Hola! después de mucho tiempo regreso con otro fic para complementar los NaLu xD.

bueno, tengo varios escritos en este tiempo y "Te extraño" me demoraré un poco porque no encuentro la canción para el este :c, quien puede, sería feliz que me digan alguna para escribir xD.

y sin más, espero que les guste el nuevo fic del corte épico.

BYE CUÍDENSE!

PD: vuelvo con los NaruHina y con otros NaLu xD.


Y que esto sea una canción

-¡Eh, bardo! ¡Toca otra canción!

El bardo, un hombre maduro y encantador, le sonrió a la reina.

-¡Como tú quieras, mi señora!

Y muchas peticiones se alzaron a la vez.

-¿Qué tal el de la bruja Morgana? (Pidió un caballero)

-¡No, no! ¡El del rey Corazón de León es el mejor! (Un escudero llenaba otra jarra de cerveza) nada mejor que una historia de batallas

-¡Qué horrible! (Una doncella se llevó las manos a sus mejillas, con un gesto de asco) ¡Con esta luna tan bella quieren sangre y muerte! ¿Por qué no la de la princesa que se convierte en cisne? O ¿una en que un príncipe despertó a una dama después de cien años?

-¡Qué va! (Un rey vecino bufó) ¡La que sea sino me atragantaré con esta pierna de cordero!

Muchas risas se oyeron.

La reina Sophia, una adolescente de no más de dieciséis años, se aburría. Se había quedado viuda después de dos años de casada con un viejo conde y ya sufría los estragos de su inmadurez de púber. Se levantó, poniendo ambas manos en la mesa.

Todos callaron.

-¡Caballeros! (La reina habló, molesta) ¡Sabemos que el gran bardo Loki nos satisfará de una gran historia de espadas! Como también sé que (Sonrió de lado) la historia tendrá romance y desamores para las damas (Las doncellas cotillearon). ¡Mejor dejémosla al mismo trovador que ha honrado este banquete con su presencia! ¡Habla, Loki! Queremos lo mejor de tus versos

Como una orden, el bardo hizo una honda reverencia y dedicó unas miraditas a las damas que se sonrojaron. Cogió su laúd y dijo:

-¡Bellas damas y nobles señores! Pude ver que sus gustos son variados y dispares. No obstante, tengo el agrado de contarles una historia que cumple sus deseos… nadie más que yo conoce de su existencia y puedo decir que fue real y triste a la vez, como las grandes historias que el recuerdo se encarga de mantener

-¿Y qué historia es? (Sophia apoyó su rostro en sus manos, maravillada)

El bardo le guiñó un ojo a la soberana.

-Es una tragedia o puede que un nuevo comienzo, como quieran verle… (Loki cerró sus ojos) la historia de un amor imposible, un amor arraigado en la tristeza y en la sangre del dolor. Es la historia de un despiadado dragón que robó el corazón de la más dulce y bella de las princesas… es la historia de un adiós

Captó la atención de todos los presentes. Satisfecho, afinó su laúd y recitó:

"Nacida de la estrella del amanecer

la princesa que unió la muerte en su ser

en una promesa que debían cumplir

para que ella viese vida en su venir."

"A un temible dragón se la encomendaron

bajo la gran sombra oscura del ocaso

en la ciega fe que sólo un ser más fuerte

concluyese este resguardo para siempre."

Hizo una pausa. Sabía que ahora debía de usar de toda su imaginación y más metáforas para que la reina no lo mandase a azotar de aburrido… tenía la atención de todos aún y un error sería fatal.

Quizás, por eso, divagó en sus recuerdos de hace diez años...

Abrió sus ojos y siguió narrando.

La niña de la sorpresa

Aquella mañana había sido lúgubre, fría, sin un sol que alumbrase al ceniciento reino. Algunos curiosos se amontonaron bajo una prudente distancia para ver la comitiva que pasaba lenta y silente, que, aunque llevasen el rojo y el dorado en sus uniformes, parecían sombras con caretas de abatimiento y congoja.

