NOTAS:
- He subido la edad de los niños protagonistas.
-Viserys y Dany se crían con Aegon en La Doncella Tímida.
-Aunque éste fic no es especialmente romántico, habrá más de una pareja, como Arya/Aegon, Dany/Drogo o Sansa/Willas y más.
-Canción de Hielo y Fuego, con todos sus personajes, pertenecen a G. R. r. Martin, no a mí. Yo solo los tomo prestados (aunque sin pedirle permiso)
1.Tía Lyanna.
-Desembarco del Rey.
El barco que los llevaría a Desembarco del Rey zarpó el día en que Arya cumplía los quince años.
-Debes tomarlo como una buena señal.- le dijo Jon, apoyado contra la cubierta.- Tal vez sea una señal de los dioses.
-No quedan dioses antiguos en el sur.- masculló Arya- Talaron a todos los arcianos.
-No eres nada positiva. Tal vez los dioses antiguos no te quieran en Invernalia porque eres una amargada.
-A ti también te mandan al sur, así que a ti tampoco te quieren- le gruñó Arya.
-Quien no me quiere en Invernalia es lady Catelyn- suspiró Jon, y Arya guardó silencio, porque era cierto.
-Jon Arryn ha muerto-le había dicho su madre, allá en Invernalia, apenas medio mes antes-Vuestro tío Robert ha pedido a Ned que sea su Mano. Hemos decidido que vayáis Sansa, Bran y tú con él. Jon Nieve irá con vosotros, también-
-¿Por qué tengo que ir yo?- se había quejado Arya, aunque solo por principios. La idea de vivir fuera de la vigilancia de su madre, con Jon, le parecía más que apetecible.
-Ya sabes que tu tía Lyanna no tiene hijos, que la Madre le negó esa posibilidad. Siempre quiso tener una niña. Ya pidió antes que fuerais allí como pupilos o damas, pero yo me negué. El viaje es demasiado largo y vosotras erais demasiado pequeñas para exponeros a la corte. –Explicó su madre.- Ahora en cambio es distinto. Sois mayores y Ned irá con vosotros. Sansa brillará en la corte y Bran puede empezar a sentar las bases de su sueño de ser miembro de la Guardia Real. Tú, en cambio…bueno, no me vas a negar que necesitas cierto refinamiento.
``Por supuesto, madre´´ pensó Arya con amargura, dejándose caer en la cama.
-Fuiste una niña fea, no te lo voy a negar.- continuó lady Catelyn-Tampoco ayudaba que siempre fueras por ahí despeinada y con el vestido roto. Ned me decía: mi hermana Lyanna era igual y acabó siendo una belleza, y reina además. Pero yo creía que Lyanna era Lyanna y tú eras tú y que eso no pasaría. Per creciste…y mírate. Serías una de las mujeres más bellas del reino si te molestases en peinarte y desfruncir el ceño. Tal vez en Desembarco del Rey puedan enseñarte a ser una dama, porque los Siete son testigos de que yo no puedo. Si fueses de otra manera los Siete Reinos hablarían de tu belleza.
-Si fuera de otra manera ya no sería yo- masculló Arya, desgraciadamente, lo suficientemente alto para que Catelyn la oyera.
Así que antes de darse cuenta, tenía el baúl lleno de vestidos nuevos y estaba rumbo a Desembarco para reunirse con una tía que no había visto jamás.
-¿Qué voy a hacer yo en la corte?- suspiró, con la barbilla sobre la barandilla del barco.
-¿Tú? ¿Y yo qué?- se quejó Jon- No creo que les gusten los bastardos en la corte.
Era agradable tener alguien con quien quejarse.
-Padre preguntó al tío Robert si podías ir con ellos y dijeron que sí- le recordó Arya.
-Preferiría haberme quedado en Invernalia.- masculló Jon.
-Mira el lado bueno. Tío Robert estuvo en la guerra con padre. Tal vez él sepa quién es tu madre.
-Es amigo de padre. No nos contará nada.
