Capítulo 1: La Caída del Muro María

Pateé una roca con un poco de fuerza haciendo que pegara contra una pared, llevar a agua a casa me disgustaba un poco, sobre todo porque tenía que cargar con dos jarrones, uno a cada lado del palo que tenía tras el cuello.

- ¡Mamá! -Dije entrando a la casa- ¡Ya llegué! -Dejé ambos jarrones en la mesa y fui a la cocina de aquella pequeña casa- ¿Mamá?

- Llegaste por fin, _-Chan -Dijo mamá acercándose a mí- ¿Por qué tardaste tanto?

- Llené mucho los jarrones -Dije mirándolos de reojo- Además que el poso estaba lleno de personas- Le sonreí a la vez que iba a mi habitación. No era para nada grande y contaba con lo esencial que una niña de 11 años necesita, una cama, un pequeño armario lleno de ropa, una estantería de libros y la ventana que estaba pegada a mi cama, dándome una vista del muro.

- La comida estará dentro de poco -Dijo la voz de mi madre.

- ¡Hai! -Dije y mi tiré a mi cama, me giré un poco y pude ver aquel muro que nos separaba del exterior y según mi mamá nos mantenía a salvo de que lo eran nuestros enemigos mortales: los titanes.

Miré el techo con el ceño fruncido, jamás había conocido lo que había más allá del muro, mi madre tampoco, pero el único que pudo verlo fue mi padre, él pertenecía a la Legión de Reconocimiento y cuando tuve cinco años de edad, falleció; un titán se lo había comido.

Apreté un poco los puños con tan solo recordar el suceso, para después levantarme y bajar, miré a mi madre, los años ya le habían caído encima y fue peor para ella cuando un hombre, de cabellos castaños, que portaba el símbolo de la Legión, llegó a la casa y nos dio la noticia. Al principio no lo entendía, no sabía que sucedía y cuando crecí comprendí todo. Fue como si me arrojaran un balde de agua fría.

- El Sr Jaime, el panadero, pasó por aquí esta mañana -Dijo mamá y me senté, Jaime era el panadero de la zona, al este de Shiganshina y normalmente lo ayudaba o a limpiar la tienda o hacer los panes.

- Que bien -Susurré bajando la vista.

- Dijo que deberías ayudarlo pronto, se le están a cumulando los pedidos y necesita manos extras -Mamá me entregó un plato de sopa de calabaza, un vegetal que cultivábamos tras la casa- Espero te guste.

- Gracias, mamá -Sonreí para empezar a comer, pero de la nada sentimos como la casa se sacudía, se sacudió con fuerza y sentí un jalón en mi brazo, mamá me agarró y nos puso bajo la mesa de madera. Cuando el temblor pasó, la miré, ella a mí y salí de debajo de la mesa.

- ¿Qué fue lo que pasó? -Pregunté girándome a verla, no me respondió y salí lentamente por la puerta.

La gente veía hacía el frente, justo al frente, a la entrada, al norte. Abrí mis ojos como platos, mi respiración se aceleró y de la nada se escuchó como se quebraba una gran piedra, pude ver varios pedazos de estos caer por todos lados y la cosa que sobre salía de la muralla desapareció como llego.

Al instante caí al suelo al ver que cerca de mí un hombre había sido aplastado por lo que era parte del muro, mis lágrimas cayeron al suelo al ver la sangre pegada a la piedra.

- ¡_! -Escuché a mi madre gritarme, gritarme, me seguía gritando, pero estaba shock, fue cuando me zarandeó con fuerza de los hombros.

- ¡LOS TITANES ESTAN ENTRANDO!

- ¡NOS VAN A COMER!

- ¡AYUDENOS POR FAVOR!

- ¡_! -Mamá no se hizo esperar y me agarró de la mano y me levantó- ¡_! -Me dio una bofetada y fue cuando reaccioné- ¡Debemos irnos! -Gritó nuevamente para después agarrarme con fuerza de la mano y seguir adelante, corrimos, corrimos más rápido, corrimos sin detenernos, seguimos corriendo, pero de la nada, muy cerca de nosotros, un titán de gran altura derribo uno de los edificios, mamá me empujo muy lejos de ella, haciendo que rodara cuesta abajo y pude ser testigo de cómo los escombros caían sobre ella.