Y la plebe, ignorante del mundo noble, veía un espectáculo inusual más que un séquito de velorio. Y esto era porque muy pocas veces el duque Jude Heartphilia bajaba de su palacio con un carruaje y seis de sus mejores caballeros en sus mejores galas. A un lado de él, iba el príncipe del reino Celestia que hacía dos semanas se había alojado como huésped especial en su corte, futuro esposo de la princesa.

Avanzaban abstraídos de los pares de ojos que observaban cada paso que daban hasta que penetraron en la gran muralla de piedra y se introdujeron en el bosque.

Cuando se hubieron ido, los campesinos volvieron a sus faenas. No obstante, los niños que como avecillas revoloteaban y piaban sin parar, gritaron y clamaron ante sus padres y amiguitos que la princesa los iba salvar del cruel dragón que desde la primavera pasada había quemado muchas siembras y cosechas y las casas del señor Gwend y de la viuda Crizas, la loca. Los adultos, que sólo tenían memoria para los cultivos, rápidamente habían olvidado los ataques del dragón pues estos eran de noche o cuando estaban trabajando. Así que se acostumbraron a pensar que eran por culpa de un pirómano o de bandidos, en vez de una mítica bestia que serviría para escarmentar a los críos.

Pero con el correr de los días, lo que había sido un mero mito, se transformaba poco a poco en miedo al no poder dejar en la imaginación los rugidos y los ruidos de aleteos cada vez que despuntaba la luna. Y fue así que, poco después que el duque con su séquito se marchase, una gran y gruesa sombra pasó como una flecha sobre sus cabezas, ocultando por unos momentos al sol que se había asomado tímido por unos instantes. Asustadísimos, se ocultaron en sus casas y rezaron para que todo fuese mentira, pidiendo que el duque hiciera algo antes de que fuese demasiado tarde.

ooOoozoeooOoo

Habían llegado a una cueva muy grande en los que cómodamente hubieran podido pasar todos si lo hubiesen querido. Esta se erguía como un gran tajo en la montaña y la luz del día no era capaz de mostrar un fondo evidente en esa oscuridad que inspiraba terror al más valiente.

El duque bajó de su caballo y se arrodilló frente de la boca de la cueva.

-¡Dragón! (Gritó) ¡Hemos traído lo que nos pedías! ¡Por favor, cumple tu parte del trato!

-¿Parte del trato, decís?

Algo gigante pasó volando sobre ellos y se plantó delante del duque. Abrió sus fauces y extendió sus alas membranosas. Emitió un sonoro rugido que les hizo taparse los oídos.

Era el dragón.

-Os he estado observando… (Volvió a hablar el dragón telepáticamente a todos) y sé que vosotros traéis algo entre manos (Miró fijamente al señor Jude) ¿Cómo queréis que os crea si lo que pedí fue vuestra querida mortal? ¿Pretendéis atacarme en plena noche? ¿Destrozando mi corazón? ¿Queréis llenar de paja y prenderle fuego para quemarme…? Tontos mortales, pequeñas ratas que no sabéis libraros de sus propios pesares

-No, dragón (El duque se sentía nervioso pero no dejó su sangre fría como todo señor de su alto rango). Hemos confiado ciegamente en ti y con todo el dolor de mi corazón te he traído a mi hija, como tú lo has pedido. Si tu benevolencia es infinita, deja que un día vuelva con nosotros

-¿A cambio de qué? (El dragón achicó sus ojos negros en dos rendijas)

-De lo que… tú pidas. Podríamos dejarte comida y otras cosas que desees. Pero ¡Devuélvenos a nuestra princesa!

La duquesa Layla Heartphilia había salido del carruaje y se postraba ahora delante del dragón, a un lado de su marido.

El dragón se acercó a la duquesa y exclamó:

-¡No me echéis la culpa a mí, Layla de Heartphilia! Es a vuestro marido a quien debéis pediros las cuentas. Él mismo me había prometido lo que había dejado en casa, lo que no sabía y no se esperaba de cuando llegara a su hogar y ora se arrepiente y sólo su orgullo y el miedo lo ha conllevado a saldar su juramento

-Es nuestra única hija… (Layla estaba al borde de las lágrimas) ¡Pide lo que quieras pero no a ella!

