Este es un fic escrito para mi amiga y compañera de escritos Mago de Oz/Queen of Darkness (Luthien en este fic).

Agradecimiento especial a Marieta Hime, ella corrigió el fic, la pereza me consumía. XD

Espero te guste...un Gaara un poco perverso para ti, Queen XD


Perverso.

-Gracias, Kankuro. Yo paso –fueron las palabras de Gaara antes de salir de la habitación dejando a su hermano con la palabra en la boca.

-Temari, haz algo.

-Por favor, Kankuro, ya déjalo tranquilo.

-No ha conocido mujer y tiene 18 años. ¡18 AÑOS! –gritó su hermano exasperado.

-Kankuro. No hablarás en serio o ¿si?

Temari era una mujer intuitiva, para ella no había necesidad de palabras con su hermano menor. No fue si no hasta un par de años que comenzó a comunicarse con ellos y ya sabía como entenderle.

Kankuro la miró interrogante, quizás la muy lista ya sabía de algo de su hermano.

-Habla, Temari. Cuéntame y no te quedes callada.

Temari se sonrió y se giró en sus talones.

-Tendrías que pagarme el favor…

-Si tiene que ver algo con el vago de Konoha, ¡ni lo sueñes!

Temari hizo caso omiso de la cháchara de su hermano y se paseó pavoneándose por toda la habitación.

-¡Que pena! –dijo aparentando tristeza- Tu hermanito es tan…perverso.

¿Perverso?... ¿Perverso? Eso si que no se lo esperaba. Pero, cómo lo sabía Temari. ¿Acaso ella lo había visto?

-Kyaaaaaaaaa ¡Basta, Temari! Ahora mismo me dices que quieres y arreglamos cuenta.

-Préstame tu departamento esta noche.

-Ni lo sueñes…

-Bien, la pasaré aquí en mi habitación. Él entrara por la ventana, como cada noche que está en Suna y ustedes pasaran la noche escuchándome. Tú sin embargo, te quedarás con la duda de por vida.

-De acuerdo, de acuerdo –repitió impaciente- ¡Tú ganas!

Temari rió maliciosamente a su hermano.

Habla ya! –grita Kankuro y en ese preciso instante escuchan la puerta tocar.

Kankuro, entregado a la curiosidad, camina con estrépito hasta la puerta

-¿Quién es? –grita fastidiado mientras abre la puerta solo un poco tratando de que el mensaje de "no molestar" llegue.

Lo recibieron los oscuros ojos y soñolientos del Nara junto a un sonoro bostezo.

-Kankuro san… ¿Qué tal? …Tu hermana… -masculló con la misma cara de aburrimiento que le caracterizaba.

Kankuro bufó molesto -Te busca el vago de tu novio

-Que entre y se una a la diversión… -exclamó Temari.

Shikamaru enarcó una ceja y la miró interrogante.

-¿Qué se traen entre manos? –preguntó el Nara.

-Hoy dormimos en el apartamento de mi hermanito, ¿Qué te parece?

-Tsk…no quiero pescar una enfermedad

-¡Yo lo mato! –gritó Kankuro apuntando ambas manos a la garganta del shinobi de la Hoja.

-¡Calma pueblo! –se interpuso Temari entre su hermano y su novio que se mantenía inmutable- Ya quietos que el show está por comenzar.

Temari les invita con los dedos a seguirla. Kankuro nota como cada vez se acercan más a la habitación del Kazekage. Entran en la biblioteca contigua y la mira apartar un conjunto de libros, dando paso a un orificio entre ambas paredes, directo a la habitación de su hermano.

-El show está por comenzar…

Luthien, la muchacha dulce que por años ha sido estudiante de Kankuro aparece en la habitación del Kazekage, como siempre, como cada domingo.

Arregla con esmero los pergaminos colocados en el tokonoma y luego coloca un pequeño bonsai.

-¡Listo! –la escuchan decir con una sonrisa en la cara, mientras los hermanos Sabaku No susurraban entre las paredes.

-Temari, se puede saber que de especial tiene el hecho de que Luthien arregle la habitación de Gaara. Lo hace con la mía y la de todos los demás también. Su familia ha trabajado en la decoración de todos por años, es su tradición…

-¿Y ella también siempre pierde tanto tiempo contigo?

-Regularmente nunca estoy, al igual que Gaara ahora –respondió Kankuro creyendo que su hermana le tomaba el pelo- además es una niña. Demasiado inocente, creo que aún más que Gaara.

-No es una niña…-habló el Nara que se dio por aludido- Gaara y yo no lo somos.

-Dale la mamila al nenito –se burló el marionetista del novio de su hermano.

-Tsksilencio –les interrumpió Temari, señalando a la habitación.

