Cap1: Fue una de esas ocasiones en que ambos científicos volvían a verse, últimamente eran muy cercanos desde que se conocieron en un lugar del cual no hace falta mencionar el nombre, y no había mucho que discutir sobre eso pues a ambos les encantaba la compañía el uno del otro.

Podría decirse que tenían una "sincronización de alma" como solía decirlo el mayor, el Profesor Franken Stein, quien tenía una perspectiva muy positiva a sus semejanzas con la menor, la Doctora Fran Madaraki. Así que ese día de blanca y tenue mañana Fran se preparaba para recibir un grupo de clientes, de esos que siempre recibía la rubia de largos cabellos quienes buscaban una "operación" ya se apara arreglar algo que no les gustaba de ellos o simplemente para hacerse la vida más fácil. Claro que a Fran no le importaba a quien le hacia la operación siempre y cuando esta persona estuviese consiente de lo que estaba haciendo y pudiese pagarlo, después de todo Fran solo buscaba…"Ayudar a los humanos". Pero su sorpresa se hizo presente cuando el timbre de la puerta y los gruñidos de su hermana menor Veronica se hicieron escuchar, enseguida por la puerta de la oficina de Fran entro apresurado Okita –A qué se debe los malos modos de Veronica?- pregunto la rubia mientras acogía al gato del suelo y lo cargaba en sus brazos –Tienes una visita Fran y no es precisamente el cliente.- El gato cayó al suelo cuando en el umbral de la puerta apareció esa alta e imponente figura de bata blanca y cabellos grises en una humareda de tabaco –Profesor Stein!- pronunciaron los labios de la rubia que se llevó las manos a las mejillas para hacer una expresión de sorpresa como las de las chicas de las novelas shojo que solía leer para entender el comportamiento normal de una joven de su edad. El profesor al ver la acostumbrada ya reacción de la menor sonrió entrando a paso firme mientras por detrás Veronica entraba enfada; Veronica solía enfadarse mucho cuando Stein llegaba a casa pues le robaba toda la atención de su amada hermana, y el peligris tomando con toda serenidad una silla paso a postrarse en ella en su único y puro estilo –Konbanwa Fran~- saludo despreocupado y exhalando mas humo de su cigarrillo. El tiempo transcurrió entre la emoción de la rubia al tener al mayor en su casa, sentarse con el a hablar sobre investigaciones y beber café sin parar hasta que el timbre sonó de nuevo y Veronica con un semblante enfurruñado entro en la sala –Llego el cliente Fran- y dicho esto después de lanzarle una mirada asesina a Stein salió del lugar apresuradamente, al mirar aquellos ojos las ganas de diseccionar a la hermana menor de Fran asaltaron de nuevo su cabeza –"Es fascinante"- pensó para sí mismo.

-Hora del trabajo- pronuncio Fran estirándose en la silla y mirando a Stein como si fuese su cómplice en alguna fechoría. Pronto dos hombres escoltaron a una mujer dentro del despacho de la joven doctora y se sentaron en el sofá frente al escritorio de la misma. Comenzaron una prolongada y algo sospechosa conversación en la que Fran en cierto punto comenzó a sentirse incomoda, y por alguna razón el extraño destello de los lentes de los escoltas de la chica le eran muy incomodos. Donde estaba Veronica en ese momento? Se suponía que ella era la encargada de la seguridad en aquel lugar, sin embargo existía la posibilidad de que se haya marchado enfurruñada a recorrer los jardines de la mansión, Fran suspiro pesado. Stein podía sentir el alma inquieta de Fran por lo incomodo de aquella situación, así que decidió tomar cartas en el asunto –Entonces únicamente quieren una operación?- pregunto interrumpiendo la conversación de manera brusca e imponente a lo cual la chica y sus guardaespaldas titubearon un poco –Pues…si, por que otro motivo estaríamos visitando a la señorita Fran?- dijo nerviosa la chica al ver que Stein se acercaba a ella a paso duro, con las gafas reflejando la luz de las lámparas y el humo del tabaco escapándose por los labios del peligris –Ah~~ no por nada, únicamente me es extraño que usen cámaras y estén documentando todo lo que estamos hablando.- sentencio de manera seria y con una expresión amenazadora, cosa que sonrojo a la rubia Fran. Acto seguido Stein arrojo su silla a la puerta para cerrarla y evitar que los nerviosos "clientes" escaparan, después con toda brusquedad tomo las gafas y las pisoteo en el piso de azulejos sin retirar esa expresión de furia del rostro. Los clientes estaban acorralados, y la pequeña doctora con la mirada ensombrecida se levantó de la silla –Bien! Ya que son perros de alguien más, permítanme facilitarles las cosas…- entonces la rubia alzo la mirada y en una sonrisa insana pronuncio –Que comience la operación!-

