Descargo de responsabilidad: Skip Beat no es mío, pero el helado de mi nevera, sí que lo es…
HELADO Y AMISTAD
Por deferencia a su amiga, Moko-san sustituía de tanto en tanto sus habituales ensaladas por helado. Eso ocurría normalmente cuando quedaban fuera de LME, o cuando tenían que discutir algún tema serio, de esos que involucraban a cierto actor de metro noventa… Y si se daban las dos condiciones, siempre había chocolate extra…
A Kanae no se le escapaba el simbolismo que tenía para Kyoko el reunirse para comer helado juntas. No es que ella despreciara tal concepto, ni mucho menos. Era simplemente que para su amiga (su mejor y primera amiga, no lo olvidemos…), la comida es amor… O mejor dicho, una forma de expresar amor… Oh, y la muy tonta sin darse cuenta de cómo está cebando a Tsuruga-san… Como si necesitara excusas culinarias para mantenerse cerca de él…
En fin, el helado era algo que ella siempre había aborrecido. Ante su simple mención huía como alma que lleva el diablo. Siempre de una manera elegante, por supuesto… No hay que perder las formas ni siquiera en la huida… Como su tía Nanako decía, dos segundos de placer en el paladar y toda una vida en las caderas… Y así había hecho siempre… Hasta aquel glorioso día en que se había deshecho de Erika Koenji para siempre. Kyoko le había enseñado a ser libre de su ponzoña. Le había enseñado a no rendirse, y que puede haber amistad y sana competencia entre dos actrices. Rivales, y sin embargo, amigas…
Hasta que Kyoko se metió en su vida, Kotonami Kanae desconocía los beneficios de las risas compartidas, de las confidencias susurradas y de las lágrimas en compañía. Lealtad a ultranza y fiestas de pijamas incluidas… Había vivido toda su vida sin saberlo, pero ahora no lo cambiaría por nada. Porque esa chica rara, excéntrica y complicada (por decirlo de alguna manera), y miembro nº 1 de la infame sección Love Me, era SU amiga. La había elegido a ella, a pesar de su trato horrible de los primeros tiempos. A pesar de sus gestos bruscos, de sus voces altas, Kyoko había roto sus muros y la había elegido a ella.
Así que sí… Por esa mocosa hiperdramática y exagerada, bien merecía el sacrificio de tanto en tanto de unas cuantas calorías de deliciosa golosina. Pero shh, no debe enterarse, o no se la quitará de encima jamás…
Y Kotonami Kanae le tiene mucho apego a la integridad de sus costillas…
