¡Bienvenidos! Este es el primer fic que publico en fanfiction (no sabía cómo subir cosas en verdad, vaya lio) Asique estoy algo nerviosa :) Obviamente este fic trata de toda la travesía de Ron a través de las Reliquias de la muerte. Una forma de ahondar en sus sentimientos.
¡Espero que les guste!
Aquí vamos…
Capítulo I
-El plan-
Ayer
Todos mis problemas, parecían tan lejanos
Ahora parece que se han quedado aquí para siempre
Oh, yo creo en el ayer.
Yesterday , The Beatles.
¡Crack! Sentía vértigo, en el momento en que sus pies tocaban tierra firme. Mucho, mucho vértigo y ahora ganas de vomitar. Genial.
Estaba en un callejón, de ladrillo, sin salida. Supervisó que todo en él estuviese en orden, que estuviese completo. La aparición nunca había sido lo suyo, ni siquiera había aprobado el examen gracias al "Tonto" instructor, que lo había descalificado por una ceja…No era ni una, si no media ¡Media! A Hannah Abbott se le había quedado media uña atrás y le habían aceptado igual la prueba…
Suspiró acongojado, con el corazón algo acelerado, mirando a su alrededor, esperando no haberse equivocado, o si no, él y Hermione estarían en problemas. Serios problemas.
A pesar de que había pasado muchas más noches de las que le gustaría admitir en el barrio de Westminster, a lo largo del último mes, se sentía desorientado, poco acostumbrado a la "vida muggle".
Caminó, directo, a la única salida que había entre esas paredes de ladrillo rojo y salió a la luz brillante de ese día de Julio. El sol le impactó directo en las pupilas, nublándole la vista momentáneamente y cuando logró recobrarla, vio reconfortado, que al menos estaba en el sitio correcto.
Las casas de dos pisos, de ladrillo rojizo, con pilares y puertas blancas, con jardines delanteros floridos y escalones de mármol, eran inconfundibles…No, si podían confundirse.
¡Diablos! Todos eran exactamente iguales ¿Es que los muggles no tenían imaginación, o qué? Todas pegadas unas junto a otras… ¡Tardaría horas en descubrir cuál era la de Hermione y el tiempo no les daba para eso!
Bufó frustrado. Muy, muy frustrado. Empezó a caminar atreves de la acera, mirando en todas direcciones, buscando algún indicio…Algo. Miró su reloj de pulsera, heredado, que su madre le había regalado para su decimo séptimo cumpleaños, heredado, por supuesto. Las once. Genial, sencillamente genial… ¿Qué demonios haría ahora? Empezaba a caminar en círculos… "Vamos, Ron piensa… ¿Tenía rosas rojas, o blancas? ¿Eran esas sus cortinas? ¡Diablos! Hermione debió haber venido conmigo…"
Dio media vuelta al haber llegado al límite de la calle, con algo atravesado en la garganta "Hermione, vamos, aparece"
-Piiissst-siseo algo a sus espaldas, él se volvió, sobresaltado ¿Y si era un Mortifago? Volvió su cabeza con varita en mano, dispuesto para atacar, conteniendo el aire, frente a cualquier hecho peligroso…
El aire que tenía acumulado en los pulmones, fue soltado en forma estrepitosa. Una chica de cabello enmarañado caminaba por la acera, con la varita en un bolsillo y le miraba alzando una ceja. Ron se mantuvo estático en su lugar de la acera… ¿Cómo sabía si era realmente ella? ¿ Y si era uno del bando contrario, con el cuerpo de la muchacha? Ella siguió caminado y cuando estuvo a una distancia considerable, se detuvo al seco, con los ojos entrecerrados, en signo de desconfianza.
-¿Cuál es el coleccionable que más tienes de ranas de chocolate y el número exacto de ellos?- preguntó con frialdad. Ron hiso una mueca, sabiendo que ella también dudaba que él fuera el Ron verdadero.
-Albus Dumbledore, 549 tarjetas -respondió él- ¿Cuántas veces leíste "Hogwarts, una historia", durante, sexto año?
-Seis veces- respondió ella sonriendo y luego corriendo a los brazos de su amigo. Hermione rodeo al chico y casi lo estranguló con sus brazos demoledores.
-¡No sabes cuánto me alegra verte aquí!- dijo ella mientras seguía abrazándolo, pero con más fuerza. Ron que no era muy bueno en las demostraciones de cariño, la apartó, con suavidad. Los ojos almendrados de Hermione, se veían rojizos, como si hubiese estado llorando. Ron lo supo al instante. Lo había hecho.
