I

Imaginemos una estación de policías en la Capital de Oeste. Policías uniformados y de civil por todas partes, algunos tras escritorios, otros trasladando sospechosos y otros cargando papeles.

De repente un joven de traje gris, de cabello alborotado, entra saludando a todo el mundo con una sonrisa. Viste de camisa blanca, con jeans y sobaquera de cuero rojo.

Algunos lo saludan y le llaman "Gokú", debido a su fama de sobrevivir ileso a mas tiroteos que cualquiera. Era como si estuviera hecho de "aire".

El joven, luego de sobrepasar el sector de los escritorios, caminó hasta llegar a un pasillo, lleno de puertas laterales. Se paró frente a la que tenía grabado en el vidrio "Oficina S-1" y de inmediato se sacudió las migajas del pecho, producto de unas galletas que había estado comiendo. Una vez listo, dio un par de golpes y entró, sin esperar a que le confirmaran si podía pasar.

Dentro había un hombre de unos treinta años, vestido también de civil, pero con una camisa azul. Su cabello que desafiaba la gravedad, siempre le llamaba la atención, porque era muy similar al suyo.

-Vegeta ¡Aquí estabas! – le dijo al hombre - ¿vienes a almorzar?

Él aludido ni levantó la vista de su trabajo para decirle de modo brusco

-Ahora no, Kakaroto… tengo mucho papeleo…

-Oh, ya veo… ¿del caso del destripador?

-Sí… y si no tienes nada mejor que hacer que quitarme mi valioso tiempo, es mejor que te largues y de pasada date una ducha porque apestas.

El joven se olió a sus propias axilas y le respondió.

-Ay, si no es para tanto…

Vegeta le dio una mirada de odio que hizo al joven arrepentirse de siquiera haber puesto un pie allí.

-De acuerdo, no te quito más tiempo – luego levantó su mano a modo de despedida –Te veo luego.

Vegeta frunció profundo y volvió la vista a los papeles que tenía frente a él.

-Estúpido Kakaroto… Maldito el día que me lo impusieron de compañero…

Vegeta y Kakaroto se conocían desde niños. Habían estudiado en la misma escuela, aunque con cinco años de diferencia. Luego, el destino quiso que se encontraran en el examen de admisión de la academia de detectives de la Capital del Oeste, donde terminaron graduándose el mismo año. Vegeta decía no soportarlo, pero en el fondo no podía negar que le era imposible funcionar con otra persona. De hecho, ahora vivían juntos, aunque el menor estaba más bien allí por la compasión del mayor. Kakaroto se había divorciado tres veces y el dinero no le daba para vivir con comodidad, no pagando tantas pensiones a su ex-esposas, por lo que él mismo se había ofrecido a ayudarlo, cosa de la que se arrepentía a diario, sobre todo por el carácter de su compañero.

Pero el motivo de sus descargos se debía a que hace unos días estaban trabajando en un caso y tenían lo que aparentemente era una buena pista. Lamentablemente resultó ser una trampa y Vegeta, había terminado disparando contra un inocente, que creyó que ellos eran los asaltantes, todo por proteger a su compañero. Por lo que ciertamente lo culpaba a él por la cantidad de papeles que debía llenar ahora, sin contar la declaración ante el comité y la posible suspensión de su placa por un tiempo.

Una vez hubo terminado con los papeles, decidió que era hora de comer algo. Miró la hora y bufó al darse cuenta de que eran casi las diez de la noche. Se colocó su sobaquera negra, sobre esta la chaqueta del mismo color y cogió sus llaves. Salió a la calle y compró un perro caliente, bueno, más bien dos. Luego de esto tomó camino hacia el bar que frecuentaba, pero cuál fue su desdicha al encontrarse con su compañero, muy acomodado en la barra con un policía calvo.

Entró e intentó pasar desapercibido, yendo hacia una de las mesas del fondo. Sin embargo, su compañero parecía tener ojos en la nuca, porque se giró y le hizo señas de que se acercara.

Él no comprendía como hacía eso, pero lo que más lo confundía era la manía de su compañero de compartir con policías rasos. Eso, para él, era su peor rasgo. Era demasiado amigable y eso a Vegeta lo ponía de los nervios.

Bufó molesto y apartó su vista. Pero al levantarla nuevamente, dos intrusos estaban acomodándose en su mesa.

