Hola a todos, vengo con este nuevo Faberry. Es el primero que hago, así que sean amables :)
Esto es un Universo alternativo por lo que muchas cosas van a cambiar, esta basado en la serie Faking it así que el argumento no me pertenece en su totalidad aunque van a haber ligeros cambios para que cuadre un poco con los personajes de glee.
Así que ni Glee ni sus personajes o el argumento de la serie de MTV Faking it me pertenece, espero que lo disfruten.
Primer capítulo: "Pilot"
La voz de Rachel Barbra Berry interpretando "Don´t Rain on my parade" la despertó como cada mañana desde que tenía memoria, algo adormilada y con los ojos aún cerrados estiró el brazo tanteando a ciegas la mesa de noche en busca del objeto que perturbó su sueño. La foto con el rostro sonriente de Rachel fue lo primero que vio, deslizó el dedo por la pantalla táctil de su iphone y contestó la habitual llamada matutina de su mejor amiga.
— ¿Qué horas son?—Gruñó Quinn Fabray tallándose los ojos con cansancio.
—Las siete y media. —Contestó animadamente la chica. — ¿Qué ropa utilizan las personas que no pueden ver?
—Supongo que muchos chandals. —Acertó a responder la chica incorporándose en la cama. —No puedo creer que sigas con la misma idea.
—Por supuesto que sí, es una idea genial. —Insistió la castaña rebuscando algo que ponerse en su armario.
—Repíteme cómo nos rescatara esto de la oscuridad, porque ayer sonaba más loco que el twitter de Shia Labeouf. —Se burló Quinn arqueando una ceja.
—Espera un momento. —Pidió Rachel mientras atendía la puerta de su habitación ante la insistencia de su padre.
—Buenos días pastelito. —Saludó su padre, Leroy Berry con una sonrisa alegre en su rostro.
—Hola, papá, estoy al teléfono. —Se excusó Rachel algo frustrada por la interrupción de su padre, en este momento necesitaba el outfit perfecto para llevar a cabo su plan.
—Oh, feliz viernes Quinn. —Saludó con amabilidad Leroy. —Te he preparado un té de camomila, cariño. Tu carta astral indica un cambio cósmico enorme que podría disgustar a tu estómago.
—Esperemos que sí, pero no puedo hablar ahora. Quinn está en crisis. —Se excusó Rachel tratando de despachar a su padre de su habitación.
—Oh, no, ¿qué ha pasado? —Inquirió preocupado Leroy.
—Ha muerto su hámster. —Mintió rápidamente Rachel. —Así que me necesita, adiós.
Cerró la puerta y tomó un sorbo del té felicitándose internamente por su increíble capacidad de improvisación.
—Sabes que me da cosa tener roedores como mascotas. —Murmuró Quinn levantándose de la cama tras haber escuchado el intercambio entre su mejor amiga y su padre.
—Fue lo primero que se me ocurrió. No tengo nada en contra de tener dos padres pero, ¿por qué no podían ser padres gays normales? —Se quejó Rachel.
—Dímelo a mí. — Murmuró la rubia cerrando la puerta de inmediato, su madre vaporizando el vestido que usaría para el trabajo en mitad del pasillo apenas usando una bata para cubrirse le dio una bienvenida que no necesitaba. —Cómo sea, me estabas explicando este plan.
—Bien… vivimos en Austin, un oasis azul en el mar rojo de Texas. Y nuestro instituto es tan tolerante y acogedor que los marginados son los populares. —Introdujo Rachel dándole un aire de dramatismo a la conversación, ya se imaginaba a Quinn rodando los ojos resignada sus aires de diva. —He encontrado una forma. Confía en mí. No lo verán venir.
Rachel y Quinn habían sido amigas desde el kindergarten, sus personalidades totalmente opuestas en lugar de alejarlas, las complementaban. En una sola ocasión durante toda su vida se vieron separadas, Quinn tenía catorce años y debido al empleo de su madre y a un prometedor pretendiente tuvieron que mudarse de Lima, Ohio. A pesar de las quejas, las suplicas y las peleas, Quinn no pudo convencer a su madre de no tomar el empleo y Rachel no pudo convencer a sus padres de mudarse a Austin.
Fue la época más miserable de sus vidas, Quinn se dedicó a encajar y en menos de seis meses todo el instituto se rindió ante sus encantos, fue a fiestas, salió con los chicos más guapos y aún así nada consiguió llenar el vacío que dejó la ausencia de Rachel en su vida. La morena se encontraba en la misma situación, parecía un muerto viviente sin alegría ni emociones, excepto cuando hablaba con Quinn, porque a pesar de todo nunca dejaron de comunicarse.
