En el reino dragón gobernaba ahora Ember la nueva Señora Dragón, luego de que el antiguo Señor Dragón Torch, su padre, haya convocado a todos los dragones para que pasen el Reto del Fuego donde solo uno saldría victorioso; grande fue la sorpresa e indignación de Torch al ver que su hija había no solo participado sino también ganado ya que él, ser un Señor Dragón se requería ser grande y fuerte, pero al final se disculpo con su hija por subestimarla y en un mes se dio cuenta que ella tenía grandes habilidades para liderar a los dragones, con solo saber eso el antiguo Señor Dragon Torch se sintió más tranquilo y pudo tomarse unas largas vacaciones ya que ser el líder de los dragones era muy estresante.
–Señorita Dragón Ember, los dragones del norte reclaman que su peticiones sean acatadas, de lo contrario no darán parte de sus recursos para ayudar a los dragones del sur – dijo una dragona blanca de espinas azules, a simple vista se notaba que era mucho mayor.
Ember, la nueva líder de los dragones ahora se encontraba sentada en su trono de piedra sosteniendo el cetro en su garra izquierda. La expresión de su rostro era una mescla de aburrimiento y fastidio.
–*Con razón mi padre se tomo tan rápido sus vacaciones* – una leve llama salió de sus fosas nasales.
Desde que había asumido el poder, solo le llegaban pedidos de las comunidades en las tierras de los dragones; algunos pedían más alimento y otros, más oro y gemas. Siempre pedían, pedían y pedían pero nunca ayudaban. Fue un duro comienzo pero con perseverancia logro que por lo menos entre las comunidades hagan una especie de trueque, algo como "Hoy te ayudo yo, mañana me ayudas tú", lo aprendió esa vez con ese pequeño dragón Spike y sus amigas ponis, que cabe recalcar hasta ahora no los ha vuelto a ver.
De la nada su respiración se volvió mas pesada y su mirada comenzó a perderse, un leve vapor salía de sus fosas nasales y hasta comenzó a sudar. La dragona blanca que vio eso rápidamente se dirigió hasta una de las cavernas y al rato volvió con un pequeño frasco con un liquido verde oscuro, se lo entrego a la líder de los dragones que lo tomo y bebió de un solo trago, para luego soltar un pesado suspiro y volver a la normalidad.
–Maldito celo – murmuro Ember luego de que hiciera efecto la poción.
Todos los dragones a cierta edad entran en la etapa de celo y Ember no era la excepción. En ese momento ellos tenían que buscar una pareja para procrear ya que de no ser así, el celo se volvería cada vez más fuerte hasta el punto de llevar a cualquiera a cometer un acto carnal con el que estuviera más cerca.
–Señorita Ember no puede seguir así, si lo prolonga solo se hará mas daño – le reclamo la dragona blanca como si fuera una madre preocupada por su hija.
Pretendientes no le faltaban, hasta incluso muchos dragones se presentaron ante ella todo orgullosos como siempre eran común en aquella raza, ofreciéndose a calmar su celo ya que todos los machos podían oler las feromonas emanando de ella, lo cual los incitaba a ganarse el titulo de pareja de la Señora Dragona.
Ember en cada ocasión los rechazaba secamente o hasta incluso obligaba a sus guardias que los botaran si el pretendiente se ponía terco como hace unas horas había pasado con un dragón rojo llamado Garble, el cual ni siendo cinco veces rechazado entendía que Ember no quería nada con él y mucho menos después de lo que paso en el Reto del Fuego.
–Soy fuerte, aguantare si es posible toda mi vida, ahora ten lista una hoja para redactar el tratado de paz entre ponis y dragones, lo he prolongado mucho y ya es hora de hacerlo – menciono mientras se acomodaba en su trono y esperaba que la dragona blanca trajera las cosas encargadas.
A pesar de lo fuerte que era, sabía muy bien que solo era cuestión de tiempo para que sea consumida por su celo de dragón pero si eso llegara a pasar, primero se amarraría las alas y saltaría del risco más alto hacia una muerte segura que ser pareja de cualquiera de esos dragones por dos motivos. Uno era que todos ellos solo querían ser su pareja por su titulo, no importa cuánto intentara, los dragones de su reino aun eran ambiciosos, eso era algo que no podría cambiar en tan poco tiempo, y lo segundo era algo más personal y es que ella… con su actitud ruda y fría, nunca… ¡Nunca! Aceptaría ser la dominada en una relación.
Si, así es, a Ember siempre le gustaba ser dominante en cualquier aspecto y hasta incluso en una relación, ser la que estuviera al mando mientras su pareja obedecía sin poner peros todas su ordenes y hasta incluso… algunas de sus fantasías personales.
Pero para desgracia de ella ningún dragón estaría dispuesto a dejar su orgullo de lado para complacerla, siendo sumiso y besando sus pies. Así que prefería no tener ninguna pareja porque sabía que si escogía cualquier dragón del reino lo terminaría matando porque este se negara a obedecerla.
–Demonios – murmuro al sentir un calor creciente en su interior, cada vez la poción perdía su efecto más rápido, necesitaba una más fuerte si no quería perderse en la lujuria.