-No sabrás hasta que no lo pruebes. Y si no, en la corte habrá mucha gente que luchó junto a ellos. Talo vez ellos lo sepan
Lo único que sabían era la historia oficial. El príncipe Rhaegar raptó a Lyanna, prometida a Robert Baratheon. Su abuelo Rickard y su tío Benjen fueron a la corte, a exigir que la devolvieran. El rey Aerys, al que no llamaban ``el loco´´ sin razón, quemó a lord Rickard a fuego lento mientras ahorcaba a Brandon. No debió de parecerle suficiente a Aerys, porque exigió a Jon Arryn, señor del Nido de Aguilas y por aquel entonces guardián de Ned y Robert, que los entregara. Jon se negó, reunió a sus abanderados y estalló la guerra. Toda la dinastía Targaryen quedó extinta (o casi toda, porque los dos hijos pequeños de Aerys lograron huir) y Robert fue erigido nuevo rey, al parecer, en contra de su voluntad. Y cuando tía Lyanna fue rescatada de donde la tenían encerrada, una torre en Dorne, Robert se casó con ella, pese a estar, según rumores, mancillada. Había muchos rumores sobre aquello, aunque Arya no los conocía bien porque Ned habría hecho cortar la lengua de quien dijera semejantes cosas sobre su hermana en Invernalia. Rumores sobre cosas atroces, cosas tan horribles que dejaron a Lyanna sin la posibilidad de tener hijos.
Ned Stark volvió de aquella guerra con un hijo bastardo, apenas un par de meses menor que su hijo legítimo Robb.
Eso era todo lo que sabían Arya, Jon y el mundo entero. Ni un nombre, aunque fuera de pila, ni un lugar, ni tan siquiera una fecha exacta. El día del nombre de Jon quedó fijado en el día de su llegada a Invernalia.
-Sabremos la verdad en Desembarco, Jon- le aseguró Arya.- Si padre no nos la cuenta, la averiguaremos nosotros.
La propia reina los esperaba en el puerto. Mientras el barco se acercaba a ellos, al principio solo tres lejanas figuras rodeadas de lo que parecía una guardia y de una multitud. Sin embargo, cuando el barco se acercó lo suficiente como para distinguir sus rasgos, Arya dio un respingo. Su padre le había dicho que se parecía a su tía, pero ¿tanto?
La reina tenía el mismo cabello que Arya, largo y tan oscuro que casi parecía negro, la misma piel blanca como la leche, aquella que había creado la broma de que los Stark estaban hechos de leche y que se derretirían si bajaban más allá del Cuello, los mismos ojos grises, algo fríos, y el mismo rostro alargado de altos pómulos y nariz respingona. Había diferencias, por supuesto. Lyanna tenía treinta y pocos años y Arya quince, Lyanna era una reina y Arya no llegaba a dama. La reina no era lo suficientemente mayor como para tener arrugas pero tenía el rostro menos firme que Arya. En cambio Arya sería incapaz de llevar un vestido tan espléndido como el de ella sin estar todo el rato rascándose (el encaje pica) o tirándose del escote.
-Esos que están a su lado…- preguntó Bran-El que va de blanco, ¿es un miembro de la Guardia Real?
-Hace ya muchos años que no lo veo, pero juraría que es el lord comandante de la Guardia Real, Ser Barristan Selmy- dijo Ned.
-¿Y el otro?- preguntó Sansa.
-No lo sé. A él no lo conozco.
La reina escrutaba con la vista a la gente que se estaba en la baranda del barco, buscándolos con la vista. Cuando los localizó, su expresión se iluminó y empezó a saludarlos agitando el brazo en alto.
-¡Ned!- gritó, tan alto que la oyeron desde el barco.
-Ahora sí que se parece a ti, Arya.- rió Bran.
Lyanna corrió hacia ellos en cuanto bajaron del barco, ajena al corro de gente que la observaba, y se arrojó a los brazos de Ned.
-¡Hermano!- exclamó, hundiendo la cara en su cuello.
-Lyanna- respondió él en un tono que ninguno de sus hijos había escuchado nunca.
Cuando se separaron, Lyanna se giró hacia los niños.
