será usado exclusivamente por nosotros.
−¡Eso es genial! ¿Aunque quién pagará la comida?
−Sé de muy buena fuente que uno de nosotros ganó mucho dinero en su trabajo de medio tiempo y se dio el lujo de alquilar el salón y correr con los gastos de todo.
−¡Kirito-san!
−Onii-chan… ¿Qué no es demasiado?
−H-hey… ¿Quién dijo que yo haré eso…?
Asuna sonrió observando la escena, luego reparó en la hora que palpitaba en una esquina de su visor. Eran las 5 de la tarde. Sabía que debía pasar tiempo en su casa con sus padres si luego quería salir con los demás. Alzó la vista notando que todos estaban haciendo mofa de Kirito y nadie le prestaba atención, no lo pensó demasiado, si empezaba a despedirse todavía tardaría más tiempo y su madre se pondría furiosa de que llegara tarde a cenar. Desplegó el menú y buscando la acción indicada, presionó el botón y se desconectó.
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Se quitó el AmuSphere mientras estaba sentada en la cama, y lo dejó en la mesa de luz.
¿Qué era esa sensación horrible que le oprimía el pecho? Volvió a recordar la incursión dentro de ALO y el peso allí alojado se hizo insoportable.
−… siempre que uses esta espada deberás tenerme presente en tu corazón…− le había dicho Sinon con esa sonrisa esperanzada acercándose para darle el sagrado objeto.
−Entiendo… te aseguro que lo haré… −le respondió él correspondiendo y apretando la espada contra su pecho.
cuando Kirito volteó hacia el grupo, tras las estúpidas palabras de Klein, y la descubrió observándole con pena de seguro, no pudo sostener sus ojos por más de unos pocos segundos, y rápidamente desvió la mirada como si se sintiera culpable.
Asuna de hecho se sentía aún más culpable. La sensación de deja vu, de esto ya lo pasé fue tan abrumadora que por varias milésimas de segundos se quedó inmóvil, no fue sino hasta que Tonkii se movió, que por poco se cae del lomo del elefante-medusa volador, que finalmente reaccionó.
Escondió tan bien su desazón que ninguna de las chicas lo notó, y cuando Kirito ya en tierra firme, y luego de despedir a las tres diosas, le extendió la mano para ayudarle a bajar, ella le sonrió aceptando su gesto; pero la sensación fue distinta. Se habían tomado de las manos tantas veces, y conocía el tacto de su piel, ella se jactaba de que podía conocer la mano de su Kirito-kun dónde fuera, pero esta vez el contacto se sintió ajeno, y ciertamente la atmosfera entre ambos había cambiado.
Y no eran figuraciones suyas. A juzgar por el entrecejo fruncido del Spriggan él también lo había descubierto.
'¿Otra vez está pasando lo mismo?' pensó con amargura, repasando los sucesos de las últimas semanas desde que Shino había aparecido en escena. Creía haber recuperado la confianza en sí misma, y en su novio por supuesto. Pero esta situación iba más allá de sus límites y francamente estaba cansada de lidiar consigo, y con la inseguridad que todo eso malentendido le traía.
Cerró los ojos unos segundos y se ordenó serenidad. Debía presentarse en el comedor más dispuesta que nunca para cenar con sus padres, y su madre no toleraba que llegara tarde a la mesa. Se peinó el cabello con esmero, eligió la maxi falda roja de seda que Kyouko le había comprado la semana pasada solo para darle el gusto, la combinó con un cross top blanco y unos flats por comodidad. Se miró en el espejo, se veía extremadamente moderna y sofisticada. A su madre le encantaría. Tomó una chaqueta pequeña la que se colocó para quitarle sobriedad a su atuendo y salió al pasillo. Satisfecha consigo por terminar temprano descendió las escaleras y se presentó en el comedor.
La cena transcurrió sin mayor novedad. Su familia no era de hablar mucho cuando cenaban; el silencio era un bien preciado que nadie debía interrumpir. Y Asuna acataba ese mandato con melancolía, recordando quizás esos días en el viejo SAO cuando Kirito y ella compartían su vida en esa pequeña cabaña, esos momentos de algarabía y conversaciones graciosas que descontracturaban la apatía a la que estaba acostumbrada.
Aquí IRL debió volver a acostumbrarse a la regla familiar de ser silenciosa, recatada y sumisa; todas cualidades que su madre consideraba propias para una señorita de sociedad. Terminó de cenar y mientras hablaba trivialidades con su padre y le exponía sus notas perfectas del último cuatrimestre, escuchaba que su hermano daba órdenes al aire. Al parecer iba a salir.
Y ella aún no habia avisado lo de la reunión en el Dicey café. Se sintió tonta.
—Onii chan—le dijo viendo cómo se colocaba una chaqueta de cuero, muy similar a la que usaba Kazuto. A pesar de todo, y de su porte distinguido, Kouichirou sigue siendo joven que aún no ha llegado a la treintena —¿Vas a salir? —preguntó obvia.
Él asintió revisando sus bolsillos.
—Etto… ¿puedes desviarte y dejarme cerca de Okachimachi?
—¿Asuna dónde piensas ir? Una señorita de bien no sale de su casa a estas horas… —la señora Kyouko tenía una mirada severa al hablarle. Había despegado la vista de su Tablet y la veía con reprobación.
