Esto tendrá bastante YAOI. chico x chico. La historia seria totalmente distinta,pero al ir escribiendo. Bang, salio esto. espero les guste.

Dejen sus comentarios, para saber que tan mal lo estoy haciendo. u.u jiji Ningun personaje me pertenece. Esto sera una realidad alternativa.


Era la noche de un sábado, el día estaba nublado para ser principio de verano, el calor empezaba a ser insoportable. Pero al menos, llegando la noche, empezaba a refrescar.

Neji Hyūga estaba terminando con su trabajo cuándo noto qué hacia un buen rato qué se hallaba en un cómodo silencio. Neji levantó la vista de su lectura con un suspiro y, miro a Sumiré. Estaba sentada en el sillón de orejas, con las piernas dobladas a un lado, con el libro de cuentos qué le había estado leyendo, abierto en el regazo, la cabeza apoyada apenas en una de las orejas del sillón y los ojos cerrados.

Su respiración suave: lo tranquilizo y enterneció en partes iguales. Su pequeña estaba creciendo. Pronto tendría qué decirle la verdad sobre su madre. El temor a la incomprensión de su hija le hizo dar escalofríos. En un intento de auto tranquilizar a sus fantasmas. Se acercó al sillón de Sumiré sin hacer ruido y la cubrió con la pequeña manta. Pasara lo qué pasara cuidaría de su pequeña.

Cuando despertó, su papá la tenia recostada sobre su regazo y, le acariciaba la cabeza muy suavemente -Papi... discúlpame creo que me quede dormida.- Susurro en su pecho.

- Te has dormido media hora,- la pequeña subió la mirada mostrándole a su padre un dulce mohín. Neji contesto a el con una cálida sonrisa, removiéndole el cabello con cariño - si quieres lo dejamos para mañana.

-¡No, papá por favor!, siempre me lees un cuento antes de acostarme.

- No estas algo grande para eso.

-cumpliré ocho - se quejo- y, tu me mantendrás hasta los treinta.

Neji rió con soltura.- Eso significa qué te leeré hasta los treinta.

-Quizás más…-titubeo -tus historias nunca me aburren, papa…

-Por mí, encantado…- Neji no quería ni pensar en lo qué seria de su vida, sin su rayo de luz en el.

- te quiero, papa.- se abraso a su cuello.

- Te amo, Sumiré.


El estomago se le encogió al descubrirse demasiado retrasado.

Salio de su departamento, apurado por llegar a su nuevo puesto dé trabajo; Un club nocturno de lujo, digno de un jugoso pago mensual.

Pero al pasar por la plazoleta de aquella ciudad; Su menté se bloqueo temporalmente, Al escuchar el ruido suave de las aguas danzante ubicadas a una corta distancia de él. Era como escuchar en un volumen muy bajo: la cascada cercana de la casa de su madre, donde escondía sus juguetes para qué su hermana no lo amenazara con rompérselos; si la deschababa, por sus salidas a hurtadillas. Sonrío ante el recuerdo.

Sus pies se instalaron en el suelo, dejando para después la tarea de manejar los pedales.

Sus ojos se fijaron en la nueva fuente en medio de está escupiendo agua con la gracia de un querubín en ella.

Los niños jugaban y, reían alrededor de sus padres; haciéndole recordar viejas épocas en las qué el era igual a ellos. Pequeño, lleno de inocencia y, sólo disfrutando de la sencillez de una vida rural.

El tiempo caminaba demasiado rápido esa noche o, quizás era él qué estaba mas lento qué una babosa. Suspiro, cómo no apreciar aquel paisaje echo prácticamente para un artista, deleitado por una perfecta obra de arte. Sé permitió un segundó para admirar y, sentir la noche en su esplendor, ronroneando esa parte salvaje en su pecho.

Resguardo sus ojos negros, para recibir el silencio dulce de la dichosa oscuridad. Si creyera en la magia diría que estaba bajo el canto de la luna.

