Aclaraciones: Los personajes de InuYasha no me pertenecen, aunque quisiera robarme a Kagome (Jejé) son todos de Rumiko Takahashi.

Hago esta historia por entretención mía y de los fan's de este hermoso anime/manga.

Me surgió la idea después de ver por xxxxx vez la tercera película de InuYasha, por lo que no se sorprendan si les da la sensación de deja vu, claro que esta a mi estilo Y CON MI IDEA. La historia será bastante corta, de dos a cinco capítulos a lo más.

"…Aun así quiero creer que mi futuro cambiaré

Vamos a vivir sin ningún miedo a sufrir, comentamos un error para poderlo corregir"

La espada Maldita.

El elegido.

La tierra se movió con tal fuerza que unos aldeanos dejaron sus labores para mirar hacia el monte que se encontraba frente a la aldea con cierta preocupación. Un gritó feroz los dejó helados, decidieron ignorar el alboroto y volverse a sus hogares temiendo que aquella voz femenina los fuera alcanzar y los mandara a volar. Porque aquella que gritaba era una mujer sin duda, una mujer con carácter y decisión…

-Ya… no más…-Imploró con su cara estampada en el suelo, intentó levantar su rostro para que la lombriz que trataba de entrar en su boca no lo consiguiera pero entonces la jovencita volvió a tomar una bocanada grande de aire para gritar…

-¡Abajo, abajo, abajo, abajo, abajo, abajo, abajo, abajo, abajo, abajo, abajo, abajo…!-Chilló con los puños apretados, dio un fuerte suspiro y terminó de recoger las hojas esparcidas por todo el pasto.

-Perra…-Escupió en su mente, su cuerpo lo sentía tan pesado que por más que luchara por levantarse sabía que no lo conseguiría, resignado decidió esperar hasta que el conjuro dejara de hacer efecto… entonces la mocosa se las vería con él.

-Am… señorita Kagome-Dijo Miroku con cierto temor de que ella le fuera a saltar encima y lo estrangulara, ella se volteó a mirarlo con el entrecejo tan fruncido que casi sus cejas hacían contacto-…Esto… le falta esta hoja…-Extendió su mano mostrándole más bien lo que quedaba de aquel papel.

Kagome hizo un puchero con la boca intentando ahogar un gemido de frustración. Tomó la destrozada hoja y se la llevó al pecho como si su vida dependiera de eso. Tenía tantas ganas de gritar y llorar… Ese idiota de InuYasha como se atrevía a romper todo esos cuadernos. Lo peor había sido la respuesta de él. Kagome miró la figura de InuYasha aun estampada en el suelo recordando lo que había pasado tan solo hace media hora atrás, cuando ella le había comunicado al rebelde hanyou que debía volver a su época para uno de los exámenes finales de su año escolar. Él, como siempre se había opuesto a su regreso y no había encontrado nada mejor que destrozar todo los cuadernos y libros de su mochila diciendo con una sonrisa.

"Listo ya no tendrás excusa para irte a tu casa nuevamente, tonta" Ella explotó en ira y entonces una maratón de "¡Abajo!" en potencia máxima se había desencadenado sobre él sin la más mínima misericordia de la joven escolar.

-InuYasha tonto-Kagome se inclinó frente a él quien al fin estaba recuperando la poca movilidad de su cuerpo, levantó su cabeza mirándola a los ojos con falsa frialdad e indiferencia.

-Keh-Fue su única respuesta, InuYasha estaba completamente seguro que Kagome no sabía cómo le amargaba que lo viera con esos ojos llorosos, lo hacía sentir fatal, el peor hombre del mundo. Detestaba hacer derramar lágrimas a Kagome, y detestaba aun más hacerla enfadar, aunque en ocasiones le era divertido, pero por lo general siempre era él el que terminaba perdiendo por el maldito conjuro.

-Ahora que puedo hacer-Exclamó ella más para sí que para el enojado ambarino-Rompiste todos los apuntes que tanto me costó que mis amigas me dieran… y ¡Dios! Los libros, mamá reventará en ira si llega a enterarse que esos libros tan caros se hicieron añicos por tus garras.

-Tú mamá no se enoja, mentirosa-Discutió intentando defenderse.

-Eso es porque tú jamás has visto a mi mamá enfadada, ella suele ser comprensiva y amorosa pero cuando sucede algo como esto se transforma… ¡Mou InuYasha! Eres un idiota…-Su voz sonó tan agotada y desconsolada que él sintió como su corazón se paralizaba, pero él no sabía tratar con esos temas, él no sabía consolar.