—Ki…Kazuto kun nos invitó a una pequeña celebración por el fin de año…—dijo la primera excusa que se le ocurrió mientras apretaba los pliegues de la falda entre sus manos —Y como no los veré hasta pasado año nuevo por lo de nuestro viaje a Kioto …
—Déjala salir con sus amigos, estamos en vacaciones festivas —intervino Shouzou volviéndose a su mujer, quien solo asintió resoplando con fastidio —Ve Asuna.
La muchacha sonrió con emoción —Gracias papá—besó la mejilla del hombre con una sonrisa y se giró a su hermano —¿Onii-chan me llevas?
Éste la miró fingiendo desgana —¿Si lo hago dejarás esa cara de cachorro regañado?
Asuna rio en tanto se subía el cierre de su chaqueta liviana y se inclinaba ante sus padres en un saludo de despedida —Volveré temprano —añadió con un gesto obediente.
—Es lo lógico —manifestó Kyouko de modo terminante.
Asuna decidió ignorarla caminó a pasos cortos hasta la puerta y esperó a su hermano con ansiedad. Por fuera se veía relajada, pero por dentro no podía con la emoción de ver a sus amigos antes del viaje. El pensamiento de que pronto volvería a ver a Kirito hizo que la olvidada espina en su pecho volviera a hundirse acarreando un nuevo dolor sordo. Empuñó las manos contra si ordenándose serenidad… Quizás solo estaba sacando conclusiones apresuradas como siempre hacía.
Aprovecharía ese tiempo para hablar con Kazuto y arreglar cualquier malentendido.
—¿Estás lista? —la profunda voz de su hermano mayor la hizo saltar del susto.
Se giró apenada y asintió ampliamente. Revisó su atuendo, ciertamente no era el más apropiado para esa fría noche de invierno, pero estaba segura de que su novio se encargaría de traerla por lo que no debía de preocuparse demasiado.
—Bien vamos— Kouichirou le abrió la puerta cortésmente para que saliera, lo que la joven hizo abrazándose a sí misma.
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El elegante deportivo negro se aproximó a la entrada del Dicey café y se estacionó junto a la acera.
—¿Quieres que pase a recogerte? —el joven preguntó a su hermana mientras ésta se quitaba el cinturón de seguridad y lo observaba. Una sonrisa de bochorno adornando sus labios en tanto se negaba.
—Le pediré a Kirito-kun que me lleve.
Kouichirou frunció el ceño —Vale. ¿Necesitas dinero…?
—Onii-chan…—rezongó más apenada —Deja de preocuparte — Se lanzó a su cuello y tras abrazarlo le dio un pequeño beso de agradecimiento en la mejilla. Luego sin decir palabras se bajó del vehículo y corrió hacia el lugar.
Abrió la puerta del pequeño café oyendo como las llantas del auto de su hermano derrapaban en el asfalto antes de arrancar. Suspiró y entró cerrando tras su espalda.
Todos ya se encontraban allí. Como siempre era la última en llegar.
—¡Asuna! —Rika y Keiko exclamaron al unísono al verla junto a la entrada, y fueron en su busca mientras el resto solo observaba.
Kazuto le daba la espalda y tenía su portátil encendida por lo que veía desde allí, también había un sin número de cámaras ubicadas en los sectores más iluminados del bar. De seguro el joven estaba probando aquel nuevo proyecto para la escuela, con el dinero que había ganado tras su entrada en GGO se había dado el gusto de correr con todos sus gastos. Algo de eso le había dicho en alguna ocasión. A su lado, infaltables, se encontraban Suguha y Shino, absortas en lo que él estaba haciendo.
—Asuna —Rika la sacudió para que le prestara atención, cosa que hizo inmediatamente al verla —¿Viniste en bus así? —la señaló, obvio su ropa no era muy invernal.
Y además de vestirse de esa forma para complacer a su madre, quería sorprender a su novio que ni siquiera estaba mirándola.
—Mi hermano me trajo hasta aquí —sonrió apenada. La calefacción ahí dentro era agradable por lo que dando un paso hacia adelante se quitó la chaqueta y la colgó en el perchero donde se encontraban los abrigos de sus amigos.
—¿Intentando seducir a alguien? —le siseó la joven castaña dándole un codazo malintencionado.
Asuna sonrió recordando que exactas palabras le había dicho aquella vez cuando intentaban que Suguha aprendiera a nadar en la pileta de la escuela.
—Baka…—le respondió pasando junto a ella para saludar al resto.
—Hola Asuna, Kazuto me pidió que tuviera listo un Mokaccino para cuando llegaras, dijo que era tu favorito —la saludó el dueño enseñándole una copa a rebosar del mencionado postre.
Ella se sorprendió, como no, de dicho gesto y sonrió recibiendo lo que su moreno e imponente amigo le ofrecía.
—Gracias Agil… digo, Andrew—respondió apoyando los labios en la copa y sorbiendo un poco de la bebida —Está delicioso.
—Él me instruyó de cómo te gustaba, me alegra no haberme equivocado —le guiñó el ojo y le instó que se acercara al resto.
—¡Asuna-san!—Suguha agitó la mano en su dirección logrando que finalmente Shino y Kazuto repararan en ella.
—Suguha-chan…—saludó a la joven, y se aproximó nerviosa hacia la mesa que ocupaban. Sin embargo antes de seguir escuchó una voz que la detuvo en seco.