- ¿Qué demonios crees que haces? - preguntó el hombre, de bastante mal humor

-No te enojes, Vegeta… - respondió Kakaroto - Solo te hacemos compañía… es que siempre estás tan solo…

Vegeta frunció y le espetó

-Tengo suficiente contigo durante todo el día…

-Oh, Vamos… Mira, él es Krilin – le comentó el más joven, como ofreciéndole la solución a su mal humor.

El calvito estiró su mano, pero debió retirarla enseguida al ver que el hombre frente a el no tenía intención de saludarlo.

-No seas maleducado, Vegeta – le recriminó su amigo.

-No me interesa lo que pienses… - le respondió Vegeta, bebiendo enseguida un sorbo de su vaso y agregando después - Sabes que no me mezclo con los "clase baja"

-Los rumores sobre tu mal humor se quedan cortos, Vegeta – comentó Krilin.

-Hmp!... – hizo golpeando la mesa con el puño - Me importa poco o nada lo que digan los de tu clase…

El policía puso mala cara, lo que fue notado por su amigo.

-No te preocupes Krilin… - le dijo, sonriente Kakaroto. Luego hizo un gesto de decir un secreto al policía – Se hace el duro, pero en el fondo es muy buena persona…

El calvo lo miró inseguro de su declaración

-Si tú lo dices, Gokú…

Vegeta, que lo escuchó perfectamente, exclamó

- ¡Deja de decir idioteces!

-Como digas… - lo dio por su lado el joven. Dirigiéndose enseguida a Krilin -Bueno, como te iba diciendo, Krilin, estuvimos a un pelo de atrapar al destripador del Oeste…

Vegeta miró furioso a su compañero

- ¡¿Por qué le estas contando sobre mi caso?! ¡Idiota, esa es información confidencial!

El detective más joven lo miró extrañado y luego aclaró

-Vegeta… a Krilin lo conozco desde hace mucho. Él sería incapaz de divulgar información clasificada…

-A excepción tuya, supongo… Más le vale que no hable…

-Deja de ser tan grave, Vegeta… Mejor hablemos de otra cosa.

Todos estuvieron de acuerdo. Casi.

-Supe que te emparejaste con la "Androide 18" – dijo repentinamente Kakaroto.

Krilin rascó su cabeza avergonzado

-No le digas de esa forma, Gokú… sabes que su nombre es Lázuli y que ese sobrenombre se lo dieron en la academia.

Vegeta los miró de soslayo. No le interesaba la plática, pero conocía la historia de la chica en cuestión. Su apodo se debía en parte a que parecía no tener tripas cuando se trataba de atrapar criminales y lo del número era por un récord que obtuvo en su examen de tiro.

El calvito prefirió desviar la atención e interrogó a Kakaroto

-Y tú… ¿me dijeron que habías logrado ligar con la oficial de la recepción?

Ahora fue el turno de Kakaroto de avergonzarse

-Son solo rumores…. Tú sabes como soy…

Krilin no pudo evitar carcajearse

-Ja, ja, ja. Tienes razón, Gokú…- comentó dándole una palmadita en la espalda - Todas las semanas te enamoras de una chica distinta…

El joven se puso serio de golpe y apuntó con su barbilla hacia la entrada.

-Oigan, a propósito…

Justo en ese instante, una muchacha de mediana estatura y de cabello turquesa hacía su entrada en el bar. Vestida en un entallado vestido rojo, con una chaquetilla blanca y tacones altos. Parecía haber estado llorando, tenía sus ojos algo hinchados y su larga cabellera parecía algo alborotada, como si hubiese estado corriendo. Se acercó a la barra y pidió algo de beber.

-Creo que volvió a pasar… - comentó Kakaroto, sin dejar de ver hacia la chica y soltando un suspiro, mientras apoyaba su mano en su barbilla.

-No tienes remedio – comentó Krilin, bebiendo de un trago el contenido de su vaso – Bueno, suficiente para mí. Mañana entro de primer turno, así que nos vemos Gokú… Vegeta, diría que un gusto, pero… ¡Oh!, como sea - terminó haciendo un gesto con su mano, dándose por vencido con el hombre.

Y diciendo esto se dirigió a la salida, no sin antes pasar por detrás de la peli turquesa y hacer un gesto de que estaba como quería.

Vegeta había mirado de soslayo a la mujer cuando entró. Intentó no darle importancia, pero algo en ella le llamó poderosamente la atención. Sabía que la había visto en alguna parte, pero en ese momento no logró recordarlo.

-Oh… ¿Qué opinas Vegeta? Es hermosa ¿eh?