Era una de esas noches en qué la brisa se escurría entre los hilos qué conformaban su revoltoso cabello, meciéndolos sobre su rostro cansado. Una de esas en qué la luna brilla más qué las estrellas mientras qué las tímidas nubes se esconden para mostrarnos, lo infinito qué puede ser el universo.

Una de esas noches en la qué los insectos intentan hacerse escuchar entre las protestas de los inquietos anfibios.

Una de esas noches donde se busca la tormenta y, se desea la lluvia recorriendo por la frágil piel cobijada de nostálgicos recuerdos.

A varias manzanas de distancia sonó una sirena de ambulancia, más y más fuerte, hasta que casi se cernía sobre el. Alertándolo, de la realidad qué se le escapaba.

Se maldijo interiormente en cuanto observo, su humilde reloj de pulsera. El tiempo se le agotaba y, debía llegar a las diez para las nueve o, quedaría nuevamente sin trabajo. Lo cual le dejaría sin el dinero suficiente para pagar las despensas del mes y, el quedar en la calle no era para nada una opción.

Aun qué parte de él anhelara poder acostarse sobre la yerba cubierta por el rocío y, respirar aquel olor a tierra húmeda qué lo trasportaba a su pueblo, donde el campo es etéreo ante la mirada gentil.

Deseaba tanto tomar con la gracia que le acompañaba desde la niñez, esas ventiscas traviesas qué se cuelan por las colinas y, atraviesan los árboles, sedientas de propinarle cosquillas en las mejillas.

Respiro hondo, buscando la compostura qué le faltaba, intentando no ponerse a llorar allí mismo, escondió sus ojos tristes y, volvió a abrirlos con una nueva determinación en ellos.

Estaba cansado de su soledad. Siempre fue un chico sociable, pero poco a poco aprendió a desconfiar de las personas. Por ello, desde hace varios años sé hallaba alejado de su familia. Sujeto los manubrios auto convenciéndose de qué su suerte pronto cambiaria, ojala y, fuese para bien. Esperaba que su destino lanzara la moneda nuevamente y, está vez, todo fuera diferente.

(Al menos, qué su moneda tuviera ambas caras iguales.)


Hanabi Hyuga sé encontraba molesta en el asiento trasero de su auto. El cual tenia terminantemente prohibido manejar dada su falta de responsabilidad y, la gran cantidad de fracciones de transito que su padre tubo qué pagar ese año. El cual aun no terminaba.

En algún lugar sonó una sirena, una ambulancia que acudía en auxilio de alguien. El sonido se alejó y le hizo recordar todas las ambulancias en que había montado su madre, los sucesivos fracasos que les habían arrebatado la esperanza. Al final; Solo su muerte. Sintió escalofríos y, se acaricio los brazos.

Mientras que ella odiaba a todo lo que tuviera qué ver con hospitales, su hermana mayor; Hinata, tenia una obsesión por aprender sobre medicina. Se veía todo los programas que tuvieran qué ver con casos extraños y, tenia toda la colección completa de: ER emergencias, Grey's Anatomy. y, claro su favorito; Hause M.D. Aunque, Hanabi suponía que lo era, por su otra obsesión por los chicos rubios. Cada qué ese tal; Chase aparecía en escena, Hinata ponía esos ojitos de corazones que daban miedo y, Guarda, con ponerte frente al televisor…

Podrías perder una extremidad o recibir un gruñido sobrehumano.

Hanabi decidió olvidar a la ambulancia y, atacar a su querida amiga.

-Realmente iremos - se cruzo de brazos.- No es otra de tus artimañas.

-Sí, así es -corroboró- y, No tengo artimañas.- La menor bufo sin creerle.

-Um... Entonces, ¿Por qué no me dijiste que era su cumpleaños?

No debía de ser aquello lo que esperaba oír, porque sus hombros se relajaron visiblemente -Te lo dije anoche. - Se defendió la rubia, mientras la miraba por el espejo retrovisor, regresando la mirada al frente para seguir conduciendo.