La mesa y los instrumentos estaban listos, Fran en bata de operaciones de color verde acompañada por el mayor con una bata similar y le pasaba el bisturí para la primera incisión; esta vez fran solo utilizaría sus dos brazos comunes pues las dos manos extras ya las tenía con Stein, y con aquella primera incisión y la sonrisa macabra de ambos comenzó todo…

Cada corte preciso y cada órgano que salía de aquellos cuerpos eran observados detenidamente y con fascinación sobre ambos, sin embargo Fran entro primero que Stein en ese estado de locura y excitación que provoca la ciencia en "personas" como ellos y con suma belleza sangrienta comenzó a operar de una manera magnifica a aquellos, trasplantando pieles y deformándolos a su gusto, cambiando uno por uno sus dientes por colmillos y haciendo suturas limpias y grotescas. La sangre chorreaba por todos lados y la mirada dilatada de Fran con esa expresión insana terminaban de flechar al peligris… era simplemente perfecta –Perfecta- susurro entre una risa insana.. – Debe ser mía.- y sin poder contenerse ni un segundo más, tomo a Fran por las muñecas y sin importarle donde se encontraban la puso contra la mesa de operaciones, ah la sangre en su rostro y su bata la hacían deseable a su vista y su expresión de sorpresa mezclada con su psicótica manía la hacía completamente adorable. Fran no se percató de donde estaba hasta que sintió el aliento cálido del mayor sobre sus labios y despabilo levemente para notar que su espacio personal era invadido. Sus labios rozaron en un encuentro fugaz pero bastante salvaje, la rubia no estaba acostumbrada a tales contactos, pues solamente había recibido un beso en los labios; y notando aquello Stein presiono aún más ese beso. Pronto la mesa de operaciones con los especímenes encima fue echada a un lado y reemplazada por el frio suelo de la habitación, Fran quería seguir operando y en su inner de psicosis no iba a permitir que el mayor la interrumpiera por más bien que se sintiera sus manos recorriendo su virginal cuerpo que pronto fue despojado de la bata de operaciones verde, así que con el bisturí que había conservado en su mano le dio una estocada en la mejilla –Quita, Stein…- pronuncio con una voz profunda y mirándole seria, Stein por su parte con la mirada ensombrecida lamio su propia sangre de manera insinuante y acto seguido volvió a probar los tersos y suaves labios de la rubia. Fran sentía el sabor de la sangre de Stein en su boca mientras sus lenguas bailaban incesantemente pero pronto ella frunció las cejas levemente al sentir una mordida profunda en su labio inferior, aquel beso la distrajo de sobre manera para que Stein tomara el bisturí de la mano de Fran y con una risa bastante psicótica puso en acción una de sus técnicas de combate, "Sutura" cociendo a Fran por completo al piso de mármol con hilos de alma.

El peligris no demoro en observar el cuerpo sin tela alguna que cubriese la piel de la rubia, tan hermosamente estructurado y tan lleno de suturas de quien probablemente le dio vida, deslizo con los dientes el paño que cubría los cabellos de ella y dejo que se esparcieran, haciendo de aquella una escena completamente perfecta.