—¡Mamá, puedo verte! ¡Te tardaste mucho!
—¿Yui-chan? —aventuró al aire, dejó el mokaccino sobre la mesa y sus ojos volaron hacia Kazuto quien le sonreía dulcemente.
—Hola Asuna—le dijo y añadió ensanchando el gesto —Sorpresa.
—¡Papá no quiso decirte nada porque queríamos que fuera sorpresa para ti, mamá! Asi que guardamos el secreto.
—¿Puedes verme?
—¡No solo puedo verte! ¡También puedo moverme a través del bar de Agil-sama!
—Eso es increíble Yui-chan— sonrió emocionada.
—Debes darle las gracias a papá apropiadamente —comentó la voz de la pequeña hada, logrando que una pausa embarazosa se formara en el ambiente.
Asuna se acercó a la mesa que el joven ocupaba, haciendo todo lo posible por mantener su orgullo quieto y ofrecer una pequeña ofrenda de paz. Ignoró que Shino estaba a su lado y amplió la sonrisa logrando verse genuina.
—Muchas gracias Kirito-kun…—apretó las manos penosamente contra su falda pues le temblaban —Por cumplir mi sueño y el de Yui-chan…
El súbito halago hizo que las mejillas del chico se calentaran. Como siempre que estaba nervioso se tocó la nuca mientras desviaba la vista de ella. También porque verla vestida de esa forma era extraño y fascinante —No tienes que agradecer, era una promesa que les había hecho a ambas…
Y la palabra promesa le trajo una oleada de amargura. Las palabras de Sinon durante la búsqueda de Excalibur resurgieron frescas en su memoria, obligándole a bajar la vista en decepción.
—¡Kirito es genial! —la joven de gafas secundó lo que Asuna había dicho y le dio una palmada tal que el joven volteó a verla con fastidio al principio, para luego contagiarse de su buen humor —¿Crees que puedas hacer que Yui-chan pueda sentir el tacto de las cosas en un futuro?
—¡Cl-claro que puedo! Pues es lo que estoy intentando, esta es solo la primera parte para llegar a eso… ¿verdad Asuna?
Pero cuando se giró para incluir a la chica en su charla, la muchacha le daba la espalda y se alejaba hacia donde Rika y Keiko estaban sentadas. Volvió la atención a la expresión decepcionada de Suguha, quien solo atinó a sacudir la cabeza en negación.
—Onii-chan…
—¿Pues que hice?
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Kazuto nunca había esclarecido nada con ella.
Era obvio por la forma recelosa en que Shino lo veía, lo mucho que se sentía cautivada por él. Algo que parecía una maldición amarga a estas alturas. Luego del episodio de Ellas son mis amigas de SAO, Asuna creyó ilusamente que Kazuto llamaría a las cosas por su nombre aclarando su error de palabras con la francotiradora.
Pero la expresión enamorada y emocionada no desaparecía de los ojos de Shino cada vez que sus pupilas color café se fijaban en Kazuto. Era tan obvio, tan cristalino y tan… doloroso.
Asuna prefirió callar, seguro de que Kazuto hablaría, o Shino caería en cuenta de todo por sí misma. Pero ni uno ni lo otro ocurrió. Los sentimientos siguieron su curso, y conforme la emoción burbujeante crecía en el interior de la bella castaña, la decepción menguaba las llamas de sus propios sentimientos.
'¿Por qué no se lo dices?' le había sugerido Rika adivinando lo que para todo el mundo era tan obvio, menos para él.
'No debo ser yo quien se lo diga'. Esa había sido su respuesta, y aún lo sostenía. Por supuesto podía ser terca, y obstinada. Pero se prometió que no volvería a perder su orgullo por segunda vez.
Sobre todo porque era innegable la conexión que existía entre esos dos.
—Otra vez estas poniendo esa cara…
La súbita voz de Rika la hizo volver a la realidad, intentó sonreír pese al movimiento arrítmico de sus cejas —No tengo otra, Liz.
—Tú sabes a lo que me refiero— siseó fastidiada —¿Por qué no hablas con él en vez de poner esa cara de mártir?
Asuna giró la cabeza hacia donde aún se hallaba Kazuto en compañía de Shino y Suguha. Esta última estaba diciéndole algo serio a juzgar por la expresión decepcionada del chico.
—Lo sé… solo…— '¿Qué le voy a decir? Ni siquiera sé que es lo que debo reclamarle…'
Keiko podía ser la más pequeña e inocente del grupo pero percibía lo que ocurría con toda claridad. Bebió de su batido de chocolate como para imponerse valor ante lo que estaría a punto de decir.
—Sinon-san y Kirito-san comparten un vínculo que no tiene con ninguna de nosotras…—miró a Asuna unos segundos —Ni siquiera contigo, Asuna-san…
—O sea, ¿intentas ayudar o no?
Miró a Rika haciendo un gesto con la mano de que conservara la calma —Lo que intento decir es que la empatía que surge entre ellos se debe a que tienen pasados similares; ambos comparten una especie de trauma infantil, un carácter reservado e indiferente… y ambos usaron un VRMMO para eludir la realidad… Sinon-san vio en él a alguien igual, alguien que podría comprender por lo que ella misma estaba pasando…
Hizo una pausa mientras volvía a beber de su batido de chocolate. Asuna había desviado la vista de ella y veía más allá; a la otra mesa con tres ocupantes, entonces Kazuto volvió la cabeza y los ojos de ambos se encontraron. Las pupilas grises lucían consternadas y preocupadas, ella sabía que su mirada debía ser igual o peor.