-Anoche, "mucamita", te encerraste a las nueve.

-Te lo dije antenoche, entonces.- ilustrando su tono altanero.

-Antenoche, ni nos vimos. - retruco, deseando mosquearla.

-Bueno, no importa Hana, estoy segura de que te lo dije.

-Pues no te oí.

-Si no me oíste es cosa tuya- dándole un pequeño golpe al volante con exasperación.-, yo te lo dije.

-¡P-Podrían dejar de discutir!- Soltó a un lado de la rubia; pero al segundo de gritarles se sonrojo y, en voz baja susurro-, por favor.

- Tampoco es para qué te pongas así, Hinata.- la aludida revoleo los ojos.

-¿t-tampoco?, disculpa, Ino. P-Pero has estado discutiendo con Hana, des-desde que nos sacaste de casa.

-Ey, yo no las saqueé, deja de decirlo así, qué lo haces sonar como secuestro.

-Lo es- Susurro hinata-, en mi caso.- le dio una mirada significativa a ambas acompañantes.- Lo es…

-No seas amarga, Hina.- se quejo su hermana en el asiento trasero. -Es solo una noche de chicas.

-Bien saben, qué esa familia no es de su agrado.- aseguro - no deberíamos ir.- suplico.

-Hinata, nadie es del agrado de papá.

-Si, Padre se entera…- se giro de medio cuerpo para ver a su hermana a la cara- Estaremos en problemas.

-problemas…, problemas.- soltó relajada. -Tu le llamas problemas a todo.

-Por qué USTEDES siempre me meten en problemas.- soltó exasperada para volver la vista al frente, cruzarse de brazos, fruncir el ceño y, mirar por la ventanilla a su lado, bufando molesta.

-No es cierto.- Se defendió la mayor de las tres.

-No.

-Bueno tal vez… a veces, Pero olvídalo, - le dio un golpecito en el hombro.- ¡Y, ah disfrutar! - grito su hermana menor.

-Ey!, así se habla,¡Jefa!. - levanto, él puño la rubia.-Hinata, por que no enciendes la radio - Aconsejo la misma - así ,té relajas un poco. El club esta muy bueno. Te encantara en cuanto lleguemos. Y, quizás, al fin ligues algo.

-No digas eso.- Su rostro se volvió a teñir de rojo.

-Recuerda a Hinata, solo le gusta el cabeza de piña.

-¡Hanabi!, No llames así a Naruto.

-Ah claro, - cabeceo molesta. -A mi si me podéis decir; Inocerda.

-tú solita fuiste la qué nos contaste qué tu archienemiga Number one té llamaba así, , ahora te aguantas, mucamita.- Hana le sonrío para nada inocente.

-Maldita mocosa.-murmuro, fingiéndose ofendida la rubia.


Le prometió contarle un cuento, cada fin de semana. Después de desligarse de los asuntos importantes de su trabajo.

Ver su carita esperándole, no tenia precio.

Era la viva imagen de su madre. Pero su hija tendría algo qué ella jamás conseguiría. Un hermoso corazón. La pequeña se acomodo en la cama esperando que su padre la arropara y, se sentara a su lado. Este momento a solas entre su hija y él lo tranquilizaba. Lo hacia olvidar el infierno qué se vendría pronto. Casi podía escuchar la tormenta formándose ahí afuera. Estaban enfrascados en un reino de hadas y princesas en un mundo donde, con sólo desearlo, todo era posible. Termino el cuento. Sonríe al verla dormida abrazada a su conejito rosa, el cabello largo y, castaño enredado en el viejo peluche qué su hija no suelta por nada del mundo, como obligar a esos ojos plata a dejar de brillar. No podía quitárselo. Aunque ese peluche, daba mas miedo qué chucki el muñeco maldito de las películas.

La acomodo bien en su cama, apaga la luz, se dispone a salir. No, sin antes, darle un beso en la frente.

-Dulces sueños, mi princesa.

