Disclaimer: Ninguno de los personajes utilizados para esta historia me pertenecen. Naruto es propiedad de Masashi Kishimoto y sólo la historia ha salido de mi mente loca.
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Advertencias: Universo Alterno / Variación en las edades / Posible OoC / Pairing Crack.
Dedicado a Jazy015 y Mina-Hai.
Siempre pensaré en ustedes cuando escriba de Suigetsu y Minato.
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_= Siempre cuidaré de ti =_
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Capítulo 1.
Paseándose entre los pupitres en que los pequeños niños del parvulario se encontraban absortos y entretenidos en su hoja de trabajo, la profesora Mei Terumi, ocasionalmente se detenía junto a uno de ellos dispuesta a guiarles en sus actividades.
—Ten cuidado con todo ese pegamento Chouji-kun, no queremos un desastre —le dijo en una ocasión al pequeño gordito, que mirándole con las mejillas arreboladas y sintiéndose un poquito cohibido asintió y se midió en el uso del pegamento, mientras que ella, sin borrar su bonita sonrisa del rostro, siguió caminando entre los niños, observando y cuidándolos a todos, aunque dedicándole más de una mirada al pequeño Suigetsu, que sentado al fondo del aula y mordiéndose el labio, durante todo el día había estado cubriendo casi por completo su hoja con sus brazos y su cuerpo para que nadie, en especial ella, mirara lo que había estado dibujando…
Y aunque aquello no debería preocuparle a la profesora, sabiendo de antemano que cualquier actividad relacionada con la familia -que era ni más ni menos que el tema sobre el cual habían girado las actividades del día- era para Suigetsu un tema delicado dado su situación familiar, la pelirroja simplemente no podía evitar estar más al pendiente de él que de los demás…
—Mei-sensei, ¿le gusta como ha quedado mi sapo? Se llama Gamabunta —obligando a la profesora a apartar sus ojos verdes del niño de cabello blanco al hacer aquella pregunta y además pararse frente a ella, el pequeño Naruto agitó el dibujo que con tanto esmero había preparado, mirándola con sus grandes y bonitos ojos azules buscando con entusiasmo su aprobación… y ella, dedicándole una sonrisa, con tranquilidad asintió.
—Es un sapo muy bonito, Naruto-kun, estoy segura de que a tu papá va a gustarle —le dijo con dulzura ella, mirando durante un instante el dibujo que el niño había hecho sobre su familia y en el cual, además del sapo, aparecían padre e hijo tomados de la mano—. ¿Porque no vuelves a tu lugar y le pones una bonita dedicatoria? —le sugirió revolviéndole el cabello y obteniendo en el acto una radiante sonrisa por parte del niño que, asintiendo enérgicamente obedeció yéndose de vuelta a su lugar, mientras que Mei, alzando la vista se encontró con los ojos violáceos del pequeño Suigetsu, que dirigiéndole una mueca de enfurruñamiento le mostró de nuevo su descontento antes de apartar de ella su mirada y retomar su actividad...
Y Mei, dándole una fugaz mirada al reloj y comprobar que no faltaba mucho para el final de la clase, se acercó al pequeño de blanca cabellera que al notar la cercanía de su profesora, se apresuró a cubrir la hoja con sus brazos y a mirarla todavía con esa graciosa mueca de molestia mientras que la pelirroja sin borrar su sonrisa, se agachó hasta quedar a su altura.
—¿Hoy no vas a mostrarme lo que has estado haciendo? —Mirándole con curiosidad, Mei le cuestionó con paciencia, sus verdes ojos fijos en los violetas de él, que sin abrir la boca sacudió la cabeza de forma negativa—. ¿De verdad? —Poniendo entonces una cara de tristeza la pelirroja le insistió… y aunque durante unos segundos el pequeño Suigetsu se mantuvo firme, al ver la mueca de su sensei, pronto pareció dudarlo.
—Aún… aún no está terminado —le dijo cediendo un poco, no obstante todavía con un ligero toque de recelo, a lo que Mei sonriéndole con ternura preguntó.
—¿Entonces me lo mostrarás cuando termines? —quiso saber, y el niño recuperando de a poco la sonrisa asintió esta vez con entusiasmo.
—¡Hai, sólo dame unos minutos más! —le dijo confiado mostrándole sus blancos y puntiagudos dientecitos, y ella sonriéndole asintió tocando su nariz antes de ponerse de pie.