—…Kirito-san la ve como una versión de sí mismo, ella es más fuerte que nosotras, es aguerrida, arrojada y valiente… la vimos en el torneo de GGO ¿recuerdan? —la voz de Keiko volvió a hablar por lo que Asuna rompió el contacto y se concentró en las palabras de la chica, que lastimosamente eran ciertas —Él confía en ella… todo el tiempo.
Los ánimos de la pelirroja bajaron de golpe. Aquello era completamente cierto. Kazuto confiaba más en Shino que en ella misma.
—Se supone que debías levantar los ánimos de Asuna no hundirlos, Silica.
—¡Oh mou, Asuna-san! ¡Lo siento, lo siento! —la pequeña tomó las manos de su amiga y les dio un apretón.
—Al contrario, Silica-chan —le sonrió débilmente —Tienes toda la razón…—sus ojos ardieron, por lo que infló las mejillas antes de que las lágrimas empezaran a derramársele —No te preocupes.
—P-Pero es que yo no quería…
—¡Hey! ¿Por qué tan apartadas del resto? ¿De qué están hablando? ¿De hombres? —la voz de Klein interrumpió con acento malicioso en tanto se inclinaba entre ellas y alzaba las cejas con gesto seductor.
—Ara ¡Klein sal de aquí! —Rika le dio un suave empujón que terminó desestabilizando al pobre chico.
—Ok, lo tengo, lo tengo— este se enderezó —Agil me envió a buscarlas, dijo que debíamos unir las mesas para empezar a servir la comida. Asuna-san ¿nos ayudas?
—Etto, claro — la pelirroja se puso de pie, echó el cabello detrás de su hombro y siguió al joven.
Suguha salió a su encuentro también, y entonces la situación le pareció en extremo sospechosa.
—Por aquí Asuna-san —la tomó de la mano y la guió a la parte trasera del mostrador. Lugar que nunca antes había visto en sus anteriores visitas.
La cocina no era muy grande, pero estaba a rebosar de comida; sándwiches y demás entremeses fríos que estaban prolijamente ordenados para ser servidos.
—¿Qué hago? —preguntó Asuna trenzando su cabello de manera rápida para que no le molestara.
—Ordenaremos los emparedados en platos para que empiecen a servirlos —le dijo Suguha sin dejar de sonreír —Iré a buscar a Rika-san para que nos ayude…
Asuna se quedó en la cocina sola, clasificando la comida y alojándola prolijamente en las bandejas para dicho fin.
—Sugu… Klein me dijo que estabas buscándome…—sonó la inconfundible voz.
Y Asuna se paralizó. Antes de pensar una vía de escape, Kazuto apareció ante ella rascándose la cabeza. Sorprendido de verla ahí.
—Ahhh… me dijeron que mi hermana estaba aquí buscándome…—se excusó mirando hacia otro lado sin dejar de tocarse la nuca.
—Suguha-chan dijo que iría por Liz —le respondió con suavidad y volvió a lo que hacía. Fue inevitable que las palabras sin malicia de Keiko volvieran a su memoria 'Él confía en ella… todo el tiempo.' No pudo evitar desanimarse de nuevo, porque era completamente cierto que el joven había entregado su confianza ciegamente a la nueva integrante del grupo. Y ni siquiera le había preguntado a ella como se sentía al respecto.
—Te fuiste rápido hoy.
La voz de Kazuto le recordó donde estaba, terminó de acomodar una nueva ronda de emparados y lo miró —Sabes lo estrictos que son mis padres con los horarios…
—Pero ni siquiera te despediste— le apuntó poniendo las manos en los bolsillos mientras que las de ella no cesaban de moverse.
'Como si fueras a notar mi ausencia…' quiso decirle, pero no se atrevió. ¿Por qué todo era tan complicado? Antes de la misión de Excalibur eran la pareja de oro, él mismo la había llamado solicitando su ayuda para dicho fin… habían hecho las paces luego de que su orgullo y testarudez los hubiera alejado… sin embargo ahora volvían a estar distanciados. Y Asuna podía asegurar con convicción que esta vez no era por culpa suya.
Una simple espada había hecho que Kazuto se alejara de ella.
—Por cierto… ese atuendo te sienta muy bien…—añadió con un tono de voz más bajo. Como si estuviera apenado.
Asuna lo miró, sorprendida de que lo hubiera notado. Un precioso rubor incendió sus mejillas pálidas, trayendo esa conocida ola de aleteos y nervios a su estómago, como siempre le ocurría cuando el muchacho decía o hacia algo romántico que no se esperaba.
—Gracias— asintió y cuando volvió a verlo, él estaba frente a ella. Sus ojos grises lucían amables y atrayentes como siempre, extendió la mano y le tocó la mejilla corriendo un pequeño mechón de cabello que se había salido de su peinado, con cuidado lo ubicó detrás de su oído. Asuna no podía dejar de verlo —K-Kirito-kun…—empezó queriendo remediar todo, y contarle lo que ocultaba dentro, sus miedos y frustraciones.
