Género— AU (Universo altero; basado en Sacro culto) Yaoi (Mix de Parejas.) Dark fic, Aventura, Drama, Romance, Gore, Fantasía.

Disclaimers— Los personajes de Inazuma Eleven/ Inazuma Eleven Go. No me pertenecen; Son propiedad de Level-5 ®. La música usada en esta historia es propiedad de sus autores y compositores. El diseño y adaptación de los caracteres me pertenece. No me hago responsable de futuros traumas ya sea musicales ó socioculturales.

Nota— Allo~ y bueno. Aclaro que, estas serie de historias cortas están basadas en el FanFic Sacro Culto, son momentos que no pudieron ser incluidos en la historia debido a su naturaleza. Si has llegado aquí como nueva lectora (o lector) posiblemente lo encuentres algo confuso. Pero quizá sea de tu agrado. Así que te invitó a seguirme y si tienes tiempo, leerte toda la letanía que es Sacro Culto. Sin más.

Buena lectura~


Sacro culto: Once upon a Lullaby

XXVI: "Una rosa roja"


Midorikawa contó cuatro días desde su arribo a la ciudad de Inazuma. Para entonces las cosas no parecían mejorar para los vástagos, se habían dividido y cada uno ellos parecían estar en tu propio mundo ajeno al resto. En más de una ocasión había intentado poder conversar con Grand, pero él tenía un interés más absurdo por su teléfono que por charlar con alguien que al menos, pasara por vivo.

Ese día, en particular en el que el sol volvía a estar oculto tras un par de nubarrones sucedió lo que menos pensó. Se asomó por su balcón y se estiró un poco, como quien no quiere la cosa y un brillo rojizo llamó su atención. Se recargó en el barandal e inclinó su cuerpo hacia adelante, entrecerró los ojos y conducido por su curiosidad bajó de lo alto dando un salto y aterrizando en el pasto recién cortado. Avanzó rápidamente hasta el objeto de su desconcierto y se agachó.

Un botón rojo.

El botón de una rosa. Alzó las cejas con sorpresa y luego sonrió con todos los dientes, trató de tocar el pequeño capullo, pero rápidamente alejó su dedo. ¿Qué tal si lo rompía? Se mordió la lengua y sacó su teléfono para poder tomarle una foto.

Dejó caer su cuerpo hacia atrás, cayendo de sentón y miró a su alrededor, el pequeño campo de batalla por todos lados, surcos de tierra, palas y bolsas de abono. No lo quiso admitir a la primera pero había dudado de las palabras de Saginuma.

Voy a crear un edén— le dijo al más bajito con seguridad en sus palabras. Osamu dio un sorbo más a su taza de café y relamió sus labios con lentitud. Luego, miró a la nada, dejando en desconcierto al de cabello verdoso.

Es imposible hacer florecer las rosas en un día— sonrió afectadamente, evitando toda burla en sus palaras—, Dios tardo 6 días en crear el paraíso.

Los ojos naranjas le escudriñaron severamente y de pronto un destello de ferocidad pareció atravesar los orbes pantanosos. Le sonrió de medio lado, dejando asomar algunos colmillos.

Voy a superar a Dios, creare mi propio edén en solo tres días— sorbió un poco más sin dejar de verle.

Midorikawa le devolvió el gesto pero solo llegó a una sonrisa plana y sin forma. No había tocado para nada su taza de café.

Roma no se hizo en un día— pronunció con aires filosóficos— ¿Por qué tres días?

Dos días es absurdo y cuatro una broma— respondió llevando sus ojos hasta la puerta que daba al jardín. Puerta que estaba abierta en ese momento y solo podía apreciar un paraje desértico, enlodado por la lluvia de la noche anterior.

Si logras hacerlo en tres días, seré tu Lilith— soltó de pronto el bajito con la mirada perdida en la mesa de mármol en dónde tomaban el primer café del día.

¿Por qué no mi Eva?

Porque Lilith es nuestra madre…— dijo tratando de sonar lo más serio posible. Luego, al notar lo que había pronunciado, dejó caer sus hombros y pego una pequeña risa que hizo sonreír al mayor—además…— añadió—, yo no sería buena Eva.

Te subestimas.

No— negó meneando la cabeza con gracia—, no es eso. Es solo que yo no soy de nadie.

Entiendo— dijo concluyendo el tema

Rosas rojas…

Cruzaron miradas y Midorikawa hizo un ademán con sus manos, tratando de emular algo entre ellas.

Grandes, frondosas, rosas que parezcan universos propios. Rosas como las que hay alrededor de la Torre. Rosas que canten y con los más filosos dientes, como demonios de fuego, como vástagos hambrientos de sangre.

3 días— aseguró.

3 días— asintió con ritmo.

Entonces su vista llegó hasta la cúpula recién terminada. Tal y como él la deseaba, como la había visto en esas fotos de la antigua Francia. Ese lugar era tres veces más grande que su predecesor, parecía sacada en un sueño

—Maldito bastardo… —susurró—. Lo está logrando.

4 días habían pasado desde que llegaron a ese castillo. Y ya había pasado dos de que Osamu comenzó su faena.

