Los personajes le pertenecen a Rumiko Takahashi y escribo sin ningún ánimo de lucro.

Debilidades.

Cuando por fin salió a flote la milagrosa confesión que estábamos esperando, creímos que todo quedó dicho. El silencio era nuestro cómplice y las palabras sobraban. Ya no más pláticas pendientes ni asuntos por resolver antes de dar paso a lo que suponíamos, era una verdadera relación.

Con la llegada del verano, la familia Tendo y mis padres decidieron que era hora de darse un descanso y retirarse a la playa un par de semanas para refrescarse un poco del caluroso verano que amenazaba con volverse más intenso aún.

Nuestro grupo, el más afortunado de toda la preparatoria, fue el último en concluir las clases antes de dar carpetazo al año escolar. Ante esto, Akane y yo nos quedamos completamente solos en la casa, con la premisa de reunirnos con el resto lo antes posible.

-¡Démonos prisa! Me muero por llegar a casa, recoger mis maletas y salir lo más rápido posible a la playa- Hoy por fin salíamos de vacaciones y ella no quería dejar pasar ni un segundo más.

Aunque, honestamente, compartir un poco más de tiempo a solas con Akane no me parecía una idea demasiado descabellada. -Sí, yo tampoco veía la hora para escapar de aquél infierno-. Intenté seguirle el hilo de la conversación mientras continuaba corriendo sobre la barandilla que servía de protección al canal. Para ser sincero, de unos meses atrás, la escuela se volvió un lugar tranquilo, ¿o sería que una vez que habíamos podido hablar sobre nuestro sentir ya no tenía esa pesada carga que me oprimía el pecho a diario? -¡No, no puede ser eso!- Murmuré asustado mientras me abofeteaba sin cesar, esperando ganar un poco de lucidez.

-¿Te ocurre algo malo?- Akane se detuvo al ver el trato tan cariñoso que me daba yo solo.

-No, n-no. Es el calor que me está provocando alucinaciones. Nada de cuidado.

-Está bien. Pero si te sientes mal no dudes en decírmelo- Ella seguía visiblemente preocupada por mí, aunque ambos continuamos en silencio todo el recorrido hasta el Dojo Tendo.

Al llegar, saqué el juego de llaves y entramos. Todo lucía en completa calma y sólo se echaba en cuenta a los demás al ver el estado tan silencioso de la casa.

La mayoría de los muebles estaban cubiertos por sábanas blancas, casi igual de brillantes que el resto de la casa, que sin explosiones extrañas, ni registros de auténticas peleas callejeras, se mantenía impecable.

-¿ya tienes todo tu equipaje listo?- Me preguntó con curiosidad, haciendo que desviara mi atención a sus ojos chocolate.

-Sí, ya terminé de empacar todo anoche- Le sonreí orgulloso -¿Y tú cómo vas?

-¡Ah! Qué envidia me das- Poniéndome una de sus graciosas caras de puchero que tanto me gustaban. –A mi todavía me falta acomodar más de la mitad de las cosas que voy a llevar.

-Lo que pasa es que nosotros los chicos no necesitamos llevar tantas cosas innecesarias como ustedes- Le solté sin medir el comentario. Estaba más concentrado en seguir una rebelde gota de sudor recorriendo sin prisa su mejilla para terminar desapareciendo en el cuello de su uniforme.

-¡Eres un arrogante!- Me acusó.

-Yo podría ayudarte si tu quieres- Acercándome decidido a ella y aprovechando que no teníamos vigilantes ocultos en la casa. Cogí su maletín y lo arrojé sobre la mesa junto con el mío. Sin perder tiempo, atrapé sus dulces labios en un suave beso mientras mis manos se posicionaban en sus piernas antes de disponerse a vagar libremente y sin recato por su tersa piel.

-Esa no es…no es ayuda, Ranma- La escuché detenerse a exhalar profundamente al sentir mi boca sembrando pequeños besos a lo largo de su cuello. –Es…es una distracción-. Más sus manos contradecían sus palabras. Habían cobrado vida propia y las podía sentir recorriendo mi espalda por todo lo ancho.

Suspiré de felicidad al ser correspondido. Sin más, subí los pies de Akane sobre los míos para encaminarme a la pared más próxima y así tener un mayor respaldo al levantarla.

-¿No te gustan las distracciones?- Le hablé con la voz enronquecida cerca del oído. El cálido aliento que emanaba parecía contrastar con la frescura de su piel, provocándole un hormigueo electrizante y haciendo que el corazón me empezara a latir desbocado.

-…¡Sí!...¡No!- Se recriminó –Ten-tenemos que estar mañana temprano allá o…empezarán a sospechar de nosotros y no qu…¡Ah!- La sentí arquearse violentamente, presa de la excitación. Mis manos hambrientas por recorrer todas sus curvas se habían escabullido bajo la falda del uniforme, deslizándose desde sus piernas hasta su zona más sensible, acariciándola con suavidad sobre la pantaleta.

