N/A. ¿Alguien puede decirme cuánto llevo diciendo que empezaré este fic? SÉ que justo no debería empezarlo ahora, cuando tengo tantísimo empezados, tantos tantos tantos que me estoy agobiando jeje. Pero es que se me había metido en la cabeza, y no me lo sacaba. Y cuando me pasa esto, me pongo tensa y hasta que no lo escribo no puedo escribir nada más T.T es algo asqueroso, pero bueno. Lo gracioso de todo es que tengo pensado todo, pero sé que como tardaré mucho en escribirlo (30 xapis son 30 xapis… por voldy, y también tengo SDY T.T) pues leeré antes el séptimo, así que cambiaré todo haha. Pero al principio no le afecta, así que no importa.
La idea se me ocurrió cuando leía el quinto libro (bueno, mejor dicho, releía la parte del tapiz del quinto libro) y me fijé en que Sirius decía que "no veía a Bella desde que tenía la edad de Harry", es decir, quince años. Como yo en esa época pensaba que Bella y Sirius habían ido a Hogwarts juntos, y no como dice JK-estoyequivocada-Rowling que se sacan 9 años, pues eso, como decía, como yo pensé que habían coincidido, ideé este fic donde Bella deja Hogwarts por Voldemort a los 15 años. Esto es, básicamente, un Bellatrix/Voldemort, algo pederasta… vale, jaja, no quiero asustar a nadie. Habrá de todo, será fuerte, aviso, pero qué no es fuerte cuando Voldy anda rondando? Jiji.
Disclaimer: los personajes xupis de este fic son de JK, yo solo los perviert… yo solo ideo nuevas cositas para ellos… eso mejor x) Sé que la frase es de algún libro, pero no se de cual, porque yo la vi en un fic y no venía la referencia. Así que diré que la he sacado del fic Tango, de Kali-Cephirot (buenos fics escribe esa chica jeje).
Eres mi hija,
mi amante,
mi dulce asesina.
SUMISIÓN
I. FANATISMO
El linaje de los Black era antiguo, puro. Se remontaba siglos atrás. Todos lo sabían. Y, si no, los orgullosos miembros de esta familia se encargaban de recordarlo.
Bellatrix era una de ellos. Una joven de quince años, con una sensualidad a su edad que provocaba terror. Parecía intocable, y lo era. Su cabello oscuro era espeso y brillante, y caía con libertad sobre sus hombros y su espalda, ondeando con el movimiento de su cuerpo esbelto con dejes de niña al andar. Su rostro era alargado, sus ojos grises, sus labios finos. Estos a menudo se curvaban en una sonrisa desdeñosa, que hacía sentir insignificante al que fuera dirigida.
Pero el respeto venía de quienes la conocían... lo poco que se dejaba conocer. Respeto, temor, y algo de odio.
Su casa, Slytherin, sólo había contribuido a acentuar su personalidad. Su orgullo por su Sangre se había vuelto arrogancia. La altivez no la abandonaba. Su impetuosidad, sus arrebatos, eran ya incontrolables. Más valía no cruzarte en su camino.
Era peligrosa, lo sabía, y le gustaba.
Se sonrió al ver que la conversación entre dos chiquillos de primero se interrumpía cuando ella pasó por su lado. Les fulminó con la mirada, recreándose en su juego, y vio cómo los dos echaban a andar tan apresuradamente que parecía que les estuviese acechando.
Encaminó sus pasos hasta la Sala Común, en las mazmorras. Era sábado 31, noche de Halloween, y podrían pasar el día en Hogsmeade hasta la hora de la cena. No es que estuviera muy interesada en ninguna de las dos cosas, pero tenía ganas de saltarse un poco la rutina del día a día. Cogería el dinero, y luego iría hacia los carruajes. Si no se olvidaba de nada, tenía que comprar un par de plumas -las suyas se las había destrozado Sirius en una de sus graciosas bromas-, una túnica de trabajo nueva -había quedado destrozada en la misma ocasión que las plumas-, y...
Apretó los puños furiosa. Recordar ese episodio de hacia dos semanas no la ponía especialmente feliz. Sirius y su querido amigo Potter prácticamente la habían dejado desnuda delante de todo el Comedor. Obviamente del castigo no se libraron (aún seguían limpiando baños), pero la humillación sufrida era demasiado grande como para olvidar todo de un día para otro.