-¡No soy idiota…!

-¡Agg, cállate y abajo!-Le gritó girándose sobre sus talones para dirigirse a donde estaba Sango con su gatita, Miroku y Shippo observando el espectáculo gratuito con sumo interés. Por supuesto cuando ella fijó su vista en sus amigos, estos hicieron como si jamás hubieran estado mirando a los dos como discutían con cara de diversión. Solo les faltaban las palomitas de maíz.

Kagome no les prestó atención y pasó por el lado del grupo dirigiéndose a su mochila y buscando con esperanza en el interior algo que hubiera sobrevivido.

-Yo que tú mejor la dejo sola…-Alcanzó a decir Miroku, pero InuYasha eventualmente no le hizo caso y se levantó del suelo corriendo hacia ella y quitándole la mochila amarilla. Kagome se imaginó en su cabeza pateándolo y golpeándolo felizmente.

-InuYasha devuélveme la mochila-Su tono de advertencia lo puso tenso pero no le hizo caso.

-Lo arreglaré-Susurró solo para que ella lo escuchara, encontró la cinta adhesiva que había visto muchas veces a la joven del futuro usándola para pegar algún objeto roto o sus guías en las hojas-Esta es la solución-Pensó esperanzado mientras que con sumo cuidado de no hacer un movimiento en falso le quitaba a Kagome el papel destrozado para arreglarlo.

Ella lo contempló con total curiosidad, cuando entendió lo que el hanyou había pensando hacer no pudo evitar olvidar su enfado al momento que una sonrisa se formaba en sus labios suavemente.

-InuYasha…-Él la ignoró deliberadamente, estaba demasiado ocupado intentando descifrar que pedazos debía unir, pero no entendía los dibujos que estaba puesto con tintas. ¡Eso lo desesperaba!-Mierda-Murmuró enojado. ¿Por qué en el mundo de Kagome tenían que existir esas cosas? Bahhh… se preguntaba sintiendo como la poca paciencia que tenía terminaba. Le fueron arrebatados de las manos los trocitos, él la miró algo asustado de que dijera la palabra mágica que lo mandaría a una visita gratuita contra el suelo. Pero no sucedió porque se encontró con el rostro amigable de Kagome. Una gotita de sudor corrió por su mejilla, ella lo estaba viendo directo a los ojos y esa era su perdición porque cuando sucedía sentía que no podía despegar los suyos de los de ella y que si por él fuera permanecerían para siempre así. Solo observándose el uno al otro. Despidió esos pensamientos cursis con una maldición mental.

-¡Keh!-Exclamó inteligentemente desviando su mirada para que ella no pudiera notar lo rojo que se estaba poniendo su cara.

-Ahhh… escucha, tú serás el que le diga a mamá que lo siente ¿Si?-Dijo ella con voz conciliadora, él volteó a mirarla sorprendido de su manera amistosa de tratarlo.

Acercó su mano a la frente de ella corriéndole el flequillo con gentileza, Kagome observó su gesto con los ojos muy abiertos y sus pómulos adquiriendo un color más sonrosado-¿Tienes fiebre o algo?-Fue lo que le dijo él dándole una rigurosa mirada-Tu rostro esta rojo, a lo mejor tienes fiebre-Pensó en voz alta.

-¿Por… por qué lo dices?-Tragó duro, el tacto de InuYasha le quemaba en su frente… tenerlo tan cerca de su cara la hacía sentir mareada. ¿Tan perdidamente enamorada estaba? Se preguntó en su interior confundida.

-Porque estas actuando demasiado amigable, contando que dos segundos atrás me estabas gritando…

-A lo mejor es bi-polar-intervino Shippo metiéndose a la boca un dulce con palito que Kagome había traído de su época.

Ella hizo un gruñido y alejó la mano cálida de él dándole una mirada ofendida.

-¡No soy bi-polar y no tengo fiebre!-Se quejó con el volumen de la voz bastante alto.

-¡Si lo eres!-Le apuntó con un dedo acusador el hanyou-Ahora estas gritando y recién estabas calmada.