-Te amo- Confesé sin más. A pesar de la tremenda dificultad que me supuso decirle esas palabras la primera vez. Ahora significaban tan poco para expresar todo lo que sentía por ella. Lo que era capaz de dar, lo que podía llegar a hacer y, sin embargo, veía en sus ojos soñadores una tremenda emoción cada vez que susurraba esa frase que deseaba escribirle una Biblia entera con ella para que no la olvidara jamás.

-Yo también te amo, Ranma- Sus manos jalaron de mis cabellos con cuidado para atraparme más fácilmente en un beso. Sintiéndola palpar con sus labios las comisuras de los míos y terminar navegando dentro, con una maestría sorprendente, casi salvaje. Y no podía hacer más que corresponderle con la misma intensidad, anhelando beber la dulce miel de sus labios como si fuera un loco sediento de amor.

Ya no lo soportaba más. Mi corazón parecía a punto de entrar en un paro gracias a la taquicardia de la que era preso, podía sentir mis mejillas ardiendo como una hoguera y tanto la camisa china como los pantalones, me sofocaban, bloqueándome cualquier flujo de aire.

Noté la pierna de Akane rozar insinuante la mía, en invitación para que la alzara en brazos. Sin pensarlo dos veces, la cogí de ambos muslos y rodeé con ellos mi cadera.

Ambos nos sonrojamos terriblemente al sentir su centro palpitante en contacto con mi masculinidad despertándose. Su cabello revuelto, las pupilas más brillantes, sus pezones endurecidos chocando endurecidos y ansiosos contra mi pecho. ¡Por todos los Santos que amaba a esa diosa! Nunca terminaría de agradecerle secretamente al viejo por haberme comprometido de esa forma.

Ella se removió en mis brazos buscando una mayor estabilidad en nuestra posición. Automáticamente subió más las piernas, pegando aún más su cadera contra la mía. -¡Akane!- Lancé en medio de un gemido incontenido. Al momento de moverse había rozado con fuerza mi sensibilizado miembro. Inconscientemente la abracé más fuerte y dejé de besarla para bajar la cabeza, y respirar de forma entrecortada, esperando que el choque de adrenalina que me atravesaba disminuyera un poco para proseguir.

-Lo siento- Me dijo con un tono plagado de sensualidad, seguido de risillas sin culpa ni remordimiento alguno.

-Esa acción merece un castigo adecuado, señorita- Le susurré de la misma forma en la que ella me habló antes.

Algo más recuperado, empecé a besar con ímpetu el inicio de sus pechos a través del uniforme, para abrirme camino por el cuello, seguir hacía la barbilla y terminar mordisqueando sus carnosos labios.

-¿Qu-quieres ir arriba?- Ofreció gustosa, queriendo obtener una mayor comodidad y libertad de movimientos. Así como algo más de privacidad.

-Claro que sí- Suspiré extasiado por la invitación- sin perder ni un segundo, la deposité con cuidado en el suelo, sólo para tomar impulso y volver a cogerla en brazos y llevarla rumbo a las escaleras.

No bien llegamos al primer escalón, cuando la pared en la que estuvimos minutos antes comenzó a resquebrajarse, terminando por derrumbarse ante la fuerza de cierta prometida amazona.

-Sh-Shampoo ¿Qué haces aquí?- Un fuerte escalofrío volvió a surcarme el cuerpo, y no precisamente por las razones anteriores. Por propio instinto de supervivencia, bajé un poco los brazos para intentar disimular con el cuerpo de Akane mi inconveniente "feliz" estado.

-Nihao, aireen… ¿Qué hacer chica violente en brazos tuyos?- Volteé a ver a Akane, esperando encontrarme conque había ideado algo, pero al parecer estaba más concentrada en observar con escrutinio a la recién llegada.

-Bu-bueno…lo-lo que pasa es que la tonta de Ak-Akane se lastimó el pie y yo…eh…la llevaba a su habitación pa-para curarla- Sólo deseaba que se lo creyera, sino, estaríamos en serios problemas.

-¡Tonto! ¡Ya bájame!- ¡Rayos! De nuevo la hice enojar, aunque rogaba mentalmente porque fuera una actuación al obedecerle y verle no apoyar correctamente uno de sus pies en el suelo.

-¿A qué has venido, Shampoo?- Trate de sonar lo más casual que pude. Para mi buena fortuna, ya totalmente recuperado.

-Traerte muy buenas noticias, Ranma. Mi abuela volver de China ayer y recibir noticia de que las pozas ya haber vuelto a la normalidad… ¡Poder ir a curarte cuando tú querer!- Lucía bastante emocionada y convincente para ser mentira.

-¡¿En serio? ¡Es genial!- Pero esa alegría s me esfumó en pocos segundos- Pero Y-yo no tengo ningún medio para ir allá.

-Por eso no preocuparte. Tu alistar maletas que mañana salir en primer vuelo rumbo a China.

-¿Có-cómo es posible eso?- Acercándome interesado por escuchar la propuesta

-Mi abuela pagarte boleto de avión- Sonrió feliz, terminando por arrojarse a mis brazos.

-¡Claro! ¿y debemos suponer que todo es gratis, no?- Soltó Akane sarcástica y echándome una mirada fulminante en el proceso.