Decidió ir por un calmante seguramente iría a servirse un vaso de whisky al bar de la sala. Se pregunto; si quizá, había estado haciendo erróneas suposiciones sobre todo. Seguramente el qué la madre de sumiré regresara…, no significaba qué se la llevaría con ella. Si…, no la quiso antes, ¿Por qué la querría ahora? De todas formas. Sumiré era una Hyuga. Su hija. Nadie se la quitara. Nadie.

Esperaba qué sus plegarias fueran escuchadas. Y, que la niña no sufriera daño alguno.

Una vez más relajado.

A su mente vinieron sus alocadas primas.

No había podido avisarles de su llegada.

Si bien, tenia su propia casa. Sumiré, prefería pasar sus vacaciones en la mansión. Todo para no sentirse sola. Pero al preguntar por ellas, nadie supo decirles nada.

Al pareces su tío y, su padre estaban en viaje de negocios. Todo le olía a la peor de las ama de llaves del mundo, Ino Yamanaka. La misma que codiciaba el puesto qué alguna vez tubo el padre de la nombrada. Aunque la joven trabajaba para ellos, era mas bien como una hermana. Dado que se habían criado juntos, siendo hija del brazo derecho de su tío.

El difunto Inoichi Yamanaka era un hombre fiel e imposible de reemplazar. Noble como pocos hombres. Mucho ostentaban su puesto, el mismo qué ahora Ino codiciaba.

Si se lo negaban era por qué deseaban protegerla.

De todas maneras, Ino podía proteger a sus primas. Pero también podía meterlas en mas problemas de los qué cualquiera pudiese imaginarse.

Seguramente el hecho de que ella tuviera el día libre y, sus primas no se encontraran por ningún lado, le dejaba muy clara la fuga. ¿Dónde estaban esas niñas?


El camino se veía más oscuro qué lo normal, pedaleó con fuerza y tomó la curva donde el camino comenzaba a bajar, el impulso de la bajada lo haría rodar un buen trecho sin ningún esfuerzo, subió la vista de nuevo y de pronto escuchó un ruido fuerte que lo sobresaltó haciéndole perder el control de la bicicleta y aún sin sobreponerse del susto vio de frente dos luces que se dirigían hacia él. Luego todo fue demasiado confuso.


De camino al club nocturno. Se toparon con una persecución policíaca. Un auto convertible blanco apareció de la nada y, las hizo girar en una calle contramano, para evitar chocar contra el. - ¡Mierda!- Ino, logro esquivar el auto, pero ante el susto, no pudo frenar a tiempo y, antes de poder reaccionar nuevamente, sintió el impacto.

Ellas no dejaron de gritar desdés que es convertible se les atravesó.

Muy por el contrario; El chico pegó un alarido, uno sólo, antes de resbalar por el capó del auto hacia arriba, siempre hacia arriba, desafiando la ley de la gravedad, y se estrelló contra el parabrisas, dejando que su espalda recibiera el impacto de los vidrios, la bicicleta cayó en un hueco del camino despidiéndolo contra el suelo.

-Algo se ha cruzado…, era un animal o, una persona? Dios, un ser humano…- Susurro la mas joven de las tres, luego cerro sus ojos y, con una fuerza subnormal se apretó el estomago evitando que la bilis le saliese por la garganta. Mientras, Hinata sentía su corazón queriendo traspasarle el pecho. Ino no sentía mas que el miedo recorriéndole los huesos. Las tres temblando aterrorizadas. Al quitar sus manos del volante sintió las marcas de la fuerza que uso, imprimadas en las palmas. Se miro las manos y, luego observando al frente la extensa fisura extendiéndose desde el centro del parabrisas.

