Aguja e hilo.

Con esos dos elementos, empezó a zurcir la herida que el filo de la guadaña de Zack hizo en su propio estómago. Una puntada, dos puntadas...

—Ow... Hey ¡Para! ¡Mierda! ¡Que duele! ¡Tú!

—¿Duele? —preguntó sorprendida. Después de todo, era la primera vez que había "arreglado" algo vivo.

—Diablos que si lo hace.

—Yo pensé que no podías sentir nada —al final de cuentas se había apuñalado su propio estómago y estuvo un buen rato caminando como si nada.

—No soy algún masoquista amante del dolor.

Ella asintió y continuó.

Tres puntadas, cuatro puntadas...

Después de un tiempo, terminó. El hilo se había manchado de rojo, pero había cocido la herida. Había "arreglado" el estómago de Zack.

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-.-

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Zack recién había salido de la ducha, razón por la cual no llevaba nada puesta del torso para arriba. Teniendo solo una pequeña toalla alrededor de sus hombros.

—¿Que miras? —preguntó Zack al sentir la mirada penetrante de Ray en su torso desnudo ¡Diablos! Esa fija mirada, lo estaba perturbando.

¿En qué mierda estaba pensando? ¿Era por sus cicatrices? ¡Lo sabía! Debía ponerse las vendas, antes de salir del baño.

—Miro mis puntadas.

—Ah... —expresó— Eres buena cociendo —dijo mientras se miraba su propio estómago. Esbozó una sonrisa... no se habían descocido.

Ella sonrió por el cumplido.

—Como te "arregle"... —musito—...ahora eres mío.

Zack no lo escuchó y tampoco la miró. ¡Por suerte! La mirada de Ray -al decir esas palabras- era diferente.