—Bien, pero no demores demasiado que la clase está por terminar —le dijo, y justo unos minutos después se escuchó la campana que anunciaba el final de las clases, y ella dando una palmada para llamar la atención de sus alumnos se apresuró a darles una última indicación—. Guarden con mucho cuidado sus cosas y prepárense para salir —les dijo mirando al grupo con tranquilidad y calma.
Así, los niños tan obedientes y deseosos de salir, pronto comenzaron a guardar los lápices de colores en los estuches, cerrar los frascos de pegamento, devolver los materiales a sus lugares y ponerse sus mochilitas con la ayuda de su sensei, que pronto, uno a uno los fue entregando a sus padres cuando éstos llegaban a por ellos a la puerta del salón, deseándole un buen fin de semana y agradeciendo a la profesora por las atenciones prestadas...
—¡Gracias por todo Mei-sensei! —agitando su manita con entusiasmo mientras se alejaba de la mano de su mamá la pequeña Sakura se despidió de su profesora, quien correspondiendo el gesto mantuvo sus ojos en la niña unos instantes antes de que el último de los padres de familia apareciera en su campo de visión…
—Mis disculpas por el retraso Mei, juro que no fue mi intención llegar así de tarde por Naruto pero no he podido evitarlo —dirigiéndole una amable y apenada sonrisa mientras sacudía la cabeza y se deshacía en disculpas, llegando frente a ella con la respiración agitada tras la carrera que había tenido que hacer desde el trabajo hacia la escuela, el viudo Minato Namikaze hizo latir acelerado el corazón de la profesora que sintiendo mariposas en el estómago, sonrió de forma sincera y lo excusó.
—Descuida, no es tan tarde, de hecho aún estás a tiempo —le dijo ella, encantada de poder verlo y hablar aunque sea de forma breve con él, fijando sus verdes ojos en los azules, queriendo perderse para siempre en ellos…
Después de todo, Minato era un hombre lo suficientemente guapo para hacerla suspirar y pensar lo bello que sería tener un esposo y un hijo tan lindos como lo eran él y Naruto… sin embargo, recordándose a sí misma que el rubio estaba ahí por su hijo y no por ella, parpadeando se dio media vuelta para llamar a Naruto quien observándolos a ambos con una gigantesca sonrisa en los labios, con entusiasmo se levantó de su pupitre y corrió en su dirección.
—¡Papá, papá, dibuje un sapo que le gustó mucho a Mei-sensei! —gritó el niño mientras avanzaba, los brazos de su padre recibiéndolo para levantarlo en cuanto llegó frente a él.
—¿De verdad? —preguntó, pero sus ojos azules ya no estaban en el rostro de su hijo sino en los verdes de la profesora que sonriendo, se tomó el atrevimiento de revolver la rubia cabellera del niño.
—Naruto-kun dibuja unos sapos muy bonitos.
—Si, a Naruto le gustan mucho las ranas y los sapos —Minato contestó desviando su atención a su hijo a quien bajó viéndole sonreír orgulloso de sí mismo mientras tomaba su mano, pero volviendo pronto a mirarla a ella algo en su expresión cambió.
Mei no estaba segura de qué había sido, solo de pronto le pareció como si Minato evaluara la situación, como si estuviera sopesando algo, motivo por el cual ella le prestó absoluta atención cuando el rubio de nuevo habló.
—Sabes Mei, yo me preguntaba si tú y yo… —le escuchó decir, mas antes de que pudiera terminar de vocalizar lo que fuera que estuviera pensando, la pelirroja sintió el tirón en su falda seguido de la voz infantil de Suigetsu que pronunció aquello que le había jurado nunca iba a decir estando en la escuela y que le había estado preocupando minutos atrás cuando el niño se había negado a dejarle mirar su trabajo:
—Mami tengo hambre, ¿podemos irnos a casa ya?
Y como los ojos de la pelirroja seguían fijos en el rostro de Minato, ella pudo ver con absoluta claridad la sorpresa que reflejó al escuchar al niño dirigirse a ella de aquella manera, viendo la forma en que desviaba sus ojos azules al infante en una clara muestra de impacto que a ella le pareció que duraba toda una eternidad.