—Asuna sé que…
—Bueno, ¿ya terminaron con la comida? Morimos de hambre—la voz demandante de Rika los hizo retroceder. La chica al verlos supo que había aparecido en mal momento y que había interrumpido algo importante —Oh bueno lo siento…— se excusó abochornada, más la sonrisa de negación en el rostro de Asuna le demostró que no habían hecho mucho progreso.
Detrás de ella apareció la joven de gafas —Kirito quería saber dónde te habías metido de pronto…
Shino lucía muy moderna con su corto cabello, sus jeans ceñidos y rotos a la altura de las rodillas y la camiseta holgada en verde militar, igual que sus botas marrones. Moderna y bonita.
—Estaba ayudando a Asuna…
—Pero Yui-chan estaba preguntando por ti, por ambos— señaló y lo tomó del brazo con absoluta confianza —Así que vine a buscarte.
—Ah, Shino espera…—pero el reclamo de Kazuto se perdió en el aire cuando la francotiradora tiró de él hasta llevárselo a la rastra.
Asuna volvió a hundir los hombros en una acción desamparada y se mordió el labio.
—¡Bueno ya! ¡Quita esa expresión! —la sacudió un poco y dándola vuelta le dio un ligero empujón hacia donde se habían ido los otros dos —Ve y haz algo. Habla con ella dile la verdad, u obliga a que Kirito lo haga…
—Liz…
—De verdad me cansé de ver toda esta situación y me obligarán a actuar y créeme, no será nada agradable.
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Asuna había vuelto al salón por la insistencia de su mejor amiga. Las cosas allí habían seguido otro curso. Klein y Agil habían unido un numero de tres o cuatro mesas en el centro que ahora rebosaban de bebidas y los platos de emparedados que ella dispuso. Detrás de ella Suguha la contempló con una pequeña sonrisa apenada, le colocó la mano en el hombro con ligereza.
—¿Pudieron arreglar algo?
Ella se giró a verla, negó lentamente —¿Fue idea tuya?
—Liz me lo sugirió —comentó en voz baja —Y Asuna conozco a mi hermano, normalmente es muy descuidado con todo; pero en lo que se refiere a ti… en verdad te quiere mucho.
La aludida alzó la mano para que no dijera más. ¿De que servía? Eran solo palabras. Palabras que Kazuto jamás había dicho en el plano real. Aquella vez durante el evento de La rosa de Dorentia él le había confesado que la amaba, pero eso había sido luego de un apasionado beso, y luego de la pelea. Todo dentro de ALO. Ellos habían remendado su relación a partir de ahí y continuaron.
Pero las cosas no volvieron a ser las mismas. La relación de amistad entre Shino y Asuna se afianzó, a la par que la conexión entre la primera y Kazuto se volvió evidente. La rutina se hizo cargo de ellos, y el distanciamiento empezó.
—No tiene importancia Suguha-chan— expuso con un suspiro.
—¡Mamá te ves muy bonita! — la voz de la pequeña hada sonó por los altoparlantes con extrema claridad.
—Gracias Yui-chan— se giró hacia la cámara que estaba más próxima a ella y le alzó el pulgar con una sonrisa triste —¿Disfrutas de todo esto? ¿No te sientes agotada?
—Es muy divertido… aunque no puedo moverme tan rápido como quisiera, pero puedo estar con ustedes en el mundo real y me parece maravilloso…
Oír la felicidad en la niña, alivió un poco el malestar que sentía. De pronto se dio cuenta de lo egoísta que estaba siendo encerrándose en su mundo de culpa y traición cuando más cosas buenas pasaban a su alrededor. Y debía estar agradecida de eso también. La sonrisa que le mostró fue genuina esta vez.
—Tienes razón Yui-chan. Yo también estoy feliz de que puedas compartir este momento tan importante con nosotros.
—Lamento interrumpir este agradable momento madre e hija, pero Asuna necesitamos tu ayuda para servir. Klein hará un desastre si sigue insistiendo en mezclar todo— Rika intervino con un gesto cansado. Asuna rió levemente y fue con su amiga notando que todos estaban alrededor de las mesas. De soslayo buscó la silueta anhelada, y como lo supuso éste estaba hablando fervientemente con Shino a un costado. Al lado estaba Keiko pero ninguno de los dos le prestaba atención.
Fue tomando los platos y empezó a servir la comida como si aún estuviera en su casa de ALO y como anfitriona se preocupara de que todos estuvieran debidamente cómodos.
—Asuna-san pareces una madre…—le dijo Klein con la boca llena.
—¡Baka! Es la mamá de Yui-chan por supuesto que es una mamá— le retó Rika dándole un golpe en el hombro que el otro celebró ofendido.
Asuna los veía con una sonrisa graciosa pintada en los labios. Esos dos siempre se la pasaban discutiendo, aunque sospechaba que solo estaban coqueteando descaradamente. No había más que prestar atención a la forma en la que Ryoutarou siempre buscaba pelear con Rika y viceversa. Además, el joven pelirrojo no le quitaba la vista de encima a la hermosa muchacha.
Liz vestía tan femenina como siempre; un vestido rosado, legguins y botas altas. Se veía bonita, y por supuesto el joven samurai no podía dejar de notarlo.
Al menos su mejor amiga tendría suerte en esto del amor.
