Memorias perdidas;
Más nunca volvió a verlo, a escucharlo y ya no podía recordar sus facciones con claridad, hasta que llego el día.
Había sido alejada de la familia, había llegado a perder por completo la memoria, y fue adoptada por una familia especial para ella. Era acogedora a decir verdad, habían propuesto dejarle a su disposición elegir a que ciudad se mudarían y ella alegremente eligió París, ellos cuidaban también de un muchacho mayor, muy meticuloso y bien criado, que desde el primer día, al no poder dejar de verla, de clavarle la mirada y de hacerla sentir incomoda con esa expresión fría y penetrante pidió cortésmente el deber de cuidarla, tanto dentro como fuera de casa. El padre y la madre aceptaron, o sea, Julius y Juliet optaron por esa magnífica idea, ahora que tenían una hija, querían protegerla lo más mero posible.
El cumplía al pie de la letra con su palabra, la cuidaba cada día, cada hora, cada minuto y cada segundo de su vida. Era capaz de llevarla e ir por ella a la universidad, cada cuanto ella quisiera salir el estaba dispuesto a ser su chofer y su botones a la hora de llevar unas que otras bolsas de compras, a la hora de un accidente; por más insignificante que fuese como por ejemplo: cortarse un dedo era el que estaba auxiliándola aunque fuese una bandita. Luego de tres meses; ese afecto hacia ella, se intensifico, tornándose un romance prohibido, un amor casi ilegal para ellos.
Se pregunto varias veces, una noche. ¿Me habré estado enamorando solo?
Unos cuentos toques a la puerta y no contesto por estar concentrándose en su pregunta, se abrió sigilosamente, entrando a él, una jovencita de confección delgada, en falda negra mucho antes de sus rodillas ceñida a sus buenas piernas, una blusa rojo casual, ajustada contorneando su esplendida figura, unos aretes brillante y zapatos altos de un color vino.
Él se encontraba tumbado en la cama, boca abajo mirando de abajo hacia arriba, su mirada se ensancho al pasearse vulgarmente por aquellas piernas hasta mirarle el rosto boca abierta.
- Demonios ¡Alice! – embobado, se acomodo rápidamente encima del colchón, sentándose sin dejar de ver su atuendo.
- Deja de mirarme…- pidió a media voz, avergonzándose. Desviando sus manos a su falta tomándola de los bordes con intenciones de cubrir mas sus finas piernas.-
- Yo… disculpa.- no podía articular más palabras, seguía anonadado.
- Déjalo…-menciono.- ¿Podemos dar un paseo por la torre Eiffel?- pregunto con media sonrisa.
- ¿No es algo tarde? –respondió buscando la hora en su reloj de muñeca.
- Son las nueve treinta, la casa está sola, me siento vacía… -callo un momento.- no se que día regresaran mis padres. - volteo el mirar hacia un porta retrato que llevaba de Julius y Juliet juntos.
-Cierto. Lo había olvidado completamente.- recordó paseado su mano por su cabello. –supongo que te puedo llevar un rato.
- Te lo agradezco tanto.- sonrió respondió con una voz suave y sublime saltando de felicidad.- Esperare en la sala de estar.- retirándose dijo, cerrando a su vez la puerta de la habitación.
"Mierda. ¿Por qué me sentí así? No es normal sentir un hormigueo en el estomago por ella… ¿O sí?
Su cabeza explotaría en cualquier momento de tanto pensar en ello. Si no se tranquilizaba seguro que perdería la cordura y que mejor para quitar el estrés que pasear por la Torre Eiffel. Para eso, se coloco sus zapatos negros para vestir, acomodo su camisa desarreglada y se monto encima una chaqueta muy formal y así desalojando su cuarto buscando a Alice hacia la sala de estar donde ella esperaba sentada en el sofá.
- Disculpa por hacerte esperar.-Dijo pasando por el comedor.- ¿He perdido las llaves?- se pregunto a sí mismo. Entonces, escucho un tintinar.
-Perdón, estaba ansiosa, así que las tome antes.- le respondió.
-Tranquila. Vamos antes que se haga más tarde.- menciono tomando las llaves de la mano de Alice, rosándola al mismo tiempo volviendo a sentir lo que sintió la primera vez.
Ella pudo olerlo, "Que magnifico aroma" pero luego do notar que se comenzaba a cegar por la lujuria, reacción yendo detrás de él. Él, siempre tan caballeroso y gentil, abrió la puerta del auto, en la segunda cabina, espero que ella entrara y se acomodara para después poder conducir.