-¡Agg InuYasha! Porque no podías dejarlo correr y listo, pero no… tenías que venir con un comentario inoportuno que me hiciera enfadar nuevamente-Apretó sus puños para soltarlos lentamente sintiéndose demasiado exhausta como para seguir con una discusión innecesaria…ahora no solo estaba enojada, sino que también estresada y cansada. Distraídamente vio que el cielo de un momento a otro dejaba atrás su suave azul del atardecer para tornarse gris…

Todos se tensaron inmediatamente.

-Una energía maligna se acerca velozmente-Comentó Miroku preparándose para lo que viniera, Sango se puso a su lado y sujetó firmemente su gran boomerang mientras que Kirara se transformaba en el gran felino que era con un gruñido.

-Kagome mantente atrás de mi-Le Advirtió el ambarino dándole una protectora mirada por sobre su hombro, ella asintió débilmente, Shippo se abrazó a la pierna de la joven firmemente, su colita temblaba con fuerza.

-Tranquilo Shippo InuYasha se encargará si hay problemas-Dijo con una suave sonrisa. Esto estaba mal, se sentía demasiado frágil por lo que pensaba que en cualquier momento caería desmayada, lo peor de todo era que la energía negativa que se venía acercando la estaba afectando demasiado.

Todos apreciaron como a lo lejos se acercaba una esfera de un color caoba con rojo sangre que lanzaba pequeños rayos a su alrededor, su increíble velocidad hizo que en tan solo dos pestañeos del grupo se encontrara ya frente a ellos.

-¿Que mierda eres tú?-Exigió saber InuYasha posando su mano sobre su espada listo ante cualquier movimiento.

-Tú, híbrido… eres el elegido por mi-La voz que se escuchó era gruesa, macabra y totalmente fría, producía una sensación de escalofríos.

-¡Que mierda, yo no soy elegido de nadie!-Sacó su espada y saltó para atacar a la energía flotante, apenas su espada hizo contacto el campo de fuerza desapareció dejando ver una katana de color totalmente negro, la katana se enterró en la mano de InuYasha haciendo que él soltara a colmillo de acero, fue ahí cuando la espada negra se ubicó en la mano de InuYasha y este sin poder evitarlo la tomó como si fuera suya, cuando sus pies alcanzaron el suelo intentó liberarse de la espada pero parecía estar pegada a su palma-¡Maldita sea, aléjate de mi!-Gruñó. Se sentía enfermo, podía sentir como las ondas malignas de la espada entraban por su cuerpo ubicándose en cada espacio que podían, le dolía su cabeza fuertemente, casi podía jurar que le iba a estallar el cerebro. Una parte de él lo asustó, de pronto tuvo la urgencia de matar a todo el que estuviera frente a él. Observó fugazmente el rostro de Kagome que lo veía con preocupación… ¿Por qué lo estaba mirando así?, la vio también poner una mano sobre su boca ahogando un gemido de susto.

-¡InuYasha suelta esa espada!-Gritó Miroku intentando acercarse a su amigo, pero la energía maligna que emanaba la espada era tan fuerte que lo empujaba, Sango tuvo que enterrar su Hiraikotsu en el suelo para no salir volando despedida por aquella maligna espada.

Kagome y Shippo comenzaron a ser arrastrados hacia atrás, ella cada vez se sentía más enferma, era como si aquella espada estuviera quitándole su energía vital. Pero lo que menos le preocupaba en ese momento era ella, sino más bien InuYasha… su rostro había cambiado al demoniaco pero parecía no ser consciente de eso.

¿Por qué Kagome seguía mirándolo con ese rostro aterrado?

InuYasha gruñó fuertemente cuando las ganas de asesinar se apoderaron de su cuerpo. Maldijo en su interior, él no estaba dominando su propio ser, era la espada quien había tomado su lugar, se le heló la sangre cuando se dio cuenta de cuál era el objetivo de la espada.

-Inu… InuYasha suelta la espada-Pidió ella al ver que se acercaba con ese rostro demente… pero había algo en sus ojos… aun un destello de luz que le dejaba ver que él estaba ahí.

-Creo que lo mejor señorita Kagome es correr-Dijo Miroku tomándola de la mano para guiarla junto con Sango que ya estaba montada en Kirara.

-¡No la toques maldito!-Rugió InuYasha con la misma voz que habían escuchado de la energía maligna, una voz siniestra. El joven hanyou apenas dijo eso hizo un movimiento con su nueva espada lanzando una masa uniforme de color rojo -¡Nooo!-Dijo él cuando logró adquirir un poco de control en su cuerpo. La había tirado directo a Kagome. Su corazón latió aceleradamente contra su pecho, estaba luchando en su interior para poder mantener la cordura. Si le había hecho daño a Kagome sería incapaz de perdonárselo.

