Claim: Kise Ryouta/Kuroko Tetsuya.
Notas: Semi-Universo Alterno. Kaijou!Kuroko.
Rating: T.
Género: Romance.
Tabla de retos: Tiempo.
Tema: 01. Pasado.


Una segunda oportunidad.

El año escolar comienza en primavera, cuando los cerezos en flor dan la bienvenida a los estudiantes con sus vistosos colores y la puerta de entrada está llena de alumnos nuevos y viejos. Los primeros tratando de abrirse paso por entre las voces que los llaman y las manos que los tocan, buscando llamar su atención; los segundos, ávidos por conseguir nuevos miembros. Hay muchos clubes que desean expandirse y siempre es una experiencia tanto terrorífica como sorprendente conocerlos durante una caminata que normalmente no dura más que 5 minutos y que, en la aventura de sortearlos, puede extenderse hasta una hora.

Kaijou es una escuela de gran tradición pero también de élite, en la medida en la que sus alumnos son hijos de familias de clase alta, estrellas ascendentes en el firmamento de Japón. Todos los clubes exceden en sus ramas y por un momento, Kuroko se ve tentado a dirigirse hacia el club de Literatura, donde sin duda encontrará compañeros con los que compartir opiniones sobre libros que sólo él lee. Sin embargo, pronto se da cuenta de que está huyendo, de que decantarse por otro club es una actitud cobarde y mientras sortea a las personas, que parecen no verlo y se dirige hacia la mesa del club de basketball, sabe que si ha elegido Kaijou es porque debe enfrentar su pasado.

El capitán de Kaijou es un joven bajito de cabello negro, cuyo temperamento puede leerse en la dureza de sus facciones y en sus cejas, siempre inclinadas como si todo le molestara. Sin embargo, mientras escribe su nombre y demás datos en el papel que logra conseguir, Kuroko también puede ver honestidad en sus ojos, azules como el mar. No sabe qué tipo de club es el equipo de basketball de Kaijou, ni tampoco qué tipo de personas encontrará en él, pero tiene la certeza de que serán muy diferentes a Akashi, a Teikou y eso lo tranquiliza. Hasta que la multitud se abre y la persona menos esperada aparece frente a él, con un séquito de chicas a la espalda, una presentación demasiado llamativa para su gusto.

—¿Huh? ¿Quieres unirte? —dice el capitán al cual Kuroko escucha desde su escondite, detrás del gran stand del equipo de volleyball.

—Claro que sí —contesta Kise y por un momento Kuroko teme que pueda ver su nombre entre los papeles del otro, cosa absurda, dado que serán compañeros de equipo después de todo—. Vengo de Teikou. Kise Ryouta, un placer —el capitán de Kaijou no parece muy entusiasmado ante la perspectiva de tener al joven en su equipo, a pesar de sus extraordinarias referencias, por lo que Kuroko puede apreciar de su semblante, en el cual se puede leer que se le está acabando la paciencia, pero no es nada comparado con su propio enojo. Dejó Teikou por actitudes como ésa y en el escaso tiempo en que no se han visto, Kise no ha cambiado.

Ninguno de ellos en realidad, lo sabe aunque no los ha visto. Y por eso, obtener su venganza se vuelve tan importante. Aunque para hacerlo tenga que contar con la ayuda de Kise, al que por el momento decide evitar al dirigirse a su clase, esperando tampoco encontrarlo ahí. Ya han sido demasiadas coincidencias en un día.

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El equipo de basketball de Kaijou es peculiar. Si bien el capitán luce serio y compuesto, el resto de los miembros son una mezcla de personalidades difícil de describir. Uno a uno se van presentando ante los aspirantes, dejando tras sus nombres una primera impresión difícil de borrar. Hakayama, por ejemplo, no duda en gritar que ama los rebotes y que no hay nadie que lo iguale en ello. Moriyama no duda en pedirles que le sean presentadas, si es que tienen, hermanas o primas lejanas. Sólo el capitán, Kasamatsu Yukio, les da la bienvenida propiamente, no sin antes golpear a los miembros que se presentaron antes que él, recordándoles a su vez el orgullo que es estar en Kaijou, los valores como el trabajo en equipo y lo que se espera de ellos por el resto del año.

Entonces llega el turno de los novatos para presentarse. Y como siempre, Kise destaca en su momento, aunque no exactamente de una buena manera.

—¡Soy Kise Ryouta! Mi pasatiempo es el basketball y mi especialidad es el karaoke. ¡Ah, esperen, eso es al revés! Provengo de la Secundaria Teikou y puedo tomar cualquier posición, ¡estaré encantado de jugar con ustedes!