-Ya es demasiado tarde… ella será mi mujer como habíamos convenido. Si os negáis o hacéis algo en el último momento, vuestro reino caerá en los peores infortunios del fuego, del hambre y de las cenizas. Perecerán cada uno de vosotros en el peor de los infiernos. Pensadlo bien ahora… o ella o todos vosotros

-¡Pero!

-Basta, mujer (Su esposo la tomó de los hombros). No podemos hacer nada

La puertecilla del carruaje se abrió lentamente. Un paso y luego otro dejaron a la vista a la bellísima princesa que llevaba el mejor de sus vestidos. Como una gran llama roja refulgió ante los ojos del dragón. No miró a nadie, ni siquiera a su prometido. Comprendía que si desviaba la vista de su destino sufriría muchísimo más de lo que después sufriría. Respiró hondo y habló lo más digna que podía:

-¡Estoy aquí, dragón! ¡Deja que se vallan en paz!

El dragón sonrió, dejando ver sus colmillos:

-Idos ya

-¡NO, LUCY!

Pero el duque fue más fuerte y arrastró a su esposa que caía destrozada. La dejó en el carruaje y dio la orden para partir.

"Espero que esto haya sido lo mejor…" pensó Jude "Tú entiendes que es lo que le ocurrirá a mi reino"

-Lo sé (El dragón le contestó a sus pensamientos), empero, es lo mejor

Se fueron sin regresar jamás.

En cuanto al dragón, levantó un ala y dijo:

-Pasad, princesa. Esta es mi morada y se convertirá en vuestra una vez que entres. Dile adiós a tu pasado y acógete como mi mujer. Si te marchas o vas a un lugar sin mi consentimiento, será tu pueblo el que perecerá tus errores. Una vez que entres, estarás a salvo

-¿A salvo de qué? (Lucy lo enfrentó) Eres tú mi perdición y mi peor castigo. Me sacrifico para mi pueblo no para tu deleite

-Eres… ah… ya entenderás

El dragón pasó a gatas a la cueva, como un murciélago.

La princesa esperó hasta que la cola desapareció en la oscuridad. Tomó aliento y un último valor y entró a paso firme, con orgullo.

Unos fuegos fatuos fueron guiándole en el camino, encendiéndose a medida que avanzaba. Llegó, finalmente, a una gran caverna circular en donde estaba el dragón. Permaneció callada.

El dragón agitó sus alas y emitió un rugido. Una luz roja lo envolvió y fue empequeñeciéndole hasta que desapareció, dejando la instancia a oscuras.

Y al centro, un fuego emergió alumbrando la cara de un sonriente muchacho.

-¡Gracias por entrar! Pensaba que no lo harías. Sé que da miedo eso lo del dragón y…

Una bofetada lo detuvo en seco. El fuego se apagó.

-¡Quién eres! (Se oyó en la oscuridad) ¡Dónde está el dragón! Dímelo o sino…

El fuego fue encendido otra vez y el muchacho ya no estaba sonriente.

-Yo soy el dragón (Le contestó con seriedad) y tú eres Lucy Heartphilia, princesa heredera del reino de Fiore y prometida a Loki de Celestia, tus padres son Jude y Layla Heartphilia, y tus amigas son Erza Scarlet y Levy McGarden, condesas de los feudos de tu padre. Sé de ti y te aconsejo que no me obligues a hacer lo que después podrías a arrepentirte (El fuego se volvió más rojo y centelleante). Procura controlarte

Lucy mordió sus labios.

-Perdón (Escupió ella con orgullo)

La oscuridad se hizo otra vez.

-Este lugar es muy oscuro, ¿no crees?

Lucy no contestó.

De pronto, un fuerte estallido le hizo cubrirse la cabeza con las manos. La luz barrió a la oscuridad y la cegó. Para cuando volvió a abrir los ojos… no pudo creer en lo que veía.

Aquel muchacho que rápidamente le había desagradado, destruía los últimos pedazos de roca que caían del cielo. Llevaba sus puños encendidos en llamas, saltando y esquivando a las rocas con una velocidad increíble. Un último golpe y el polvillo de las rocas se esparcieron con una fulgurante luz del atardecer.

