'Tenemos a otro'

Bonnibel odiaba la sala de emergencia, especialmente esta noche. Rara vez habían casos buenos. Generalmente, estaba rodeada de idiotas ebrios que necesitan que el veneno estuviera fuera de sus venas. Bonnibel recordaba a uno de sus compañeros tratando a un hombre que había ingresado con lo que parecía un resfriado común, solo para descubrir que también tenía un tumor creciendo en su cerebro. Tan horrible como suene, esos eran los momentos más emocionantes de la medicina.

Cogiendo el historial que la enfermera le paso, echándole una ojeada a las notas, y absteniéndose de rodar los ojos. Perfecto. Otro desperdicio de esperma quien no ofrece nada a la sociedad, y que prefiere desperdiciar su vida inyectándose drogas en su cuerpo. ¿Cuántas veces han ido ya? Seis pacientes en las últimas cuatro horas habían sido enviados, con los mismos síntomas, sobredosis. Afortunadamente, este paciente no parecía tan serio. Estaba de suerte; todo lo que necesitaba era descansar, tomar algo, comer un poco, y luego podría irse. La chica estaba ocupando la habitación, y alguien con un verdadero propósito en la vida podría aparecer y necesitar la cama.

Varios meses atrás, cuando Bonnibel inicio el internado, nunca hubiera pensado así. Ser una doctora lo era todo; la adrenalina y la prisa para ayudar a las personas era todo lo que ella podría querer. Lentamente, a través de los meses de constante trabajo, el interminable beep de su localizador, y el continuo ciclo de atender a un paciente luego de otro, logro distorsionar la visión de la joven doctora. Su prometido lo noto; él le reclamo que sonríe menos, y las veces que regresa a casa luego del trabajo –las cuales eran raras- del trabajo era todo lo que ella hablaba.

Llegando a la cama del paciente, ni siquiera la vio mientras revisaba su historial. 'Tienes suerte. No es común para las personas como tu entrar al hospital y salir con vida.'

'¿No eres un rayito de sol?

Bonnibel alzo la vista. Se sorprendió de descubrir a una chica –no, mujer- era mayor de lo que pensaba. Sus ojos verdes ensombrecidos, Bonnibel encontró su apariencia bastante llamativa. Piel pálida, cabello negro, alrededor del 1.80m. Estaba sentada verticalmente y no mostraba síntomas de estar sufriendo una sobredosis. De hecho, le sonreía, con un brillo gracioso en sus ojos, cejas levantadas. Se veía bien. Bonnibel frunció el ceño, confundida. 'Uhm, Señorita Abad-' . Miro de nuevo el historial, '¿—Abad-er?'

'Abadder'. Corrigió. 'Honestamente, no se siento segura cuando mi doctor no puede ni leer bien mi nombre.'

'Ha sido un día largo.' Bonnibel suspiró.

'Lo puedo ver. Luces como si te fueras a desmayar en cualquier segundo.'

'Gracias.' Bonnibel bajó el historial. 'Ya estas con sobredosis, necesito que te quedes aquí por unas horas—'

'¿Sobredosis?' Marceline frunció el ceño, la sonrisa desapareció. 'No tengo sobredosis.'

'Bueno, eso es lo dice en el historial.'

'Entonces el historial está mal.'

Bonnibel rodó los ojos. '¿Quién es el doctor aquí? Tu historial ciertamente dice que tienes sobredosis hace aproximadamente 1734 horas de hoy – o ayer. En tu casa. Aunque, siendo franca, no espero que recuerdes eso.'

'Espera un minuto princesa'. Marceline se enderezó un poco más y había un toque de confianza en ella que hacía a Bonnibel retroceder. 'Me importa un carajo si eres una doctora o no. Pero el historial que tienes – Lo sé no tengo sobredosis. Anda y chequéalo, porque no es correcto. O, tal vez, tu cerebro esta tan frito por trabajar tanto que no puedes leer bien. Ciertamente lo comprobaste cuando intentaste pronunciar mi apellido.'

'Doctora.'

'¿Qué?'

'Es doctora. No princesa.'