Kasamatsu Yukio interfiere antes de que Kuroko pueda hacer algo, aunque no está muy seguro de qué, pues el discurso de Kise lo ha enojado aun más. Pero es su senpai el que pone en su lugar al rubio, con palabras duras pero certeras, en las que le recuerda que no importa de dónde proviene ni quién sea, porque cada quien tendrá que ganarse un lugar en el equipo y como regular en partidos, por lo que debe de dejar de ser tan egocéntrico.

Kise se lo toma a juego (siempre lo hace), pero no es algo sorprendente y Kuroko lo deja pasar mientras sus demás compañeros, un tanto amedrentados por Kasamatsu, se presentan uno a uno.

—¿Falta alguien? —pregunta Kasamatsu, cuando ya han pasado todos salvo Kuroko, cuya falta de presencia es tanto una medida cobarde para evitar a Kise como algo innato en él.

—Yo, senpai —dice Kuroko, adelantándose hasta que todos lo ven y pegan un grito, preguntándose de dónde ha salido o si es un fantasma—. Mi nombre es Kuroko Tetsuya, también provengo de Teikou y será un placer trabajar con ustedes.

—¿Kurokocchi? —dice Kise una vez ha terminado su presentación y sabe que será difícil quitárselo de encima ahora que lo ha visto—. ¡Kurokocchi, ¿eres tú?! —Kise está a punto de lanzarse sobre él como tantas veces en secundaria, cuando Kasamatsu le ordena mantener la compostura. Tienen que examinar su condición física, así como ver su capacidad en un primer entrenamiento, no hay tiempo para viejas reuniones, dice, severo y Kuroko no puede evitar agradecerle en secreto una última vez.

Kasamatsu-senpai lo ha salvado tres veces ese día, pero sabe que no podrá esconderse de Kise para siempre.

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Los ejercicios de calentamiento resultan brutales. En más de una ocasión, Kuroko está a punto de vomitar, aferrado a la pared más cercana y completamente olvidado de Kise. La idea de que pasó varios meses sin entrenar (desde que dejó Teikou), le pasa por la cabeza como una de las posibles causas de su malestar, pero también sabe con certeza que el nivel de Kaijou es alto y que aunque el senpai se ve sensato, tiene cierta vena sadística en él, porque no los detiene ni siquiera cuando por fin vomita y muchos otros de sus compañeros sucumben ante la presión. Incluso Kise está cansado, por lo que puede observar por el rabillo del ojo, aunque no en tan mal estado como él.

Al verlos, Kasamatsu Yukio piensa que esas con las consecuencias de provenir del mejor equipo de basketball de la liga de Secundaria, la tan aclamada y temida "Generación de los Milagros". Al ser portadores de tanto talento, sin duda fueron mimados por sus entrenadores, cuidados a tal extremo que no le sorprendería saber que en realidad no había entrenamiento formal. Pero ahora están en Kaijou y talento o no para respaldarlos, tendrán que acostumbrarse al ritmo de trabajo, donde no habrá beneficios especiales para estrellas como ellos.

—Muy bien —los llama, tras una hora de verlos ir y venir por el gimnasio, a lo que todos responden con un gruñido de alivio, antes de desplomarse sobre el suelo—. Formen dos equipos, quiero ver cómo se desenvuelven en un partido.

Kasamatsu puede escuchar sus quejas mientras se ayudan a levantarse unos a otros y casi espera al tal Kise y a su compañero Kuroko haciendo lo mismo, pero son los únicos que parecen emocionados ante la perspectiva, una oportunidad perfecta para demostrar sus habilidades.

—¡Eso no es justo! —lo escucha decir, en voz muy alta y con un tono de quejica que le pone de nervios—. ¡Yo quería estar con Kurokocchi! ¡Senpai, dile que me cambie el lugar!

—Jugarás donde estás —dice Kasamatsu, masajeándose las sienes ante un inminente dolor de cabeza—. Si deseas ser parte del equipo tienes que trabajar con todos, no solo con Kuroko.

—¡Pero yo soy el único que...! —dice, antes de que la mirada de advertencia de Kasamatsu lo detenga, cosa que lamentará después. Cuando, en el transcurso de la partida de práctica, Kuroko revele su habilidad especial, un pase tan veloz que sólo araña las manos de sus compañeros antes de desaparecer y que Kise, estando en el equipo contrario, no duda en interceptar, de manera que los puntos se inclinan a su favor rápidamente.

