¡Nueva historia!

Debo decir que llevaba bastante tiempo esperando poder subir esta historia, más de un año a decir verdad, pero no pude subirla y tuve que retrazarla bastante porque tuve un problema con mi computador y 4 historias que planeaba subir se me borraron por completo así que no he podido. Una de esas historias que tenía planeado subir era esta, otras tres eran Oscura Pesadilla, la cual estoy subiendo y las otras dos son unas de digimon y de percy jackson las cuales no he podido subir porque no he tenido tiempo de reescribirlas (porque sí, por lo visto no tenía copias de las historias y las tuve que reescribir y ha sido un sufrimiento). En fin, si esta es la primera vez que has leído una de mis historias espero que te guste sino no es así, bueno, espero que la disfrutes.

Desde luego, para mí, esta es la primera vez que escribo algo para el fandom de Disney así que no se como va a resultar, espero que bien y si no bueno, me esforce y en realidad me gusto la idea.

La historia que están por leer es algo que tenía vagando en mi mente durante mucho tiempo y no me lo podía quitar, solo tenía que elegir un fandom para escribirla y ya esta, entonces pensé en hacerlo con La Sirenita o The Little Mermaid, como quieran llamarle, que es una de mis películas favoritas de disney junto a otras películas. Lo cierto es que yo soy fan de disney, sobre todo el disney clasico y no de las películas que muestran ahora aunque los live in action de los grandes clasicos los he visto y aunque no son mis favoritos si me han llegado a gustar. En fin, basta de eso.

Espero que les guste esta historia y sin más dilación les dejó el resumen y el capítulo.

Resumen: Nadie amaba tanto la música como lo hacía Ariel, excepto quizá su madre. Era una conexión única que existía entre ambas, pero cuando una gran tragedia golpea a la familia real la música dejo de ser alegría para la familia convirtiéndose únicamente en dolor. Años después, cuando Ariel siente que la música que tanto ama se le escapa de las manos y no hay nada más allá del agujero negro, será su familia la que deberá encontrar la manera de escapar del dolor para devolverle la sonrisa a la joven.

~ Disclaimer: The Little Mermaid es una obra escrita por Hans Christian Andersen y una adaptación al cine y a la televisión basada en el libro.


~ Melodía del corazón ~

1
La melodía que alguien olvido una vez

Sus dedos acariciaron el teclado con delicadeza y precisión, cada melodía llenaba la habitación de riqueza musical y un ambiente pacífico y agradable cubría todo el entorno, el aire y permitía a los demás sentirse reconfortante.

Ella siguió tocando la delicada melodía que siempre rondaba en su cabeza, pensando en ella una y otra vez, intentando recordar más allá de solo unas cuantas melodías. Recordarlas, no crearlas. Pero como cada día que se sentaba frente al piano, nunca lograba encontrar las notas que reemplazarían sus palabras.

Sin quererlo, había cambiado la melodía que tocaba a una melodía completamente nueva, una que se complementaba con el sonido de los pasos que hacían eco en el pasillo junto a la habitación. Mantenía los ojos cerrados, reconociendo cada tecla gracias a su memoria.

Entonces las puertas se abrieron y un sonido ahogado salió de las teclas, cuando ella abrió los ojos molesta.

– Arruinaste mi canción.

– Estás en problemas.

La pianista de cabellos ardientes como el fuego alzó la mirada hacia una muchacha mayor que ella, de cabello rubio corto. La diferencia de edades no era muy notoria, pero existía. La muchacha, con ambas manos extendidas para sostener las puertas de la sala común, la miraba sin expresión de burla, molestia o preocupación, simplemente la miraba.

– Papá va a matarte.

– Tengo derecho de tocar el piano si quiero – La chica respondió volviendo a tocar las teclas – por algo está aquí, ¿no?

– Sí y cada día quiero lanzarlo por la ventana – La joven dijo con cierto tono amargo al referirse al gran instrumento musical – ¿Te das cuenta de qué hora es?

– ¿Las cuatro?

– Sí, hace cuatro horas – Se burló – Te perdiste la cena familiar con invitados de otros reinos. Él está enfadado.

El piano dejo de sonar bruscamente y lo primero que hizo la muchacha, además de tensarse, fue alzar la mirada hacia la pared en donde el reloj de pez se encontraba marcando las ocho treinta de la noche.

– Oh…

– ¿Eso es todo lo que tienes para decir?