Los padres de Rachel fueron los que decidieron ceder, Rachel nunca fue tan consciente de lo mucho que la amaban sus padres cómo el día en el que se reunieron en la sala, los señores Berry tomados de la mano y sonriéndole a su hija sin poder contener la emoción le informaron a Rachel que dejarían Ohio, vivirían en Austin, Texas a solo cinco cuadras de la casa en la que ahora vivía Quinn.
Reencontrarse fue lo más emocionante que les había ocurrido a las chicas, después de ponerse al día y charlar durante horas una mala noticia volvió a amenazar la estabilidad de su amistad: estaban en institutos separados. Los señores Berry habían decidido omitir esa importante información, aparentemente en el instituto de Quinn no aceptaban estudiantes nuevos a mitad de año, en el instituto Hester, sí. Así que Quinn ni lenta ni perezosa convenció a su madre de cambiarla al instituto de Rachel.
Fue un gran shock para ellas descubrir lo diferente que era Hester, un lugar donde los perdedores eran los populares y las porristas y atletas estaban en la base de la pirámide social. Las cosas marchaban perfectamente, Quinn había desistido de su labor de convertirse en la reina del instituto porque una tarde de viernes viendo Netflix con Rachel era mejor que cualquier estúpida fiesta y a Rachel nunca le había interesado la popularidad, quería ser una estrella y triunfar en Broadway pero aún faltaba tiempo para eso.
Todo cambió cuando Rachel conoció a Finn Hudson, el único deportista que era popular en su escuela. Era su amabilidad, atractivo físico y encanto lo que hacía a Finn tan popular, Rachel no tardó en ilusionarse con el chico y desde ese instante sus objetivos cambiaron, necesitaba ser popular y encajar para poder acercarse al muchacho. Desde que lo conoció había arrastrado a Quinn en todos sus planes, ninguno parecía funcionar pero era cuestión de tiempo antes de que Finn Hudson terminara enamorado de ella, o al menos ese era el objetivo.
—Me siento tonta haciendo esto, Rachel. —Se quejó Quinn mientras guiaba a su amiga por el campus.
— ¿Ves? La gente se pregunta que me ha pasado. —Murmuró Berry ignorando las quejas de Quinn mientras que movía su brazo frenéticamente y miraba al cielo, sus ojos estaban cubiertos por unas gafas de sol, extravagantes y muy grandes.
—Yo también. ¿Cómo vamos a explicarle a la gente que te volviste ciega ayer? —Cuestionó Fabray sin poder creerse el plan tan absurdo que había ideado Rachel.
—Un tumor cerebral que me presiona el nervio óptico, el cuál puede que me extirpen para un retorno triunfante. Preferiblemente en el baile. Además sólo intento que nos inviten a la fiesta de Kurt Hummel mañana en la noche. —Se justificó Rachel sentándose en una banca junto a Quinn.
— ¿Para qué? Odiamos el instituto durante el día. Dudo que vaya a gustarnos más durante la noche después de beber. Además ya he estado allí y ser popular no es tan emocionante como parece. —Debatió Quinn frustrada por la insistencia de Rachel.
— ¡Cuidado! —Exclamó alguien segundos antes de que un frisbee se dirigiera hacia ellas.
— ¡Diablos! —Maldijo la castaña al notar que sus reflejos no le había fallado y había atrapado el frisbee. Lo devolvió al chico que lo había lanzado.
—Quizás los demás entiendan que tus sentidos se han agudizado. —La consoló Fabray al ver a su amiga decepcionada.
—Olvídalo. Es solo que tenemos que salir de esto. Las fiestas épicas de instituto son un rito de pasaje crucial para la gente normal. —Murmuró la castaña preocupada quitándose los lentes.
— ¿En serio? Porque yo he leído que los adolescentes de hoy en día beben un montón de jabón antiséptico. — Farfulló la rubia tratando de hacer que su amiga desistiera.
—Corrección: Los chicos guapos beben un montón de jabón antiséptico y luego bajan sus estándares. —Musitó traviesamente Rachel.
— ¿Debo recordarte que los chicos guapos te ponen tan nerviosa que te hacen vomitar? —Se burló Quinn.
