La luz del sol casi le cegaba mientras caminaba por las calles de Nakano de camino a casa. Acababa de hacer el examen de ingreso a la universidad, con muy buenos resultados. O, bueno, eso esperaba. Hacía mucho tiempo que se había propuesto ser médico, y desde que le concedieran una beca, y poder entrar en una buena universidad. Pero cada vez estaba menos seguro de haber hecho bien el examen. ¿Habría respondido bien a la pregunta 3. A? Ya no estaba tan seguro... Y ahora le daba la impresión de que no había desarrollado correctamente la 14. C... ¿Y si suspendía? Aunque también era verdad que siempre le pasaba lo mismo después de algún examen. Al final decidió no darle más vueltas, el examen estaba hecho, y ya solo podía esperar a que le dieran la nota.

Siguió caminando, tratando de cambiar la dirección de sus pensamientos, pero antes de encontrar cualquier otro pensamiento, se detuvo en seco. No sabía muy bien por qué, pero una sensación de nostalgia le invadía por dentro. Todo lo que sabía era que, durante un momento, un recuerdo había asaltado su mente, e inmediatamente después se había desvanecido como si fuese niebla, dejándole una sensación de confusión.

El examen había desaparecido ya de sus pensamientos, apenas lo recordaba ya. Se giró, buscando algo y sin saber el qué, y ahí estaba. Era una chica algo más bajita que él, tal vez de un año o dos menos. Un sombrero le tapaba el pelo gris, que llevaba recogido en una coleta, y le proyectaba una sombra que le tapaba el rostro. Llevaba un vestido blanco que le llegaba un poco más arriba que las rodillas, una chaqueta vaquera de manga corta y un gran bolso. Estaba apoyada en la pared, esperando mientras tarareaba una canción.

Aquella chica despertó algo en su interior, aunque no sabía el qué. Era como si la hubiera visto en algun sueño que había olvidado hacía mucho tiempo. Quiso acercarse y hablar con ella, como si la conociera de toda la vida. La chica sacó el móvil y miró la hora en él antes de alejarse.

Empezó a caminar hacia ella, no podía dejarla ir. Por alguna razón, era demasiado importante. Aceleró el paso, acercándose a ella. Cuando la tuvo cerca el corazón le latía muy fuerte; alzó el brazo y le tocó en el hombro para llamarle la atención. Entonces, un montón de recuerdos despertaron en su mente en tan solo un segundo.

«Tenshi.»

«Yo no soy un ángel.»

«Tachibana, Tachibana Kanade.»

«Estoy segura de que esas personas te darán las gracias eternamente.»

«Aun ahora, tu corazón late en mi pecho.»

«Gracias. Por este regalo de vida que me diste... Gracias.»

—¡Kanade!

Ella se giró, sorprendida, con sus ojos dorados muy abiertos. No sabía dónde ni cuándo la había conocido, ni tampoco cómo, pero sabía que era Kanade, y que quería caminar de su mano.

—¿Quién...? —empezó ella, pero entonces sus ojos parecieron dudar, y después brillaron al reconocerle.— ¿Yuzuru?

Entonces él le abrazó, estrechándola entre sus brazos, y ella apoyó la cabeza en su pecho.

—Kanade... Te he echado tanto de menos... —y la besó.