Kasamatsu escuchó hablar del jugador fantasma cuando estaba en secundaria, pero nunca tuvo la oportunidad de enfrentarse al equipo de Teikou, ni de conocer las habilidades de la generación milagrosa salvo por los rumores de otros, que siempre le parecieron exagerados. Ahora, al verlo con sus propios ojos, el asombro logra paralizarlo por un momento, cuando sopesa las posibilidades de que un dúo entre esos dos los lleve a la victoria. Porque Kise tiene razón y sólo él puede detener los pases de Kuroko.

Sin embargo, cuando el partido termina, se da cuenta de que sus sueños quizá son demasiado ingenuos por el momento, porque al parecer hay mucho de Teikou que desconoce y Kuroko se lo demuestra cuando esquiva a Kise con maestría, sin duda enojado, aunque no precisamente por haber perdido. Hay alguna clase de historia oculta entre los dos y hasta que no se resuelva, no podrán ser un equipo que aspire a al campeonato de Japón.

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Kise no está seguro de por qué (y ese es su error), Kuroko lo evita todos los días y de las formas más ingeniosas, desde hace casi un mes. Pensó que se le pasaría y trató de acercarse el segundo día de clases (incluso se levantó más temprano de lo usual), pero su antigüo compañero de escuela desapareció de su vista usando su habilidad de "misdirection" nada más Kise le dijo "hola". No tuvo suerte tampoco por la tarde, ni el día siguiente, mucho menos una semana después y al final decidió conformarse con los entrenamientos, en donde al menos Kuroko le dirige la palabra, aunque sólo por cortesía.

—Escuchen, ustedes dos —dice Kasamatsu una tarde, tras finalizar el entrenamiento y cuando ya casi todos se han marchado a los vestidores, quejándose como es rutina de lo brutal de los menús—. Kise, Kuroko.

—¿Qué sucede, senpai?

—Tienen talento aunque eso ya lo saben —dice, dirigiendo la vista de uno a otro, consciente de que no han arreglado el problema entre ellos, sea el que sea—. Quiero que sean jugadores regulares para Kaijou.

—¿En serio? —pregunta Kuroko y es de las pocas ocasiones en que lo ha escuchado hablar, así como lucir emocionado, cuando hasta ahora la única emoción que ha mostrado es enojo.

—Pero no puedo admitirlos si siguen así —dice—. No sé qué problema tengan, pero está afectando al rendimiento del equipo. Déjense de niñerías, no les pido que lo resuelvan porque eso es asunto suyo, pero si quieren seguir en el equipo, trabajen como uno.

—Está bien —dice Kuroko y por un instante, Kise tiene la esperanza de que todo volverá a ser como antes. Como esos días en Teikou en que jugaban basketball junto con Aomine y tras terminar, iban a comprar dulces para Murasakibara y paletas de hielo para ellos. Pero aunque Kuroko ha aceptado la condición de Kasamatsu, todavía no se ve con las fuerzas para tratar de arreglar la situación, por lo que deja a Kise solo tras un minuto de silencio entre ambos.

Kuroko detesta el orgullo y la vanidad de otros jugadores, por eso no se da cuenta de que al dejar a Kise solo, de que al seguir con su política de silencio y su afán de venganza, está siendo igual que ellos. Igual que la Generación de los Milagros.

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Para Kise, cualquier esperanza de hacer las paces con Kuroko, se desvanece conforme los días en el calendario avanzan. Abril deja paso a Mayo y Mayo a Junio, sin que Kuroko responda a sus intentos de conversación. Al parecer, para Kuroko arreglar el problema, no significa lo mismo que para él. Y aunque Kasamatsu-senpai sigue viéndolos de manera sospechosa, se ha conformado con el cambio en Kuroko, cuyos pases siempre se dirigen a Kise, más no sus palabras y mucho menos su atención fuera de la cancha.

Las cosas no pueden seguir así, piensa Kise una tarde, cuando se dirige a casa en compañía de una chica que no tardará en confesársele, por la mirada en sus ojos. No obstante, su afirmación carece de fundamentos y se aferra al único hecho de que pronto será su cumpleaños, por lo cual forzosamente tendrán que hacer las paces.

Pero su cumpleaños pasa sin mayores incidentes, sin contar, por supuesto, la montaña de regalos de sus admiradoras y una que otra confesión. Incluso los miembros de la Generación de los Milagros le envían saludos por mensajes de texto (sí, hasta ese "Muérete" de Midorimacchi cuenta), pero Kuroko permanece en silencio ante él y Kise ya ha tenido suficiente.

Al día siguiente, un caluroso 19 de Junio en el que el sol crea espejismos en cada esquina, Kise aborda a Kuroko en su camino a casa y tras fingir durante todo el día lo mejor posible que no había cambiado nada entre los dos.

—¡Kurokocchi! —dice a voz en cuello, corriendo a toda velocidad para alcanzarlo, pero también porque una chica viene detrás de él—. Kurokocchi, tenemos que hablar.