-Estos son tus hijos, ¿verdad? –le sonrió.
-Éste es el segundo más pequeño, Bran- dijo Ned, poniéndole la mano en el hombro.-Tiene doce años.
-Su Maestad- respondió el niño, haciendo una reverencia.
-¿Y éste?- preguntó la reina, mirando a su lobo.-En tus cartas me contaste sobre los huargos que encontrasteis en el Bosque de los Lobos, Ned, pero son mucho más grandes de lo que creí.
-Se llama Verano, Su Majestad.
-Llámame tía.- respondió Lyanna.
-Ésta es Sansa- continuó Ned- Es mi hija mayor, tiene dieciocho años. Estaba muy emocionada ante la idea de venir aquí.
-Bienvenida, querida sobrina- dijo Lyanna- Eres muy hermosa, más incluso de lo que lo fue tu madre a tu edad. Una Tully de los pies a la cabeza.
-Su Majestad- Sansa realizó una reverencia perfecta y el rostro arrebolado.
-Encajarás a la perfección en la corte, seguro. ¿Cómo se llama tu lobo?
-Dama, Su Majestad.
-Tía. Llamadme tía, todos.
-Ésta es Arya. Tiene quince años.
Lyanna se quedó parada ante Arya, observándola con los ojos muy abiertos.
-Vaya.- luego giró hacia el hombre blanco y de aspecto blando-Que sorpresa, ¿eh, Varys?
-Es idéntica a vos, Su Majestad. Es increíble.
La reina alargó la mano para pasar un dedo por su pómulo.
-Si se parece a ti por fuera aún lo es más por dentro.- añadió Ned.- Espera a conocerla.
-¿Y tu lobo, Arya?
-Es una loba, tía- dijo Arya- Y se llama Nymeria.
Lyanna volvió a intercambiar una mirada con Varys.
-Nymeria es mi reina favorita, lady Arya- sonrió Varys.
-Y éste es Jon Nieve.
Lyanna se acercó a él.
-No sabía que ibas a traerlo, Ned- dijo con voz baja.- Cuando lo vi pensé que sería Robb.
-El heredero de Invernalia pertenece a Invernalia. Catelyn…bueno, ella no parecía cómoda con la idea de que lo dejara en Invernalia.-Pedí permiso para traerlo y Robert me lo concedió. ¿Hay algún problema con eso?
Jon se esforzó por parecer estoico e inexpresivo, como si la cosa no fuera con él.
-No, que va. Al contrario- sonrió la reina, pero era una sonrisa débil y temblorosa. – Estoy muy feliz de que estés aquí, Jon. Verdaderamente, eres un hijo de Invernalia. ¿Y tu lobo?
-Se llama Fantasma, Su Majestad-
-Tía Lyanna.- lo corrigió la reina- Tú también eres mi sangre, no lo olvides.- Inspiró hondo y se giró hacia el resto- Venga, si ya hemos acabado con las presentaciones, vayamos a la Fortaleza Roja. Hace mucho calor aquí. Os presento a Ser Barristan y a lord Varys. Lord Varys es un leal miembro del Consejo y Ser Barristan…bueno, él no necesita presentación alguna.
-Ser Barristan Selmy- dijo Sansa, y Arya y Jon rodaron los ojos a la vez a sabiendas de lo que venía- El lord comandante de la Guardia Real, consejero de nuestro buen rey Robert, como antes lo fuisteis de Aerys Targaryen. Ser Barristan el Bravo. Hasta en el Norte cantan sobre vuestras hazañas.
-Vaya, me siento halagado, mi señora.
-¿No podríamos dejar las galanterías para cuando estemos en la Fortaleza, a resguardo del sol y con un vaso de horchata helada en la mano?- preguntó Lyanna-Creo que me va a dar algo.
-Por supuesto, Su Majestad.- replicó Ser Barristan- En marcha, señores.- añadió dirigiéndose a la guardia de la reina.
-Podría haber sido peor- dijo Jon.- Yo me esperaba algo peor.
-Tía Lyanna es igual a Arya.- dijo Bran- No se parece demasiado a las reinas de las canciones.