Los segundos se le hicieron horas. Entre todo ese polvo que se levantó no podía distinguir nada más. Se acercó corriendo temeroso de lo que podría haber causado. Para su sorpresa no encontró nada… ¿Los había pulverizado? ¡NO! Se dijo inmediatamente… Ellos habían huido, un gran alivió lo invadió… era lo mejor.

-¡Estúpida espada suéltate de mi mano!-Se sentó en la tierra agitando su mano derecha, pero el arma no cayó.

-Ahora somos uno-Dijo la espada con una risa sádica.

-¡Quién demonios te crees que eres para venir aquí y arruinar mi vida!-Le reclamó mirando el filo de la katana con odio. En su mente rogó porque Kagome no se atreviera a volver… conociendo lo testaruda que era ella de seguro vendría, y aunque deseaba ve su rostro realmente la pondría en peligro… era lo mejor estar distanciados.

-Asique temes por la vida de la muchachita.

-¡Aléjate de mi mente!-Sacudió la espada aun más fuerte y luego la comenzó a golpear contra el suelo-¡Maldita espada!

-Tonto hanyou, dije que ahora somos uno solo, en este momento se absolutamente todo de ti…

-¡Pues vete a buscar otro dueño, yo no te quiero!-Inútilmente seguía intentando romperla, tras largos minutos se rindió y emprendió camino. Lo mejor era alejarse del lugar a uno más aislado no quería hacerle daño a nadie, debía aprovechar que había recuperado el control de su cuerpo.

-¡Bah! Se rompió mi sello y te elegí a ti porque eres la única fuerza sobrenatural potente que sentí cerca-La espada le mandó una onda eléctrica al cuerpo de InuYasha, el cual se convulsionó ligeramente.

-¿Debería sentirme alagado?-Ironizó-Parece que tengo un imán para meterme en problemas-Se quejó a la nada corriendo por el bosque para hallar un lugar tranquilo.

-¡Ya veo!-Exclamó la espada negra-¡Asique eso es lo que hace que tengas la voluntad de no dejarte poseer!-InuYasha se tensó inmediatamente cuando el arma le traspasó lo que había encontrado. El rostro de Kagome apareció en su mente primero sonriente y luego en una que estaba totalmente ensangrentada, apretó sus ojos fuertemente.

-¡Sal de mi cabeza!-Le ordenó, desesperado por borrar aquella horrible imagen chocó su cabeza contra la pared de tierra de una cueva que había encontrado para quedarse.

-¡Oh InuYasha! No maltrates nuestro cuerpo, no ahora que sé como dominarte por completo-Se burló de él con una risa diabólica.

-¡A mí nadie me domina!-Gruñó enfurecido. ¿Cómo iba a lograr solucionar esto?. Si hubiera alguna forma de deshacerse de la espada pensó esperanzado.

-Claro que la hay-InuYasha bufó al saber que la espada estaba leyendo sus pensamientos-Pero no te la diré.

-Tampoco creía que me la ibas a contar-Apoyó su cabeza en la pared. ¿Cómo era que de una típica y tranquila mañana de abajos todo había sido cambiado a una espada que lo había poseído? Preferiría estar eternamente visitando el suelo y escuchando a Kagome decirle la palabra que tener esa espada incrustada en su mano mostrándole mil formas de cómo asesinaría a Kagome-Déjala en paz-Musitó sintiéndose cansado-Ella no tiene nada que ver en esto.

-Ella es el problema de que no te pueda controlar… y ella puede ser mi final.

¿Su final? ¿Kagome podría hacer que la espada lo dejara? Inmediatamente sacó esas ideas de su cabeza, definitivamente no la expondría a ello, la protegería, él, solo, lograría buscar la manera de volver todo a como era antes.

Kagome…solo mantente alejada… pensó fugazmente dejándose llevar por la inconsciencia cuando su cuerpo se sintió demasiado cansado como para estar despierto.

Continuará.

¡Hola! Aquí estoy con esta nueva historia, como dije será cortita, es más una historia de "transición" a mi siguiente creación que será mucho más larga.

¡Espero sus comentarios!

Y gracias nuevamente por el inmenso apoyo en "Peligrosa Conexión"

Bye!