Grité.

Grité con todas mis fuerzas, grité más, grité su nombre, grité por ayuda, pero nadie llego. El titán miraba directo donde estaba la gente bajo los escombros, y atrapo a un hombre que aún vivía. Grité nuevamente al ver como la sangre caían al piso y al siguiente minuto, el titán había caído hacia atrás. Pude ver a una mujer de la Fuerza de Reabastecimiento, pero eso no me importo.

Corrí hasta donde sabía que estaba mi madre, y quité algunos ladrillos, y pude ver la mano de mi madre sobresalir, continué con lo que hacía hasta que pude ver su cara- Mamá, ¿Mami? -Pregunté al borde del llanto, la moví un poco, la seguí moviendo y esta tosió, me miró a los ojos, me sonrió y trató de moverse, de acercarse a mí.

Agarré su mano con fuerza y sintió alguien a mi lado, no me importo- Por…favor… -Fueron sus palabras, miré a mamá y luego giré un poco mi rostro, aquella mujer nos miraba, luego miró alrededor y se agachó un poco, con sus manos trató de quitar el resto de los ladrillos y madera, yo no me quedé atrás.

Mamá sangraba en una pierna, y la otra la otra estaba al revés, en ese momento contuve la respiración, su camisa beis tenía una mancha llena de sangre y sus manos estaban manchadas- Tienes que… llevártela… -Pidió- No… no sobreviviré…

Aquella mujer me miró y luego alzo un poco la vista- Se acercan -Susurró y sentí su mano en mi hombro- Debemos irnos.

"Debemos irnos", aquellas palabras me dejaron pensativa, fruncí el ceño- ¡No la dejaré!, ¡No la dejaré!

- No te estoy preguntando -Dijo nuevamente, para después agarrarme y ponerme sobre su hombro.

- ¡No, no, no! -Grité- ¡Mamá! -Volví a gritar a la vez que la veía muy lejos de mi alcance, giré un poco el rostro para ver el camino y cuando la vuelta, el pie de un titán ya estaba sobre ella.

Sonrió.

Su sonrisa fue lo último que me dio. Y se escuchó mi grito con gran fuerza a la vez que veía como el pie de un titán la aplastaba. Las lágrimas no paraban de caer por mis mejillas, y mis gritos se incrementaban hasta que sentí un gran golpe tras mi nuca.

Desperté antes de entrar a un barco, aquella mujer me tenía entre sus brazos, la miré, tenía cabello rubio y ojos negros. Dijo algo, decía algo, pero yo no la escuchaba, no sentía ruido, no sentía nada a mi alrededor, pero si sentí como me pasaban a otros brazos y de estos a una seca madera. Bajé la vista a la vez que veía mis manos, miré a mi frente, estaba rodeada de más gente que estaba sentada, miré a mi alrededor, todos lloraban o rezaban.

- Mamá… -Susurró, muy bajito a la vez que llevo mis manos a la cabeza, agarró parte mi cabello y aprieto con fuerza a la vez que recojo mis piernas contra mi pecho, siento las lágrimas fluir con fuerza.

Mi madre no estaba, ya no la tenía conmigo, ya no podría más nunca escucharla cantar, leerme cuentos, comer de sus platillos.

Las lágrimas surcaban mis mejillas y las sentía en mis labios, apreté con más fuerza mis cabellos y sentí el barco moverse, tragué las lágrimas y alcé la vista cuando sentí un sonido sordo.

Un gran titán, entre carnoso y dorado, habría traspasado el muro María y los gritos no se hicieron esperar, la gente empezó a moverse y a gritar por su vida a la vez que nos alejábamos.

Miré a mi lado a la vez que apretaba con fuerza mis piernas, el vestido azul que traía puesto estaba roto y lleno de mugre. Las personas que me rodeaban no eran más que hombres y mujeres. Habíamos llegado a un refugió dentro de Rose, y nos habían dejado ahí como animales.

A la mañana siguiente, seguía en el mismo sitio, recargada a la pared, tenía hambre, mi estómago rugía y al otro lado de aquel lugar pude ver a unos niños que parecía de mi edad. Una niña de cabello negro y un niño de cabellos castaños. Hipeé un poco y me acurruqué más contra la pared.