–Aquí traigo los papeles y la tinta Señorita Dragón Ember – menciono la dragona blanca entrando a la sala del trono.
–Bien comencemos – se aclaro un poco la garganta mientras la otra dragona se preparaba para escribir – "Regente del reino de los ponis, me dirijo cordialmente a usted para…"
Y así siguió hablando, usando palabra refinadas que fueron plasmadas por su asistenta, y aunque estaba enfocada en crear el pacto de alianza formal entre ponis y dragones; una parte de su mente aun se encontraba pensando en su problema de celo.
De continuar así tendría que mandar a los otros dragones de su reino a que le traigan los mejores chamanes para que crearan una poción lo suficientemente fuerte para acabar su celo o por lo menos prolongarlo por más tiempo, porque era imposible encontrar a un dragón sumiso y obediente que esté dispuesto a degradar su orgullo para complacer sus más bajos deseos.
–"… he aprendió que la amistad no es ajena a otras especies como los dragones, y eso se lo debo gracias a su estudiante Twilight, su amiga Rarity y en especial al pequeño e inocente dragón Spike…" – Se quedo en completo silencio cuando a su mente llego la imagen del pequeño dragón verde.
Ese dragón criado por ponis era completamente opuesto a los dragones de su reino, no era orgulloso, tampoco avaricioso, de hecho era amable, siempre dispuesto a ayudar y hasta incluso dar algo tan importante a alguien solo por considerarlo su amigo, muestra de ello era el cetro que sostenía en su garra izquierda.
–Un dragón diferente – musito en voz tan baja que ni quiera en aquella cueva donde reinaba el silencio se podía escuchar.
–¿Perdón, dijo algo señorita? – pregunto la dragona blanca.
Pero Ember ni siquiera le respondió, su mente estaba sumergida pensando en el dragoncito verde, él aunque fuera un dragón no se comportaba como uno y para ella era perfecto… él era perfecto para terminar con su padecimiento.
Una sonrisa retorcida apareció en su rostro y con su lengua draconiana paso seductoramente por labios azules.
–¿Se… señorita? – pregunto asustada al ver el extraño comportamiento de su líder, al parecer el efecto de la poción había pasado demasiado rápido, ya estaba a punto de ir a buscar otra pero de la nada la hoja así como la pluma le fue arrebatada de sus garras.
Cuando busco los objetos vio frente a ella a Ember que escribía rápidamente en el tratado de alianza con una sonrisa que no auguraba nada bueno.
–Listo – dijo feliz y le entrego la pluma a su asistenta, pero ella se quedo con la hoja – tengo que irme.
–¿A dónde señorita? – no salía de su asombro, en un comienzo su Señora Dragón estaba con una expresión molesta, luego de seriedad y ahora… ¿feliz?
–A llevar el tratado personalmente al reino de los ponis.
–Pe… pero podemos enviar a uno de los dragones a que lo entreguen – trato de hacerla entrar en razón para que no abandonara el reino dragón.
–Sera rápido y mientras tanto tú estarás a cargo en mi ausencia – la dragona blanca se quedo sin palabras.
Antes de que pudiera mencionar cualquier cosa, Ember ya estaba en el cielo llevándose consigo la hoja pero dejando el cetro en el suelo para ella.
A solo unas horas de salir del reino dragón, Ember surcaba los cielos sosteniendo con su vida el tratado de alianza de ponis y dragones… con algunas modificaciones hechas por ella. No se preocupaba mucho por dejar su reino a cargo de su asistenta, después de todo ella le había servido fielmente a su padre y hasta incluso había velado por ella cuando era más pequeña. Ahora su objetivo principal era tener entre sus garras a cierto dragoncito morado, ya sea por las buenas o por las malas.
–Serás mío Spike – soltó una risa pervertida mientras un pequeño hilo de saliva escurría por la comisura de sus labios.
…
PAAM!
–Spike ten más cuidado – le reprendió una alicornio morada que estaba sentada en un trono de cristal mientras que con su magia levitaba un libro frente a ella.
–Lo… lo siento Twilight, los recogeré de una vez – dijo el dragón morado que llevaba… ¿Un delantal rosa?
–Muy bien, no olvides que hay que limpiar uno de los cuartos del castillo que está lleno de polvo.
–Si lo sé Twilight – menciono mientras recogía los libros en el suelo – *Nunca había sentido un escalofrió tan grande* – pensó ya que ese escalofrió le recorrió desde la punta de la cola hasta su cabeza y que por consiguiente le hizo botar los libros sin querer.
The only 95: Hola que tal, tal vez me conocerán por el fic Spike The Hunter que es el más popular que tengo y si no me conocen bueno me presento soy The only 95 je je je. Si, esta historia se me ocurrió mientras leía algunos fic de Spike, que puedo decir la diosa de la inspiración llego de improviso XD. Si veo que a ustedes lectores les gusta entonces lo continuare, así que déjenmelo saber con sus comentarios, bueno eso es todo soy The only 95 nos leemos luego.
PD: Para los que siguen el fic de Spike The Hunter, este mes publicare si o si el capitulo final.
