Disclaimer: Los personajes mencionados le pertenecen a J.K Rowling
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Basado en el siguiente video: Harry/Hermione - Beat Inside Me creado por alli6. Link del vídeo: www . youtube watch ?v= OzFS X9SroBM
Título del Fic: Beat Inside Me
Capítulo uno: Déjate llevar
"Estarás bien Harry"
Es extraño como todo lucía tan claro después de haber estado tan oscuro, en un solo instante. Era interesante ver un objeto tan simple, tan cotidiano se convertía en tu sentencia de muerte, ver inscrito en él, lo que quizá sean las mismas palabras que estén escritas sobre tu tumba.
A pesar de la distancia podía sentir la pequeña brisa del lago, podía reconocer aquel peculiar olor a humedad que tanto le gustaba, aquel aroma que le recordaba todos los momentos que paso a las orillas de aquel cuerpo de agua, junto a las personas que más le importaban. Pero aquello estaba tan lejos como el mismo lago.
"Me abro al cierre" algo tan simple y tan irónico, le costó trabajo entenderlo, su mayor fortaleza no era la inteligencia, porque de haber sido así no estaría ahí, no estaría sacando su valor de Gryffindor, estaría usando su mente como todo un Ravenclaw.
La pequeña snitch lo seguía como un fiel amigo. Nunca había notado lo ruidoso que podía ser el aleteo del artefacto mágico. Volaba carca de sus piernas. Soñaba con que el pequeño objeto dorado lo hiciera tropezar para así detener su andar, evitando que llegara a su trágico destino, aquel que intentó evadir por diecisiete años.
El bosque prohibido a pesar de su tenebrosidad jamás le pareció a él un lugar aterrador, siempre lo considero un buen sitio, lleno de recuerdos. No, claro que aquel lugar le había sacado un par de sustos, principalmente durante sus primeros años en Hogwarts, pero una vez que logró entender la esencia y el misterio de aquel gigante arbolado, todo fue más sencillo. Aquel bosque fue el primero en presenciar uno de sus logros mágicos más importantes, la realización del hechizo patronus. Ahora de nueva cuenta sentía el terror que todo mundo le profesaba a dicho bosque. Cada sonido era magnificado por el eco que se formaba entre los troncos que no querían mostrar sus copas, llenas de hojas. Cada sensación que su cuerpo recibía era incrementada como una antena. Podía sentir a través de sus gastados zapatos las gigantescas e imponentes raíces. Podía jurar que aquellos pedazos de madera latían, eran como las venas de los gigantes árboles.
"Eres un gran mago, realmente lo eres"
Aquel susurro de sus recuerdos llegó hasta sus oídos. Se detuvo brevemente creyendo que ella estaba ahí. Pero no giró en su búsqueda porque sabía de antemano que era imposible. Así que siguió adelante, sin mirar atrás, cerrando sus oídos a las voces del pasado que lo llamaban, porque más que darle ánimos para continuar, eran un constante recordatorio de lo que dejaba atrás.
Su visión era mala, pero el pequeño claro que se formaba en el centro del bosque le permitía distinguir a un grupo de personas que ahí esperaban. Y aunque en ese instante se quedara ciego podría reconocer al líder de todos ellos. Esa fría presencia era imposible de ignorar. Por muchos años creyó que dicha habilidad era debido a que sus destinos estaban entrelazados por lo sucedió aquel 31 de octubre. Ahora sabía que no era así, sabía que la razón por la cual podría sentir a Voldemort, aún si medio mundo los separara, era porque Harry se había convertido en una parte de él.
Voldemort también tenía ese sensor para poder detectar a Harry. Quizá él lo atribuía a una profecía. Volteó hacia el moreno, que se detuvo a una distancia considerable. Era su instinto que le decía que no debía acercarse tanto al enemigo, aunque el resultado sólo podía ser uno.
"¿Yo? Libros e inteligencia"
Esa voz de nuevo lo llenaba, siempre era así. Jamás le comentó a Hermione que siempre cargaba consigo el sonido de su melodiosa voz. Jamás le contó que la había convertido en su vocecilla de la razón, la que le decía cuando una idea era estúpida o cuando lo había hecho bien. Agradecía que en ese momento no estuviera mandándole o regañándole. Porque no podría evitar huir si ésta se lo dijera, porque seguramente lo habría pedido si supiera que contra todo el apoyo recibido, él había optado por ir a encontrar su muerte. Los magos, amigos y compañeros que se encontraban en el castillo habían dicho que pelearían hasta la muerte, que no era necesario que el moreno se entregara, pero ninguno de ellos podía sospechar la terrible verdad que lo unía a Tom Riddle.