Ambos salieron sin notar mi existencia y entraron un par de hombres con grandes panes, cuatro en total, se los iban a comer ellos solos. Me levanté con ayuda de la pared y me acerqué lentamente- Por… por favor… ¿Podrían…?

- ¡Lárgate de aquí, niña! -Uno de los hombres gritó con el ceño fruncido- ¡Busca tu propia comida! -Y de paso me dio una patada que me tiró al piso haciéndome rodar.

Me levanté con las piernas temblorosas y los ojos llorosos, salí de ahí con miedo y me tropecé con uno de los guardias- ¿Qué?, ¡Oi, ten más cuidado, niñata! -Dijo dándome un empujón haciendo que me cayera al suelo nuevamente- Estos mocosos que ni nos agradecen… -Susurró.

Me quedé en el suelo, lastimada y humillada, nadie se atrevía a ayudarme, hasta que pude ver una mano frente a mí, la tomé y pude ver a un hombre con una sonrisa, era una anciano cordial- ¿Estás bien, niña? -Solo asentí a la vez que empezaba nuevamente a llorar- Pobrecita, debiste haber pasado por todo -Dijo y me rodeó los hombros con una manta verde- Ven conmigo, estoy cuidando de otros niños -Solo asentí y lo seguí.

En una de las tantas cabellas, pude ver nuevamente a aquellos dos niños, la pelinegra y el castaño, junto con un rubio que comían pan tranquilamente, se me hizo agua la boca, pero me controlé un poco- Niños, ella es…

Miré al anciano- _ -Susurré.

- Sí, _-Chan -Dijo el hombre con una sonrisa- También viene de Shiganshina-Dijo. Los miré los tres asintieron y el hombre se acercó a una tela que tenía aun lado del rubio- Aquí tienes, pequeña.

Tomé el pan que me ofrecía y le pegué un gran mordisco a la vez que me sentía aliviada, miré aquellas personas.

- Soy Armin Arlelt -Dijo el rubio extendiendo su mano, la tomé y traté de sonreír, pero solo salió una mueca- Ellos son Eren Jaeger y Mikasa Ackerman -Los miré, ambos parecían un poco reservados- ¿Dónde están tus padres?, ¿Te has perdido?

Sentí mi corazón encogerse, pero también a latir muy fuerte, y las imágenes de mi madre llegaron a mi mente, solté el pan que cayó al suelo y me llevé las manos a la cabeza, lloraba nuevamente.

- ¡Armin! -Dijo el otro chico.

- Lo lamentos mucho, pequeña -Dijo el anciano, yo solo lloraba a más no poder, quería desahogarme y liberar todo el sufrimiento.

Días después junto, con los niños y el abuelo de Armin y más personas, nos enviaron a trabajar la tierra. Nevaba y la cosecha no iba a dar, lo sabía, pues siempre trabajaba la tierra en mi casa y como esperaba este no dio fruto.

El hambre aumento a tal punto que a los niños no nos dieron de comer por varios días, pero a mí eso no me importo, poco ya me importaba comer, pues estaba depresiva, tanto que creí que iba a morir, pero no sucedió.

La situación se había empeoró.

En aquella caseta, estábamos nosotros cinco junto a una pareja, aunque la verdad, ellos eran un poco reservados. Era mi 12° cumpleaños, pero no tenía ni un apego de celebrarlo, pues los últimos, al menos desde los cinco años, los había pasado con mi mamá, pasarlo ahora sin ella sería tan doloroso como el simple recuerdo de su calor al darme un abrazo.

Deprimida, abracé más mis piernas, y miré de reojo algún punto fijo de aquella casucha. Suspiré con melancolía hasta que la puerta se abrió. El abuelo de Armin y junto con el resto, menos la pareja, (que, por cierto, no sabía dónde se habían metido), entraron por el umbral, habían ido a buscar un poco de comida en los cuarteles. La comida de ese día. Yo me había quedado, por el simple hecho de cuidar la cabaña.

- ¡Mira lo que nos dieron, _-Chan! -Dijo Armin con una sonrisa en el rostro, traía consigo varios panes y papas, dentro de una sesta. Mikasa traía agua, al igual que Eren.