Luthien volvía con un Ikebana en las manos y la colocó cerca del bonsai, sonriendo por el resultado. Inmediatamente después, su sonrisa se enseria. Siente su presencia y no se atreve a girar. A pesar del tiempo juntos, aún tiembla ante su presencia. Se queda quieta esperando lo que sabía que iba a llegar.

Luthien – lo escuchó decir como en un susurro y el calor de su aliento le calienta la nuca, mientras la arena se escurría por entre la madera pulida del piso, imitando el zigzagueo de una serpiente.

Ella no reacciona sólo advierte los labios del hombre sobre su hombro ahora desnudo. Las manos del shinobi no pierden tiempo, buscan y encuentran. Por la cintura la toma apretándola contra él y con la mano derecha le toca el filo de la cadera con fuerza. Esa misma mano se desplaza presionando la piel hasta llegar a su cuello, con el pulgar tuerce el mentón hacia él y la besa con la misma ansia loca de sus caricias. Su boca extasiada se deja explorar.

Ella hace un intento fallido por mover sus brazos hacia él. También quiere sentirlo y tocarlo como tantas veces.

-¡No! –su voz suena más a ruego que a negación y ella se deja hacer gustosa.

Cuando el Kazekage quiere algo, ella simplemente lo complace. Que haga lo que le de la gana. De todas maneras, ella va a ceder.

Gaara comienza a bajar por su cuello y sus manos habidas de deseo le sueltan el obi con maestría, pero no le quita el furisode. Sólo desnuda sus hombros y decide pasear su lengua entre uno y otro. Los labios del shinobi dibujan una sonrisa satisfecha en el ángulo formado por su clavícula y cuello y la succiona con aspereza marcándole la piel al tiempo que toma ambos senos ahora expuestos con una mano y los aprieta contra él.

Luthien grita de placer. Sabía que la ternura del shinobi duraba poco tiempo.

-¿Por qué no me esperaste el domingo pasado? –Murmuró Gaara sosteniendo la piel aún con los dientes- Sabes que debes esperarme aquí.

-Estuve aquí, pero Kankuro-san llegó y no me atreví…

-Debiste volver… -masculló mordiendo más fuerte.

-¡Mis padres! –contestó la joven ahogando un grito más no por dolor.

En realidad, disfrutaba del castigo que le estaba infligiendo. De seguro pasarían meses para que los dientes del kazekage se borraran de su dermis. Sentía como la piel se abría paso con la presión de las perlas de su dueño.

-Sabes que no debes desobedecer mis órdenes, Luthien…Luthien –repite paseando su nariz por la espalda femenina, oliendo como animal en celo.

Ella siente que la presión de su cintura se afloja y su mano izquierda baja a su entrepierna, levantándola hacia él. Ella se sostiene con la punta de los pies para evitar sostener su peso en esa mano torturadora.

-¿Volverás a hacerlo, Luthien querida? –susurra el shinobi con voz ronca, casi inaudible para los voyeristas.

-¡No! –jadea involuntariamente.

-¿Porqué?

-Porque lo deseas tú

-Buena respuesta… -alardeó el shinobi dibujando una sonrisa satisfecha en su rostro.

Luthien siente continuar el descenso por sus costillas y siente la lengua del hombre tomar acción al recorrer por completo su espina dorsal con ahínco, lamiendo, degustando, saboreando, mordiendo. Los gemidos de la mujer marcan el descenso del shinobi.

Gaara dedica una eternidad a acariciar la parte interna de los muslos, mientras termina el recorrido de su lengua por la espalda de ella.

-¡No! –grita cuando el shinobi le estampa una fuerte nalgada, dejando los cincos dedos marcados sobre sus glúteos.

-Siento dañar tu hermosa piel que me enloquece…pero bien lo tienes ganado…Luthien (**)

Otra vez repite su nombre despacio y otra vez ella cree morir por el sonido embriagante de su barítona voz. Con su boca borra las marcas, lamiendo y chupando.

Sigue camino al sur con su lengua mojada y enhiesta recorriendo sus muslos, mientras con sus dedos abre surcos de placer en la carne femenina. El placer la hace suspirar, gemir, jadear en descontrol.

Gaara toma las manos tendidas a ambos lados de la cadera de la mujer y succiona la parte interna de sus muñecas, en el punto exacto donde le late el pulso en descontrol. Él se da cuenta de que ella está al borde y sonríe malévolo. Es así como le gusta.

-Sabes que no puedes acabar hasta que te lo ordene…Luthien…

¿Por qué tiene que repetir mi nombre así?, piensa la mujer mientras muerde sus labios para reprimir su deseo, el que le hace latir su sexo, el que la hace gemir con delirio.

Lo siente despojarla de sus bragas, aún con el yukata a medio quitar. Introduce su cabeza entre las piernas y ellas las abre facilitando el acceso del hombre.

-¡Kami! Tienes los muslos mojados –masculla Gaara mientras se relame gustoso- debo arreglar este desorden.

