BLANCANIEVES Y LOS SIETE ENANITOS ES UNA PELÍCULA DE DISNEY, NO MÍA


Dopey era tonto, sí, pero no tanto como para no saber que era imposible que Blancanieves viera algo en él. Era obvio que ella solo pensaba en aquel príncipe; hablaba de él todo el rato, muchas veces se quedaba inmóvil, con la cabeza en las nubes, y suspiraba. Él no era ningún príncipe, y todo el mundo sabe que las princesas no suspiran por enanos que trabajan en minas. Y menos por un tonto como él.

A veces veía un rayo de esperanza. Blancanieves no le quería de la misma manera que al príncipe, pero tampoco sentía repulsión por él. Lo había besado en la frente algunas veces sin sentir asco, habían bailado juntos y comido de la misma olla. Era una chica agradecida. Cariño. Sí, no tenía su amor, pero al menos tenía su cariño.

Dopey entró en la habitación con cuidado de no hacer ruido y contempló a la muchacha que ocupaba varias camas. Pronto él y sus hermanos le harían una adaptada a su estatura, la más bonita de todas. Se quedó embelesado mirando su carita de ángel. Durmiendo parecía más hermosa si cabía; parecía imposible, pero así era. Sonrió con tristeza. A veces el cariño parecía tan poco...Una migaja, una limosna...

Acercó sus labios a la pálida mejilla de la niña. Dudó, no quería despertarla, porque si lo hacía y veía lo que pensaba hacer...Pero le echó valor e hizo lo que no se habría atrevido jamás a hacer estando ella despierta, solo que esta vez desvió la dirección de su beso. Lo depositó en sus labios rosados, suavemente, apenas rozándolos, como si fuera algo muy frágil.

El enanito se asustó cuando vio a Blancanieves abrir los ojos lentamente. Corrió a alejarse de la cama y fingir que había subido para buscar una manta. De todas formas, Blancanieves estaba demasiado adormilada para enfadarse o pedir explicaciones. Echó un vistazo a su alrededor, volvió a cerrar los ojos y cambió de postura, tumbándose boca abajo. Dopey se la quedó mirando y decidió salir de allí enseguida. Ya había hecho suficiente el tonto.


FIN