– En realidad no quería asistir tampoco – Se encogió de hombros volviendo a toca el piano.

– ¿No acabas de salir de un castigo como para entrar en otro?

La muchacha se encogió ligeramente mientras apretaba los dientes.

– Es algo natural – Ella volvió a teclear suavemente en su instrumento mientras ignoraba la presencia de la chica que se encontraba detrás – ¿Sabes? Tal vez no lo creas, pero hay personas que no están hechas para este tipo de cosas

– Ya lo creo – Una voz profunda inundo la habitación y nuevamente el teclado se detuvo bruscamente. Con los hombros y el cuello tenso, una mueca se asomó en el rostro de la pelirroja que volteó lentamente, con temor, la mirada hacia donde se encontraba un hombre de piel morena de pie junto a la muchacha rubia.

Su rostro enfadado, repleto de un aire potente, la observó de brazos cruzados mientras esperaba alguna excusa que fuera válida para haberse saltado la cena. La muchacha se volteó completamente, apoyó las manos sobre su regazo y observó al hombre mayor con temor.

– Yo… ¿lo olvide?

Él sacudió la cabeza mientras daba unos pasos dentro de la habitación. La muchacha apretó los labios mientras seguía con su mirada a su padre pasearse por toda la habitación. Su larga barba apenas se movía con cada paso y su cabello ya canoso, siempre bien peinado, en ese momento se encontraba algo despeinado.

– Olvidaste la cena que específicamente dije que no podían olvidar bajo ninguna circunstancia.

– Realmente no es tan así como piensas – Ella se puso en pie mientras sonreía – Tenemos cenas como estás casi tres veces al mes, ¿no? No es tan… grave… ¿cierto?

Sacudió la cabeza, su tono era bajo y suave, no molesto, pero si cansado. Él volteó a mirar a la muchacha y luego señaló la ventana más cercana.

– Mañana estarás limpiando percebes en el muelle durante toda la tarde

– ¿Toda la tarde? – Alzó la voz con sorpresa – Pero… espera, me perderé la cena

– No es tan grave, ¿cierto? – Alzó una ceja – Sebastián te guardará algo para que comas cuando termines

– Los limpió siempre – Ella gimió dejándose caer nuevamente en el asiento del piano. Apoyó su codo sobre las teclas provocando un sonido irregular y molesto para sus oídos.

– Entonces no debería tomarte mucho tiempo hacerlo – Él dijo con calma.

– Eso es injusto – Murmuró molesta.

– Lo que es injusto es que nosotras hayamos asistido y tú no – Murmuró su hermana en su oído. Ella hizo una mueca mientras miraba a la chica por encima de su hombro.

La chica observó al hombre abandonar la sala dejándola junto a su hermana. Espero unos minutos antes de voltearse a mirar a la rubia molesta.

– Si está buscando marido para Attina, ¿por qué debemos estar presentes nosotras? – Preguntó molesta.

La muchacha rubia torció los labios acariciando su mentón mientras volteaba a miraba hacia otro lado.

– Es verdad, pero hoy no vino un príncipe, sino una princesa – Explicó la rubia mientas caminaba por la amplia habitación en las hijas del rey solían pasar bastante tiempo juntas.

La habitación era amplia y enriquecida de bastantes lujos como para tener una tarde diversión en conjunto. Desde el gran piano sin cola color marrón brillante que se encontraba en la esquina de la sala. Un televisor en la pared, una estantería de libros, una mesa redonda, sofá. Había varios cuadros pintados por grandes artistas de la ciudad colgados en la pared. Una consola de video juegos. Entre otras cosas para que las chicas pudieran divertirse o simplemente pasar el tiempo.

– Oh, una princesa, eso es nuevo – La muchacha tecleó más pronto.

– Vinieron a hablar sobre negocios nada más – Rodó los ojos – Algo sobre expandir el reino a través del mercado. Volverlo más grande y permitir que algunas colonias tengas un hogar aquí

– No sé por qué la gente querría venir a vivir a un lugar tan aislado – Murmuró la pelirroja – Yo desearía irme de aquí

– Aun te faltan unos cuantos años para que puedas marcharte de aquí – Ella resopló – Ve el lado positivo, yo me iré un año antes que tú

– Eso no es nada positivo.

– ¿Podrías dejar esa cosa?