-Bien. - recomponiéndose la mayor, - calmémonos... - las otras dos asistieron. Rápidamente intentaron controlar su respiración mientras se daban miradas de apoyo. Pasara lo que pasara estaban juntas. Se quitaron los cinturones con las manos torpes. Agradeciendo, que neji las halla torturado tanto, acostumbrándolas a usarlos. Quien sabe, pudieron a ver volado y, terminado en el mismo o, peor estado de aquella otra persona.¿Habían matado ah alguien?. Santo cielos. Ino se sentía perturbada. Nada la había preparado para algo así, ni sus cortos años en la milicia.

La rubia, se quedo afirmada en la puerta abierta del coche observando el cuerpo en el suelo, Shockeada. Hinata la siguió y, luego Hanabi quién fue la primera en reaccionar al encontrarse con aquél chico en el suelo.- Y bueno, ¡hagan algo!

-Si.

Ino quien respondió a Hanabi, salio trotando sobre sus tacones hasta ponerse a un lado del chico. Parecía un venado aprendiendo a caminar, las piernas retorciéndose de tanto temblar. Hinata se llevo las manos a los labios, horrorizada.

La menor entrelazo sus mano y, rezando mentalmente, espero a que Ino volviera a hablar.

La mayor se ubico en el suelo, se quedó junto al cuerpo unos minutos, sentada, como si tal cosa sucediera todos los días, y luego le cogió una mano, buscando colocar dos de sus dedos sobre las venas que atravesaban su muñeca. Sus ojos reconocieron los raspones que surcaban ambas mejillas y la frente qué aun sangraba, había perdido el sentido, pero su pulso era firme, estaba vivo.

Suspiro con alivio.

- el cachorro esta vivo..

-No hay que moverlo. - Sugirió Hinata.

-Acaso me crees, idiota.- se quejo la mayor.

-¿Dónde hay un teléfono?, Demonios, alguna présteme su celular. - suplico a las mayores.

-Tenemos qué llamar a una ambulancia. Ino. ¡Rápido! Ino…- Ambas hermanas habían dejado sus cosas en la mansión. Realmente, no tenia previsto salir. Ino realmente las había secuestrado para su plan de noche de chicas.

...

Al caer su cabeza golpeó la tierra con fuerza, por un momento quedó aturdido, casi inconsciente, levantó los ojos y vio tres hermosas mujeres a su alrededor de sonrisa dulces, alas agitándose en sus espaldas. Las escucho decir que tenían que ayudarlo. - ¡No! -Otro alarido salio de sus labios, su cuerpo dolía demasiado. Con la voz débil susurro. «Si piden ayuda, las autoridades sabrán que estoy aquí. Y si me descubren, me deportarán.»- No supo si alguien lo escucho. Sus parpados pesaban, la espalda le ardía y, sentía mucho frío. Si bien, no era cierto del todo. Si temía encontrarse con la policía. Después de todo, se había fugado así tiempo de su hogar. No quería regresar. No así, dejando que descubrieran que había fallado. No se dejaría expuesto como un fracasado ante su madre.

- ahí que llevarlo a un hospital.- volvió a sugerir la hermana mayor.

- ¿Qué te pasa? - estallo la rubia - No has escuchado, ¡lo deportaran!.

- ¡Estás loca! - Realmente las hermanas no habían escuchado nada. simplemente por qué se encontraban paradas a unos cinco pasos y, el chico al parecer solo había susurrado. - Si,¡Completamente loca! Tiene que recibir atención medica.

-No - consigue articular Ino -. Nada de ambulancias.

- entonces, ¿Qué hacemos? ¿Deberíamos llamar a Hiashi y a Hizashi?

- Pero, ¡¿Qué tiene en la cabeza?!- exclamó Hanabi -Van a morirse de un infarto si les contamos lo que pasó. - Esto no debería ser así.

- bueno, podemos llamar a mi primo Sasori y, pedirle que lo meta en una bolsa y, lo lance del puente mas cercano.

-¿Puente? No bromees, Ino.

- Tendremos problemas si esto sale a la luz publica. Arruinara la empresa de papa. -Se asusto la menor.

- ahí alguien herido y, tu te preocupas por eso, ¡Hana! - Se enojo su hermana.