Descubrió con cierto asombró la habilidad que tenía, de no solo manipular la materia, sino el mismo entorno, la naturaleza a su antojo, era como un Dios, un Dios del mundo terrenal, inmortal, sabio y poderoso. Dejó la comodidad del jardín y se adentró a la cocina dónde encontró al Grand sentado en uno de los bancos, recargando su cuerpo en la mesa y de nuevo con el teléfono entre sus manos.

—Buenos días— Saludó y el pelirrojo levantó la vista, asintió con cabeza y volvió a su móvil. Ryuuji enrojeció y avanzó hasta quedar a un lado del japonés, entonces volvió a decir con más fuerza y cierta ironía en sus palabras —Buenos días.

—Buenos días— le respondió sin mirarle.

Bufó bajito y dio media vuelta, dispuesto a salir de escena, pero la voz de Grand lo detuvo casi al cruzar el umbral.

—¿Tienes planes para el día de hoy?— cuestionó con tono neutro.

—No realmente.

—Tengo que hacer algo de papeleo el día de hoy, saldré todo el día. ¿Gustas venir?

—Depende ¿Qué me das a cambio? — sonrió por lo bajo, jugando con un mechón de cabello.

—¿Qué quieres?— para entonces, Grand esperaba cualquier cosa inútil y estúpida. Vio que los ojos negros brillaron y contrajo sus manos con un temblor sumamente curioso. Tomo aire y dejo salir de sus labios la petición:

—¡Un florero!— exclamó con un color rosado en sus mejillas.

—Un… ¿Florero?— ladeó la cabeza y luego llevó su teléfono hasta sus labios —¿Para qué quieres un florero?

—Duh,— bufó rolando los ojos— para poner flores, genio. Para eso sirven.

—¿Por qué mejor no me pides flores?— trató de sonar razonable y hasta cierto punto obvio, pero la risa sosa del de cabellos rojos le hizo pensar que realmente el idiota allí era él.

—Tendremos flores en cuestión de horas— dijo con excitación en su voz.

—¿Bromeas?— sonrió a medias y luego señalo con un movimiento de cabeza el jardín —En ese lugar no crecerá nada.

—¿Te has parado un momento a oler las flores?— pronunció Midorikawa y al ver la negativa del pelirrojo lo arrastro hasta el jardín, dónde lo puso delante del pequeño botón.

Grand se agachó para verlo mejor, casi hasta rozarlo con su nariz, sin creer lo que veía. De igual manera, intento tocarlo y apenas rozó la delicada textura alejó sus dedos.

—Vaya sorpresa…— musitó con marcado encanto—, así que por eso es todo este ruido.

Recorrió con la mirada el jardín y notó el cambio radical de un día para otro.

—Dentro de un día tendremos un Edén —recalcó sin perder el entusiasmo.

El pelirrojo volvió a sonreírle y caminó en dirección a la entrada que daba a la cocina pero al poner el primer pie volvió su cuerpo para contemplar por segunda vez el lienzo que comenzaba a tomar forma, entonces soltó una carcajada ahogada, cubrió su boca con su mano y tras calmarse agregó

—Si esto será un Edén, entonces yo seré el Caín.

—Pero Caín nunca piso el Edén— dijo Midorikawa siguiéndole de cerca.

—Por eso…— respondió y salió en dirección a la sala—¿Vienes, entonces? Te compro tu florero.

Midorikawa asintió y ambos desaparecieron de escena.

Pasada de las tres de la tarde, Saginuma volvió a su labor tras descansar algunas horas. Hizo una lista mental que los deberes que aún le faltaba y se paró frente al rosal y miró el capullo.

Sonrió.

Jodido y hermoso sentimiento de satisfacción, la primera rosa que cultivaba en años. También eran las favoritas de ella. Pero en la tierra dónde se habían establecido era difícil que abrieran. Recordó de pronto como era ser un simple humano, un hombre más del campo. La sensación que solo la naturaleza te puede dar. Tocó el capullo y ese poco a poco se fue abriendo dejando ver cortinilla tras cortinilla de pétalos rojizos.

La rosa lo saludó.

—La primera rosa de la temporada.

Así, continuó, no descansaría hasta crear ese edén perfecto, el jardín que siempre había soñado y que nunca, por tantas cosas, pudo lograr.


Nota— Sé que no he actualizado Sacro culto, sucede que, a un año de su publicación, tengo mi primer bloqueo. Me sorprende lo mucho que tardó en llegarme este momento, pero pues así pasa. Ahora, para poder superar este bloqueo, tomé la decisión de hacer una Tabla de Vicios. Consiste en hacer una serie de fics, basados en las palabras, frases o expresiones que vienen en dicha tabla. La tabla que elegí fue la de 30 días, debido a que era l única que me dejaba elegir un Claim general. Así que, me tome enserio el reto y les vendré a publicar una diaria hasta llegar a los 30 días.

Aclaro que, son historia pequeñas, que complementan la trama general. Posiblemente tengan que hacer memoria y releer algunas cosas, pero encontraran interesantes algunas. Iré publicando según las haga, por lo que la 26 se dio primero. A modo de consentirlas, si quieren saber algo en particular o quieren una escena de algún personaje (o pareja) díganmelo y lo hago con gusto, trabajo a cambio de galleta del Subway. Ok no.

Y ya para acabar, este será el único capitulo con notas largas, las notas especiales las haré en mi Live Journal dónde también serán publicados. Les dejo el enlace en mi perfil. No duden en agregarme.

Gracias por leer~

Lexington Rabdos H.