– El festival será dentro de una semana – Explicó la muchacha con calma mientras ignoraba su petición – Me pidieron que ayudará con el musical

– Tú no vas a aceptar, ¿verdad? Se supone que debemos estar presentes en la apertura y en el final del show – La muchacha dijo mientras encendía el televisor.

– El musical es a la mitad del show así que no habrá problema si participo con el resto de la orquesta – La chica hizo una mueca que fue completamente ignorada por la muchacha – Además, solo ayudaré, no es como si realmente fuera a tocar

El resto de la tarde se había llegado a su fin tan pronto como la conversación lo había hecho. Más tarde, en ese mismo día, la muchacha se dejó caer lentamente por a tina mientras el agua cubría hasta su cuello. La espuma esparcida por todo el lugar y su cabello rojizo suelto y flotando. Una sonrisa se dibujó en sus labios mientras estiraba los brazos por encima de su cabeza antes apoyar la cabeza hacia atrás mientras cerraba los ojos.

Alzó su mano derecha mientras observaba sus dedos con calma, estos se movieron lentamente, un movimiento extraño y al mismo tiempo delicado y elegante. El baño fue inundado por una suave melodía imaginaria que causo eco y llenó sus oídos de alegría.

– ¡Ariel! – Una voz enojada rompió su ensueño causando que la muchacha se enderezara de golpe. El sonido del agua hizo eco y ella frunció el ceño confundida mientras miraba hacia la puerta. Había golpes desesperados y enfadados.

Hizo una mueca molesta antes de levantarse de la tina dejando que un gran chorro de agua cayera desde su cuerpo hacia abajo. Rápidamente se secó con una toalla y tomó una bata para cubrirse. Al abrir la puerta, un pitufo que le sacaba unos cuantos centímetros de alto la miraba enfadada. El cabello castaño atado en una coleta tenía manchas teñidas de azul, al igual que su piel. La chica apretaba con fuerza los dientes mientras retrocedía molesta.

– ¿Qué te pasó? – Preguntó la chica pasando suavemente la toalla por su cabello exprimiendo el exceso de agua.

La muchacha dio un paso enfrente mientras le apuntaba con un dedo directo al pecho molesta. Una huella de color azul quedó marcada en el suelo del baño y un punto azul se marcó en su albornoz.

– Tú tienes la culpa, ¿no es cierto? Siempre haces bromas a todo el mundo – Ella resbaló levemente agarrándose de un mueble lleno de fragancias y sales de baño.

La chica soltó una risa mientras mantenía su distancia con la muchacha de azul – Sí, seguro que fui yo. Me atrapaste – Soltó con sarcasmo antes de marcharse del baño para ir a su habitación.

– Primero faltas a la cena y luego pones tinta en la piscina, ¿cierto? – Frunció el ceño molesta – ¿Te diviertes con esta broma?

– No tengo ni idea de qué me estás hablando. Estuve en el salón familiar toda la tarde – Ella frunció el ceño mientras entraba en la habitación frotando la toalla en su cabello salvajemente.

– Oh, vamos, seguro que fuiste tú, ¿no? – La muchacha se detuvo en el marco de la habitación – Igual que cuando llenaste ese cubo de plumas que me cayó en la cabeza cuando salí de la ducha

– En primer lugar – Se dio la vuelta apuntándola con un dedo mientras sonreía – esperaba que la broma le cayera a Andrina. Se estuvo metiendo en mis cosas y arruinó algunas de mis partituras. En segundo lugar, ya te dije que no tengo idea de qué me estás hablando

– Wow, el día de brujas llegó antes – Una risa burlona se escuchó y la chica pelirroja vio al resto de sus hermanas entrar en la habitación – ¿Qué te pasó a ti?

– Ariel tiene la culpa – La muchacha la señaló molesta.

– No te atrevas a dar un paso adentro, Aquata – Una muchacha de cabellos castaños oscuros. La chica vestida de naranjo, se sentó en una de las siete camas mientras se cruzaba de piernas mientras miraba a las dos chicas debatir si era verdad o no lo que estaba diciendo su hermana menor – Vas a manchar la alfombra

– Ariel, has ido demasiado lejos ahora – Una de sus hermanas dijo. La muchacha sacudió la cabeza recogiendo un cepillo para el pelo.

– No he sido yo, Adela – Ella gimió molesta – Me crees, ¿verdad Attina?