Lucy estornudó.

-¡Ya está! (Dijo él una vez que estuvo en tierra firme) ¡Tenemos una gran luz!

-¿¡Pero qué te pasa?! (Lucy estaba enojadísima) ¿Acaso no has pensado en la lluvia? ¿En la nieve? ¿En el frío que habrá después…? ¡Estás loco!

-Al menos tienes luz…

-¿¡No pudiste pensar en una mejor forma de tener luz!? ¡Eres un idiota!

El muchacho, bañado por toda la luz, ensombreció su mirada. Estaba serio y puede que un poco triste.

Lucy se arrepintió de lo que había dicho.

-Lo siento… (Dijo con sinceridad) una esposa no debe dirigirse así con su marido

Las palabras hicieron que él levantase su rostro, sorprendido.

-¿Esposa? (Expresó él) Nunca pondría mi vida a la merced de una mujer… son tan cambiantes…

-¿QUÉ?

-Eso, prefiero ser libre y sin ataduras

Lucy apretó sus puños.

-Acabas de decir que yo tenía que ser tu mujer…

-Sí, pero no una esposa ¿Acaso no sabes diferenciar?

-En mi reino, en los otros, y en toda la sociedad… ser "mujer" de un hombre es ser su esposa (Lucy frunció sus labios) ¿O me dirás que el gran dragón no sabe vincular?

Él se acercó peligrosamente.

-La verdad… (Le susurró) "mujer" es algo más que un ser para dejar descendencia o para ser el síndico de tus pertenencias… "mujer", para mí, es una amiga que te acompaña y te apoyará cuando más lo necesitas (La miró a los ojos). Yo quería una mujer que estuviese conmigo como una amiga, no como una esposa. Si tú pensabas en otra cosa…

Ella se sonrojó.

-¡No! (Le gritó, empujándolo) ¡No pensaba en nada!

Lucy sintió que sus ojos la observaban curiosos. Se sentía incómoda, furiosa y avergonzada a la vez. Los sucesos que la habían conllevado a este "dragón" parecían erigirse antes de su propio nacimiento, y hasta el momento lo había sabido aceptar. Pero si él quería una amiga y no una dichosa esposa ¿para qué tanto revuelo? La había separado de su familia, sus amigos, su mundo, su todo ¿y era para no sentirse solo?

Debía haber algo más.

Pero en los infinitos ojos de él no pudo descifrar nada.

La suave brisa del anochecer la hicieron tiritar y abrazarse así misma para tener calor. Sólo había venido con su vestido favorito y con unas pocas cosas para sentirse mejor en un bolsito que su madre le había dado.

Con todo el jaleo se le había olvidado todo…

-¿Tienes frío?

Era una pregunta obvia.

-Ya veré como me las arregló… (Le contestó la princesa) no te preocupes

Y puede que le haya hecho caso o puede que no, lo que sí fue es que él dio un gran salto y se impulsó por las murallas de la caverna. Llegó al agujero que él mismo creó y se introdujo al exterior.

Sola, Lucy se acomodó con las pocas rocas que lograron sobrevivir de la polvareda y sacó un libro de poemas de su bolsito. Abrió una página al azar y leyó un poema. El poema era de un romance que duraba bastantes páginas y se lo sabía de memoria: Trataba sobre un brujo que se había enamorado de una hechicera que sólo quería ser madre, y cual cruel era la realidad porque ambos eran estériles. Terminó el poema y le seguía otro continuando la historia de aquellos amantes, de cómo no podían estar juntos por la indecisión de él y por la obsesión de ella a pesar del gran amor que se sentían. Él huía y reposaba en los pechos de otras mujeres y ella buscaba consuelo en los brazos de otros hombres. Finalmente, una niña de otro vientre los une y los separa de igual manera pero ya no es por ellos, sino que, por el mismo augurio de la niña que los unía a los tres y el infortunio de las guerras y el poder. El poema terminaba allí y luego seguían otros más picarescos. Lucy cerró el libro.