-Estoy segura de que tía Lyanna es una reina excelente.-comentó Sansa- Al fin y al cabo, somos familia. No es necesario respetar la etiqueta con su sangre.
-¿Y el rey?- preguntó Arya por encima de su vaso de horchata-¿Qué te ha parecido el rey?
Sansa titubeó. Aquel señor gordo y barbudo que apestaba a vino no era precisamente lo que ella esperaba. La reina Lyanna, pese a su lengua suelta y su hosquedad tenía paso, porque era hermosa y altiva, pero el rey…Sansa había oído cuentos sobre la Rebelión, sobre el rey Robert. Alto, atlético y gallardo, el sueño de cualquier doncella… Ahora parecía haberse convertido en la pesadilla de cualquier mujer, doncella o no.
-Compadezco a la podre tía.- musitó Arya.
-No digas eso. Es reina. ¿Qué más puede pedir una, que hay por encima de ser reina?
-Un marido que no de ganas de vomitar, por ejemplo.
-No exageres, Arya.
-¿Has visto como miraba a Arya?- preguntó Bran. –Parecía que quería comérsela.
-No me gusta ni un pelo.- dijo Jon.- Estoy seguro de que podía mirarla bien bien sin acercarse tanto.
-Es natural, Jon- dijo Sansa.-Arya se parece tanto a tía Lyanna que es como verla joven de nuevo. Y en cuanto a ti- añadió, girándose hacia Arya- debes de tener en cuenta que vas a despertar curiosidad. Eres la viva imagen de la reina. Estoy segura de que todos querrán conocerte. Así que por favor, en serio, por favor, intenta comportarte. No es tan difícil. Solo tienes que evitar insultar a los demás, no pelearte con nadie y llevar un vestido apropiado.
-Y no te mataría sonreír un poco.- añadió Bran.
-Ni cepillarte el pelo.- completó Jon.
-Puedes hacer caso a Jon en cuestión de cabello- dijo Bran- él tiene el mejor de los Siete Reinos.
-Al menos yo me lo lavo, no como otros, que cuando los meten en el baño se van trepando por la fachada.
Ésta vez fue el turno de Sansa de rodar los ojos
-Basta ya, se supone que somos mayores, no niños.- suspiró Sansa- madre nos permitió venir a Desembarco del Rey sin septa porque desde lo del pacto del árbol no ha habido ninguna pelea, pero recuerda que padre dijo que si nos poníamos difíciles traerían a la septa Mordane.
Estaban todos en el salón de la Torre de la Mano, donde los habían instalado. Ned había sido convocado por los miembros del Consejo nada más llegar. Incluso había tenido que ir con ropa prestada, pues los carros del equipaje aún no habían llegado. A ellos los habían dejado en aquel salón, con horchata fría y pasteles de limón y hojaldre, para que no molestaran. Resultaba extraño estar allí los cuatro, sentados tranquilamente sin discutir ni arrojarse cosas los unos a los otros. Extraño e incómodo. Ned les había dicho que mientras se comportaran como adultos serían tratados como tales, así que las niñas irían sin septa, y Sansa se haría cargo de la casa, como correspondía a la hija mayor en ausencia de la madre. Lo cierto es que ninguno de ellos tenía ni idea de qué hacer ni de cómo comportarse como adultos responsables por sí solos, sin nadie que les dijera lo que hacer como la septa en el caso de las chicas o Robb en el de los chicos, pero todos fingían.
Estaban en mitad de un silencio incómodo cuando irrumpieron en el salón su padre y Lyanna, y ninguno parecía contento. Los cuatro se pusieron de pie de inmediato, como correspondía ante la reina.
-Ned, por favor, se razonable.- decía Lyanna.
-Yo soy razonable. Es él quien no lo está siendo.
-Exageras, Ned. Solo es un torneo.
Los ojos de Sansa se iluminaron como si fueran de vidrio y tuvieran una velita detrás.
-¿Un torneo?- susurró, excitada.
-Síguele la corriente a Robert, Ned- dijo Lyanna- Solo quiere una excusa para emborracharse y meter ruido.