La varita del líder de los Mortifagos se levantaba lentamente, con la ansiedad retenida, podía leer en esos ojos de serpiente. El embriagante sabor a triunfo que recorría el cuerpo de Voldemort. Muchas veces imaginó su propia muerte y curiosamente siempre el escenario tenía involucrado al heredero de Slytherin.
"Hay cosas más importantes"
Cerró sus ojos, quería concentrarse en las cosas buenas que dejaba en el mundo de los vivos, quería convencerse de que después de que el hechizo asesino fuera conjurado por fin estaría reunido con toda su familia: su padre, James; su madre, Lily; su padrino, Sirius y también Lupin, su maestro y parte de su peque familia rota. Ya una vez frente a licántropo se disculparía por no haber podido permanecer junto al pequeño Teddy, su ahijado. Irremediablemente era un padrino tan irresponsable como el suyo propio, Sirius.
Quería dejar una nota de recuerdo a todas aquellas personas que formaron parte de su vida a lo largo de diecisiete años. Sabía que decirles a cada uno de ellos como últimas palabras. A Ron, le diría que fue el mejor hermano, que se cuidará y que se pusiera a practicar sus giros, para evitar dejar huecos a la hora de volar, eso le ayudaría a mejorar su técnica para los partidos venideros. A los Weasley en general les daría las gracias por acogerlo como uno más de su familia, a pesar de no tener el pelo radiante como el sol. A Luna la alentaría a seguir adelante con sus teorías sobre animales y seres que los magos ordinarios no desean reconocer su existencia. Por su puesto también había pensado en dejarle un par de consejos a su ahijado Teddy, como el hecho de que si una chica le gustaba, tuviera el valor de invitarla al baile antes de que alguien más lo hiciera. Estaba seguro de que escribir a cada uno de ellos, excepto a una persona, Hermione.
Era tanto lo que quería decirle pero su léxico no alcanzaba para poder expresar todo eso sin ser repetitivo y sonar como un tonto. Era difícil expresarle su gratitud y cariño en palabras. ¿Cómo le dices esas dos simples cosas que significaron tanto para ti? Aquella bruja había dejado todo por seguirlo, lo sabía. Sin quererlo una noche ella confesó lo que sacrificó por seguirlo en su búsqueda de Horrocruxes. Su familia. La única cosa que ambos querían más que nada en el mundo, Hermione que siempre adoró a sus padres y Harry quién siempre anheló poder tenerlos. Harry comprendía el gran sacrificio que fue para la castaña haberse alejado de sus progenitores, haberles hecho olvidar que tenían una maravillosa hija.
Sus arrepentimientos ocupaban sus últimos pensamientos. Era en lo único que podía pensar. En como ella siempre sufría por su culpa. Era patético que lo único que sabía hacer por la persona que siempre lo apoyó era hacerla sentir mal. Cómo la vez en que Ron partió dejándolos solos, dejándola destrozada. Harry no podía evitar que aquel enfrentamiento se llevara a cabo, pero verla así le dolía, le hacía sentir culpable, de nueva cuenta ella dejaba algo querido atrás por su culpa. Aquel periodo fue sumamente difícil, más que los días en que sus peleas en Hogwarts los distanciaban, la incomodidad y el sentimiento de impotencia era demasiado. Ella se callaba todo lo que sentía, sólo para evitar que el ánimo del moreno decayera. No podía consolarla, no sabía cómo. Quería hacerle ver que estar ahí con él no era lo peor del mundo, que ambos podrían sortear ese nuevo obstáculo, ahora juntos.
Aquel viaje que duró meses fueron en realidad años, al menos así lo sentía, cada día parecía una semana. Fue duro adaptarse a la ausencia de su pelirrojo amigo, pero no imposible. Nada era lo suficientemente incómodo o complicado para ambos amigos. Siempre habían logrado sortear todas las dificultades. Ronald sólo fue una de las más largas de superar. Con aquel pensamiento se sintió un poco más tranquilo. Confiaba en que una vez que el pereciera y que los miembros de la Orden terminaran con Voldemort, Hermione seguramente con su gran talento en la hechicería lograría encontrar a sus padres y devolverles la memoria.