Y aunque Mei se sintió enrojecer en el acto por el pequeño desliz de Suigetsu, al encontrarse con los ojos azules de Minato que aún impactado pronto volvió a mirarla, no pudo dejar pasar el hecho de que el rubio parecía casi tan avergonzado como ella puesto que no fue capaz de sostenerle la mirada un segundo más.
—Esto… yo… Naruto y yo también debemos irnos —pareció recordar y mirando a su hijo cuyo seño se había fruncido le sacudió la mano y ordenó—. Despídete de Mei-sensei —le dijo y acto seguido agregó—: que tenga un buen fin de semana, Mei-sensei —dijo y haciendo una pequeña reverencia solo esperó a que Naruto le imitara antes de dar media vuelta y tirar de él para alejarse lo más pronto posible de ahí.
Entonces, y solo entonces, Mei se atrevió a mirar a Suigetsu, el pequeño Suigetsu que sonriendo con sus pequeños dientes afilados la miraba como quien no ha hecho nada malo… aunque ella sabía que lo había hecho a propósito.
—Suigetsu… —le dijo, una sonrisa tensa y amenazante en su cara… que no obstante al parecer al niño lo tenía sin cuidado.
—¿Quieres ver mi dibujo? Ya lo terminé —dijo el chiquillo levantando la hoja con su dibujo, ese que con tanto empeño había estado haciendo todavía minutos atrás dejándole ver un dibujo de ella y él juntos, sus cabellos rojos brillando por toda la diamantina que le había pegado y las dos lentejuelas verdes que había puesto para sus ojos y rodeándolos a ambos había un gran corazón remarcado con bolitas de papel de colores que él mismo había arrugado…
Y aunque una parte de Mei quería regañarle por haber dicho aquello (que si bien no era una completa mentira, tampoco era una completa verdad), mirando el dibujo que con tanto cariño Suigetsu había hecho para ella y después en dirección a Minato pudiendo ver a través de la reja que (habiendo subido a Naruto en el asiento de atrás) se fue entonces a la parte delantera para subir al vehículo, la pelirroja acabó suspirando y controlando su mal genio antes de mirar de nuevo a Suigetsu que estaba todavía dándole una sonrisa.
—Te quedó muy bonito Sui-kun. Te prometo que voy a ponerlo en la puerta del congelador —le dijo agachándose para quedar a su altura, revolviendo su cabello claro un instante y aunque el niño hizo una mueca por aquello, no se quejó sino que pronto la abrazó.
—No estés triste mami, yo siempre te voy a querer y siempre cuidaré de ti —el pequeño albino le dijo, y Mei sonriendo de forma sincera también lo abrazó depositando un beso en su frente y pellizcando sus mejillas al separarse.
—Ve por tus cosas y vámonos a casa, debemos preparar la comida para Mangetsu y para tu abuelo — guiñándole el ojo, la pelirroja le pidió decidida a no sufrir más por lo sucedido, y Suigetsu, no obstante la mueca que había hecho por el pellizco, sobándose también terminó sonriendo de nuevo.
—¡Te voy a hacer un montón de dibujos para que llenes toda la puerta de tu refri, ya verás que si! —Con entusiasmo le aseguró antes de echar a correr hacia su pupitre y agitar las hojas que más tarde Mei fijaría en la pared del departamento con tachuelas…
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Notas de autora:
Creo que tengo fácil dos años con este fict rondándome la cabeza, tanto que Mina tuvo la oportunidad de verlo cuando era aún un borrador, pero dado que anoche me sentí decidida a escribir algo y este fue el archivo que abrí, es que ahora tienen este nuevo fic que espero -igual que el resto- poder terminar.
Por supuesto, hay cabos sueltos y cosas incomprensibles aquí, pero en el capítulo siguiente alguno que otro se soluciona. Tengo incluso pensado escribir un OS que explique también un detalle importante dentro de la historia, pero como este capítulo estaba prácticamente terminado fue que me decidí a terminarlo y subirlo dejando para después ese OS que les comento, pero estoy segura que lo subiré en su momento. Digamos que ahora no es importante, pero más adelante quizás lo será, jejeje.
En fin, sin nada más que agregar agradezco a quien lo haya leído, los reviews siempre son bien recibidos y nada, me voy a ver qué otro fic continuar y de ser posible terminar. Dije que no traería nada nuevo hasta que terminara los otros pero no he podido resistirlo jajaja.
Bueno, nos leemos, gracias por pasar ;D