Salió de la Sala Común ignorando a un compañero de casa que la llamaba, seguramente para proponerle si quería ir con él. Rabastan Lestrange era de su mismo curso y se llevaban bastante bien, dentro del aprecio que podían manifestarse dos Slytherin como ellos. Se toleraban podría decirse, pero en ese momento quería estar sola, sin nadie para distraerle de sus meditaciones y asuntos.
Recorrió los pasillos de las mazmorras con rapidez, por si acaso la seguía intentando darle alcance, y tuvo que dar un rodeo cuando casi se encontró cerca del comedor a Sirius. Era a quien menos deseaba ver en ese instante, furiosa con él como estaba. Verle acompañado de sus inseparables amigos sólo consiguió aumentar su mal humor. Se llevaban dos años, pero sus actuaciones de niño malcriado e, incluso, de traidor, la ponían histérica. Aunque después de que el Sombrero lo pusiese en Gryffindor por primera vez en toda la historia de los Black, ¿qué podría esperarse de él? El heredero…
Negó con la cabeza, maldiciendo entre dientes. No quería pensar en Sirius. Iba a despejarse, a olvidarse de todo y a pasar una tarde tranquila. Esa noche probablemente leería en la Sala Común durante un par de horas, y terminaría el trabajo de Pociones que tenía a medias, a pesar de que aún le quedasen dos días para entregarlo.
Salió fuera del castillo, dirigiéndose a los terrenos desde donde saldrían los carruajes que los llevarían a Hogsmeade. Con tanto rodeo para esquivar a su primo, se le había hecho tarde. Seguramente ahora estarían casi todos llenos. No había cosa que le fastidiase más que tener que compartir sitio con alguien de Sangre inferior a ella, eso sin contar los cuchicheos que se traían todos a sus espaldas después de la broma del otro día de Sirius. Si coincidía con algún Slytherin, éste insistiría en acompañarlo luego por el pueblo y no conseguiría quitárselo de encima en todo el día.
Abrió la puerta del primer carruaje que encontró en su camino, y, justo cuando iba a subir para meterse dentro, se quedó clavada en el suelo.
-Vaya, vaya…
Tras el primer impulso de cerrarle la puerta a su primo y sus amigos en las narices, dejó entrever una sinuosa sonrisa que no consiguió engañar a nadie.
-Está ocupado, Black.
La sonrisa se hizo ahora más sincera, de un modo despreciativo y cruel. Potter no se mordía la lengua a su edad. Le traería problemas en un futuro… Todo el mundo que era así los tenía, y lo sabía porque los había sufrido en su propia piel.
-¿Me has visto con intención de sentarme aquí?
-¿Entonces para que has abierto la puerta?
Fulminó a Sirius con la mirada, reprimiendo las ganas de apuntarle con la varita y vengarse por todo. Por todo, que en realidad no era nada, pero que en ese momento la desquiciaba.
-¿Cómo iba a pensar que os encontraría? –cortó, riendo con una sorna despectiva-. Tenía entendido que los traidores eran los que tiraban de los carruajes.
-Qué graciosa. Todo el mundo sabe que quien tira de los carruajes son los thest…
Bellatrix no le dio tiempo a contestar. Esta vez sí se dejó llevar y cerró la puerta de golpe. Este encuentro había terminado por minar el día que estaba teniendo, y ya hasta se paseó por su cabeza la idea de ir andando por mucho que tardase, o quedarse en el castillo, que estaría prácticamente vacío. No soportaría algo así de nuevo. Afortunadamente, solo había un Sirius, y estaba en el carruaje que acababa de dejar. Soltando un bufido se fue hasta el siguiente, y se metió sin siquiera mirar quién había dentro. Su primo no conseguiría arruinarle los planes que tenía.
Un detalle de humor sutil e irónico. Reconoció a los dos chiquillos que se había encontrado en el pasillo y que habían huido aterrados ante su presencia. Se recostó resuelta, cruzándose de piernas, viendo como ellos se pegaban más entre sí para evitarla.