Sus pensamientos pesimistas se transformaron hasta reconfortarlo. Porque ella siempre lograba ese efecto. Con simples actos como ayudarle a cortarse su rebelde cabellera, escucharla cuando hallaba una nueva pista que había pasado por alto, cuando le ofrecía una botella de agua en un largo camino cuando el día estaba caluroso o simplemente verla leer. Le sorprendía como era capaz de recordar cada mínimo detalle. Era tan sencillo acceder a sus memorias donde se encontraba la bruja. Se preguntaba si sería tan fácil con el recuerdo de alguien más, no quiso averiguarlo.
Recordaba lo suave que era su mano. A pesar de todo el tiempo que pasaron en fuga, sobreviviendo con lo básico, sus manos parecían haber estado siempre con los tratamientos que cualquier mujer podría usar. Pero lo más seguro era que sus manos estaban diez veces peor de lo que recordaba, y por esa razón cualquier contraste a ellas sería sumamente delicado. Sentía esa delicadeza tocarle de nueva cuenta, pero sólo se trataba del frío viento que soplaba en el bosque prohibido. Aquel aire juguetón le revolvía con cariño parte de su melena incontrolable. En efecto, se estaba volviendo un loco, dado que su imaginación le hacía creer que era la mismísima mano de su amiga la que movía sus mechones, justo como la vez en que volvieron a ser los mismos después de un difícil tiempo.
La quería. Deseaba haberse despedido como correspondería, pero sabía que jamás le habría permitido partir hacia su destino, estaba seguro que con cualquier mínima palabra él la obedecería. ¿Era posible que una persona significara tanto en tu vida como para cambiarla por completo? ¿Era una dependencia obsesiva? Una vez instalada a su lado, le fue imposible alejarla de ahí. Quién diría que su baile tardaría tres años en llegar. Cuando creyó que ella estaría sola en su cuarto sin asistir al baile de Navidad, se arrepintió de no haberla invitado, era su mejor amigo, su deber era estar siempre ahí para ella. Debía ser reciproco como lo era ella. Cómo cuando a pesar de saber el gran peligro al que se enfrentaba nunca se arrepintió, siempre permaneció estoica a su lado.
Y lo confirmó el día que la tuvo tan cerca de él, cuando la rodeó con sus brazos, cuando la hizo girar en un sinfín de vueltas. Se llenó de coraje, se levantó de su asiento y caminó con paso decidido hacia ella. Se paró frente a la silla que ocupaba. Hermione se negaba a verlo, quizá dentro de ella quería seguir triste y molesta, temía que si no lo hacía Ron se molestaría. Porque cuando uno ama alguien no puede ver la felicidad sin esa persona ¿no? Hermione se obligaba a creer eso, se aferraba. Por eso no fue hasta que Harry tendió su mano hasta ella que se vio obligada a mirarlo. Sus verdes ojos le pedían una tregua, anhelaban volver a recibir una mirada de ella.
Aunque en muchas de las ocasiones no era necesario un contacto visual entre ellos. Su comunicación podía darse con un simple movimiento corporal. Harry podía saber cuándo la castaña estaba preocupada o angustiada con sólo sentir su cuerpo tenso. El moreno sabía que a su amiga le pasaba exactamente lo mismo, ya que el día que por fin regreso a Godric's Hollow, el lugar que lo vio nacer y también donde una parte de él murió. Aquella vez, en el cementerio donde reposaban sus padres. Hermione conjuró una corona de flores, sabiendo que el dolor era tal en el ojiverde que le impedía hacer otra cosa que no fuera llorar. Quizá ella nunca supiera lo que era crecer completamente sola, creyendo que tu simple existencia había sido un gran error de la naturaleza. Pero podía palpar el dolor que Harry expresaba en sus lágrimas.
Quiso evitar mirarlo directamente, porque sabía que en cuanto viera la cara de dolor del mago, se desplomaría, y no podían permitirse dicho lujo, dado que seguían en guerra y ellos eran el objetivo número uno. Pero las ganas de hacerle saber a Harry que había alguien a su lado, listo para sostenerlo, la vencieron. Posó su castaña mirada sobre el chico y comprobó lo que sabía de ante mano. Su corazón se estrujó al verlo tan destrozado. Las palabras de consuelo no bastarían para arrancar todo el sufrimiento que Harry intentaba contener. Hermione odiaba esa parte de él. Verlo tan fuerte cuando en realidad sólo se mantenía en pie por simple inercia. Tomó su mano. Hacía algunos años había descubierto que aquel gesto siempre lograba calmar al ojiverde. Ya fuera que él estuviera molesto por alguna pelea con Malfoy en los pasillos. Que estuviera nervioso por algún examen de pociones, para el cual no había estudiado lo suficiente. Que estuviera ansioso previo a un partido de quidditch. Que se sintiera triste, cada que el calendario marcaba el treinta y uno de Octubre. Sin importar que sentimiento que lo acongojara el que Hermione envolviera su mano entre las suyas, lograba calmarlo, tranquilizarlo, hacerlo sentir feliz y completo.