- Es bastante… -Susurré un tanto impresionada, pues las semanas y meses anteriores nos habían dado poco.

- Es que somos muchos aquí -Dijo el rubio y me entregó un pan- Anda, se ve rico.

- ¿Sucede algo, _-Chan? -Me preguntó el abuelo de Armin, yo simplemente negué y tomé el pan que Armin me brindaba.

- Solo… estoy un poco triste -Susurré, la verdad no tenía intensión de decirle a ellos sobre que era mi cumpleaños, lo único que quería era estar sola y celebrarlo en llanto y dolor.

- ¿Por qué? -Preguntó Eren quien se tuvo a mi lado después de dejar la cubeta de agua a un lado.

- Yo… -Me mordí el labio inferior y desvié la mirada.

- Sí no quieres decirnos, no hay problema -Dijo el anciano con una sonrisa-Pero a veces es mejor contar tus problemas que guardártelos para ti sola, podemos ser de gran ayuda.

Los abuelos eran de gran ayuda, ojalá hubiese conocido a los míos, pero según mi madre ellos…

Apreté con fuerza el pan.

La mera idea de recordar a mi familia, hacía que me recordara de ella y de su sonrisa, la última que me brindó. Llevé mi mano a la boca al sentir la sangre de mi madre sobre mi rostro y mis manos, empapándome y empecé a toser.

- ¡Oi! -Dijo Eren- ¡¿Estás bien?!

- Eren…

Me giraron un poco y el castaño me estaba dando agua desde la cubeta. Era ya la cuarta vez que algo así me sucedía, apenas lo recordaba, yo…

Tosí con más ganas que antes, sintiendo como se me iba la respiración.

Sentí palmadas tras mi espalda y alcé un poco los ojos, Eren me veía preocupado, pero no solo él, también Armin, su abuelo y Mikasa, aunque la última estaba un tanto escondida tras la bufanda.

- Tienes que controlar eso, _ -Dijo Eren después de suspirar- Si sigues de ese modo, el miedo te consumirá por completo.

- Eren… -Susurré a la vez que me apoyaba en la pared- Ya estoy bien, estoy bien… -Susurré tratando de sonreír, pero solo me había salido una mueca.

Ellos se relajaron, para después continuar con sus actividades, pero Armin, él se sentó a mi lado, apoyé lentamente mi cabeza en su hombro, lo escuché suspirar y empezó a jugar con sus manos.

- ¿Segura que estabas bien, _-Chan? -Me preguntó y sentí su cuerpo vibrar.

Me encogí un poco en mi lugar a la vez que me acercaba a Armin- Es… -Sentí los orbes azulados de Armin mirarme- Es mi… -Tragué un poco- Mi cumpleaños -Desvié la mirada.

- ¿De verdad? -Preguntó y lo miré, simplemente asentí con las mejillas un tanto rojas, pero no de vergüenza, sino de coraje- ¡Debiste decirnos!, ¡Es el cumpleaños de _-Chan! -Dijo Armin muy emocionado.

- Oh, vaya, pequeña -Dijo el abuelo -Entonces hay que darte regalos y desearte un buen cumpleaños -Sonrió- No todos los días cumples 12 años.

Asentí un tanto apenada y celebré mi cumpleaños sin mi madre, era la primera vez que sentía esa falta, ese agujero en el estómago,

Cuando Mikasa cumplió los 12, la paso sobre un árbol y Eren a su lado, pero para la noche, a través de un pastelillo que nos fue muy difícil de encontrar, le pudimos celebrar su cumpleaños, mientras que Eren, fue al bosque, quería estar solo y no celebrarlo, Mikasa había dicho que no lo fastidiáramos o le dijéramos algo.

Pero a Eren se le había caído algo del cuello.

Una llave.

La tomé entre mis manos, después de que los dos amigos se fueran y me adentré al bosque, grité su nombre, quizás muchas veces, y él no me contesto, hasta que lo encontré en un árbol hueco.

Lloraba, lloraba con muchas ganas a la vez que golpeaba a la tierra con mucha fuerza, llegué hasta él y detuve su puño en alto, me miró, me gritó, me insultó y después lo abracé, pues era lo que el castaño necesitaba.