-¡Por supuesto que no! Cuando regresar de viaje, él tener que trabajar en Neko Hanten hasta pagar préstamo total.

-¿Es…?

-¡¿Eso es todo? ¡Perfecto! Estaba visiblemente emocionado. ¡Por fin una solución a mi problema!

-Ranma, no puedes creerle- Sentí a Akane acercarse a mí.

-Aireen no hacerle caso a chica violenta. Propuesta ser verdad, yo querer verte totalmente curado- Parecía no estar mintiendo, aparte de que trabajar en el restaurante de la anciana no era mala idea, lo que me terminó de convencer sin duda.

-Está bien, iré con ustedes.

-¡Ah! ¡Alegrarme tanto!- Shampoo me soltó de su abrazo y se alejó, para sorpresa de Akane y mía- Yo esperarte con mi abuela. ¡Darte prisa!- Dicho esto, salió por el mismo agujero que abrió minutos atrás.

Volví a mi lugar junto a Akane. Sin duda era uno de los días más felices de mi vida.- Bueno, vamos a tener que retrasar el viaje a la paya unos días. ¡Ansío por llegar a las pozas- De un rápido movimiento atrapé a mi prometida en un efusivo abrazo. Quería compartir con ella la inmensa emoción que me albergaba.

La sentí tan fría y lejana que la separé con sumo cuidado para asegurarme de no haberla dañado con mi arrebato.

Sus ojos, clavados en los míos, mostraban una compasión que calaban hasta lo más profundo de los huesos- Ranma, no seas tan crédulo. Hay algo extraño en todo este asunto.

-¿Qu-qué tiene de malo? Sólo serán unos días. Sí-sí es por Shampoo no te preocupes, prometo portarme bien- Junté las manos al frente en señal de súplica. ¡Por Kami que tenía que empezar a entender el valor que tenía para mí y lo que me costó llegar a ella para perderla tan fácilmente!

-Estoy segura de que algo traman. Si la abuela acaba de regresar con la noticia ¿por qué no te trajo un poco del agua de los estanques?

-N-no había pensado en eso- caí en reflexión.

-¿Te das cuenta? El plan es hacerte ir a China a cómo de lugar. Estando allá quién sabe de qué serán capaces- Su voz más que coraje, reflejaba angustia.

-Pudo ser un descuido. La abuela ya tiene muchos años encima.

-¡Qué terco eres!- Me inquirió más que molesta.

-Es que no me importan los planes que tengan ellas. Yo sólo quiero ir a Jusenkyo y curarme, nada más.

Ya lo tenía decidido, en silencio subí las escaleras con motivo de recoger el equipaje alistado antes. Pude escucharla seguirme, también sin mediar palabra. Llegué al cuarto y cogí la mochila, arrastrándola hasta el armario con intenciones de cambiar los shorts playeros por ropa más casual.

-Ranma…podemos encontrar otra forma de ir- Colocó su cálida mano en mi espalda. Si seguía así, terminaría por mandar la idea del viaje por la borda.

Cerré la mochila ya lista y me giré para observarla de frente. Le tomé la mano que antes había puesto en mi espalda y la coloqué cerca de mi pecho. –Lo siento, Akane…yo…estoy harto de esta maldición. No lo soporto más. No puedo…no quiero ni imaginarme estar casado contigo y seguir con esas estúpidas transformaciones- Busqué en sus ojos una respuesta. Su cuerpo estaba estático, los labios entreabiertos, los ojos desencajados y un silencio sepulcral que me dañaba más que una negación con sus palabras.

No hacía falta decir nada más, ella no esperaba llegar más lejos conmigo desde un principio. ¡Era un idiota! ¿En qué demonios había estado pensando al pretender quedarme con ella siendo un fenómeno? ¡No era más que un tonto soñador!

-Ranma…yo…no…

-Te prometo que regresaré en cuanto pueda siendo un chico normal- No quería escuchar la confirmación a mis pensamientos. Tembloroso, solté su mano, me acerqué a su rostro y rocé suavemente sus labios. Ella no me correspondió, seguramente seguía en sus cavilaciones o era simplemente por no quererme rechazar por pena en ese momento.

Cogí la mochila y caminé rumbo a la puerta. La escuché murmurar algo que no puede captar bien. Continué bajando las escaleras, oyendo los pasos de ella saliendo de la habitación y postrándose en el inicio de las escaleras.

-…Ranma…Te juro que si sales por esa maldita puerta no vas a volver ¿entendiste?

Me detuve en seco en la entrada de la casa al escuchar la repetición del monólogo que había creído escuchar antes de Akane.

-Estaré de vuelta lo más pronto posible. Si no me aceptas, será decisión tuya. Apreté con más fuerza la agarradera de la mochila, cerré la puerta tras de mí y avancé sin mirar atrás.

Continuará.

Bueno, aquí caigo con otro de mis fics. n_n

Siendo sincera diré que este sale a raíz de una apuesta con una prima mía, retándome a escribir algo más "dramático" después de leer la "seriedad" de la otra historia que estoy escribiendo u_u

Es un fic muy cortito, probablemente en menos de una semana suba la parte final.