-Lo siento.

- Neji, tenemos que llamar a Neji. -Hinata la miro aterrada. -te juro que no estoy loca. Neji es doctor. El sabrá que hacer…

-Pediatra.- Corrió Hanabi - ¡Es pediatra!, ¿Qué hará? Le dará jarabe para la tos.

-Nos servirá igual. Mira, ¿Qué tendrá? ¿Quince o, dieciséis?

-¡No, es lo mismo!- Hinata, dejándose dominar por sus nervios.

- ¡No! Pero es lo qué tenemos de momento. Salvo que reconsideremos lo de Sasori, también tengo un primo que salio de la cárcel hace poquitisimo. Me dijeron que diseca cuerpos de animales. Seguramente, podría situarlo en una casa de cera. Así, nadie jamás, lo sabrán.

-Qué, ¡no bromees!

Hanabi marco el numero de Neji desde el celular de Ino. Mientras, las mayores discutían a un lado del chico qué estaba nuevamente inconciente.

- tenemos que llamar a una ambulancia.- siguió gritando Hinata. Neji dejo el vaso de wiski sobre la mesada del bar. ¿Había escuchado bien?

-¿A qué viene esta llamada tan tarde y, ¿ese lío de la ambulancia? - pregunto, frunciendo el ceño.- Ino, ¡¿Qué esta sucediendo?!- Empezó a preocuparse de sobremanera. Sus primas eran mas que eso, eran sus hermanas. Y, aunque Ino no compartía un laso de sangre con ellos. Le tenia un cariño muy profundo. No sabia lo que seria capas de hacer; si les pasaba algo a alguna de ellas o, peor aún si alguien llegaba a lastimarlas.

- ¡Neji! No soy Ino,- su voz quebrada e inentendible - soy Hanabi.- la escucho a punto del llanto. Se lo podía esperar de Hinata pero Hanabi siempre intentaba ser lo mas frívola posible. Al menos en una situación normal. Lo que le hizo asustarse aún mas.

-¿Sucedió algo?.

-¡Tienes que venir, pero ya!

-Hanabi, dime qué te pasa. Por favor, tranquilízate.- Mientras tomo las llaves de su camioneta y, salio corriendo dejando a su mayordomo de confianza a cargo de sumiré. Por si despertaba y, no lo encontraba.

Su prima le contó que se habían ido solas de la fiesta, que por lo visto habían sido interceptadas por un convertible que era perseguido por la policía o algo así… después, balbuceo tanto que Neji no entendió ni una Palabra de lo que decía. Hasta que algo se filtro a sus oídos.

-¡¿Qué?!-el miedo relegó el letargo a un rincón de su mente -me dices que han atropellado a alguien. -Se paso una mano por su cabello, colocando la llave en el encendido. Dios, acaso estaba maldito. A su familia siempre le tenia que suceder algo. De pronto una imagen de las tres tras las rejas, le aceleró el corazón. ¡Demonios!. -¿Hace cuento?, ¿Qué? No han llamado a una ambulancia o, a la policía. -Hanabi empezó a explicar por que no lo habían echo. Neji golpeo su cabeza contra el volante. -Bien, entiendo. No. Si lo llaman ahora y, a ese chico le sucede algo, ten por seguro que no podré hacer nada por ustedes. Esperen ahí.

-¿Donde quieres que vallamos?- soltó exaltada. suspiro -, lo siento estoy nerviosa.

-De acuerdo, Hana, tranquilízate. ustedes, ¿están bien?

Hana asistió y, sintiéndose tonta al notar qué Neji no podía verla. Soltó un si ahogado. -Si, estamos bien… - para luego susurrar. -en lo que cabe…

- Solo cálmate y, dime dónde estás, iré por ustedes.