Se había traído ese libro de los tantos otros que tenía porque la historia del brujo y de la hechicera siempre le había llamado la atención. Allí, el autor Jaskier, los describía como si fuese una historia real y fantástica a la vez. Y por sobre todo, cómo se podían unir el destino de las personas con el niño de la sorpresa.

Sonrió.

Ella también era un niño de la sorpresa.

Era una extraña casualidad que jamás se la había pasado por su imaginación y muchas veces había fantaseado con las historias de Jaskier, y por sobre todo, la del brujo y de la hechicera. Y puede que haya sido por el hecho de que a sus diecisiete años ningún hombre le había pedido la mano. Su padre había sido reacio ante cualquier mención del matrimonio y su madre, que veía su tristeza, había ideado en secreto una boda que debió haber sido el mes próximo… cuando lo supo el duque Jude, no le quedó más remedio que aceptar a su yerno porque aquel era el heredero de Celestia, un reino rico por su directa salida al mar y al contacto de los reinos moros del oeste. Es decir, un impulso directo al crecimiento y una alianza irrompible. Y justo en los últimos años, la paz entre ambos reinos se estaba tambaleando.

O sea, el momento justo de casar a su primogénita.

Pero lo que no sabía Layla y lo que tampoco sabía la misma Lucy, es que su padre la había prometido a un dragón y es por esto que no debía entregarse a un hombre aún. Cuando la princesita cumpliese los diecisiete, el dragón la reclamaría como su mujer y Jude no podría negársele.

La boda y toda su vida quedaron estancadas.

Lucy no sabía más detalles ni tampoco el porqué de la promesa del duque con un dragón, pero era esa la razón por la cual no podría unirse con Loki. Eso lo había entristecido. Conocía a Loki como la palma de su mano y sabía que él sería un buen esposo para con ella. Se habían conocido de pequeños y hasta casi podía decir que sentía algo más que una amistad por él.

Y ahora estaba en una caverna muerta de frío…

El sol se había ido y el boquete de la caverna sólo recibió la luz de una tímida luna. Se apretujó en la roca y se hizo un ovillo, intentando retener el calor.

Lloró.

No podía retener las lágrimas ni tampoco quería hacerlo. Sus lágrimas corrían por sus mejillas y se perdían en sus recuerdos, en sus momentos de felicidad. Estaba sola y su madre no vendría a consolarla, ni siquiera tenía los consejos de sus amigas. Su prometido estaba muy lejos para rescatarla y… tampoco podía escapar.

Lloró muchísimo más.

Unos ruidos la alertaron y se enjugó las rebeldes lágrimas con la manga de su vestido.

-¡Conseguí unas buenas lanas! ¿Quieres verlas?

Oyó que algo muy grande y suave caía en la tierra.

Lucy cerró sus ojos y fingió dormir.

Rápidamente una luz se encendió y el calor de una fogata la acarició.

-Veo que… te has dormido (Oyó que él suspiraba). Lamento todo esto, debe ser difícil dejar toda tu vida de un momento para otro… pero era lo mejor, algún día lo entenderás

Sintió que algo esponjoso y suave la cubría como una gruesa manta.

Entreabrió sus ojos y lo vio cerca de la fogata, tirándole ramitas para que siguiera alumbrando y calentando. Ensartó unos pescados en unas ramitas más duras y rectas y las doró en el fuego. Pronto un delicioso olor a pescado la invadió.

Disimuladamente abrió más sus ojos percatándose de que él ya no estaba allí…

-¡Veo que despertaste justo para comer!

Tenerlo tan cerca y de la nada la sobresaltó.

-Yo n-no tengo hambre (Soltó Lucy, nerviosa). Gracias de todas formas

Pero sus tripas decían todo lo contrario.

El chico dragón le tendió un pescado.

Por un momento sintió flaquear su orgullo… él estaba siendo bueno con ella, de hecho, bastante mejor de lo que había pensado. No obstante, por su culpa ella estaba en esas condiciones, aislada de todo lo que conocía y sería… no podía aceptarlo y ser su amiga como si nada.

Ignoró el pescado.

Él siguió ofreciéndoselo.

Siguió ignorándolo.