Sonríe. La misma sonrisa que la vuelve loca, esa que hace que sus labios liberen ese toque de perversión que la alucina.

Ella siente su boca recorrer el interior de sus muslos. La besa, chupa, lame, muerde aferrándola por las caderas y el deseo la hace estremecer.

Las manos del Kazekage buscan su sexo hambriento de él y lo cubre con su boca enloquecida que succiona con avidez y lujuria.

Ella gime y cierra los ojos, completamente rendida a él. Gaara la siente estremecerse convulsa y se detiene.

-No te permito que lo hagas…no aún…

La toma de las caderas y la hace bajar hacia él, besando cada milímetro de su piel mientras lo hace, hasta caer en el frío piso de madera. Él aprisiona su cuerpo con el de ella y se medio desviste.

Gaara no puede reprimir el deseo que siente y decide acabar de inmediato. Suelta un poco su yukata para dejar al descubierto parte de su blanquísima piel. Las gotas de sudor bajan maliciosas por el pecho del shinobi, el pelo pegado a sus sienes, los ojos maltrechos, la boca jadeante.

Luthien sabe lo que le gusta y disgusta al kazekage y decide jugar un poco con él.

En el estrecho espacio que le dejan las piernas del shinobi a cada lado de su cuerpo se atreve a bajar un poco, hasta quedar su miembro justo en la boca, busca sus ojos, lo toma por las caderas y sin más lo engulle. Le hace en una especie de beso suave y tierno, apenas un leve roce con los labios. La respiración del shinobi se agita, amedrenta y se estremece.

-Kazekage sama –susurra sensualmente sabiendo lo que lograría con su atrevimiento.

-¿Cómo me has llamado, Luthien? –exclamó el shinobi abriendo sus atemorizantes ojos azules.

-Kazekage sama –gime sensualmente haciendo que el calor de su aliento le llegue al sexo enhiesto de su amante.

-Sabes bien que no me gusta que me llames así, mujer –dice con rabia mientras la besa forzando sus labios con su lengua.

Besos que subyugan. Boca que avasalla.

Cuando le hala el pelo, ella abre aún más su boca y se la entrega. Cuando la muerde, siente que enloquece.

Gime sin control sobre su boca y lleva las manos hacia las caderas del Kazekage para que baje a ella.

Gaara sonríe malévolo.

-¿Tienes ganas de acabar, Luthien? –Susurra arrastrando las palabras- muéstrame cuanto… -termina metiendo sus piernas entre las de ella, enfilando sus caderas hacia su centro.

La muchacha frota su sexo ardiente una y otra vez contra él, deseando el orgasmo pero sabiendo que aún no puede disfrutarlo. No hasta que él se lo ordene.

Él aprovecha que se está refregando contra él para mirarla a los ojos, sometiéndola. Ella le devuelve la mirada tenebrosa, él complacido.

-Ya no voy a castigarte más, Luthien…prepárate para mí…

¿Castigarla? La estaba volviendo loca de placer. Con desesperación ella eleva sus piernas hacia los hombros del pelirrojo. El perverso Kazekage no deja de imponerse y la mira mientras se pierde en ella. Sin aviso, se incorpora y de un solo golpe la penetra.

Embiste sin darle pausa ni sosiego. Ella alcanza su nivel y se mueven al mismo ritmo febril. Gaara siente que se descontrola, no puede parar. Jadea, suda y gime.

Nota como comienzan a temblar las manos de la mujer en sus hombros, se resbalan hasta caer detrás de su cabeza. Se le dilatan las aletas de la nariz y se llena la boca de saliva. Su piel se eriza. Sabe que no puede más.

-¡Hazlo, ya!-grita y su voz no suena a pedido, más bien a súplica. Sabe que tampoco puede esperar más.

-¡Gaara! - suspira feliz, es momento de dejarse llevar.

Gaara la escucha gritar repetidamente su nombre, intercalando sonidos de complacencia que salen de su garganta y que producen una oleada de pequeños escalofríos a lo largo de la columna vertebral del shinobi.

El estallido de su orgasmo se confunde con el de él, perdiéndose en tiempo y espacio.

Adoro cuando acabas así, Luthien…llamándome por mi nombre…sin nada más.

*.*.*.*.*

-¿Porque se supone que no me habías dicho nada, Temari? –Murmuró enrojecido el marionetista sin apartar su mirada del orificio en que acechaban la pareja de amantes- Y yo que pensaba que ella era una niña inocente y mi hermano homosexual.

-¿Temari?

Al no recibir respuesta, el marionetista voltea su cara a ambos lados buscando a su hermana.

Justo detrás de él, en el suelo, una nota con las inconfundibles letras largas de su hermana:

"Hasta mañana hermanito"


(**) Marieta dice que bien ganado te lo tienes por no actualizar XD