—He superado esa aflicción. —Se mofó la castaña no queriendo darle la razón a su amiga.
—Ustedes dos van a tener que moverse, están sentadas en mi luz. —Exclamó la odiosa voz de una chica rubia bastante parecida a Quinn excepto por su altura y el color de sus ojos, escoltada por una chica asiática llamada Tina y una chica de lentes algo robusta llamada Elizabeth.
— ¿El sol es tu luz? Lo siento, Kim Jong-Un, esto no es Korea del Norte. —Contestó sagazmente Quinn mirando a la chica con una ceja arqueada y una evidente expresión de fastidio en su rostro.
—En otro instituto de Texas no te atreverías a hablarme así. Pero no, mi estúpido papi tuvo que apuntarse a ese chat cristiano y enamorarse de una chica del tiempo. —Se quejó la aludida con el ceño fruncido.
—Mi madre es meteoróloga. —Corrigió Fabray molesta.
—Cómo sea, ella es la razón por la que estoy aquí en este kumbayá socialista de instituto lleno de bichos raros. La única ventaja es que puedo tomar el sol en el almuerzo. Lizbeth, extiende la manta. — Ordenó la rubia prepotente mientras chasqueaba los dedos.
—Es Elizabeth. — Murmuró la chica tímidamente antes de seguir las órdenes de la chica.
—Kitty, a mí tampoco me emociona que nuestros padres estén comprometidos pero no te metas conmigo. Tengo acceso a tu cepillo de dientes. —Amenazó Quinn sacando a relucir su faceta de porrista agresiva.
— ¿Cómo te atreves a amenazarme en mi propio hogar? Tienen cinco minutos para subirse a su canoa y volver remando a la isla de Lesbos. —Gritó Kitty furiosa señalándolas brevemente mientras que les señalizaba una L con la mano tachándolas de perdedoras o lesbianas...o las dos.
— ¿Ese sitio existe? Y si sí, ¿podemos ir nosotros? —Interrumpió Kurt Hummel quien caminaba junto con Finn Hudson cuando escucharon a Kitty.
—Esto no es tu asunto, Anderson Cooper. —Se burló la rubia dirigiéndose al chico Hummel.
—Se mete con los gays, alguien apesta a los noventa. —Contraatacó Kurt dirigiéndole una mirada cómplice a Finn.
—No, creo que está haciendo algún tipo de actuación artística. Aplaudimos tu compromiso. —Intervino Hudson con una sonrisa irónica en su rostro.
— ¡Bravo! —Secundó Hummel.
—Maldito Austin, en cualquier otro lugar de Texas, serían míos. —Exclamó la rubia furiosa marchándose junto con su séquito.
—Chicas, mis disculpas por esa bola de odio. —Susurró dramáticamente Kurt sonriendo satisfecho.
—Sí, la vez pasada estacioné en su puesto y me llamó comunista. No puedes tomártelo personal. Hola, mi nombre es Finn Hudson—Se presentó el muchacho sonriéndole encantadoramente a Rachel.
—Yo soy Kurt, y ¿ustedes son…?—Inquirió curioso el chico de cabello castaño, tez blanca y movimientos afeminados.
—Y-yo…—Tartamudeó nerviosamente Rachel antes de hacer el ademan de cubrirse la boca y salir corriendo. Los dos muchachos miraron en seguida a Quinn en busca de una explicación.
—Soy Quinn Fabray, ella es Rachel Berry tiene…unos dolores muy fuertes. —Se excusó torpemente la rubia.
—Bueno, si se sienten con ganas deberían ir mañana a mi fiesta. —Invitó el chico amablemente.
—Ok, muchas gracias. —Contestó la rubia parándose de la banca y tomando su mochila. —A veces ella se desmaya cuando vomita así que…iré a buscarla.
Los dos chicos asintieron en silencio y observaron a Quinn marcharse en dirección a los baños.
— ¿Sabes que siempre he querido amigas lesbianas?—Inquirió Kurt satisfecho con la respuesta de la rubia. —Son perfectas.
La música sonaba en toda la casa, los adolescentes reían, bailaban, tomaban y disfrutaban de la fiesta mientras charlaban con los miembros de sus círculos sociales, algunos otros aprovechaban su tiempo enrollándose con sus respectivas parejas, todos parecían pasarlo muy bien mientras que Quinn y Rachel se encontraban sentadas en el sofá viendo todo el panorama.
—Debiste decirme lo intimidante que sería, señorita popularidad. —Se quejó Berry nerviosa.