Sirvió las dos porciones restantes y puso su mejor expresión desinteresada cuando se las ofreció a su novio y amiga que seguían inmersos en su plática.
—Gracias Asuna— le agradeció Shino tomando los dos platos.
Al sonido de su nombre Kazuto se giró hacia ella con culpabilidad. Como si se diera cuenta de lo que voluntariamente estaba haciendo.
Pero ella entregó las porciones y les dio la espalda para recoger su plato y buscar un lugar donde sentarse.
—No estés triste, mamá. ¡Gambatte!
La voz infantil de Yui le hizo darse cuenta que otra vez estaba dejándose sopesar por sus pensamientos oscuros. Asintió y mordió uno de los emparedados. Estaba delicioso, no al extremo de los que ella hacía, pero estaba exquisito. Se sentó junto a Keiko y Suguha y por varios minutos decidió olvidar su caótico lado amoroso y divertirse un poco con sus amigos a quienes no vería hasta pasado el receso de invierno.
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—No te preocupes por mí…—repetía por onceaba ocasión —No es necesario que vengas a buscarme le pediré a Kirito-kun que me acompañe…— reprimió la punzada dolorosa que le produjo decir eso. Ni siquiera estaba segura de que el muchacho quisiera acompañarla a su casa cuando todo acabara. Se obligó a desechar esos pensamientos y agregó —No seas tan gruñón onii-chan o te saldrán arrugas antes de tiempo…—alejó su móvil del oído al oír los gritos que pegó su hermano ante sus palabras y rió quietamente —Nos vemos mañana ¿está bien? Deja de ser tan preocupón.
Asuna cortó la llamada y metió el móvil en el bolsillo de su falda. Volvió sobre sus pasos y se sentó junto a Rika que parloteaba de algo con Suguha. Ambas inmediatamente se callaron al verla haciendo obvio que ella era parte del tema de conversación.
—¿Quién era? —aventuró Liz.
—Mi hermano —suspiró —Le dije que no se preocupara que podría volver a casa por mi propia cuenta.
Suguha le dio un codazo suave pero no dijo palabra. Las mejillas de la pelirroja se colorearon ante la supuesta implicación.
—¿Entonces ya se lo has dicho a ese imbécil?
Asuna suspiró desviando la vista. Shino seguía monopolizando a Kazuto para sí misma, aunque éste parecía no darse cuenta. Con la diferencia que Keiko seguía porfiadamente entre ellos como si fuera una chaperona que debía cuidar que ninguno de los dos hiciera algo indebido. Solo que ahora el joven la incluía en su conversación todo el tiempo.
—Me pegunto de que estarán hablando…—Suguha rasgó los ojos tratando de leer sus labios y sus gestos.
—Podemos ir allí e investigar.
—Etto no…—Asuna frenó a ambas chicas cuando estas fueron a ponerse de pie.
—Deja de ser tan infantil, Asuna. No has dejado de verlos desde la última hora— Rika bebió del vaso en su mano y luego lo miró con curiosidad —¿No creen que ese ponche sabe extraño?
—Agil-san fue quien lo preparó— Suguha respondió dando un sorbo a la bebida que Liz le tendió —Tienes razón, sabe raro.
Asuna probó a su vez del vaso que ella llevaba y frunció el ceño —Esto tiene un ligero toque de alcohol. No beban más esto —se puso de pie y tomó el vaso de su amiga y caminó hasta la barra para reclamarle a Agil quien solo soltó una carcajada relajada al oírla. Cuando se dio la vuelta Suguha y Rika habían ido a reunirse con Kazuto y las demás. Se tuvo que tragar su orgullo y caminar a paso firme hacia el grupo. Se armó de valor y poniendo su sonrisa más convincente irrumpió en la ronda. Era la hora de decirle lo de su viaje a Kioto.
—¿Kirito-kun? ¿Podría hablar contigo?
El muchacho quien ya la había visto venir, arqueó las cejar con terror, un escalofrío le recorrió el cuerpo —¿Tiene que ser ya?
—Será solo un momento…—se estaba poniendo incómoda. Nunca la había rechazado tan abiertamente cuando debían hablar de algo que ella consideraba importante.
—Pero podemos hablarlo luego— la contradijo haciendo una mueca. Las chicas a su alrededor conservaban un silencio que a estas alturas estaba pesado e incómodo.
Asuna sintió que sus mejillas estaban tiesas con esa sonrisa que se había obligado a hacer, asintió con un gesto tosco, y como dándose cuenta que sobraba en esa conversación giró sobre sus talones y se alejó, yendo a ayudar a Agil y a Ryoutarou que levantaban los platos y la comida que había quedado.
Segura de que estaba de espaldas y nadie la veía se pasó el brazo por los ojos y se secó las lágrimas que silenciosas habían osado escapar.
Estuvo tan entretenida guardando lo que sobró, y lavando la vajilla pese a las protestas del dueño, que cuando se dio cuenta todos estaban a su lado ayudando con la limpieza del lugar. Suguha y Keiko secaban y guardaban la loza en los estantes, Rika y Ryoutarou barrían el salón, Agil limpiaba las mesas que ya estaban acomodadas, y Kazuto y Shino no estaban en lugar visible.
—Gracias por la ayuda— el dueño del salón se acercó a ella y le revolvió el cabello con cariño, como si de una niña pequeña se tratara.