Si todos fueran así…
El carruaje inició su traqueteo, y ello se dedicó a mirar el paisaje. Había empezado a hacer frío para esas fechas, y una suave pero constante lluvia llevaba cayendo todo el día. No era que le molestase demasiado, no era de las que se deprimía por un poco de agua. De hecho, prefería las tormentas salvajes de verano, esas que cuando salía a la calle la empapaban por completo hasta los huesos, que le pegaban el pelo a su rostro y le hacían sentir tan insignificante como poderosa a la vez.
-¿A qué curso vais?
Había dejado ya suficiente tiempo de silencio como para asustar a los dos críos e incomodarles. Estos se revolvieron en el asiento, intercambiando miradas inseguras entre ellos, como si se preguntasen con los ojos quién la contestaría.
-A tercero –musitó el que era más moreno en un hilo de voz. Bella no necesitaba esa respuesta porque ya lo sabía. Era su primera visita a Hogsmeade, y estaban tan excitados como nerviosos. Lo que sabían del pueblo lo conocían por lo que les habían contado, pues posiblemente eran Sangres Sucia.
La sacaban de quicio.
-No quiero que os volváis a cruzar en mi camino –siseó, en parte deseando que justo lo contrario ocurriese, y no en un futuro muy lejano. Pasaría un buen rato acobardándolos. Intentaría ir con alguno de sus compañeros, y entonces sería todo mucho más entretenido.
Le encantaba representar esos papeles. Adoraba ser temida o deseada según ella quisiera.
Los Black siempre habían madurado rápido, desde la cuna empezaban a enseñarlos. Ella no era ninguna excepción a la regla. Con esa edad muchos la consideraban una cría, pero los que de verdad la conocían habían abandonado esa idea desde hacía bastante tiempo.
En cuanto el carruaje se detuvo, los chiquillos saltaron de él corriendo, y desaparecieron entre las calles de Hogsmeade. Ella se bajó sin prisas, sacando los guantes negros y poniéndoselos, porque la temperatura estaba bajando mucho. Incluso estaban empezando a caer los primeros copos de nieve, que se derretían al tocar el suelo encharcado. Se aseguró de que la capa estuviera bien abrochada y de que la cubriese bien y echó a andar por el pueblo mágico.
No visitó ninguna tienda de la calle que recorrió primero. Tenía muy claro los lugares que quería visitar, y, luego, ya después de hacer las compras que más le urgían, podría entretenerse. Tal vez al final del todo visitase Las Tres Escobas, donde seguramente se encontraría con algún Slytherin para pasar el resto del día.
Pasó primero por la tienda de túnicas, y se compró, además de una negra para reemplazar a la que le habían destrozado, una de gala de color azul oscuro por si debía usarla esa Navidad, cuando fuese a casa, en la famosa fiesta que siempre organizaban. Así, cargando con las compras, fue a aprovisionarse de plumas, tinta y pergaminos, que compró en algo más de tiempo ya que había cola.
A lo lejos vio salir a Sirius y a Potter, seguidos por el gordito de Pettigrew y del callado Lupin, de Zonko. Llevaban una bolsa enorme, que aterrorizaría a Filch seguramente si la viese, ya que era casi tan grande como los paquetes que llevaba Bellatrix. Se encogió de hombros, indiferente de las bromas que hiciesen mientras no la volviesen a incumbir a ella, y empezó a recorrer el pueblo para pasar el tiempo. Pasó de largo la Oficina de Correos y Honeydukes y continuó hasta que la calle que recorría se terminó abruptamente dando a un campo despejado tanto de casas como de vegetación. A lo lejos se podía ver la Casa de los Gritos, abandonada y con las ventanas cubiertas por tablones claveteados. Sintió una puntaza de curiosidad por ir y comprobar los rumores, pero estaba empezando a oscurecer y estaba entumecida por tanta lluvia. Era el momento de irse a tomar una cerveza de mantequilla o de regresar al castillo.
-No deberías estar aquí.
Se volvió sorprendida, esperando encontrarse al menos a alguien conocido. No había escuchado pisadas. Notaba el corazón bombeándole acelerado por la interrupción tan repentina, e intentó controlar su respiración para que volviese a ser normal.
-¿Acaso está prohibido?
-No con los tiempos que corren.
Él parecía no haberla oído, y, sin embargo, Bellatrix tenía la inquietante sensación de que lo había hecho, y perfectamente además. Era un hombre que rondaba la veintena larga, de pelo castaño por los hombros recogido en una coleta baja, y unos ojos de un verde amarronado que consiguieron dejarla completamente paralizada en el sitio.
