Era uno de los veranos más horribles que había tenido que enfrentar Harry en toda su vida. No solo su familia estaba siendo mucho más cruel que nunca (y su tío mucho más sadístico con sus castigos) sino que, hacia apenas quince días había perdido a Sirius, lo más parecido a una figura paterna que había conocido. Por si eso fuera poco, se sentía completamente aislado del resto del mundo mágico. Las cartas de Ron y Hermione eran todas iguales y no contenían información personal, solo algunos comentarios corteses. La Orden, por su parte, nunca respondía ninguna de las cartas que enviaba cada tres días para informarles que estaba bien, aunque no fuera cierto.
Sin embargo, ahora mismo su mente estaba tan concentrada en el dolor físico que sentía que casi que había olvidado el aislamiento y la soledad. Esa misma tarde había recibido uno de los castigos más brutales por parte de su tío. El motivo: hacía tres días que no comía y la falta de energía le había impedido terminar de realizar todas las tareas que sus tíos le habían encargado. Solo por ese motivo, ni bien regresó del trabajo, su tío lo arrastró de los pelos a su habitación, lo hizo quitarse la remera, pararse frente a la pared con las manos apoyadas en ella y comenzó a pegarle con el cinturón contra su espalda desnuda.
Después de contar los primeros quince golpes, el pelinegro dejó de prestar atención a lo que su tío hacía y decía. Tal vez tenía razón y se lo merecía por haber llevado a la muerte de Sirius. No solo su padrino había muerto por su culpa, sino que también había provocado la muerte de Cedric y la de Quirrell. Eran tres muertes de las cuales se sentía responsable. Tan sumido estaba en sus propios pensamientos que ni siquiera notó cuando Vernon, frustrado por no poder arrancar ningún grito ni súplica del pelinegro, se marchó de su habitación, recordándole que no comería por los siguientes dos días.
Y tal y como lo prometió, la mañana siguiente, su tía ni siquiera abrió la puerta para ordenarle que hiciera el desayuno… simplemente lo ignoró. Tenía un dejo de esperanzas de que Petunia lo dejara salir una vez que Vernon se fuera a trabajar o que, al menos, le diera algo de comer, pero pronto se dio cuenta de que eso no sucedería. Sin nada mejor que hacer, luego de tomar un pequeño sorbo de agua, se recostó en la cama y volvió a dormirse hasta que un constante golpeteo en la ventana lo despertó.
Después de desperezarse y de darse cuenta que una lechuza estaba esperando para entregarle una carta, se levantó y la dejó entrar. No era una lechuza que conociera, pero sabía que las barreras en Privet Drive no permitirían que entrara ninguna carta que tuviera maleficios, así que la desató y la leyó lentamente.
No te rindas, aún estás a tiempo
de alcanzar y comenzar de nuevo.
Aceptar tus sombras,
enterrar tus miedos.
Liberar el lastre,
retomar el vuelo.
No te rindas que la vida es eso:
continuar el viaje,
perseguir tus sueños,
destrabar el tiempo,
correr los escombros,
y destapar el cielo.
No te rindas, por favor no cedas,
aunque el frío queme,
aunque el miedo muerda,
aunque el sol se esconda,
y se calle el viento.
Aún hay fuego en tu alma,
aún hay vida en tus sueños.
Porque la vida es tuya y tuyo también el deseo,
porque lo has querido y porque te quiero.
Porque existe el vino y el amor, es cierto.
Porque no hay heridas que no cure el tiempo.
Abrir las puertas,
quitar los cerrojos,
abandonar las murallas que te protegieron,
vivir la vida y aceptar el reto.
Recuperar la risa,
ensayar un canto,
bajar la guardia y extender las manos.
Desplegar las alas
e intentar de nuevo:
celebrar la vida y retomar los cielos.
No te rindas, por favor no cedas,
aunque el frío queme,
aunque el miedo muerda,
aunque el sol se ponga y se calle el viento.