-Por lo que he visto, Robert no necesita ninguna excusa para hacer nada de eso. Quiere darse un banquete y vaciar las arcas del reino. Y hacerlo en mi nombre, por si fuera poco.
-Aerys dejó las arcas del reino llenas- dijo Lyanna- Podemos permitirnos derrochar un poco para agasajar a la nueva Mano.
-¿Agasajarme? ¿En serio?
Sansa frunció el ceño. Era obvio que Ned no iba a ceder tan fácilmente. No sin un empujoncito, clara. Carraspeó suavemente.
-Disculpa mi interrupción, tía…- comenzó con su tono más educado-¿va a celebrarse un torneo?
-No lo sé.- respondió Lyanna mirando con gesto hosco a Ned- Tu padre dirá.
-Es un derroche innecesario, Sansa. No necesito que nadie me agasaje.
-Pero, padre, podrías ofender al tío Robert. Él solo quiere honrarte.
-Tiene razón, Ned.
-Y reconozco que a nosotros nos gustaría asistir a un torneo.- continuó Sansa.-Madre y tú nos trajisteis para que experimentásemos la vida cortesana, y nos refinásemos en las costumbres sureñas. Y sin duda los torneos son parte de esas costumbres.
-Eres buena, Sansa.- sonrió Lyanna, alzando solo un lado de la boca-¿Qué dices a eso, Ned?
-Yo quiero ver un torneo, padre- dijo Bran.- En Invernalia nunca celebramos torneos.
-Y hay muchas cosas en las que podrías participar a tu edad, Bran.- le informó Lyanna- ¿Qué tal la quintena? ¿O el tiro con arco? ¿O la sortija? Como ninguna de esas cosas exige luchar, podrías competir contra gente de más edad. ¿Y tú, Jon? ¿Te gusta justar?
-Nunca lo he hecho, tía- explicó-Pero creo que me gustaría probar suerte en el torneo cuerpo a cuerpo. A Robb y a mí se nos da bien la espada.
-Tus hijos también quieren, Ned. ¿Y tú, Arya? ¿Quieres que haya torneo?
-¿Me vais a dejar justar?- preguntó ella con voz irónica.
Sansa se giró hacia ella a toda velocidad, con el rostro congestionado y dispuesta a decirle cualquier cosa, pero a medio camino se giró, respiró hondo y dijo con voz tensa y amabilidad forzada:
-Las damas no justan, Arya. Ya lo sabes.
-¿Entonces por qué os importa mi opinión?
-Las damas son el corazón de un torneo. Tú eres una dama. Y es de buena educación preguntarles a las damas su opinión.
-Querrás decir que es de buena educación fingir que importa lo que opinen las damas.
-Arya- siseó Sansa entre dientes.
-¿Qué?
-No estás cumpliendo tu parte del pacto.
-Tiene razón, Arya.- dijo Ned.- Hiciste una promesa.
Arya frunció el ceño y refunfuñó algo, pero finalmente inspiró hondo y se giró hacia Sansa.
-Lo siento, Sansa. No era mi intención ser desconsiderada.- ahora hablaba con el mismo tono tenso y forzado que Sansa.-Tía Lyanna, a mí también me encantaría asistir al torneo.
-¡Ja!- exclamó Lyanna, victoriosa- Ahí lo tienes, Ned. Tus pobres hijos, que se han pasado toda la vida encerrados entre piedras y comiendo bolas de nieve quieren ir a un maldito torneo; ¿acaso vas a negarles la oportunidad?
-Agradecería que no manipularas a mis hijos, Lya.- suspiró Ned.- Pero sí, supongo que habrá torneo.
-Bravo- dijo Lyanna- Así Robert estará calladito un rato. Tendrías que haberlo visto…``Lía, el idiota de tu hermano no quiere que celebre un torneo en su honor; ¿es que ya no me quiere?´´
-¿Robert dijo eso?-
-O algo parecido, no le presté atención…- se giró hacia las chicas- ¿Qué es eso del pacto, niños?