-No tengo miedo.
Tenía los labios finos, algo pálidos, y no sonreía. Permanecía tan imperturbable mientras ella estaba inexplicablemente tan nerviosa que la estaba volviendo histérica. Le daban ganas de salir corriendo, o de echarse a gritar preguntándole qué buscaba, pero no hizo ni una cosa ni la otra y se contuvo.
-Ya lo veo –asintió él, con un brillo apreciativo en los ojos. O al menos eso le pareció. Segundos después empezaba a dudarlo-. Veo que lo que me han contado sobre ti no era mentira.
-¿Quién ha sido?
No qué quería. No qué le habían dicho. Sólo quería saber quién. Teniendo eso, podría hallar todo lo demás.
-No te impacientes. Estoy aquí para proponerte una cosa que creo que puede interesarte.
Su voz era profunda, muy masculina, y su tono suave y calmado, como si tuviese toda la eternidad por delante, la atraían profundamente. Espero, queriendo, por una vez, escuchar, pero él no dijo nada.
-¿Quién eres? –le preguntó de pronto en un arrebato inexplicable.
Él tardó en contestar.
-Rodolphus Lestrange.
-Rabastan…
-Es mi hermano pequeño. –Caminó hasta ella, que sintió por primera vez lo que era sentirse amenazada por alguien que, sin duda, era mucho más poderoso. Clavó sus ojos en ella tan corto instante que fue mucho más perturbador que si se hubiera quedado mirándola-. ¿Quieres escuchar lo que tengo que decirte?
-Estoy esperando.
Notaba la boca seca, y sus labios se entreabrieron inconscientemente, buscando respirar aire puro. Se sentía agobiada por una amenaza que no lograba discernir. Aún así, no pensaba irse. No ahora, no en ese momento. Estaba completamente en sus manos, atada por una intriga que nunca había llegado a apoderarse de ella de esa manera tan salvaje.
-Eres Slytherin. –Rodolphus se detuvo-. También una Black.
-¿Adónde quieres llegar? –masculló, entrecerrando los ojos y escrutándolo.
-Cállate. –Su tono de voz no varió, pero se palpaba su intención: una orden ante la que no debía protestar-. Con un linaje como el tuyo habrán sabido enseñarte los verdaderos valores de todo Sangre Limpia.
-Por supuesto –replicó ofendida.
Se quedó callado una vez más, mirándola fijamente esta vez, estudiando ese febril brillo que había adquirido la oscuridad de los ojos de la joven. Cuando apartó la mirada Bellatrix estuvo a punto de suplicarle que no lo hiciera.
-Ahora entiendo lo que quería decir mi hermano.
-¿El qué?
-No importa.
Bella se mordió el labio inferior, resuelta a no dejarse provocar. Era lo que él buscaba, estaba convencida. Quería ver hasta dónde era capaz de llegar a exigir.
Sin previo aviso, Lestrange se llevó la mano a la manga de la túnica y se la subió. No estaba preparada para ver lo que vio, no estaba preparada para admirar el esplendor de la Marca grabada a fuego en la piel de ese hombre que exudaba misterio. Retrocedió, más por la impresión que por miedo.
-Si no has mentido -los ojos de él se clavaron en ella, y, de repente, un torrente de imágenes pasaron ante su mente; las más importantes, las que habían llegado a marcarla de alguna forma en sus ideales, en sus creencias-, y veo que no lo has hecho…
-¿Qué acabas de hacer? –exigió saber Bellatrix, una punzada de miedo notándose en su voz. Nunca en toda su vida se había sentido más vulnerable que en ese momento.
-Legeremancia. He leído tu ment…
-¡Ya sé lo que es! –cortó bruscamente, aunque no llegó a alzar la voz.
-La aprenderás –dijo Rodolphus, volviendo a su tono de siempre, como si una cría no acabara de contestarle mal, como si no hubiera pasado nada-. Aprenderás eso y mucho más si te unes a Él.
Si ver la Marca fue como si le arrancaran las entrañas, aquella declaración directamente le golpeó en el corazón y en el cerebro, aunque no sabía en cuál de los dos le había marcado más.