—Me parece que no, Kise-kun —dice Kuroko, pero se detiene, de manera que su silueta de espaldas hacia un sol que se esconde, por un momento parece un fantasma gris—. No tengo nada que hablar contigo que no sea relacionado con los entrenamientos y todo lo ha dicho ya Kasamatsu-senpai.

—¡No! ¡Espera...! ¡No te dejaré ir hasta que hables conmigo! —dice, cuando su carrera termina en frente de él con un movimiento brusco y antes de ponerle las manos sobre los hombros del uniforme de Kaijou, el traje gris y demasiado formal para él.

—Está bien, ¿de qué quieres hablar, Kise-kun? —dice Kuroko, resignado, pues sabe de lo insistente que puede ser Kise cuando se lo propone.

—¡Kurokocchi, ¿estás enojado conmigo?! —lo interrumpe Kise, con voz entrecortada tras haber recorrido una larga distancia, persiguiendo y siendo perseguido—. ¿Por qué, Kurokocchi? ¡No lo entiendo! Cuando dejaste el equipo de basketball en Teikou, te busqué por todas partes.

—Me sorprende, Kise-kun —dice Kuroko y su tono de voz está lleno de desdén—. Dado que los miembros de la Generación sólo piensan en sí mismos, me sorprende que me hayas buscado.

—Sí, éramos egoístas. Yo todavía lo soy —dice Kise, en un tono que casi parece burlarse de las razones de Kuroko—. Éramos inmaduros, éramos los mejores. ¡Teníamos 13 años, Kurokocchi! No pretendo excusarme del todo, porque yo también me creía el mejor, pero, ¿cómo puedes exigirle madurez a niños de 13 años, Kurokocchi? ¿O es que acaso tú no te sentías poderoso al estar en la cancha?

—¡Claro que sí! —dice Kuroko, sin apartar los ojos del rostro de Kise, bañado por el sol de la tarde, creando destellos dorados a su alrededor—. Pero el último año ya no podía llamarse equipo y los últimos partidos eran simples masacres para alimentar su vanidad. Cada quien confiaba en sí mismo y así fue, incluso en ese último partido contra el equipo de Ogiwara-kun.

—Lo sé —dice Kise, recordando la lesión del mejor amigo de Kuroko, causada por Akashi y su "ankle break", aunque no de manera intencional. Kise había oído que el chico nunca podría jugar basketball de nuevo, lo que desequilibró a Kuroko y en última instancia, lo obligó a retirarse del equipo sin decir adiós—. Lo comprendí cuando te fuiste, Kurokocchi. Lo importante que eras para el equipo, lo que habíamos hecho. Pero no soy lo suficientemente maduro como para jugar basketball con pura lógica y buenas intenciones. No es tan simple, Kurokocchi. Aún así, entiendo lo que quieres decir. El trabajo en equipo es divertido, jugar con Kasamatsu-senpai y los demás también. Jugar contigo también. Pero sólo si tú quieres hacerlo.

—Kise-kun...

—Además —dice Kise—. Tú estás siendo igual de orgulloso —lo acusa, quizá como último recurso, pues no puede detectar cambio alguno en su rostro y por ende, no sabe qué impresión han causado sus palabras—. Creyéndote mejor que nosotros por ser más maduro y todo eso. Siento mucho lo de tu amigo, Kurokocchi. Y creo que tenemos que hacer algo al respecto, meter algo de sensatez en la cabeza de Akashicchi, por ejemplo. Pero sólo si tú quieres.

—Lo siento, Kise-kun —dice Kuroko y por un momento lo engaña con sus palabras—. Me comporté como un idiota, buscando venganza y despreciándolos por no pensar lo mismo que yo. Pero tienes razón. No éramos lo suficientemente maduros, ahora lo somos. Y...

—¿Y?

—Seré la sombra de tu luz —promete, soltándose de su agarre y comenzando a alejarse, hacia un sol que ya está a punto de desaparecer en el horizonte—. Hemos perdido mucho tiempo, Kise-kun. Pronto será la Inter-High y tenemos que prepararnos, porque seguramente Aomine-kun, Akashi-kun y los demás estarán ahí.

Kuroko no escucha la respuesta de Kise y no es que resulte relevante, porque dada la plática que han tenido, ya no puede seguir fingiendo más. Kuroko sabía que Kise acudiría a Kaijou cuando vio su hoja de elecciones una tarde en el club y eligió la misma escuela por la misma razón. Sabía que Kise era el más cercano a comprenderlo y ayudarlo. Sabía que había elegido a Kise, antes que éste a él.

Fin del Capítulo [1/3]