- ¡Los mataré a todos! -Gritó con fuerza, apreté un poco más mis brazos alrededor de él- ¡Acabaré con todos y cada uno de ellos!, ¡No me importa el costo!

- Eren… -Susurré y deshice el abrazo, sus ojos verdes se conectaron con los míos, para después bajar la cabeza, loa apreté nuevamente, contra mi pecho y esté mea brazo un poco más arriba de la cintura.

Como si fuera muy importante para él.

- La extraño… -Susurró- No debí haber peleado con ella… todo es mí culpa… yo… -Calló al instante y sentí como se mojaba la falda de mi vestido por las lágrimas de Eren.

No dije nada, simplemente me quedé a su lado toda esa tarde, toda la noche, hasta que decidimos que era hora de regresar y en el camino lo detuve- Se… se te cayó esto, Eren -Susurré, el miró la llave y la agarró al instante, después sonrió y se la colocó en su cuello, para luego mirar al cielo.

- Ya lo verás, _ -Dijo Eren y después me miró, y pude por primera vez en sus ojos, en aquellos orbes verdes claros que poco a poco se volvían oscuros, la determinación, el valor y la ganas de matar- Los aniquilaré y saldré de los muros, saldré de aquí -Miró al frente y apretó los puños con gran fuerza- No dejaré que nadie vuelva a morir.

Y supe en ese momento, que habíamos compartido un momento íntimo, donde él declaraba la guerra contra los titanes.

Y yo…

Simplemente decidí seguirlo, pues donde su determinación estuviera sabía perfectamente que estaría bien, a salvo de mis miedos.

Seguiría a Eren de nuevo al infierno si era posible.

Porque… también estaba decidida a vengarme.

- Y pensar que era un plan de recuperación -Dije a modo de chiste a la vez que daba con fuerza a la pared de atrás. Armin lloraba agarrando el sombrero de su abuelo- Armin… -Susurré y caí a su lado, apoyé mi cabeza en su hombro, tratando de darle ánimos. Varios meses después del cumpleaños de Eren, el rey dio un decreto especial, donde decía que todos los refugiados adultos debían ir fuera de Rose para recuperar el muro María.

Recuperar… como si eso fuese posible sin entrenamiento previo.

- Todo es culpa de eso malditos -Dijo Eren al lado de Armin- Si… si tan solo… pudiéramos derrotarlos a todos. Podríamos recuperar nuestro lugar, el lugar que nos pertenece -Miré de reojo a Armin que observaba aquel sombrero, Eren se sentó a su lado- Armin -Dijo mirando al frente- El próximo año, yo me uniré a los reclutas.

El asombró cubrió nuestros rostros, al menos el de Armin y el mío- Eren… -Susurré quitando mi cabeza del hombro del rubio. Mikasa simplemente bajo la cabeza con un suspiro.

- Me volveré tan fuerte, lo suficientemente fuerte como para acabar con todos los titanes -Sus palabras parecían tan… serías, de nuevo aquel sentimiento de determinación lo embriago y a mí también.

Armin miró el sombrero nuevamente- Yo también -Susurró.

- Armin -Eren lo miró.

- ¡Yo también! -Dijo de nuevo ahora con la vista al frente.

- Yo también iré -Dijo Mikasa.

- Mikasa… no tienes por qué hacerlo -Dijo Eren mirándola- Es importante sobrevivir, ¿No?, ¡Tú misma lo dijiste!

- Es cierto y por eso razón te seguiré, para evitar que mueras.

- También iré -Los tres me miraron- Quizás no sea tan fuerte ni tan lista como ustedes -Dije y apreté mis manos-Pero quiero luchar, luchar con ellos y evitar que más gente muera.

Y vengarme.

- Pero… -Dijo Eren- Creo que lo mejor es que estés aquí -Se levantó.

- No -Negué con la cabeza mientras me levantaba- Donde ustedes vayan, yo los seguiré.

- Entiendo -Dijo el castaño -Entonces, nosotros cuatro… -Miramos el cielo, aquel hermoso cielo estrellado y sabíamos que a partir de ese día todo cambiaría.