-Si estás enojada porque me demoré…

-¡No! (Lucy explotó) ¡No estoy enojada ni nada! ¡Déjame tranquila!

Él no se apartó.

-Es que no sabía qué es lo que comen las princesas (Insistió), y pensé que después me lo dirías

-Si cojo ese pescado… ¿me dejarás tranquila?

Él se lo acercó más.

Ella se lo aceptó y lo probó, resignada. Tuvo que reconocer que estaba bueno y que tenía hambre, pero no lo dijo en voz alta.

-¿Ves? No podías negarlo

Lucy bufó.

-Me lo comí para que me dejarás en paz

-Aun así lo encontraste bueno (Ella se sorprendió). Y si aún quieres más, saca algunos de los que están listos. No quiero que te mueras de hambre

"¿Cómo…?" pensó ella "¿Cómo pudo saber? ¿Será como ese dragón dorado de los poemas de Jaskier?"

-¡No seas tonta! (El chico dragón rio a carcajadas) ¡Mis escamas son rojas no amarillas!

Lucy no cupo en su expectación.

-¡Lees mis pensamientos! (Gritó)

-Sí… no es mi culpa si los gritas tan fuerte

Se sonrojó.

-¡Aléjate chico dragón de mí!

Lo empujó y se escondió en la lana.

-No te sientas sola, Lucy. Estoy contigo

-¡Dije que basta!

Sin embargo, él se acomodó a un lado y miró al boquete del techo, buscando una estrella en toda esa inmensidad.

-¿Sabías que hay una estrella por cada ser que nace? (Ella no le respondió) Yo no sé si la mía seguirá brillando… puede que aún siga allí, perdida en toda esa inmensidad o puede que ya sea de otro. Me gustaría verla otra vez (Suspiró), pero ni mis alas son capaces de rozar el infinito cielo

Lucy bajó un poco la lana y le miró de reojo.

-¿Por qué haces todo esto? (Le preguntó ella)

-Porque hice una promesa

-¿Promesa? Fue mi padre quién me prometió a ti

-Y yo le prometí que te cuidaría a pesar de que me odies

-…

-¡Mira! ¡Una estrella a brillado! Puede que sea la tuya

Lucy miró donde le señalaba y una estrella fugaz pasó surcando en el manto de destellos. Su estela dorada refulgía como un velo que resplandeció en su mirada.

-Es… hermosa

-Cada año pasa, es la más bella que he visto

-¿Y sabes cómo se llama?

-Intentar decir el nombre real de cada ser es intentar hablar el lenguaje del viento, de la tierra, del mar y del sol y la luna

-¿No la sabes?

-No, pero podrías tú buscarle un nombre. Es tu estrella después de todo

La princesa meditó unos momentos.

-Minargh…

-¿Estrella? Es un nombre muy original

-¡No! Lo acabo de inventar

-Mi´nár-ght significa estrella en un idioma muy antiguo

-Pero no Mi´ná… o como se diga, es Minargh

-Vale, vale (Él sonrió). Minargh es un bello nombre

Minargh siguió su camino.

-Chico dragón…

-Yo no me llamo así

Su afable y burlón tono cambió a uno más duro.

Lucy se percató que en todas esas horas ella no sabía su nombre.

-Tú sabes todo de mí y yo no sé de ti (Dijo ella). Para mí sólo eras el cruel dragón que destruiría a mi reino

-¿Y qué soy ahora?

-Un extraño chico dragón

-… eso no me alaga

Ella río.

Sonrieron.

-Yo soy Lucy

-Me gusta más Luce

-Está bien, dime Luce

-Y yo soy Natsu

-Pero me gusta más chico dragón

-No, Natsu

-Es un gusto y un disgusto conocerte, chico dragón Natsu

Ella contempló sus ojos oscuros. Un sopor se fue apoderando de su cuerpo hasta caer profundamente dormida en el hombro de Natsu. Él la abrazo y la trajo más así, tapándola más con la lana.

-Gracias por aceptarme y ser mi amiga (Le dijo en sueños). Espero que nunca pases por lo que tuve que pasar yo… Descansa