Es por eso que cuando más sufría por nunca haberse dado el tiempo de siquiera investigar sus raíces, saber en dónde habían perecido sus padres, ella hizo lo que mejor sabía, reconfortarlo. Y cómo complemento colocó su cabeza sobre el hombro del chico, lugar donde solía reposar con suma frecuencia. Era como si todo hubiera sido planeado de dicha forma desde un inicio. Cómo si alguien hubiera decidido que el hombro de Harry era el hogar al que pertenecía su cabeza. Fue un momento tan íntimo, algo que sin importar a quién se lo contaran, jamás podrían comprender el grado de compatibilidad de compartían. Confiaba tanto en el lazo que compartían que estaba seguro que sin habérselo mencionado, Hermione sería quién fuera a llevarle las flores que él nunca pudo a sus padres. Era la única persona en quién confiaba dicha misión.
Harry sabía que dentro de su repertorio de habilidades resaltaban las relacionadas al vuelo, hechizos de defensa, colocar a Hermione en dificultades, y en especial esta última relucía hasta el final, dado que al perecer le cargaría otra misión más, llevar lo que Voldemort dejara de su cuerpo a la tumba de sus padres, para que finalmente y de una vez por todas la familia Potter pudiera estar junta. Pero dentro de esas destrezas que sólo parecían causar problemas, había una que le hacía sentir orgulloso, que compensaba todos sus posibles defectos: hacer brotar la sonrisa de Hermione, aún en los tiempos más oscuros. Y esa sonrisa lograba disipar la niebla que oscurecía los malos tiempos.
Quería que esa sonrisa permaneciera siempre con él. ¿Era un idiota al desear que Hermione fuera la mujer de su vida? Porque, ¿qué puede realmente saber un adolescente del amor verdadero? Tenía diecisiete años, a esa edad los chicos son unos completos tontos. Al menos en ese sentido él cumplía con el perfil general. Fue un grandísimo imbécil al no decirle que la quería más allá de la amistad. Lo supo mientras la sostenía de su cintura, mientras la castaña se colgaba de su cuello descansando de todo lo vivido a su lado. A lo largo de aquel significativo baile, deseó con más fuerza que nunca ser un joven normal, para poder encapricharse como cualquier adolescente común con la chica que lo volvía loco, pero él era el famoso niño que vivió, aquel que logró derrotar a Lord Voldemort. Cuando la música se detuvo, ambos también lo hicieron. Harry se quedó estático, pensando qué hacer o qué decir para poder confesar su reciente descubrimiento. La Gryffindor leyó claramente las intenciones que tenía su mejor amigo. El miedo se apoderó de ella y a diferencia del moreno, ella actuó por instinto. Si bien su juicio se nubló momentáneamente, haciéndola dudar, haciéndole desear que él se animara y continuara con sus intenciones. Su parte racional, esa que le dictaba lo correcto de lo incorrecto, le ordenó tajantemente se alejara de aquella comprometida situación, porque si se daba el siguiente paso no habría forma de volver atrás.
Así que simplemente lo dejó solo. Supo que era lo correcto, pero no por eso se sintió así. Después de aquel momento las cosas parecieron mejorar entre ambos amigos. Ninguno volvió a mencionar lo sucedido durante el baile. Una de las tantas noches que pasó en vela dentro de la tienda de campaña, pensaba en cómo poder romper esa barrera que siempre se forma entre las amistades, esa que es necesaria derrumbar para poder pasar la siguiente zona. Lugar donde si no se es bienvenido jamás se podrá volver a levantar el muro, quedando un montón de escombros que entorpecerán la amistad previamente construida. Estaba confeccionando un plan para lograr hacerle ver a Hermione lo mismo que él veía con respecto a ellos dos. Y habría dado el paso decisivo de no ser que en ese mismo instante descubrió la leyenda que guardaba la snitch que Dumbledore le había heredado; "Me abro al cierre". Frase que no comprendió y ahora parecía ser lo más sensato del mundo.