Jon y Bran apretaron los labios, intentando que no se3 les escapara la risa, pero no tuvieron mucho éxito.
-El pacto del árbol es un acuerdo al que llegaron las niñas hace medio año, después de que las dejara encadenadas a un árbol siete días- explicó Ned.
-¿Perdón?
-Tendrías que haberlas visto en Invernalia, Lya…Siempre se habían llevado mal, pero últimamente la cosa era insoportable. Sansa se burlaba de ella y Arya le pegaba. O Arya decía algo hiriente y Sansa se metía con ella y acababan a bofetones…era imposible. Así que las llevé al bosque de los dioses y las encadené al árbol corazón hasta que resolvieran sus diferencias. No creí que fueran a tardar siete días. Hacía que hubiera una guardia cerca, les llevaran comida y las soltaran tres veces al día para atender sus necesidades, pero prohibí a todos que le dirigieran la palabra, para que no tuvieran otro remedio que hablar una con la otra. Y funcionó.
-Llegaron a un acuerdo- dijo Jon- Arya no decía cosas hirientes sobre las damas que ofendieran a Sansa y Sansa no insultaba a Arya por ser torpe y poco femenina.
-¿Y funciona?- preguntó Lyanna.
-Casi siempre-masculló Arya.
-No pongas esa cara, querida. Estoy seguro de que éste va a ser un torneo memorable.- dijo Lyanna.
-Mientras que no sea como el último al que asistí- masculló Ned entre dientes.
-Río Royne, cerca de Volantis.
-Griff, ha llegado una carta para ti.- dijo Haldon, subiendo por la pasarela de La Doncella Tímida.
Griff dejó las amarras con las que trabajaba y se giró hacia el Mediomaestre.
-Viene de Pentos, Griff.- le dijo tendiéndole la carta.
Griff frunció el ceño y tomó la carta. Illyrio Mopatis y Griff tenían una forma privada de comunicarse. Como resultaría curioso que un importante comerciante se carteara con un simple pescador, no solía enviar las cartas al servicio de postas, como todo el mundo, sino que enviaba las cartas a un amigo de confianza que vivía en Volantis y Griff las recogía allí. Sin embargo, Haldon había ido a la casa de postas común y corriente. ¿Qué tenía que contarle Illyrio que no podía esperar?
Abrió la carta y la leyó con el ceño fruncido. Mientras, los niños se acercaron a él, curiosos. Aunque en realidad ya no eran niños. Aegon tenía veintiún años y Dany dieciocho. Viserys, que debía de estar bajo cubierta, tenía veintiocho. Desde luego, ya no eran niños. Pero lo parecían. Aegon tenía una cara aniñada y llevaba solo unos pantalones anchos y un chaleco gastado. En el barco iba descalzo, y tenía los pies llenos de pequeñas cicatrices, fruto de tropezarse con anzuelos y astillas de madera. Daenerys era diminuta, de hombros estrechos y grandes ojos, y no aparentaba un día más de quince, ataviada con un vestido blanco y suelto y un collar de caracolas de nácar.
Por un momento se preguntó si no era demasiado cruel, al menos por la parte que le tocaba a Dany. Pero más cruel era tenerlos viviendo en un barco cochambroso cuando podían vivir en la Fortaleza Roja, el lugar que les correspondía. Vivir en un barco de pesca porque era demasiado peligroso tenerlos en un sitio fijo. Y eso que ni siquiera sabían que Aegon seguía vivo. Si el Usurpador lo descubriera…
-¿Hay alguna noticia interesante?- preguntó Dany.
-Sí.- dijo- Ponemos rumbo a Pentos, a la casa de Illyrio. Jon Arryn ha muerto, la nueva Mano es ahora Ned Stark, y acaba de llegar a Desembarco con dos hijos y dos hijas. Parece que ha llegado la hora de entrar en acción.
Dany y Aegon sonrieron. Llevaban deseando oír esas últimas palabras desde que él mismo les contó quienes eran. Y Viserys estaba aún más impaciente.
Jon Connigton inspiró hondo, se dirigió a las cocinas y prendió fuego a la carta.