—No tienes que agradecer.
—Por cierto, si buscas a Kazuto acaba de salir afuera para hablar con su madre a través del móvil… y Shino está en el Toilette…
—¿Ah? ¿Agil-san… p-porqué dice eso…?
—Eres tan transparente Asuna— le sonrió —Ve a hablar con él.
Asuna recibió el pequeño empujón por parte del mayor, y armándose de coraje fue hasta el perchero tomó la chaquetilla negra que había traído y se la colocó en los hombros, abrió la puerta y salió al exterior cerrando tras de sí.
Caminó algunos pasos por la vereda viéndola desierta. Una correntada gélida la hizo estremecerse y recordar que su ropa no era apropiada para aquella baja temperatura. Se abrazó a sí misma y siguió caminando varios metros pasando la luz del farol cuando se detuvo estupefacta, llevándose las dos manos a la boca para contenerse.
Allí junto al paredón que circundaba con el café, Shino en puntas de pie tenía sujeto el rostro de Kazuto mientras lo besaba con ardor.
••••
Ni siquiera supo cómo volvió a entrar al café. Se quedó con la chaqueta puesta y pasando a sus amigos que sentados a la barra bebían café entre risas fue y se encerró en el baño. Se apoyó contra la puerta y se dejó caer hasta quedarse sentada en el suelo, subió las piernas y escondió su rostro en sus rodillas, las lágrimas resbalaron copiosas por sus mejillas hasta que estas se perdieron en la tela de su falda.
Y así pasaron varios minutos hasta que sintió que había descargado parte de la frustración que sentía pese a que se sentía rota y vacía. Se puso de pie y se miró en el espejo, sus ojos la traicionaban, estaban completamente enrojecidos y húmedos, sus mejillas igual, también su nariz que no paraba de sorber. Abrió la canilla y se echó agua fría rogando que ésta cumpliera su cometido y desinflamara su rostro. Tomó una toalla desechable y se secó las mejillas.
El resultado final no era mucho mejor. Se acomodó el cabello, y se secó la lágrima rebelde que descendía por su mejilla cuesta abajo.
—¿Asuna? ¿Está todo bien ahí dentro? —la voz de Rika sonó tras el ligero golpeteo a la madera.
—S-Sí… solo estaba retocando mi maquillaje— dijo y abrió la puerta encontrando la faz sorprendida de su amiga.
—¿Maquillaje? —preguntó estupefacta viéndola de reojo, su aspecto desmejorado era tan notorio —Dime la verdad Asuna ¿ocurrió algo allá afuera? Porque Kirito entró con una…
—No quieres saberlo— la cortó y aspirando aire con los ojos cerrados como imponiéndose autocontrol agregó luego de unos segundos —¿Ya te vas? Podemos compartir la tarifa del taxi.
—Por supuesto— asintió Rika dubitativa.
Ambas volvieron al salón notando que ya todos se habían colocados sus abrigos y empezaban a despedirse.
—Ha sido un excelente evento —decía el pelirrojo —¿Entonces nos veremos después de año nuevo?
Eso le hizo recordar a Asuna que todavía no le había dicho a Kazuto de los planes de su familia. Pero considerando los últimos hechos ya ni siquiera era de su importancia. Sintió que sus manos temblaban y se ordenó controlarse. No podía ser débil frente a ellos.
—Voy a desconectar a Yui, pensé que te gustaría despedirte de ella— la voz de Kazuto se oyó demasiado relajada desde su lado derecho. Asuna giró el cuello y lo observó. Él desvió la mirada apenas ambos hicieron contacto, parecía algo incómodo y susceptible.
Asintió —Gracias por compartir este momento con nosotros Yui-chan— dijo alegremente y con toda la gracia de la que podía disponer en ese momento.
—¡Fue genial estar con ustedes! ¡Ojalá pronto puedan llevarme a ver los cerezos en flor!
—Eso en primavera, ahora no es buena idea —acotó Kazuto riendo—Y por supuesto que lo haremos.
Hubo un momento de silencio del otro lado, hasta que la voz de Yui habló con suavidad —Y-Yo… los quiero mucho mamá y papá. ¡Por favor no lo olviden!
—También te quiero mucho Yui-chan…—la voz de Asuna se quebró.
—Por favor sonríe mamá, sabes que amo verte sonreír.
Ella no se sitió capaz de responder eso por lo que Kazuto tomó la palabra solícito —Voy a desconectarte Yui, por favor descansa y mañana hablamos.
—¡Claro! ¡Buenas noches papá, mamá feliz año nuevo! ¡Los quiero!
Con eso Kazuto apagó las cámaras y desconectó todo. Miró hacia el costado notando que Asuna se alejaba —¡Asuna, espera! —ella se detuvo en seco. Apagó los programas y dejó que su portátil hibernara —Más temprano dijiste que querías hablar conmig…
—No tiene importancia— lo interrumpió sin volverse.
Kazuto caminó tras ella e iba a decirle algo más cuando se dio cuenta que todos estaban planeando como irse de allí.
—Asuna y yo podemos compartir un taxi ya que vivimos para el mismo lado, Shino y Silica pueden ir con Klein… nos sentiríamos más tranquilas si alguien las acompaña—decía Rika con acento práctico.
—O puedo ir contigo y Asuna-san…—acotó el pelirrojo con una sonrisa pícara.