Marceline se rio. '¿Cuántos años tienes?'

'V—Veinticuatro'.

'Veintinueve. Entonces, princesa, anda arregla tus datos, porque yo no tengo sobredosis.'

Frunciendo el ceño, Bonnibel quería botar a Marceline de la cama, aquí y ahora, pero arriesgar su trabajo por una adicta de la calle, no valía la pena. Esta mujer no era otra cosa que un dolor en el trasero y Bonnibel tenía otros pacientes que atender. Estrellando el historial en el filo de la cama, salió energéticamente incrédula de lo que oía. ¡Qué indignante! ¡Que ruda también! Bonnibel odiaba su trabajo a veces. ¿Cómo algunos pacientes podían ser tan desagradecidos por el tratamiento que reciben? Ni hizo el esfuerzo de revisar el historial de Marceline.

Afortunadamente, tratar a un chico con el tobillo roto distrajo a Bonnibel del incidente, y con eso su orgullo estaba curado. Sin embargo, cuando se estaba dirigiendo a la sala de enfermeras a revisar unas notas se encontró con una desagradable sorpresa. 'Deberias estar en la cama.'

'Y tú no eres la primera chica en decírmelo,' Marceline sonrió. 'Solo quería ver como estabas. Parecía que estabas teniendo un duro día. ¿Estás bien?'

Bonnibel parpadeo. 'Yo—'. Cerró la boca. Se giró hacia ella. Cruzo los brazos.'—Yo debería estar preguntándote eso. ¿Por qué estas fuera de tu cama por cierto?'

'Porque yo no estoy enferma. Ni tengo sobredosis, no muchas gracias. En realidad vine a decirte que eres una mierda haciendo este trabajo. Los cuadros habían sido mezclados con el de otro paciente.'

'Agradezco que me informes sobre esto,' Bonnibel murmuro a través de los dientes.

'¿Es así como tratas a tus pacientes con sobredosis?, Marceline se bufó. 'Créeme, ellos tienen suficiente drama siendo enviados aquí como para estar viendo lo gruñona que eres.' Y luego se rió, y Bonnibel no estaba segura si se estaba riendo porque no hablaba en serio, o si se estaba riendo de su expresión. Probablemente la segunda. Porque Bonnibel no lucia contenta.

Una cosa que ponía de mal humor a Bonnibel era cuando los pacientes eran poco cooperativos cuando eran tratados. Con algunos pacientes, una tenía discusión tras discusión de que procedimiento medico debería aplicar. Tomaba horas algunos días. Lo que disgustaba aún más a Bonnibel era cuando pacientes, como Marceline Abadder, tenían la osadía de criticar como trataba a las personas.

Especialmente luego de un largo día de mierda.

'¿Sabes qué? No. No, ¡no estoy bien! He estado corriendo alrededor por las pasadas seis horas y no he comido nada desde el almuerzo el cual fue hace años. No solo eso, he tenido que lidiar con vómito, niños gritones, saturar una ruptura abierta, un paciente de cáncer violento, otro que pensaba que era correcto nalguearme cada vez que pasaba por su costado—¡Y no es divertido! Oh, ¿qué más? Hm. ¡Ya sé! No olvidemos a los imbéciles que piensan que está bien ahogarse en alcohol y luego acabar en una cama del hospital para que nosotros les quitemos todo el veneno con el que casi se matan. ¿Les importa? ¿Acaso nos dicen las gracias? No. Debo matarme trabajando para tratar personas que no me dan ni un puto gracias. Así que no, ¡no estoy bien!

Las cejas de Marceline se alzaron. Espero a que Bonnibel se calmara y le tomo un momento a Bonnibel darse cuenta que Marceline no se reía. No se había ido ni la había molestado. La había escuchado, a pesar de todo, Bonnibel apreciaba eso. Nadie en este maldito edificio se preocupaba en escuchar, con una buena razón. Cada doctor y enfermera en el hospital tenían suficiente en sus platos como para escuchar los problemas de los internos. Una simple interna lloriqueando sobre su día era lo menos que querían escuchar.

'¿Por qué decidiste convertirte en doctora?'