-Hermione, tu…tu ya…Bueno, ya sabes…les…
-Si- respondió ella con la cabeza gacha- Hace dos horas…Yo…No sabía que sería tan difícil-empezó a sollozar, en forma descontrolada, a Ron le partió el corazón. Se imaginó a si mismo quitándole la memoria a sus padres, quedando solo en ese mundo tan hostil que ahora los rodeaba- Compré los pasajes para mañana. Para Australia. Se llaman Mónica y Wendell Wilkins, ahora. Espero que estén bien…Con o sin mí- soltó una risita, algo forzada, mientras se secaba con torso de su muñeca-¿A qué hora dijiste que llegaban, Ron?
-A las doce…Creo…Que deberíamos ponernos en acción, antes de que lleguen…Escuché a mi padre decir que serían, Kigsley y Tonks…
Hermione miró por sobre el hombro de Ron, como esperando ver algo, pero no había nada. Debían apresurarse.
-En marcha- dijo ella, tomando la muñeca del chico y jalándola, para que la siguiera. Cruzaron la calle y llegaron a la más alejada, justo en el límite, de aquella calle sin salida. Cuando llegaron al porche blanco Hermione, lo abrió y puso su dedo índice sobre sus labios, señalando silencio. Debían ser discretos.
En vez de entrar por la adornada puerta de marco blanco y con ventanas adornadas, atravesaron el antejardín, como lo habían planeado, aquella noche de unos meses atrás, cruzaron y llegaron a una especie de pasillo pequeño, que dividía el patio interior y el antejardín. Se detuvieron bajo un árbol, quedando casi ocultos por el frondoso follaje de este. Todo salía según el plan.
-¿La tienes?- preguntó Hermione, mirándolo. Gracias a los pocos rayos que caían sobre ella, a través de las hojas, Ron, podía notar, que eso le estaba costando, más de lo que pensaba.
-Si- respondió Ron, sacando de detrás de sus vaqueros un pote, mediano, de color plata- Aquí, toma.
-¿Cómo la conseguiste?-preguntó Hermione, mientras desenroscaba la tapa y veía en el interior del frasco esa sustancia fangosa, tan familiar para ambos, desde su segundo año- Dijiste que tu madre, la tenía muy segura…
- Mientras estaban en una reunión de la Orden, me colé en el desván- respondió Ron, como si fuese cosa de todos los días- Y allí estaba, la poción…Saqué un poco y achiqué el caldero, para que nadie se diera cuenta.
-¡Brillante!- dijo ella, asintiendo con la cabeza. Ron se puso colorado, y añadió con tono de modestia:
-¡Bah! Tu lo hubieses hecho mucho mejor que yo…
- No te bajes así- respondió Hermione, negando con la cabeza- Si tu madre no…Un momento, ¡Tu madre!¡Sabrá que estuviste aquí!
-No lo creo, la Red Flu no se arregla tan rápido…
-¿Que quieres decir Ronald?- dijo Hermione frunciendo el cejo y poniendo los brazos en forma de jarra. Ron puso los ojos en blanco.
-Bueno..Pues…Tu sabes, mi madre nunca me dejaría venir aquí solo, con estos "Tiempos"- dijo haciendo comillas en el aire-Asique, tenía que hacer algo y…Se que no estuvo bien…Ginny, estará mal por un tiempo, pero…
-¿Qué, por Merlín, le hiciste a tu hermana?- susurró ella fuerte. Ron se encogió los hombros intimidado-¡Suéltalo!
-Bueno…Yo…Hoy temprano, encontré en la habitación de Fred y George una pastilla, ya sabes de Sortilegios Weasley, era de color marrón oscuro…Y para ver que hacía se la pues a Ginny en su jugo y…
-¿Qué tu qué?
-¡Baja la voz!- dijo él con un ademán de manos- resultó que era una pastilla que te hacía un acné terrible, en serio, era horrible…Mamá se asustó y cuando Ginny le fue a mostrar su cara y la llevó a San Mungo…Por la Red Flu y cuando supe que ya debían haber llegado yo…
Hermione se llevó las manos a la boca, para evitar un grito de comprensión.
-Tú…Tú cortaste la conexión…
Ron asintió apesadumbrado.
-Cuando entren desde San Mungo, girarán durante horas, en la chimenea- explicó Ron, con la mirada en la tierra- Es suficiente tiempo para…
-¿Estás loco? ¡Pueden pasar ahí días y días girando!
-¡Y qué demonios querías que hiciera!¿ Querías que viniera aquí o no?
-Si, pero no…
-¡Entonces no te quejes!- dijo Ron, dando por terminada la discusión. Hermione se cruzó de brazos, en un momento normal, ambos podrían pasar horas peleando, sobre el mismo tema, pero ahora, tenían el tiempo contado- Muy bien, vamos, no tenemos mucho tiempo.