-¿Unirme a Él?
-No he venido a perder el tiempo, Black.
-Pero…
Si sólo tengo quince años. ¡Si no he terminado ni el colegio! Eso era lo que su interior gritaba pero no se atrevía a pronuncia. ¿El Señor Oscuro buscaba a miembros dentro de Hogwarts? ¿Por qué? Nunca había oído de algo semejante, a pesar de que ella seguía muy de cerca sus pasos…
Y, sin embargo, algo le decía que Lestrange no era amante de las bromas. Su propuesta iba completamente en serio.
-¿Por qué?
-Eso, Black –empezó, y esbozó una sonrisa fantasma, la primera que vio en aquellos labios imperturbables-, deberás preguntárselo a Él. Los mortífagos no hacen preguntas. Mi cometido era venir y convencerte.
-¿Y si no lo conseguías?
-¿Acaso no lo he hecho? –La agarró bruscamente del brazo, levantándole la manga de la túnica y dejando su piel pálida y nívea desnuda al gélido viento invernal-. ¿Por qué preocuparnos de lo que no va a ocurrir?
La mataría.
Buscó sus ojos verdes, decidida a demostrarle que sabía lo que la esperaba si se negaba. ¿Qué importaba? No se hubiera negado aunque la hubiesen dejado volver al castillo como cualquier otro día. Aquello era… ¿todo lo que siempre había soñado? Posiblemente no, pero sí podría conseguir todo lo que había soñado. Llevaría la vida en la que creía, y eso era lo más importante para ella.
Un escalofrió de dolor recorrió a Bellatrix cuando él posó la varita en su antebrazo, y ahogó un grito por el suplicio que sufría, mordiéndose el labio tan fuerte que llegó a hacerse sangre. No había palabras para describir la brutalidad de ese acto.
Años después descubriría que ni siquiera el Cruciatus llegaba a causar tanto dolor.
Rodolphus la rodeó con sus brazos, como a una muñeca inútil, prácticamente desmayada como estaba. Sonó un fuerte chasquido y ambos desaparecieron.
Ese anochecer, en ese mismo lugar cubierto de pisadas, quedaba tan solo, como prueba de la presencia de alguien, unas bolsas tiradas empezando a cubrirse por la nieve.
N/A. Yay, las 3 y media pero lo terminé. Anda que no he ido cambiando cosas de este xapi desde que lo empecé… hace muchos, muchos meses. Incluso volví a reescribir todo el principio, porque no me gustó como quedó. Como véis, Rody va a ser aquí muy importante, además de Voldy claro juju. Bellatrix… bueno, es un fic de toda su vida, así que se verá como va cambiando y madurando, volviéndose más fanática. Para empezar la he hecho así, una joven que confía mucho en sí misma, acostumbrada a que todo el mundo haga lo que ella quiere y a que la teman. Vive un poco en un mundo de color de rosa, porque sabe en todo momento qué va a pasar. Se encuentra de pronto con alguien que sabe más que ella, que la está dominando, y que sabe que puede resultar peligrosa. Se acojona pero intenta mantener las apariencias, aunque siempre se le escapa algo… XD En fin, me dejo de explicaciones estúpidas. Vosotros sois los que tenéis que valorar este fic x) espero que la idea en un principio guste. Saldrán muchos mortis, personajes que ya conocemos y muchos otros que me inventaré. No diré que me intentaré dar prisa, porque al final haré lo que me dé la gana, como siempre, jeje. Solo espero que una vez escrito esto me centre en mis otros fics largos y pueda terminar un par de ellos para quitarme cosas de encima. Se agradecerán los reviews.
Joanne
PD. Vale, importante. Hoy he estado en mi revisión habitual de fics de bella en ffnet y he encontrado uno que OMG. Se llama Tragedia en cinco actor y es de Phonix.G.Fawkes. En serio, está muy bien escrito, buen argumento y los personajes muy IC. Bella/Snape y os aseguro que merece la pena. Me he indignado ante la poca cantidad de reviews que tenía, así que he pensado en comentarlo aquí por si a algún amante de bella y/o snape le apetece ir a echarle un vistazo, porque de verdad de verdad que merece la pena. Y ahora voy a ver House jijijiji, que se me ha bajado un xapi nuevo hoy.
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