La pregunta la atrapo por sorpresa. 'Uh.' Dudo su respuesta, porque no se había dado cuenta que no sabía el porqué. Más acertadamente, se había olvidado y eso la sorprendía. La respuesta llego a ella. Su voz se suavizó, 'porque quiero ayudar a las personas.' Sonaba estúpido, hasta patético, pero era la verdad.

'Por fin,' Marceline respondio. 'Lo estás haciendo bien princesa. Yo sé que este tipo de profesión puede matarte, pero si sigues recordando por qué lo escogiste en primer lugar, te quedaras.'

Bonnibel suspiró. '¿Cómo sabes?'

'Sé muchas cosas.' Había un brillo en sus ojos de nuevo. Estaba volviendo a burlarse, pero había un toque de sinceridad en su tono. 'Yo también sé reconocer a una buena persona cuando la veo.'

Bonnibel sonrió. 'Gracias'. Se sentía mejor y no estaba segura si era porque finalmente se había vuelto loca o por las cosas que le había dicho Marceline. '¿Y qué haces? Aparte de ofrecer críticas constructivas a los doctores.'

'Drogas. Yo las vendo. Bueno hago más que eso.' Levanto la vista, como si estuviera orgullosa de ello. 'Trabajo para un cartel internacional de drogas.'

Hubo una larga pausa entre ellas. De repente, Marceline se rio, liberando la tensión, Bonnibel se rio con ella aunque con nerviosismo. 'Pensé que hablabas en serio.'

'Hm.' Marceline alzo las cejas, sonrió torcidamente. 'Encantadora como eres, yo ya debería irme. Intenta no confundir los datos. Se puede hacer un lio.'

Bonnibel rodo los ojos, pero sonrio. 'Lo intentare.'

Fue solo cuando Marceline se fue por el pasadizo y desapareció por la esquina que Bonnibel se preguntó que había de malo con ella. Ella debería haber venido con algún tipo de problema. Aparentemente, no eran drogas, y se preguntaba si era algo más serio que eso. Después de todo era raro ver a los pacientes caminando por los alrededores luego de algún trauma. No importaba, porque dudaba que volviera a ver a Marceline de nuevo. Tal vez para lo mejor. Marceline podría tener un lado bueno, pero parecía un bicho malo.

Metiendo los datos del paciente debajo de su brazo, Bonnibel regreso a la sala de emergencia y se quedó ahí hasta que termino su turno cinco horas después.

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La mañana siguiente, Bonnibel estaba aliviada de que lo le hayan asignado la sala de emergencia. Su asistente le da a los internos órdenes rápidas y en chasquido de dedos les advierte a cada uno de ellos que lo llamen si es que ven algún caso serio. Naturalmente, cada interno estaba ansioso de saber quién sería el demonio con mala suerte que les tocara, pero Bonnibel no se sentía tan emocionada como siempre. Su compañera y amiga, Raini, lo notó. Para la hora del almuerzo, Bonnibel aun lucia sombría, masticando su ensalada y pasando las hojas de su libro de medicina.

Golpeando su bandeja de comida contra la mesa, Raini se sentó a su costado, 'Hola,' le dio un leve codazo a la pelirosada. '¿Qué te tiene con ese humor?'

Bonnibel la miró, con una expresión seria. 'El me odia.'

'¿Quién?'

'Braco.'

'¿Qué? ¿Por qué?'

'Porque paso más tiempo en el maldito hospital que en casa.'

Su mejor amiga se bufó. 'Si yo fuera él, apreciaría que estuvieras lejos, te ves horrible.'

'¿En serio? ¿Se supone que eso debe hacerme sentir mejor?'

Raini sonrió.'Okay, no luces tan mal, exceptuando las ojeras y las arrugas. ¿Has dormido algo?'

'Adivina…'

'Bueno, Braco es un chico bueno, el entenderá si se lo dices. Eres una interna. No puedes arriesgar saltarte el trabajo.' Su amiga no le ofreció una respuesta, ni siquiera parpadeó. 'Está bien me estas enloqueciendo, anda a la sala de guardia y duerme, te cubro...'