Ellos llevaban recorriendo aquellas solitarias calles unos cuantos minutos, en aquella ciudad que apenas conocía. Un centenar de preguntas se pasaron por la mente de Alice mientras mantenía la vista fija hacia la ventana contemplando el paisaje; él la miraba de a momentos por el retrovisor preguntándose ciertas cosas acerca de ella.
Alisse pensaba intuitivamente; "¿Por qué me siento tan rara con él? Si ha sido tan bueno y dulce conmigo… ¿Por qué siento un mar de cosas dentro de mi cuando estoy a su lado?"
Y él, pensaba observándola; "Tal vez suene egoísta, pero… No quiero que recuperes la memoria nunca. Pues, ya no sería como antes."
El auto se detuvo, en frente de él, tenían a la gran torre Eiffel, en la ciudad del amor. Tres plantas, altura de trescientos veinticuatro metros, construido el 28 de Enero de 1887 hasta 1889; demoraron dos años, dos meses y cinco días hasta culminar en marzo de 1889. Siendo así una de las maravillas más grandes del mundo.
- ¿No es hermosa?- pregunto ella observando hacia arriba con esplendor.
-Mucho. "Pero tú…"-
- ¿Quieres subir?- interrumpiendo los pensamientos ajenos de Eliot, esa voz angelical.-
- ¿No le tenias miedo a las alturas?- pregunto incrédulo.-
- Para eso estas aquí. Protégeme.- rio extendiéndole su mano.
- Mmh…-Pensativo.
- ¡Oye! ¡¿Lo estas dudando?!- exclamo Alice.
- No, no, no- entre risas y carcajadas.- Te protegeré siempre que me lo pidas.- Tomo su mano y al mismo tiempo tomando la iniciativa, corriendo hacia aquella bella figura monumental que tenia la ciudad.
Arriba, muchas personas se encontraban agarrados de la mano, acariciándose los rostros, diciéndose una cantidad de cosas bonitas tanto al oído, como también a los cuatro vientos. Esas cosas hicieron sentirla incomoda y así desprendiendo su mano con la de Eliot. Ella volteo su rostro, y se percato e intento mirarla.
- ¿Qué pasa?- pregunto.
- Es que… no somos pareja…- anuncio desoladoramente.
"Esas palabras"
Eran esas palabras, y esa pronunciación lo que hizo darle cuenta a él lo que en verdad sentía por ella, tomando su muñeca, arrastrándola metafóricamente con él a la parte más sola de la torre; y también la más hermosa la cual nadie, absolutamente nadie conocía, en donde los únicos que los acompañaban eran la brisa reconfortante y la tenue luz de la luna.
- Alice…- susurro, haciendo que ella mirara esas facciones tan espectaculares, mientras el viento y la luz de aquella luna nueva se estampaban contra su cabello.
Se había acercado lo suficiente como para besarla, pero, sintió un ardor enorme recorriendo su rostro, específicamente su mejilla. La mano de Alice a lo mejor reacciono por instinto, sin embargo, la mejilla de aquel apuesto muchacho permanecería roja por un largo rato.
- ¡Dios mío! Como lo siento…- espeto avergonzándose más de lo habitual.
- No es nada.- sobándose- Creo que me lo merecía por intentar besarte.-
- Volvamos a casa.- fueron sus últimas palabras, halándolo desde las mangas del chaleco negro.
-Pero- quería tratar de invitarla a quedarse un poco más.-
-Por favor.-
Si algo era sagrado para él, era el no de una mujer. Aquí lo más sagrado para él fue Alice y sus deseos de que todo andará bien entre ellos dos.
Luego de varias horas, el silencio en casa era terrorífico, Alice se encontraba en su cuarto, en un rincón sentada con sus rodillas dobladas recostando su rostro encima de ellas, no despegaba la vista de la puerta, esperaba algo, o quizás a alguien. Después de quince minutos, las paredes se hicieron frías, ya la estaban sucumbiendo y se levando de repente decidida a salir y eso hizo; Eliot dormía plácidamente, su pecho subía y bajaba con un ritmo deseoso, Alice entro de manera miedosa, en frente, la cama de Eliot la invitaba a subir. Sigilosamente se acerco subiendo de rodillas al colchón por encima de Eliot, una vez cerca de su rostro, movió su hombro susurrándole al oído.
- ¿Estas dormido?- Eliot le daba la espalda, aunque ella viera su cara, mientras que el abría los ojos.
- No. ¿Te sucedió algo?- pregunto en seco.
¿Estaba molesto?
