Hola a todos!! Este es mi primer fic!! Cuenta la historia de Edward y de Bella, los personajes de Sthepenie Meyer. Los personajes están basados en los uqe creo ella. Este primer capitulo es un "pseudofinal" de la historia, es decir, un futuro dentro de los sucesos que voy a narrar, por lo que es posible que no parezca tener mucho que ver con la historia de Edward y Bella creada por Sthepenie pero me parece que por una vez empezar por algo feliz que incoprpre información podría ser interesante. A partir del siguiente capítulo la historia ya se desarrolla en orden lineal después del momento en el que Edward y Bella se ha comprometido en matrimonio.
Como ya he dicho, es mi visión, por lo que en ciertos aspectos no se acercará mucho a la historia original, aún así he intentado hacerlo lo más creíble posible :)
Espero que os guste y si considerais que tengo algún fallo me lo hagais saber para mejorarlo! Muchas gracias por leerme :)
Futuro
El sol de la mañana entró en la habitación. Abrí los ojos y le vi sonriendo ante mí. La luz del sol hacía que su perfecta y pálida piel resplandeciese llena de diamantes. Se acercó a mi cara y me dió un tierno beso en los labios.
- ¡Feliz cumpleaños amor!
Sus palabras me recordaron en qué día vivía. 13 de septiembre, otra vez. El único día del año que odiaba volvía para recordarme el paso del tiempo.
- Mmm. Cállate- le contesté irritada. ¿Por qué tenía que recordámelo?
- Ven, todos te esperan para celebrarlo.- dijo optimista.
- No quiero celebrarlo-. Era cierto, desde que había conocido a Edward no quería ni oír hablar de mi cumpleaños.
- Vamos-. Me empujó suavemente fuera de la cama.- Alice ha estado preparando todo y ya sabes la ilusión que le hace-. Su irresistible sonrisa pícara apareció para intentar minar mis defensas.
- Edward...- supliqué- por favor... sabes que no me gusta mi cumpleaños.
- Intenté volver a la cama pero Edward no me lo permitió. Con sus reflejos sobrehumanos me cogió en brazos y me sacó de la habitación.
- ¡Edward no!- chillé-. ¡Bajame!¡Quiero volver a la cama y esperar a que pase este día horrible!- Pataleé pero no me soltó.
- No señorita- lo dijo como un muchacho que intenta convencer a su dueña-, no puedo permitir que te pierdas este día-. Y me agarró con más fuerza.
- ¡Edward por favor!
- Noooo-. Su voz se había vuelto juguetona y de vez en cuando se le escapa la risa.
- ¡Vamos!- le rogué.
- ¡No no no!
Estábamos llegando al piso de abajo y se oían varias voces y risas. Reconocí a Emmet y a Jasper, que parecían estar apostando cuánto tardaría en rendirme y convencerme de que Edward me había ganado. Bravo pensé otra nueva apuesta. Edward parecía ajeno a todo y tarareaba una cancionista mientras bajaba los últimos escalones.
En cuanto llegamos al piso de abajo me puso en el suelo pero no me soltó:
- Prometeme que no te vas a escabullir-. Me dijo al oído-. No quiero tener que perseguirte por toda la casa-. Se rió tan pronto esas palabras salieron de su boca.
Por un instante sopesé la idea de correr pero Edward tenía razón. Era más rápido que yo, y además no estábamos solos en la casa. No me podría escapar. Suspiré.
- ...está bien- me rendí- , pero prométeme que acabaremos pronto- Asintió con la cabeza- ¡Y...- dice antes de que llegaran todos- que luego estaremos tú y yo solos.
- De acuerdo,¡acepto!pero tendrás que portarte bien- Sonrió abiertamente.- Ahora vamos, tu fiesta te espera- y al decirlo se le iluminaron sus preciosos ojos color topacio.
Entramos en el salón y no pude reprimir una sonrisa. Estaban todos los Cullen, la familia al completo: Carlisle se encontraba de pie, junto a la chimenea sonriendo; Esme estaba sentada en un confortable sillón rojo y a su lado estaban Jasper y Emmet haciendo cuentas. Rosalie se encontraba en el sofá, flanqueada por dos muchachos jóvenes y hermosos: William y Christopher. Alice estaba de pie, delante de Edward y de mí y en la mano llevaba un paquete. En su cara había dibujada una gran sonrisa:
- ¡Bien! ¡Ya estais aquí!- Mientras hablaba daba saltitos de emoción.- ¡Feliz cumpleaños Bella!- me dió su regalo.