Harry regresó a su realidad. Estaba en medio del bosque prohibido esperando que Voldemort conjurara el Avada Kedavra y lo matara. Harry se preguntaba cuanto tiempo había pasado desde que había visto los ojos de serpiente de Tom Riddle y había comenzado a llenar su mente de Hermione. Con temor, abrió sus ojos con la misma velocidad con la que los había cerrado. Sus parpados temblaban. Quizá Voldemort estaba esperando que él los abriera para poder hechizarlo de muerte, así era aquel mago tenebroso. Recordaba el torneo de los Tres Magos, y él como aquel ser le había pedido ver escapar la luz de sus ojos. Tal vez seguía con aquel ferviente capricho.
Una vez abiertos en su totalidad sus verdes orbes, se dio cuenta que el líder de los mortifagos seguía parado en la misma posición que recordaba. Inexplicablemente Harry se enfureció ante tal hecho. ¿Estaba jugando? ¿Se burlaba de él? Alejando cualquier duda en su interior se encaminó hacia él. Se acercó todavía más de lo que ya estaba. No permitiría que aún en su lecho de muerte siguiera controlando su destino, ya suficiente había tenido con estar a expensas de lo que aquel hombre con aspecto de serpiente, había hecho a lo largo de sus años en Hogwarts. Ya bastante le había quitado hacía ya casi dieciséis años en Godric's Hollow, no le daría el permiso de tomar nada más. No dejaría que sus últimos pensamientos giraran en torno a qué pensaba Voldemort, en cómo estaría planeando asesinarlo.
Él quería que lo último que surcara su mente y llenara su corazón fueran las personas que más amaba en ese mundo, quería que el amor que sentía por ellos desbordara su ser. Recordó la imagen de sus padres bailando frente a una fuente, girando y riendo a la cámara. Esa imagen era su favorita. Luego pensó en su padrino, recordaba la fotografía que él tenía en su habitación en Grimmauld Place, aquella imagen que perduró a lo largo de los años, que hizo enfurecer tanto a los miembros de la familia Black, ahí donde se veía a Siruis, con su azabache cabellera y junto a él a su padre, fuera de ellos la imagen resaltaba por los brillantes colores escarlata y dorado que lucían con orgullo. Después se dio tiempo para pensar en Remus, aquel hombre sereno que le había enseñado tanto y no sólo en el ámbito escolar, gracias al hombre lobo había aprendido cosas de su padre, de su madre y de su padrino. Le encantaba escuchas las historias que tenía Lupin para él, la imagen que quería llevarse de su profesor era la del día que anunció el nacimiento de su pequeño hijo Teddy, aquel día que le pidió fuera padrino de su primogénito. El llameante pelo de Ron le recodaba la calidez de la sala común el día que él fue el héroe durante el partido de quidditch, jamás lo había visto sonreír de tal forma y eso que había estado en muchos de los momentos felices del chico.
Y finalmente Hermione, le fue muy difícil encontrar un recuerdo específico de ella, había tantos y todos le parecían significativos. Desde su primer encuentro en el tren, sus días en Las Tres Escobas, sus abrazos interminables, la caligrafía de sus cartas, sus gritos de apoyo durante los partidos. Así que optó por no elegir un recuerdo de ella, se concentró en una de sus recientes y recurrentes fantasías. En ella, Hermione lograba obtener su graduación de Hogwarts, con los más altos honores que la escuela otorgaba. Al bajar del estrado era recibida por sus padres, aquellos que nunca la olvidaron a pesar de todo, porque nadie debía ser obligado a olvidar a una persona como lo era la castaña. Dentro del mar de personas que la felicitaban ella lograba hacerlas a un lado de su radar de visión y con esos castaños ojos lograba encontrarlo, y él sonría de oreja a oreja. Y al verlo sonreír ella se contagiaba imitándolo. Y una vez recibidas todas las felicitaciones, ella baja del estrado y con paso lento pero lleno de emoción se dirigía hacia él. Harry simplemente la esperaba parado, no se movía. Y cuando la distancia se recortaba a unos cuantos metros, ella apresuraba el paso hasta convertirlo en una breve carrera, tirando a su paso el documento que constaba la finalización de sus estudios, así como también arrojaba lejos el racimo de flores que sus padres le habían regalado. Dejaba sus manos libres para poder abrazarlo plenamente, su ilusión terminaba con ella en sus brazos, siendo elevada del suelo y girando por las vueltas que Harry le hacía dar. Y la risa de felicidad que ella le otorgaba era lo que terminaba ese perfecto sueño del que no quería despertar.
Continuara...
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