Salieron de la sombra del árbol, y llegaron a la parte de atrás de la casa, donde había una pequeña puerta, que separaba la cocina, con el patio.
-Les dije que me llamo Jane Puppleway- explicó Hermione, en voz muy baja-fue lo primero que se me ocurrió, piensan que soy la mucama.
-¿Y por qué no les dijiste tu nombre si…
-Porque me recordarían y si se encuentran con un mortifago, por ahí- dijo ella, aunque parecía esperanzada de que eso no ocurriera-Y digieran mi nombre, los capturarían de cualquier modo…Jane es mucho más común…Ven, ahora en silencio.
Entraron por la puerta de la cocina, que resultó ser una habitación reluciente y limpia, de colores pasteles. Ron se dijo que le hubiera gustado conocer ese hogar, en otras condiciones. No en las que ellos suplantarían la identidad de los padres de Hermione ante la Orden, para ponerlos a salvo a las espaldas de estos. Si no como el amigo, el compañero…El novio… ¿El novio? El nunca le llegaría ni a los zapatos a la bruja más inteligente de su generación ¿En qué diablos estaba pensado?
-A penas ellos bajen la escalera, los desmayas- le dijo Hermione en su oído. Ambos cruzaron la puerta de vaivén, de la cocina. Ron se escondió tras la pared, con la cabeza lo justo y necesario para ver y sus ojos se intercambiaron los de Hermione. Era la hora.
-¡Señores Wilkins, el almuerzo está servido!¡No van a creer como quedó mi pastel de carne!- anunció Hermione, al pie de la escalera, con fuerza. Ron sacó la varita preparándose para ver a la señora Granger bajando por la escalera y lanzar un "Desmaius" mental. Gracias a Merlín había práctica desde que el Detector había salido de él, o si no estarían en aprietos.
-Ya vamos, Jane- dijo una voz por la escalera- Wendell se demorará un poco más- dijo la voz, bajando por los escalones y mostrando a la madre de Hermione- Se está lavando los…
"Desmaius" pensó Ron, antes de que ella terminara la frase. La madre de Hermione cayó al piso con un fuerte estrepito, y Ron corrió a rescatarla y la dirigió a su puesto oculto en la pared. Hermione, asintió, con resignación. Ella iba a abrir la boca, para decir algo, pero de pronto se escucharon nuevamente pasos y antes de que Hermione se diese cuenta, su padre estaba tirado en el piso.
-¿A dónde los llevo?-preguntó Ron poniendo el brazo inconsciente de la madre de Hermione, sobre sus hombros. La castaña corrió a tomar el otro.
-Llevémoslos a su cuarto, no creo que los de la Orden suban, con nosotros, siendo ellos abajo-respondió ella y ambos subieron al cuarto, que era de un color amarillo pastel y la depositaron en la cama. Bajaron de nuevo y subieron el tramo con el Señor Granger en brazos, y lo dejaron al lado de su esposa. Se les quedaron mirando, como si esperasen algún tipo de reacción, pero ellos estaban inconscientes y probablemente lo estarían en algunas horas. Ron suspiró: La fase uno estaba hecha.
-Me hubiese gustado conocerles en otras circunstancias- soltó de pronto, y era cierto. Ahora, si se enteraban de lo que ambos habían hecho, probablemente, lo echarían a patadas de su casa y lo alejarían de su hija.
-¿Les hubieses agradado, sabes?- respondió ella, mirándolo con una sonrisa sincera- Ya les caes bien…
-Ni me conocen…
-Creo que con lo que yo les cuento, les basta y sobra- replicó ella mirándolo, con una nostalgia casi palpable en sus ojos. Ron sonrió, esperaba que eso fuese así, porque si el fuese el Señor Granger, no se caería nada de bien…
-No te preocupes, al final de todo esto, vendré a tu casa y veremos si lo que dices es cierto o no.
Hermione suspiró, con cansancio.
-Si vivimos- respondió ella.
-Viviéremos- respondió él.
-.:O:.-
Bueno, ¿Qué les pareció?
Si alguien me conoce por aquí, (cosa que dudo) sabrán que esta historia ya fue publicada en Potterfics bajo mi cuenta del mismo nombre :) Y esta es la primera parte del capítulo porque no sabía cuan largo se veía aquí si los ponía los dos juntos :|
Espero que les haya gustado (Merlín, me siento como una niña con zapatos nuevos por aquí) Los comentarios siempre, siempre, siempre serán bien recibidos.
Se ponen allí abajo, creo (¿?)
Besos,
Lila.