La muchacha castaña observó a la pelirroja por un momento mientras torcía los labios antes de voltear a mirar nuevamente hacia la muchacha de color azul hasta las trancas.

– ¿Realmente no lo hiciste tú?

– Lo juro – Ella dijo alzando las manos mientras se dejaba caer en su propia cama – soy inocente

Los ojos verdes de la mayor de las siete hermanas escudriñaron a la muchacha de color azul con calma antes de cruzarse de brazos – Dime, ¿hablaste con el personal de limpieza?

– Ni siquiera estaban cerca – Ella rodó los ojos – Siempre nado a esta hora antes de dormir, sabes que me gusta hacerlo y ustedes son las únicas en toda la ciudad que lo saben

– Nosotras y el personal del castillo entero – Arista dijo mientras reía suavemente antes de jadear con sorpresa – ¿Qué tal si alguien del castillo lo hizo? Podría ser una conspiración

– Por favor, no lo dices en serio – Se burló Andrina mirando hacia su hermana con una mueca.

– Pero…

– ¿Tenía agua la piscina? – Preguntó Attina ignorando al resto de sus hermanas discutir sobre posibles conspiraciones.

– No – La muchacha dijo sacudiendo la cabeza mientras pensaba – Tuve que llenarla yo

– Tal vez deberías hablar con alguien sobre eso en lugar de culparme a mí – La muchacha pelirroja rodó los ojos.

– Siempre tienes la culpa de las cosas que pasan aquí.

– Como lo que paso con el candelabro la semana pasada – Adella chasqueó los dedos sonriendo.

– Eso fue un accidente – Ariel dijo rápidamente mirando a la chica – ¿Cómo iba a saber que se vendría abajo cuando cambiara la ampolleta?

– En primer lugar por qué estabas tú cambiando la ampolleta – Una chica de cabello negro preguntó alzando una ceja.

– Porque era tarde y no quería despertar a nadie por una tontería como esa – La chica se cruzó de brazos – La ampolleta que se quemó era la que iluminaba mis partituras, la necesitaba urgentemente

– Aquata ve a ducharte y a quitarte toda la pintura antes de que se vuelva permanente – La castaña dijo con calma mientras miraba a la chica con firmeza antes de mirar nuevamente hacia la pelirroja – Olvidaremos esto por ahora. Es tarde y mañana veremos qué pasó realmente

– Yo no lo hice – La pelirroja gruñó – Y si papá me termina culpando de eso extenderá mi castigo. Attina, realmente no lo hice

– Te entiendo. No vamos a sacar conclusiones apresuradas – Murmuró la castaña.

La muchacha pelirroja masculló algo que no se pudo entender antes de dejarse caer en su propia cama de espaldas a las demás chicas que guardaron silencio. Frente a ella había una gran ventana con la vista hacia el reino completo. Aquel lugar en medio del océano, fundado hace milenios atrás sobre los cimientos de una gran leyenda que se expandía por todos los rincones de aquella ciudad.

Escuchó las conversaciones de sus hermanas, susurros suaves y delicados que impedían entender el tema a debatir, pero sabiendo que debían estar culpándola por algo que no había hecho. Hizo una mueca molesta antes de cerrar los ojos y finalmente caer en sus propios sueños para divagar entre ellos.

Sus dedos volaron sobre las teclas repasando la canción en sus memorias, sus ojos cerrados sintiendo la melodía correr por sus venas. La expresión serena de su rostro fue arruinada por la perturbación que sintió mientras tocaba. Abruptamente dejó caer los diez dedos sobre las teclas interrumpiendo la melodía antes de resoplar molesta. Apoyó los codos en las teclas y luego una mano en su rostro mientras enterraba los dedos en su flequillo preguntándose cuántas veces más iba a tener estos problemas con la misma melodía.

– Eso no suena bien – Una voz detrás de ella, con un acento inusual, le dijo amigablemente.

– Siento que estoy cerca de recordarla, pero cada vez que estoy tocando la siento escurrirse de entre mis dedos – Ella gruñó mientras se volteaba hacia atrás mirando hacia el hombre mayor que le sonreía dulcemente. Vestía con esmoquin negro que resaltaba su cabello pelirrojo peinando elegantemente hacia un lado. El hombre alto sostenía una bandeja de plata en sus manos que contenía una tetera blanca con un diseño ondulado de color celeste y una taza pequeña.

– He traído el té de la tarde.