En cuento llego, Hanabi que se hallaba sentada en el cordón de la vereda, aun costado del auto, abrazándose las piernas, mientras observaba las ruedas de la bici del chico, en el suelo que giraban por el viento fuerte. Demostrándoles que el tiempo no se había detenido. La pesadilla seguía su curso. Salió de la camioneta a encontrarle y la abrazo con fuerza. La muchacha le devolvió el abrazo. Sin poder contener el llanto, se aferró a su cuello con fuerza, y tras un hondo suspiro agregó: -Por fin estás aquí. Tenemos tanto miendo, Neji.- Su primo le acaricio la espalda reconfortándola. Observo a los lados, no era un lugar transitado. Era mas bien como un callejón oscuro y, algo tenebroso.

Se separo de Hanabi y, dando largos pasos, se coloco a un lado de la rubia.- Ino, ¿Cómo, esta?.- Al verlo su corazón se removió inquieto, pero si era tan solo un niño.

-Murmura cosas…, delira, No eh dejado que se mueva. - le aseguro. -Su pulso párese firme.

-Bien. Necesito que me ayuden a cargarlo. Entre los tres lo pondremos en el asiento trasero de mi camioneta. Hinata, ¡Hinata!- Volvió a llamar a su prima qué se hallaba frente a ellos de pie, sin dejar de ver al chico en el suelo.

-Que…- Soltó casi inaudible, posando sus ojos temerosos en los de su primo.

-habré la camioneta y, siéntate a un extremo. Necesito que sujetes su cabeza. Hanabi tu ven y, ayúdanos a levantarlo. -Si bien. Hinata era mayor, Hanabi practicaba artes marciales desde pequeña. Era de brazos y, piernas mas fuertes. Ella seria mas útil y, segura para alzarlo.


Llamo a Sai, para que recogiera el auto. Leal a su jefe, este no hizo pregunta alguna. Solo aseguro que lo aria y, la dejaría en el garaje de la mansión. Luego, fue a por la bici y la introdujo en el baúl de la camioneta.


Esa noche fue un completo desastre para los cuatro. Pidió a un amigo de confianza que viniera a revisar a su amigo. No le contó toda la historia, solo lo necesario para convencerlo de no llevarlo a un hospital. Ambos chequearon al chico de pies a cabeza. Este seguía inconsciente, susurrando incoherencias. Según su amigo. Era un síntoma normal luego de un shock como el que había sufrido. Le pregunto si habían localizado al conductor. Las chicas que se toparon con el doctor en la puerta del cuarto, palidecieron. Neji negó tranquilamente. -No. Nuestro amigo venia distraído y, el accidente ocurrió.

-De todas formas. Esa persona debió parar a socorrerlo. Debería ir a la cárcel. Tiene suerte de que alguien lo reconociera y, te avisara. Si no lo hubieras hallado a tiempo, quien sabe.

-Si… -susurro Neji dando una mirada a las chicas. -Mucha suerte.

-Por eso hay que tomar medidas rápidas. Alguien asi, no puede seguir al volante. - luego agrego. -Es un asesino suelto.

Ino se giro dándoles la espalda. Sus ojos fijos en el suelo. Las lagrimas luchando por salir. La culpa no la dejaba ir desde el accidente. ¿Era una asesina? Se observo las manos. No paraba de temblar. Aunque intentaba disimular era obvio qué no podía engañarse a si misma.

-Ese chico pudo haber muerto.

-Pero esta a salvo y, le cuidaremos. No se preocupe nosotros nos aremos cargo de qué halla justicia. - los ojos del Hyuga brillaron. Era una suerte que muchos creyeran que su familia era algo asi, como mafiosa. El doctor asistió. -Pero le pido total discreción.

-N-No te preocupes…, así será, amigo mío.- Titubeo nervioso pasándose un pañuelo por la frente. Se fue de allí. Si bien era amigo de Neji. Había cosas de su familia que se rumoreaban y, no podía evitar sentir demasiada tensión estando en sus terrenos.

El castaño simplemente rezaba porque el día fuera mejor mañana.


