Disclaimer: Leah no es mía, y a Sam no lo quiero para mí ni siquiera; son de Meyer. El drabble es mío, pipol.

Claim: Sam/Leah.

Summary: "Desde que él la dejó, la historia de su vida era aferrarse a los recuerdos."

Dedicado a: Annie, por su cumpleños que es dentro de poco :3 *heart*

Música: Skin — Alexz Johnson.


Skin.

«Oh, he's under my skin

Just give me something to get rid of him»


Leah se preguntaba por qué demonios siempre debía caer en la tonta rutina de recordar cada momento que pasó junto a Sam. Cada beso y cada caricia estaban marcados a fuego en su memoria, imposible de borrar y atormentándola a cada segundo.

Se rehusaba a ceder ante el pasado y los dolorosos recuerdos que éste traía, pero era inevitable ceder. Había algo que la lanzaba siempre al maldito vacío de la melancolía.

Desde que él la dejó, la historia de su vida era aferrarse a los recuerdos. No imaginaba lo que pasaría el día que el pasado se decidiera a huir para siempre de su memoria, ¿a qué se aferraría para ser feliz? No le quedaba nada.

Había perdido la cuenta de las veces en las que decidió que Sam ya no sería de nuevo su razón para seguir existiendo. Nunca cumplía. El dolor era insoportable, quemando su razón y llenándola de desolación. No exageraba, como todos pensaban que lo hacía. Lo extrañaba a morir, de verdad, como ayer y como, posiblemente, mañana.

Vivir así no era vivir, era morir de amor. ¿Qué puedes hacer cuando tu única ancla a la vida es aquella que se desdibuja cada día entre una marea de ilusiones rotas y dormidas, entre un 'Te quiero, Emily' que te destroza el alma? No queda otro remedio que no sea agarrarte a ese apoyo mientras esté allí para ti.

Estaba bajo su piel desde el primer día que le sonrió luego de besarla, desde la primera vez que hicieron el amor a escondidas. Él fue su paraíso en todo momento, ¿cómo olvidarlo? Leah quería saberlo.

Cada día caía más en un pozo de profunda angustia que le carcomía las entrañas en cada segundo que pasaba lejos de su amor de antes, su amor de siempre.

Ella quería cerrar ese capítulo en su vida, enterrarlo tres metros bajo tierra encerrado en una caja de hierro. Leah quería poder olvidarlo sin sentir que se desmoronaba al hacerlo.

Pero no podía hacerlo, porque, cuando miraba a Sam a los ojos, se quebraba al no encontrar los suyos, sólo había espacio para la mirada de Emily.

Sabía que debía olvidarlo, pero estaba atrapado bajo su piel morena, muy difícil de arrancar. Al menos, sin dolor.