– No me gusta el té – Ella murmuró con una mueca mientras el joven dejaba la bandeja sobre el piano con una sonrisa.

– Sin embargo lo tomas todas las tardes, sobre todo cuando estás tocando música.

– Sabe a recuerdos – Ella murmuró desviando la mirada levemente – ¿Cómo tocar una melodía que no recuerdo?

– Tal vez necesitas descansar. Pasas mucho tiempo frente al piano. Sal afuera, ve con tus amigos al cine, a la playa, haz algún deporte.

– Odio todo eso – Ella resopló antes de tomar la taza humeante. Bebió un poco permitiendo que el calor la invadiera por todo el cuerpo. Una sonrisa se dibujó en su rostro y cuando el reloj en la pared dio su alarma, ella dejó caer un gruñido de entre sus labios y volvió a colocar la taza de donde la había sacado.

– Parece que aquí termina mi tiempo – Ella gruñó mientras el hombre parpadeaba confundido.

– ¿Disculpa?

– Tengo que limpiar el muelle que se encuentra atrás del castillo – Resopló sobre su cabello – Un castigo de parte de papá por lo sucedido ayer

– Oh, sí, me enteré de eso – Él murmuró suavemente – Fue una pena haber tenido el día libre. Podría haber evitado este problema

– ¿Verdad qué sí? – Ella resopló bajando la tapa del piano – Iré a limpiar los percebes ahora antes de que hayan más de los que ya hay

– Es una pena tener que tirar esto – El hombre dijo tomando la bandeja en sus manos mientras miraba la taza vacía antes de parpadear y fruncir el ceño alzando una ceja. Sus ojos oscuros observaron a la chica con intriga – ¿No limpiaste todos los percebes antes de ayer?

– Sh, nadie tiene que saberlo – Ella murmuró – Si papá se entera de que no hay muchos percebes se molestará por haberle mentido cuando le dije que me tomaría horas

– Eso es bastante deshonesto, princesa, ¿está consciente de eso?

– No te preocupes por eso – La muchacha soltó un guiñó y alzó el pulgar – Es un riesgo que estoy dispuesta a correr

– Esos riesgos son los que te meten en problemas. Ariel, ¿me estás escuchando? – Él frunció el ceño antes de suspirar de mala gana al ver que la muchacha se había marchado ya sin hacerle caso para nada.

Sacudió la cabeza mientras recogía la taza vacía y la colocaba de regreso en la bandeja. Salió de la sala principal en la cual las siete chicas solían pasar tiempo para dirigirse de regreso a la cocina donde los empleados se encontraban terminando de preparar la cena para ese día. Con una sonrisa, saludo a los empleados y luego dejó la bandeja sobre un carritos.

– ¿Qué sucede, el té no estaba bien? – Preguntó alguien con una mueca.

– La princesa está ocupada ahora – Él sonrió antes de hacer una reverencia a los demás empleados para luego marcharse.

El hombre de cabello rojizo camino por los pasillos saludo a los empleados con los que se topaba. En su camino hacia la sala del trono, donde el Rey debía encontrarse para una audiencia con algunos ciudadanos para ponerse al corriente con el próximo festejo que se haría en el reino, se detuvo al oír unas voces que resonaban por todo el pasillo. Frunció el ceño levemente y se dirigió en dirección de las voces para encontrarse a dos de las siete princesas discutiendo con el personal de limpieza. Más bien una de ellas mientras la heredera al trono intentaba mantener calmada la situación.

Con gracia y elegancia, Sebastián se acercó a ambas chicas antes de dirigirle una mirada al joven del personal de limpieza. Un muchacho recientemente contratado que se encontraba temblando de miedo, parecía que se había topado con un peligro inminente.

– Disculpes, señoritas, ¿sucede algo aquí? – Preguntó él con su acento marcado, causando que el muchacho lo mirara como si fuese la salvación a su problema.

– Señor… – El muchacho tembló antes de retroceder con nervios. Vestía con una camisa blanca arremangada, bastante desaliñada en esos momentos, un blazer sin mangas desabotonado, pantalones negros y zapatos oscuros. El vestuario normal del personal del castillo. Aparte, su cabello parecía hecho un desastre, como si no dejara de revolvérselo a cada rato.

– Sebastián – La nadadora estrella del castillo alzó la mirada para verlo molesta – ¿Qué está pasando aquí?