—Este sitio debe estar lleno de VPH ¿podemos irnos? —Insistió Quinn por décima vez en la noche.
Rachel divisó a Finn hablando y tomando con otros chicos en una esquina, suspiró nerviosamente. Miró a su amiga y se quitó la chaqueta negra que llevaba puesta.
—Solo tenemos que relajarnos. ¿Sabes que ayuda? El alcohol. —Sugirió la castaña ante la mirada incrédula de Quinn. — No es que lo apruebe, pero tenemos que congeniar con los demás.
—No pienso emborracharme con todos estos desconocidos alrededor. —Se negó Fabray con el ceño fruncido.
—Ahora vuelvo. —La cortó Rachel levantándose y desapareciendo de la vista de su amiga.
Rachel volvía con dos vasos llenos de ponche pero antes de que pudiera avanzar más sintió como su camiseta quedaba empapada y alguien chocaba contra ella.
—Lo siento mucho. —Se disculpó la persona que la había hecho derramar las bebidas.
Berry levantó la mirada sin poder creer que Finn Hudson se encontraba en frente de ella sonriendo apenado. Abrió la boca con torpeza y ante la mirada confundida de Finn y los demás espectadores, Rachel vomitó en el suelo.
En alguna otra parte de la casa Kurt Hummel se lo pasaba en grande. Saludó a su amiga Mercedes Jones y se dispusieron a conversar hasta que la molesta presencia de Kitty y Jake Puckerman los interrumpió.
— ¿Qué hacen aquí? No recuerdo haber invitado a ninguno de los dos. —Cuestionó Kurt con una ceja arqueada.
—La gente espera que estemos presentes, después de todo somos los futuros reyes del baile y del instituto. —Contestó Kitty con soberbia. —Mira, hay un orden natural en el instituto y todo esto va en contra de la naturaleza. Pero ya estoy aquí y voy a enderezar las cosas. Jake, vámonos.
—No puede hacer eso. ¿Cierto? —Inquirió Hummel algo preocupado cuando la pareja se fue. —Nosotros no creemos en esas tradiciones patriarcales absurdas, ¿verdad?
—Está loca, no dejes que te afecte. —Tranquilizó Mercedes a su amigo.
Kurt decidió hacerle caso a su amiga y salir a tomar un poco de aire. Divisó a Quinn Fabray sentada en uno de los sofás de su patio junto al castillo inflable que había alquilado para la fiesta y no dudó en acercarse.
—Hey, viniste. —Saludó emocionado Hummel.
—Hola, buena fiesta. Mucha diversión. —Halagó la rubia al chico.
—Gracias.
—Mi amiga fue por un poco de cerveza. —Dijo Quinn tratando de llenar el silencio incómodo que se había formado por unos segundos. —Y a ella se le dan mejor las conversaciones, siempre tiene algo que decir.
—Tu amiga, claro. Guiño, guiño, codo, codo. Dime quien se metió bajo las sabanas primero. —Murmuró Kurt traviesamente sonriendo.
— ¿Qué? —Inquirió la rubia desconcertada.
—No se lo voy a decir a nadie, palabra de gay scout. Solo quiero que seamos amigos. —Repuso el castaño amablemente. —He estado deseando un poco de energía lésbica en mi vida.
—Mira, me siento extrañamente halagada, pero no soy lesbiana—Contestó Fabray sonriendo divertida por lo absurdo de la situación.
En otra ocasión se habría ofendido pero gracias a los Berry tenía una imagen totalmente diferente de la homosexualidad, ya no se regía por los prejuicios de su madre. Kurt negó la cabeza creyendo que Fabray estaba en negación, se agachó hasta quedar a la altura de la chica y le sonrió con amabilidad.
—Solo voy a encender la luz de tu closet por un segundo para que podamos hablar, ¿vale? —La rubia lo miró perpleja pero lo dejo continuar. —Eres lesbiana, y está bien, no tienes que avergonzarte.
—Te prometo que no me avergüenzo de nada. —Contestó Quinn sintiéndose ligeramente incómoda con la obstinación del muchacho.
—Yo estaba igual que tú una vez… —Insistió Hummel convencido de que haría su obra buena del día si Fabray admitía ser lesbiana. —…asustado por el rechazo, me llevó una vida salir del closet. Pero cuando lo hice, cuarto grado fue mucho mejor, créeme.