-Sí, debo aceptar que lo es…- dijo el hombre, entrecerrando su mirada sobre la mujer, luego agregó volteando a ver a su compañero - Pero lo tuyo no es amor, idiota… puede clasificarse más bien como fobia a estar solo…

-Sabes que no es verdad – se excusó mientras miraba a la mujer – esto posiblemente sea amor…

-Sí, sigue engañándote… – le dijo Vegeta, para luego beber un sorbo de su vaso –… pero sigo inclinándome más por tu mala fama de adicto a los matrimonios…

-Pero ¿Qué hay de malo con que me guste la vida de casado, Vegeta? - preguntó con el ceño fruncido volteando a ver a su amigo – Además, las veces que me casé fue totalmente por amor.

-Si, como la prostituta, la drogadicta y la estafadora profesional… - le aclaró el otro - Tú no las amabas, idiota. Solo te gusta hacer obras de caridad…

-Si lo dices así parece que fuera cierto… Pero esta mujer es especial – terminó indicando con su vaso a la muchacha de la barra.

-Eso no lo dudo... ¿Sabes? A que no vas y te la levantas.

-No lo sé… parece que está algo deprimida…

-Mejor. De esa forma está vulnerable… Toma – dijo sacando algo de su bolsillo y dejando sobre la mesa un billete de cien zenis, agregó – te apuesto esto a que no le hablas…

Eso pareció convencer al de cabello alborotado, que de inmediato tomó el billete y se puso de pie.

-Está bien, si insistes…

Vegeta a pesar de estar envalentonando al joven, se sintió molesto al verlo caminar hacia la mujer en cuestión. Pensó que debería ir a sabotear a su amigo y quedarse con aquel trofeo. Aunque él no era de involucrarse en relaciones, le gustaba bastante sentir la adrenalina de la cacería. Además, debía admitir que desde que le asignaron el caso del Destripador que no tenía sexo casual, por lo que pensó que estaba perdiendo una buena oportunidad de ponerse al día.

Vio cómo su compañero le tocaba el hombro a la muchacha y esta parecía reconocerlo. Se sintió como un imbécil estafado. Kakaroto conocía a la muchacha de antes y solo se estaba burlando de él.

Luego de conversar con el hombre por unos diez minutos, la chica terminó su trago y salió del bar, no sin antes despedirse cariñosamente con un abrazo. Kakaroto volvió a la mesa donde lo esperaba su compañero, el que estaba con el ceño bastante fruncido.

-Eres un desgraciado… - le espetó Vegeta, apenas se sentó.

- ¿Por qué? – preguntó el joven, haciéndose el inocente.

- ¡La conocías, maldito hipócrita!

-Si, es cierto... Debo admitir que la conocía de antes ja, ja, ja... Se llama Bulma….

Vegeta grabó el nombre en su mente. Su compañero continuó

-Sí, la conozco desde hace un tiempo… le pasé una multa cuando estábamos recién salidos de la academia… ¿Sabías que casi me arrolla esa vez?...

-No. No lo sabía… - le respondió de mala gana el mayor.

-Bueno, la cuestión es que la invité salir en aquella oportunidad – continuó Kakaroto -… pero se negó porque entonces ella tenía novio… Así que solo nos hicimos amigos... Después de un tiempo ella tuvo que viajar por trabajo y no volví a verla… hasta hoy.

- ¿Y ahora está disponible?

-Al parecer sí, Vegeta... Acaba de descubrir que su novio es gay…

Vegeta soltó una carcajada

- ¿Y después de cuánto tiempo lo averiguó?

-Al parecer después de varios años…

Ambos se quedaron en silencio. Cada cual pensando en la muchacha. Vegeta ideaba una forma de adelantársele a su compañero y Kakaroto, por su parte, ya estaba pensando en cuando sería mejor invitarla a salir.

- ¿Y qué vas a hacer? - le preguntó el hombre - ¿invitarla a salir y casarte de nuevo? Porque te recuerdo que de ser así no tienes ni donde caerte muerto…

-Bueno, eso habrá que averiguarlo- luego agregó triunfal mostrando un papel – ¡Ta-tan! Me dejó su nuevo número de teléfono… - después miró el papel y dijo – ¿y a que no adivinas, Vegeta?... se mudó hace poco al edificio donde vivimos, al apartamento donde vivía Guiniú… A eso se le llama des-ti-no...

Vegeta frunció y apartó su mirada de Kakaroto. No podía comprender la suerte que tenía su compañero con las mujeres.

Continuará...