- Señoritas…- Naruto apareció con su atuendo de trabajo. Tan apuesto como siempre y, llevando su típica bandeja - les eh traido un te de tilo, necesitais relajarse y, descansar.

En cuanto el chico bajo la bandeja sobre una pequeña mesa a un lado de la puerta del cuarto, Hinata se salto a abrazarlo haciendo sonrojar al chico. - ¡Naruto!, no quisimos hacerle daño. Lo juro…

-¿Que?- pregunto azorado ante la reacción de la pelinegra.- ¿Qué le sucede?

-Solo esta preocupada por su amigo, Tranquilo, Naruto. Solo ve, yo, me encargo de mis primas.

Hinata se desprendió del rubio. Sintiéndose apenada. Naruto jamás correspondería a sus abrazos. Aunque le llorara y, todo. Entonces se sintió mal por pensar en eso, en una situación tan delicada. Él tragó saliva, pues tenia la garganta como amordazada. Entonces respondió obedientemente en voz baja:

-Si, señor.


Las horas pasaron lentamente. Las chicas se hallaban tomando baños en sus respectivas habitaciones para relajarse. Neji había regañado a Hinata por haber abierto la boca frente a Naruto. Aun, sabiendo que el chico jamás les traicionaría. Hacia bastante que estaba a la disposición de su familia. Sabia que ese chico valía su peso en oro. Pero, mejor prevenir qué lamentar.

No había podido dormir; Preocupado, por la salud de su nuevo huésped. Le observo dormir bocabajo, con una expresión tan tierna como la de sumiré. Inocente por donde se le mirase. Se pregunto, el nombre de aquel niño. Pero no traía identificación con él, nada. solo aquellos pantalones gastados y, esa camisa azul maltratada. El niño parecía salido del video de Michael Jackson, Thriller.

Al observar su espalda vendada. Suspiro, compadeciendo su delicado estado, había recibido bastante daño por los vidrios. Las marcas eran como los rasguñotes de un gato salvaje. Neji fijo la mirada en el rostro del joven, nuevamente. Era admirable como había aguantado el dolor mientras le curaban. Si bien, había recuperado y, vuelto a perder la conciencia en segundos. Se notaba un chico fuerte.

Se inclino en la silla observando mas de cerca e intento descifrar lo qué el muchacho decía en su delirio.- N-No…, no.

-No, ¿que? -Pregunto, en un susurro.

-No me dejes….- soltó al fin.

-¿Que?

-No. No, quier… ro… q-quiero estar s-solo.- el ojiplata se sorprendió. Pero luego aflojo sus labios en una dulce sonrisa. Tomo la mano del muchacho y, la sujeto.

-No, estas solo.

Algo aturdido y, sintiendo una sensación cálida refregándose en una de sus frías manos. Lentamente abrió sus ojos oscuros como la noche. Negro y, blanco se encontraron. kiba se sonrojo. Tenia demasiado cerca aquella persona. Era realmente hermoso. Esos ojos parecían tan profundos, era de una piel tan clara. ¿estaba muerto? Estaba frente a un Dios o, eso parecía. Lo que sea, era lo mas bello que había visto nunca. Se movió intentando acercarse totalmente hipnotizado por aquél Ángel. Su espalda crujió recordándolo lo del accidente y, los quejidos brotando de sus labios, no se hicieron esperar.

-Oye,- escucho esta vez atento a esa voz eróticamente sedosa y, varonil. -tranquilo. - siguió, mientras, el corazón del menor volaba en su pecho. -Te lastimaras…, Shh… estoy aquí…, contigo.

Las vendas apretadas traspiraban sobre su piel herida.-Qui… quien eres…- Su cuerpo tenso y, cansado.

-Soy Neji…. Descansa, estas a salvo.- le acaricio con cuidado el cabello, como asía con sumiré cuando estaba enferma.

- Neji…- susurro, debajo de una sonrisa y, volvió a dormirse. Sujetando, con la fuerza qué le quedaba, la mano de aquel Ángel sentado a su lado.