Aún hay fuego en tu alma,
aún hay vida en tus sueños.
Porque cada día es un comienzo nuevo,
porque esta es la hora y el mejor momento.
porque no estás solo, porque yo te quiero.
Cuando terminó de leer el poema, Harry sintió lágrimas bajar por sus mejillas. Era la primera vez que lloraba desde la muerte de Cedric. Dio vuelta el pergamino, buscando alguna indicación sobre quién le enviaba la extraña carta, pero no había ninguna. Tampoco reconocía la letra elegante y delicada. Sin detenerse a pensarlo, tomó un trozo de pergamino y escribió una respuesta.
A quien corresponda:
No sé si el poema que recibí estaba dirigido a mí o si fue un error. Tal vez esté buscando a esto más significado del que tiene, pero me sentí realmente identificado. ¿Quién es? ¿Por qué me lo envió?
Espero recibir una respuesta.
Luego de darle algo de comida de Hedwig a la lechuza que había traído el poema, le entregó la respuesta y le pidió que se la entregue a quien la haya mandado. Esperaba que eso fuera suficiente para que entregara su respuesta.
Después de mirarla alejarse hasta llegar al horizonte, se sentó en la cama y releyó el poema una y otra vez. Esto era justamente lo que necesitaba ahora. Alguien que le dijera que no se rindiera, que soportara el infierno personal que resultaba vivir en Privet Drive, que continuara adelante a pesar de que Sirius hubiera muerto, que no dejara que el peso de la profecía lo hundiera. Una vez más volvió a preguntarse quién lo conocía tanto como para saber que esto era lo que necesitaba. Ron y Hermione estaban descartados. No se imaginaba a ninguno de sus dos amigos (a Ron mucho menos) leyendo poesía. Los miembros de la Orden, hasta ahora, nunca se habían preocupado por su bienestar psicológico, así que estaba seguro de que tampoco se trataba de ninguno de ellos. Luna simplemente le habría escrito algo mucho más abstracto. Neville, si bien era el más sensible de sus compañeros, no creía que tuviera la confianza como para enviarle un poema. ¿Ginny? Tampoco. Además de que la lechuza era desconocida, nunca se había atrevido a escribirle una carta y estaba seguro de que ella la habría firmado. Sin más ideas, decidió confiar en que recibiría una respuesta con alguna pista que lo ayudase a desentrañar el misterio.
Antes de acostarse a dormir nuevamente, el pelinegro escribió otra carta, esta vez dirigida a Ron, en la cual le pedía si podía escabullir algo de agua y comida y enviársela. Si bien odiaba tener que pedirle comida a su mejor amigo, particularmente teniendo en cuenta que su familia tenía problemas de dinero, sabía que era casi imposible que pudiera aguantar mucho tiempo más sin comer.
Nota de la autora: Primero que nada, bienvenidos a otra de mis historias. Espero que les haya gustado este capítulo y que les entusiasme esta nueva idea tanto como a mí. Quiero hacer algunas aclaraciones para que luego no se lleven sorpresas (y no me odien más de lo necesario).
1) Trabajo, estudio y entreno todos los días. Esto quiere decir que actualizo mis historias cuando puedo. A veces puedo hacerlo con frecuencia y otras no tanto, pero intentaré no abandonarla por mucho tiempo.
2) El autor de cada poema se encuentra en el título (lo aclaro porque yo no suelo prestar atención a los títulos). Espero que nadie sea tan despistado como yo.
3) La idea se me acaba de ocurrir, así que no tengo la menor idea sobre qué sucederá en el futuro… ni siquiera estoy segura sobre quién se encuentra detrás de las cartas (aunque tengo una idea que me encanta y me entusiasma mucho). En otras palabras, puede que la historia sea SLASH, como puede que no. Tal vez se extienda solo durante el verano, tal vez se extienda por varios años. ¿Quién sabe? Disfrutemos del momento y dejemos que la musa sea quien decida, ¿no?
Recuerden que los comentarios nos motivan a los escritores :P