- Perdóname.- susurro aun más cerca de su oído, él aun le daba la espada, yacía a la vez cruzado de brazos. Al ver que Eliot no respondía, ni se movía, ni siquiera un gesto que significara algo; ella se alejo, con intenciones de regresar a su habitación. Se acerco a la puerta y esta de la nada se cerro de golpe hecha ella hacia atrás por aquellos brazos que parecían ser esculpidos de algún dios griego.
La mano de Eliot no abandono la puerta, poniendo en contra de esta y de frente a él a Alice con sus manos a los costados de la cabeza, medio inclinado. Alice estaba acorralada y sin habla además.
- ¿Podrías repetirlo una vez más?- musito, mirándola fijamente a los ojos. Ella bajo la mirada y pronuncio.
- perdona…- siendo interrumpida.
Los labios fríos de Eliot detuvieron su parafraseo, su lengua invadió su cavidad bucal de una manera que Alice tuvo que aferrarse a su camisa desabotonada.
Para después, subir sus manos recorriendo su espalda hasta su cuello, entrelazando sus dedos en su cabello. Eliot sufría pero al mismo tiempo lo disfrutaba… cuando la falta de aire se le presento, se separo y no pretendía seguir, pero Alice, esa Alice cegada, lo tomo de la corbata que aun colgaba de su cuello, trayéndolo hacia ella nuevamente besándolo, esta vez, ella colaborando en él, se dejo llevar y se aferraba a él cada vez peor. Excitándolo.
Eliot dejo sus labios para tomar su cuello.
- P-Para.- suplico Alice, él la observo desilusionado.- Por favor, nunca beses mi cuello. Nunca.-
- Nada malo va a pasar si tú… no quieres.- le dijo tomando su mentón y acercándose ahora él a su oído.
-Eso es…- su cuerpo se paralizo y escalofríos recorrieron sus piernas.
Había ignorado su suplica y no tuvo piedad con ella para besarla, beso su cuello de una manera inimaginable, era ese su punto más sensible y nadie debía saberlo. Tomaba desesperadamente el cabello de Eliot y el respiraba profundamente intentando no jadear, sin embargo, era en vano.
Ya comenzaba a sudar, a sentir calor, a tener esa necesidad de placer en ella, por eso, quito y arrojo al suelo la camisa que él apenas llevaba puesta, pasando sus manos por su duro y a la vez terso abdomen, marcado con cuadros claramente visibles, desabotono el cinturón y el pantalón bajándolo solo un poco, sintiendo en sus dedos un bulto de sobresalía lo suficiente, Alice se estaba descontrolando.
¿Acaso él, no iba a detenerla?
Las manos de Eliot, que aun continuaban a sus costados de Alice las llevo a las muñecas de está apretándola con fuerza.
- No lo hagas.- dijo Eliot, entrecortadamente con la respiración agitada. Ella hizo caso omiso a su advertencia; ya era demasiado tarde.
- No lo aguanto.- mustio, en un gemido ahogado.
Eliot se separo de ella dándole la espalda tomándose la cabeza, no sabía bien si hacerlo, o simplemente aguantar como un hombre.
- Anda a tu cuarto.- le ordeno.
- Pero-
- Vete te dije.- sonó severo.
Alice, aunque no quería, tenía que hacerlo, si él se molestaba ella pagaría los platos rotos y era lo que ninguno de los dos quería; solo se escucho el portazo y un fuerte sollozo. Eliot suspiro elevando la cabeza hacia atrás, paseaba una de sus manos por su cuello y la otra levemente la introducía entre ese bóxer negro, que para estas alturas, estaba completamente mojado; movía allí su mano rápidamente de arriba hacia abajo, odiaba masturbarse, pero tenía su virilidad tan erecta que no le quedaba de otra, al no saciarse con Alice.
De pronto, de tan solo pensarla, su liquido, su semen; salpico cayendo al suelo, y un poco de él en sus manos.
- Mierda.- se quejo.-
Con todo eso que había pasado, no se quedaría así, fue a ducharse instantáneamente y al cerrar la puerta del baño de su habitación; Alice entra con las intenciones de darle las buenas noches, hasta encontrarse con eso que, salto del erecto pene de Eliot.
-"Si no lo hubiese pensado tanto, él no se hubiera masturbado y yo estuviese en su cama."-
No podía dejar de ver el suelo, hasta caer en cuenta de algo. Después de su pérdida de la memoria… ¿Quién sabía si Alice, en estos momentos era o no, virgen aun? De no ser así, ¿Con quién lo había hecho? Y si aun lo era. ¿La perdería así no más con Eliot?
Continuara… Tal vez.