– Eso es lo que yo quiero saber – Él alzó una ceja confundido.

Echó una mirada hacia las dos princesas. La heredera al trono, Attina, traía puesto un vestido elegante sin mangas color naranjo, su cabello peinado en una especie de moño parecido a un odango, pero más ovalado, que al mirar de lado le parecía un rollo. El flequillo sobre su frente y por supuesto la tiara de puntas que solía usar a menudo dentro cuando tenía reuniones que atender o de las cuales formar parte. Junto a ella, la cuarta hija del rey, con su cabello castaño atado en una coleta con un cole de perlas blancas. Sus ojos castaños brillando enfurecidos. Vestía con un estilo más veraniego, una camiseta ajustada de color celeste y unos shorts cortos, también usaba sandalias.

– ¿Qué le sucedió a tu piel? – Preguntó con sorpresa el hombre mientras observaba algunas manchas azules que se asomaban por sus brazos y su cuello.

– Es mi culpa – El chico dijo con un tono afligido – Romina, la jefa de limpieza, me dijo que la piscina necesitaba una pintada. Me pidió que me hiciera cargo de ello así, pero no me dijo qué hora y qué día debía organizarlo. Yo no sabía que tenía que programarlo para el próximo mes así que lo pedí para el día de ayer y cuando la princesa fue a llenarla con agua…

– ¡La pintura se fundió con el agua y termine pintada por completo! – La muchacha soltó un gruñido mirando hacia Sebastián – Esta es la primera vez que sucede algo como eso. Romina siempre se encarga de que cuando toca la hora de pintar la piscina lo hagan luego de mis competencias, no durante el tiempo en que la utilizo para entrenar. La competencia es en dos meses y no puedo perder ni un solo día de práctica

– Estoy seguro de que no es nada grave – Él dijo con calma.

– Tienen que limpiar la piscina de nuevo y volver a pintarla – Attina, cruzada de brazos, explicó con calma – y tomará más tiempo que antes ya que deben volver a vaciarla y arreglar las capas blancas antes de poner la azul

– Esto no me parece divertido – La muchacha dijo molesta.

– Aquata, estoy seguro de que podemos arreglar esto – Sebastián dijo con calma – Por ahora, Travis, ¿verdad? Ve con Romina y explícale la situación con calma para que puedan volver a pintar la piscina. Durante los próximos días que se requieran quedara prohibido acercarse

– ¿Qué pasa con mi competencia entonces?

– Estoy seguro de que dos o tres días no harán ninguna diferencia – Sebastián dijo con calma.

– Yo realmente lo siento, de verás – El muchacho dijo preocupado – Soy nuevo todavía así que aún no conozco todas las reglas. No sabía que la piscina estaba fuera de los límites durante las competencias

Sebastián sonrió apretando el hombro del muchacho con suavidad – Los errores pasan. Asegurémonos de que no vuelva a suceder nada parecido, ¿sí? Pídele a Romina que te de una lista de los lugares y las cosas que suelen frecuentar las princesas para no cometer más errores. La limpieza de cada uno de estos lugares y objetos debe ser crucial y con delicadeza para no arruinarlo, pero también tiene un tiempo y un lugar para hacerlo.

– Está bien – Él asintió varias veces antes de mirar de regreso hacia las dos chicas con temor – Realmente lo siento

La muchacha de la cola de caballo resoplo pesadamente mientras miraba a Sebastián de regreso – Está bien, supongo que es un error común.

– Hasta entonces puedes usar la piscina municipal – Explicó el hombre pelirrojo.

– Sí, eso lo sé, es solo que – Hizo una mueca antes de suspirar pesadamente – Supongo que debo ir a buscar a Ariel primero

– Bien pensado – Attina sonrió asintiendo antes de voltearse a Sebastián – ¿La has visto?

– En el muelle trasero limpiando percebes – Respondió con calma – Haré que alguien le guarde un horario para que pueda usar la piscina municipal de manera privada

– Gracias – Ella asintió – Me asegurare de decirle a mi entrenadora de este cambio.

Él asintió antes de voltearse al muchacho para indicarle con la cabeza que podía marcharse, con una sonrisa en los labios él murmuró mientras se alejaban juntos que las hijas del rey podían llegar a ser caprichosas y algo difíciles, pero cuando se les conocía a fondo, eran verdaderamente amigables y confiables (algunas más que otras).