—Gracias de nuevo por la fiesta, pero tengo que irme. —Se excusó Fabray levantándose rápidamente y huyendo de las ideas locas de Kurt.
—Me siento tan idiota en este instante. —Repitió Finn mientras le ofrecía una cerveza a Rachel y se sentaba a su lado en el sofá del estudio.
—Al menos no eres el que vomitó en frente de todos. —Contestó Berry sintiéndose nerviosa por la cercanía del chico.
—No, pero soy el idiota que te tiró dos cervezas encima y ahora se ve todo a través de tu top. —Insistió Hudson señalando brevemente la blusa de la castaña.
— ¿Puedes fingir que no has visto nada? —Pidió la chica cubriéndose con su chaqueta avergonzada.
—Voy a intentarlo, pero no va a ser fácil. —Coqueteó Hudson con una sonrisa vanidosa.
Antes de que alguno pudiese agregar algo una chica los interrumpió y se sentó sobre las piernas de Finn tratando de besarlo.
— ¿Q-Quién es esta… z-zorra? —Balbuceó la desconocida totalmente ebria reparando en que Finn no estaba solo.
—Deberías irte, no soy tu novio. Soy el amigo con el que ocasionalmente tienes sexo, pero si esto es muy confuso para ti deberías irte. —Murmuró el deportista ignorando la pregunta enfadado por la interrupción.
La chica se marchó torpemente despotricando sobre Finn. Este le sonrió incómodo a la morena quien lo miraba algo decepcionada.
—No es que sea un idiota sin sentimientos. —Se excusó ante la chica. —Suele pasarme a menudo, les doy las reglas básicas pero luego se ponen algo...
— ¿Pegajosas? —Complemento Rachel. — Eso es porque las mujeres estamos diseñadas genéticamente para formar familias y crear vínculos, de lo contrario toda nuestra especie ya se habría extinguido, así que muestra algo de respeto. ¿Vale?
—Es bueno tener una lesbiana por aquí para que me explique esas cosas. —Acertó a contestar Finn confundido por la verborrea de la chica.
—Espera, ¿Qué? —Cuestionó Berry sintiéndose perdida.
—Rach, nos vamos. —Interrumpió Quinn agradecida de encontrar a su amiga finalmente tomándola del brazo y arrastrándola lejos del chico.
—A alguien le gustan mandonas. —Susurró para sí mismo Hudson sonriendo.
Mientras tanto Quinn trataba de abrirse paso entre los adolescentes buscando la salida mientras jalaba a Rachel de la mano.
—Finn cree que soy lesbiana. —Dijo la castaña asombrada.
— ¿A quién le importa? —Musitó Fabray concentrada en irse. —Vámonos a casa, pongámonos el pijama y veamos House Hunters.
Antes de que Rachel pudiera contestar Kurt Hummel aplaudió haciendo que todos se calmaran, hizo la seña a un chico y la música se detuvo.
—Necesito su atención un momento. —Exclamó el chico subiéndose en una de las mesas de la sala mientras sonreía carismáticamente. —Dos amigas nuestras están asustadas esta noche. Se están escondiendo en su pequeño, diminuto y oscuro closet, tienen miedo de salir, miedo de que las rechacemos.
Quinn y Rachel se detuvieron abruptamente alucinadas, oh no podía estarles pasando esto… ¿a caso él hablaba de ellas?, todos en la casa parecían sorprendidos. Después de un abucheo general Kurt decidió continuar.
—En el instituto Hester hacemos las cosas de forma diferente, aceptamos a todo el mundo. ¿Pero cómo les demostramos que no somos un instituto típico que las aceptamos, que están a salvo? —Inquirió Kurt bajándose de la mesa y caminando hacia las dos chicas que lo miraban estupefactas.
— Solo se me ocurre una cosa: hacerlas reinas del baile. — Exclamó alegremente el chico tomando la mano de Quinn y la de Rachel y obligándolas a seguirlo al centro del circulo que se había formado mientras levantaba un brazo de cada una sonriendo dramáticamente.
Todos enloquecieron entre ovaciones y gritos eufóricos: ya tenía a sus reinas del baile.
Espera, ¿qué?
Espero continuarla pero dependerá de ustedes, ¿cómo les pareció? ¿Les gustó la idea?¿Me regreso por donde vine?
Opiniones, preguntas, quejas, sugerencias y demás son bien recibidas. Recuerden que el argumento ni los personajes me pertenecen.
Un saludo.
Enteramente suya,
Alexis Gray.