'Claro, y roba todos mis pacientes. Que generosa.'

'Bien, sé una mierda, pero cuando te desmayes de cansancio no esperes que sea yo la que te ayude,' Raini dijo, masticando su sándwich.

Regresando a su comida, Bonnibel murmuró, 'Eres una buena amiga.'

'Lo sé.'

Unos segundos después, ambas internas les interrumpieron sus almuerzos cuando sus localizadores sonaron. Sin un minuto que perder, saltaron de sus asientos y corrieron por varias salas hasta encontrar cual había llamado. Inmediatamente el asistente le entrego a Bonnibel los datos del paciente, 'Tu favorita,' él dijo, ladiendo la cabeza. 'Mertens es una visitante recurrente. Sé amable.'

Bonnibel le echo una ojeada a los datos, Raini se acercó a su hombro para leer también. Una vez terminaron, Bonnibel se acercó a su paciente. Fionna Mertens la miró con una retorcida y divertida sonrisa sobre sus labios. 'Amo a los internos, siempre se ven como que se van a hacer pipí encima. ¿Cuál es tu nombre, rosadita?'

Por una rara razón, Bonnibel se sintió un poco intimidada por la otra mujer. Con su cabello algo alborotado y la intravenosa en su muñeca, parecía estar a gusto. Bonnibel se giró hacia el asistente quien se encogió de hombros. Miró de nuevo a Fionna. 'Uh, B—Bubblegum. Doctora Bubblegum.'

'Doctora Bubblegum,' repitió Fionna en voz baja. 'Sin ofender, pero preferiría a la rubia de atrás, tú con las justas estas consiente—¿qué pasa con ustedes? Obsesionados con su trabajo que ni siquiera se bañan ni nada.'

'Yo—'Miro con rudeza a Fionna. 'Yo no necesito darme un baño.'

'¿Ah sí? ¿Te has visto últimamente?'

'¿Y tú?

'¡Bubblegum!'

Bonnibel se estremeció cuando el asistente levantó la voz e ignoro la sonrisa de Fionna. 'Lo siento, señor.' Bajando la cabeza evito la mirada de Raini y salió de la habitación roja en toda la cara. Antes de que pudiera reunir de nuevo sus pensamientos del espiral de rabia que le generaba atender a los pacientes con una actitud de mierda, se chocó con alguien.

'Whoa, ¡cuidado!'

'Lo siento- -'Espera, esa voz la conozco. Bonnibel abrió los ojos con horror. 'Oh dios, no tú. '

Marceline se le quedo mirando y luego la recordó. Sonrió y frunció el ceño. 'Eso no fue nada amable y yo que pensé que empezabas a abrirte conmigo.'

'¿Por qué estás aquí?'

'Visito a una amiga. La que tenía sobredosis ayer.' Marceline dejo en claro.

'… fue un error, no pensé que confundiría los historiales,' Bonnibel dijo en voz baja. 'De todas formas, puedes decirle a tu amiga que si tiene sobredosis de nuevo puede terminar en estado vegetal, de hecho, podría.'

'Como tratar con tus pacientes no parece ser tu fuerte, se lo diré, no te preocupes princesa.'

Bonnibel la miró. '¿No te preocupes? ¿Es una broma?'

'Esta ha sido la primera vez que se le fue la mano. Mertens a veces se mete mucho con lo que inhala con la nariz, pero es responsable. No pasará de nuevo, la estaré vigilando.'

'Buena suerte con eso.'

'Entonces… ¿Cómo está el prometido?

Bonnibel frunció el ceño. '¿Qué?'

'¿No me dijiste anoche que tenías un prometido? ¿O estaba escuchando cosas? Espero que sea lo último.'

'Yo—'La peli rosa aclaro su garganta embarazosamente luego de escuchar la última frase de Marceline. 'Si, tengo un prometido y está bien. Eres bien atrevida, ¿sabías?'

'No has visto nada princesa' Marceline sonrio y paso a su costado. Bonnibel pensó que se estaba yendo hasta que se dio cuenta que Marceline estaba andando en círculos alrededor de ella mirando de arriba hacia abajo su figura, esto solo puso más incomoda a Bonnibel y más consciente de esto, pero le gustaba. No estaba segura. De cualquier forma, este tipo de comportamiento no era el adecuado y le tenía poca tolerancia.