Dejando a las dos princesas seguir su camino, Sebastián se dispuso a seguir el suyo propio en dirección del salón real. Su amado rey y amigo de la infancia, se encontraba revisando unos papeles tras un escritorio mientras frotaba sus parpados con sus dedos.

– ¿Demasiado trabajo para hoy?

– La reunión es en una hora – Él comentó suspirando – y aún no he terminado de leer todo esto. Dime, Sebastián, ¿qué tal las cosas en el palacio?

– Todo en orden, señor – Él asintió omitiendo el pequeño accidente que hubo.

– ¿Ariel?

– Cumpliendo con su castigo.

– Entonces no debería haber ningún problema, ¿no? ¿Qué pasa con Aquata? – Él preguntó con una mueca – He oído que anoche ha tenido un incidente, ¿ella está bien?

– Es un asunto arreglado, señor – Sonrió el hombre asintiendo – Ella se encuentra bien

– Estas niñas – Suspiró cansado – Cada vez que me doy la vuelta hay un nuevo problema

– Si me permite decírselo, señor, creo que las niñas están bien. Están creciendo, es normal que haya problemas a menudo. Son adolescentes, sobre todo Ariel y Andrina. No hay que olvidar como fue cuando Alana cumplió dieciséis años, ¿verdad? – Sebastián sonrió al recordar los momentos pasados en los que quiso arrancarse los cabellos de la cabeza cada vez que una de las chicas se había metido en algún problema – Las fiestas a las que deseaba asistir, lo bien que quería lucir o cuando Adella quiso conocer a ese chico del otro reino

– No me lo recuerdes – Él se estremecía solo de pensar en que algún día una de las chicas estaría en una relación con alguien – Aun está buscando algún chico, ¿no?

– Solo digamos, que no es nada que los guardias del castillo no puedan manejar.

– Volviendo al tema del festival – Él murmuró mientras alzaba una hoja – hay mucho que atender con esto, así que me saltaré la cena. ¿Podrías encargarte de que las chicas estén bien?

– Por supuesto, mi señor – Asintió el hombre antes de voltearse – Revisaré su agenda para despejarla y que nadie le interrumpa en el trabajo

– Gracias, Sebastián.


Attina arrugó la nariz levemente al olfatear el intenso aroma marino que inundaba todo el muelle. Ahí en el borde, recostada con las piernas colgando, se encontraba la menor de sus hermanas recibiendo los rayos del sol como si en la playa se encontrara. Hizo una mueca con una ceja alzada antes de darle un empujón a Aquata.

– ¿Ahora?

– Creo que sabes que es lo correcto.

– Sí, pero… ¡Hey! ´¿No se supone que estaba limpiando percebes?

– Intenta escaquearse – Suspiró Attina antes de acercarse a la pelirroja.

– Hey, me tapas el sol.

Attina se aclaró la garganta y la muchacha se tensó visiblemente mientras se sentaba de golpe abriendo los ojos. Ella rápidamente tomó una espátula y una bolsa que se encontraban al lado y un esnorquel antes de arrodillarse junto al muelle y mirarla.

– Solo estaba descansando un minuto, prometo que-¡Ah! Solo eres tú – Dejó caer los hombros antes de soltar las cosas – Pensé que eras papá

– ¿Solo soy yo?

– Bueno, que seas la heredera al trono no quiere decir que seas a reina aun así que realmente no estoy preocupada por ti – Sacudió la cabeza sonriendo – De todos modos, ¿qué sucede aquí? Si papá te envió, prometo que he quitado todos los percebes, solo quedan unos pocos debajo del muelle

La castaña le dio un empujón a la menor y luego la miró con seriedad. La muchacha suspiró avergonzada antes de rascarse la nuca y mirar a la muchacha que se encontraba aun en el suelo del muelle con una expresión confundida en su rostro.

– Vine a disculparme por lo de ayer. Estaba tan molesta por lo que sucedió que simplemente asumí que lo hiciste sin pensarlo. Lo siento.

La pelirroja parpadeó un par de veces antes de encogerse de hombros despreocupada. Se puso en pie cargando sus cosas y luego señaló unas rocas que se encontraban junto a la marea.

– Si eso es todo, entonces debo irme. Tengo percebes que sacar.

– Espera, lo digo en serio.

– Está bien.

– ¿No estás molesta?