—Ni lo sueñes.
—Yo llevaré a Asuna —manifestó Kazuto, fastidiado de que tuviera que señalar algo que según él era demasiado obvio —Pero primero llevaré a Sugu a casa— le hizo un gesto y la muchacha saludó a sus amigas y se encaminó hacia la puerta —Un taxi tiene capacidad para cuatro personas así que Klein puede ir con las demás sin problemas.
—Tienes razón Kirito —terció el dueño del bar —Pediré el taxi entonces.
Kazuto asintió, se subió el cierre de su chaqueta y fue tras su hermana, abriendo la puerta sintió la imperiosa necesidad de girarse y mirar a Asuna cuyos ojos ausentes se perdían en la pantalla de su móvil. Sintió ganas de decirle algo, lo que fuera, pero obviando su impulso salió al exterior. Faltaban algunos minutos para la medianoche.
••••
Ella revisó sus bolsillos otra vez maldiciéndose el no haber llevado dinero. Tampoco podía llamar a su hermano, de seguro se molestaría y hasta la regañaría por hacerle salir de la casa cuando ya se encontraba dentro.
¿Entonces que podía hacer? ¿Pedirle dinero prestado a Agil? No era mala idea, pero tenía vergüenza de hacer tal cosa. Apoyó el móvil en la mesa y se apretó las sienes desesperada.
¿Qué se suponía que debía hacer?
Miró el reloj de pared que estaba sobre la repisa repleta de bebidas. En diez minutos pasaba el último tren que podía llevarla a Saitama, su casa. Diez minutos. Aunque tenía una buena caminata de más de quince cuadras hasta la estación de Shinjuku…
Esperar por Kazuto para que seguramente rompiera con ella, o aún peor le contara del beso con Shino no entraba en sus planes. Estaba demasiado susceptible y necesitaba estar preparada para eso. Ademas estaba segura de que se echaría a llorar apenas él le dirigiera la palabra.
Nueve minutos…
No lo pensó más, aprovechó que los demás hablaban de sus planes para año nuevo y ninguno le ponía atención, caminó hacia la salida y sin dudar abrió la puerta y salió.
••••
Media hora después Kazuto volvió a estacionar su moto frente al bar de su amigo pero la dejó en marcha. Tomó el abrigo extra que le había dado Suguha para abrigar a su novia y volvió a entrar. Sorprendido de ser recibido por la fisonomía curiosa del dueño.
—¿Qué haces aquí? —preguntó sorprendido.
—¿Cómo que qué hago? Vengo por Asuna— dijo obvio. Luego recorrió el lugar desierto con sus ojos grises —¿Dónde está?
—Pensé que se había ido contigo.
—¿Cómo se va a ir conmigo si le dije que me esperara?
—Es que de pronto desapareció y creímos que te la habías llevado— le respondió franco.
Él soltó un suspiro de fastidio —¿Tal vez Kou vino por ella?
—No sabría decirte— dijo Agil rascándose la calva cabeza.
Volvió resoplar. Dejó el abrigo sobre una silla y extrajo su móvil del bolsillo —La voy a llamar para cerciorarme de que llegó a su casa…—dijo y marcó. El teléfono timbraba una y otra vez, pero lo curioso era que parecía sonar ahí mismo.
Agil y Kazuto se giraron al mismo tiempo hacia atrás viendo como un pequeño artefacto se prendía y se apagaba simultáneamente. El primero se acercó y lo tomó —¿Este es el móvil de Asuna?
—No puedo creer que se lo haya olvidado —sentenció frustrado —Que se haya ido dejando el móvil no es propio de ella…
—Asuna ha estado rara desde la última hora, luego de que la mande afuera a buscarte…— comentó el hombre moreno tocándose la barbilla —Ahora que lo pienso no solo ella, Shino y tú estaban muy extraños…
—Espera…— los ojos grises de Kazuto temblaron de aprensión —¿Dijiste que salió afuera a buscarme?
—Sí, me preguntó por ti y le dije que estabas hablando con tu madre y que… ¿dónde vas Kirito?
—¡Mierda! ¡Mierda, mierda…! —bramó el muchacho, guardó el móvil de la chica en su bolsillo y salió azotando la puerta dejando a su amigo con la palabra en la boca.
Encendió la moto y salió derrapando sobre el asfalto.
'¡Esa inconsciente…! Por mi seguridad mental, espero que se encuentre sana y salva en su casa…'
Nota:
Parte una de dos (o tres?) capítulos.
Después de año y medio me atrevo a traer la secuela de este fic que prometí al final de ¿Tan solo amigos?
Pese a que tengo millones de cosas atrasadas (Blood, El pecado de una diosa, Esto es la guerra, Caperucita y etc, etc) esta idea se me clavó como esquirla y no me dejaba concentrarme en nada asi que TUVE QUE ESCRIBIRLA.
Okay, cambié mucho, por no decir todo, de los capítulos de Caliber. Pero es que esto me carcomía Xddd Por cierto odiarán a Sinon (si no es que ya lo hacen) y a Kirito también como bonnus xD
No hay mucho más que decir. Siempre quise explorar el lado depresivo y melodramático de Asuna jajaja, sensación que quedó en mis manos desde la precuela y que con mis actuales fics no puedo xDDD
Gracias por leer! Comentarios se agradecen.
Sumi Chan~