'¿Qué eres tú, un buitre?' Bonnibel apretó el rostro.

'Haces que las batas medicas se vean bien,' Marceline se encogió, atrapando su mirada. 'Lo cual es impresionante, porque es una vestimenta poco favorecedora.'

'Ser una doctora no es exactamente un desfile de moda.'

Marceline sonrió torcidamente, era la primera vez que Bonnibel veía con detalle el rostro de la mujer y le parecía realmente interesante, algo a lo que Bonnibel le daría placer en estudiar.

'¿Tu prometido no te da dicho que para ser alguien con una lujosa educación tienes pésimos modales?'

'¿Quién ha dicho que mi educación ha sido lujosa? Y no, no he lo ha dicho, porque tengo buenos modales con las buenas personas, y sucede que él lo es.'

Ella se estaba riendo entre dientes, 'Es lindo como intentas asustarme.'

Bonnibel sintió sus mejillas sonrojarse de nuevo y apartó la mirada. 'Tengo trabajo que hacer, anda ve a tu amiga.' Con eso paso al costado de la mujer y Marceline no la detuvo.

El resto de su turno pudo ser peor, afortunadamente logró evadir a Fionna Mertens, ahora ella era paciente de Raini, lo cual significaba que no tendría que verse con Marceline Abadder de nuevo. Aunque sus conversaciones eran de lejos aburridas, Marceline lograba que la cabeza de Bonnibel diere vueltas; preguntaba demasiado, se burlaba cuando no debía, y la llamaba princesa cosa que Bonnibel en serio le molestaba.

Para las 18:15, Bonnibel estaba ocupada cerrando una herida de un paciente cuando Raini apareció. 'Estoy tan feliz que esa adicta este por fin fuera del hospital, no me dejaba concentrarme y examinarla.' Jalando una silla, se sentó en ella junto a Bonnibel. 'Y te diré algo, su amiga es aún peor, primero dice mal mi nombre no una vez sino varias veces, luego empezó a preguntarme preguntas personales, lo cual Mertens lo encontraba hilarante. Pftt.' Ella miró a Bonnibel, quien tenía una sonrisa decaída, sus ojos concentrados en el brazo de su paciente mientras le cocía la herida. 'Qué bueno que pueda hacerte reír también.'

'Lo siento,' Bonnibel le dijo, mirándola. 'Es solo que—La conocí, la que preguntaba preguntas personales. Ella estuvo aquí anoche y confundí su historial con el de Mertens—'

'Oh dios mío, Bonnibel.'

'¡No fue mi culpa! Ya no importa de todas maneras; ya están ordenados, tampoco que le importe a Marceline, no lo sabrá.'

'Sabes, la he visto antes.' Bonnibel continúo cerrando la herida y Raini estaba haciendo memoria. De pronto chaqueo los dedos, '¡Oh claro! Ella es la paciente con Tuberculosis activa y todo eso. La última vez que la vi era un desastre; creo que es bueno saber que está bien y de pie fastidiando a toda persona que ve.'

Bonnibel paró en seco y le frunció el ceño a Raini. '¿Ella tiene tuberculosis activa?'

'No lo creerías, ¿no? Creo que a ella no le gusta estar demostrándolo y eso.'

'¡Raini! ¡Bubblegum!' Al escuchar el grito del asistente, Bonnibel continúo con lo que estaba haciendo y Raini se fue corriendo no sin antes despedirse de ella.

Mientras que Bonnibel terminaba con su trabajo, ella se escontraba algo distraída con la información que Raini le había brindado. Lo último que esperaba era que Marceline Abadder tuviera tuberculosis activa, ¿Por cuánto tiempo? Rayos, ¿eso importaba de todas maneras? Para ella todo lo que le importaba era que Marceline no mostrara su cara por ahí pronto, pensándolo mejor, esperaba que nunca lo hiciera.

Si Marceline volvía, eso solo significaría malas noticias.

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