Esta historia será en gran parte comedia, en total contraste a mi otro fic xD (Durante la Guerra)

Se lo dedico a mi novio (que me esta dando ideas para escribirlo) y a mi mejor amiga, ya que en parte me inspire un poco en lo que le pasaba a ella en el colegio.

Espero que les guste.


Desde pequeño le había gustado dibujar.

A la par que gateaba, se la pasaba agarrando lápices de por aquí y por allá y rayaba las paredes con una sonrisa inocente que contrastaba con la ensombrecida mirada de sus padres al ver la escena.
Dibujar lo sacaba de los típicos dramas que todo ser humano vive diariamente. Al principio partió con dibujos simples, típicos hombres de palo y animales amorfos sacados de la mente de un esquizofrénico.
Realmente sentía que no tenía madera para eso, pero lo disfrutaba tanto que no se rindió y se dedicó cada día a mejorar un poco más su inexistente técnica.

Ya con quinces años sus dibujos de seres desproporcionados se habían transformado en casi calcos de la realidad. Dibujaba realmente hermoso, tanto así que cuando dibujaba caras parecía que estas te atravesaban el alma con la mirada.
Como todo buen adolescente (o saco de hormonas, si queremos ser sinceros) Eren había descubierto el Hentai "casi" por equivocación.
Debía reconocer que habían algunos dibujos que eran realmente grotescos al punto de que realmente cuestionaba la sanidad mental del sujeto que lo dibujo, y otras en donde la anatomía era tan armónica que se sorprendía.
Había un autor en cuestión que lo hacía querer buscar más dibujos de este estilo debido a la calidad de sus trazos y lo realista de sus dibujos pero nunca pudo encontrar el nombre real del artista ya que solo firmaba con una pequeña "R" al final de sus mangas.

Al final termino buscando más hentai con la firme convicción de que era solo por el arte.

Si, como no.

Las horas en el colegio se hacían eternas, así que las mataba haciendo uno que otro dibujo en los bordes de sus cuadernos (para pasar desapercibido) o ya cuando el aburrimiento llegaba a su límite sacaba su cuaderno de dibujo descaradamente.

-Eren, te van a regañar...-

- Armin, déjame - Eren chasqueo la lengua y continuo-

El sabía que lo intelectual no era lo suyo. Las ciencias lo aburrían hasta querer suicidarse, la matemática era el vómito mental de un alienígena y la historia era simplemente aburrida, sin más.
El quería ser dibujante. Su alma estaba hecha de trazos y cada día que vivía era un boceto que tenía que entintarse.
Estaba segurísimo de eso, así que para el ir a la escuela y tomar atencion era una verdadera pérdida de tiempo.

-Jaeger-

Eren soltó su lápiz de golpe al sentir como lo llamaban desde su espalda con un tono autoritario que lo hizo tiritar.

-Si sigues así nunca vas a aprender una simple ecuación. No quiero tenerte otro año aquí-

-S-sí, profesor-

Sus companeros se reían. Era algo de todos los días que retaran a Eren por dibujar en clases de forma descarada.

Todos le tenían una mezcla de miedo y respeto al profesor Levi. Los rumores decían que había sido echado de Francia (su país natal) por problemas con la mafia, otros decían que había hecho un pacto con el demonio y así se le había concedido la juventud eterna (teniendo más de treinta años y verse como lo hacía el profesor no lo hace cualquier) y un sin fin de chismes sin sentido que solo provocaban tenerle aún más temor al pequeño docente.

-Ya es mucho, Eren. Entiendo que te guste dibujar pero tienes que controlarte - dijo el rubio mirando al nombrado con preocupación-

-Nadie te reclama nada por leer, Armin.

-Obviamente no. No me pongo a leer en clases cuando debería tomar atencion.

Punto para Armin.

-Bueno, ya. Realmente yo no sirvo para esto. –

-Quedan 3 años más. ¿Puedes soportarlo, no?-

La cara de odio que Jaeger le dedico lo hizo sentir un escalofrió recorrer su espalda.

-Voy un rato afuera. Ya vuelvo.-

Necesitaba un rato para sí mismo. Camino por las escaleras que llegaban hasta la azotea del colegio y se sentó en el suelo contemplando el cielo. Era una mañana realmente hermosa.

Sintió la brisa fresca haciéndole cosquillas en el rostro suavemente.

Suspiro y cerró los ojos.

Tres años más y podría dedicarse a su verdadera pasión