– ¿Por qué debería estarlo? – Alzó una ceja – Un error lo comete cualquiera

– Sí, pero…

– ¿Debes tener hambre, Ariel? – Attina interrumpió a las dos chicas – ¿Por qué no dejas eso y vienes a comer con nosotras?

– No puedo, es parte del castigo – La chica sacudió la cabeza.

– Papá estará toda la tarde trabajando, así que no estará presente.

– Uhm, lo siento, pero tengo percebes que sacar – Ella apretó los dientes en una sonrisa burlona.

– ¿Desde cuándo haces caso a las reglas? – Preguntó Aquata alzando una ceja.

– Eso está bien – Dijo Attina con una sonrisa – Y debido a los problemas de ayer, Aquata y yo ayudaremos. Mientras más pronto terminemos, más podemos ir a comer todas juntas, ¿no?

– ¿Lo haremos? – Aquata la miró sorprendida.

– Sí.

– Oh, bien. Nunca he sacado percebes antes, pero intentaré ayudar en lo que pueda.

La pelirroja le lanzó una mirada desconfiada a la chica antes de retroceder lentamente hasta dar la vuelta.

– Como quieras – Ella dijo antes de añadir un murmullo a duras penas oído – Ella puede ser tan rara cuando quiere

No se había alejado demasiado cuando Attina la sostuvo del hombro y la obligo a voltearse. Aquata se había marchado y se encontraba del otro lado recogiendo los percebes con sorpresa mientras se quejaba una y otra vez sobre lo molestos que eran esos percebes.

– ¿Estás segura de qué está todo bien?

– Sí.

– Ariel…

– Vamos, Attina, ¿cuál es el problema? – La pelirroja rió suavemente – Las chicas siempre me culpan por todo, ¿no crees que estoy acostumbrada a que esto suceda?

– Eso es porque eres impredecible – Ella explicó con calma – Siempre estás causando problemas…

– Ahí está mi punto – Ella la señaló con una sonrisa – No estoy molesta, de hecho estoy algo celosa de que no se me hubiera ocurrido gastarle una broma como esa antes, pero si realmente quieres ayudar… – Su sonrisa se volvió traviesa – podrías cubrirme con papá para que pueda…

– No te ayudaré a meterte en más problemas.

La muchacha perdió el entusiasmo rápidamente mientras se daba la vuelta – Bien – Dijo a regañadientes – Tengo percebes que sacar, si me disculpas…

Attina observó a la menor alejarse con aires despreocupados mientras tarareaba alguna melodía al azar (no es que ella supiera mucho de música así que es como si supiera si la melodía significaba algo para la menor o no). Hizo una nota mental para retomar más tarde el tema que le molestaba en ese momento.

Su hermana menor –la menor de todas– realmente era una persona impredecible y traviesa, le gustaba tanto divertirse que en muchas de las ocasiones no se preocupaba por nada más que sentirse satisfecha consigo misma. No arrepentirse de nada. Pero por ello mismo siempre estaba causando problemas o metiéndose en ellos. Por un lado o por el otro, parecía que a la muchacha ni siquiera le interesaba escuchar cuando sus hermanas le pedían que dejara de actuar de esa forma.

– Sé que me equivoque al culparla sin razón – Aquata se le acercó con una bolsa casi vacía en sus manos y un esnórquel en la cabeza – y esta es mi primera vez recogiendo percebes, ¿pero sabes? Creo que desde ahora comenzaré a valorar el trabajo que hace en el muelle cada vez que está castigada. ¿Attina?

La muchacha parpadeó antes de sacudir la cabeza – Terminemos aquí para volver con los demás.

– ¿Sucede algo?

– No – Ignoró el escalofrío que recorrió su espina dorsal al pensar en la cantidad de ocasiones en las que Ariel había simplemente decidido que lo que sus hermanas pensaban de ella, ya sea para bien o para mal, no tenía ni la menor importancia en su vida.

Continuará…


N/A: Bueno eso ha sido todo por hoy, espero que les haya gustado. Realmente no he pensado qué días voy a actualizar, espero poder hacerlo continuamente, unas dos o tres veces por semana la verdad, pero aun no sé. Espero poder leer sus comentarios y saber si les ha gustado o no. Sé que primer capítulo no es mucho, pero aun así me hace ilusión subirlo y pronto subiré otro capítulo, creo, espero, quiero y deseo.

Dejen sus reviews.
Se despide Lira12.