- Alice,no tenias que haberte molestado. - dije con voz cansada. Ya sabes lo que opino de mi cumpleaños.- Agregué.
- Oh ¡vamos Bella!- me dijo Edward- me prometiste que te portarías bien.
Cogí el paquete de Alice y lo abrí. Dentro había un precioso vestido de seda verde agua estilo años cuarenta. No pude reprimir una exclamación de asombro. ¡Era el vestido que había visto la tarde anterior en una tienda de la ciudad! Hacía tiempo que llevaba buscando un vestido así y lo había encontrado en una pequeña tienda de segunda ropa antigua pero era demasiado caro.
- ¡Vaya Alice!¡Muchas gracias!- mi voz fue totalmente sincera.- ¡Cómo sabías que éste era el vestido que quería?- Estaba realmente sorprendida, no le había dicho a nadie que había visto ese vestido y que tenía pensado comprármelo.- ¿Te lo comenté?
- Bueno...-Alice rió- tecnicamente no lo hiciste pero yo... digamos que lo vi... en una visión. ¡Te vi comprarlo y supe que te gustaría!- sus ojitos pedían perdón a la vez que se reían. Cómo quería a Alice, no podía evitarlo, sabía cómo descolocare.
- ¡Gracias!- Mi gratitud era sincera.- Pero.. no puedo aceptarlo.. es muy caro.- Intenté devolvérselo.
- ¡Ah no!- dijo poniendo las manos a la espalda para que no pudiera dárselo-. De eso nada. Es mi regalo. Además vas a estar preciosa con él.- Me guiñó un ojo dándome a entender que me había visto usándolo.
- Está bien-. Me rendí- Gracias, de verdad.-Me acerqué a ella y le dí un abrazo.
- ¡Es nuestro turno!-. Emmet se abalanzó sobre mí con Rosalie detrás. Llevaban los brazos llenos de paquetes.
- ¿Todo eso es para mí?- pregunté asustada- Son demasiados.
Emmet y Rosalie pusieron los paquetes en el suelo y me miraron.
- ¡Vamos ábrelos!- Me animó Edward.
Temerosa cogí el primer paquete y lo abrí. Dentro había un cable.
- ¿Y esto?- pregunté
- ¡Ah!- Emmet se rió, me recordó a un niño pequeño que esconde un secreto- Tendrás que abrir el resto para averiguarlo.
Desconcertada fui abriendo los paquete uno a uno. Encontre un enchufe, tornillos, varios altavoces, un pequeño mando y por fin en el último un moderno lector de Cd, Dvd, MP3 y un montón de tecnologías que yo aún no dominaba.
- ¿Y bien?- Emmet me preguntó- ¿Qué te parece? ¿Te gusta?
- ... Esto... es... caray... ¡muchas gracias!- estaba segura de que con ese aparato podría convertir el dormitorio en un universo propio.- Pero... no sé cómo montar eso- Era verdad, las nuevas tecnologías y yo no nos llevábamos demasiado bien.
- No te preocupes-. Jasper estaba de repente detrás de mí- Esto solamente era para entretenerte mientras instalaba el de verdad. Así no podrás devolverlo.- Sonrió a todos al pasar y se colocó junto a Emmet y Rosalie que se reían abiertamente, satisfechos con el resultado de su engaño.
-¿Qué?- No podía creerlo, ¡otra vez me habían vuelto a engañar!- ¿Entonces estos tornillos y estos cables?- me resistía a creer que hubieran destrozado un aparato último modelo sólo para que no pudiera rechazar el regalo.
- ¿Eso?- Dijo Emmet riéndose- Son cables de viejos aparatos que teníamos en casa y que ya no nos sirven.
- ¡Sois increíbles!- A pesar de conocerlos tan bien, tenía que reconocer que siempre sabían sorprenderme por lo que no pude hacer otra cosa que sonreír.- ¡Muchas gracias, de verdad!
- ¡Le gusta! ¡Le gusta! ¡Tralaralarala!- Jasper y Emmet se pusieron a saltar por toda la habitación, acompañados por William y Christopher. Edward me miró y me susurró un gracias al oído.
Entonces Esme se levantó del sofá y se acercó a mí seguida por Carlisle.
- Este es nuestro regalo Bella cariño-. Me dijo cariñosamente mientras depositaba en mi regazo un paquete rectangular.
Lo abrí con cuidado y descubrí que era un libro.
- Es la primera edición.- Me dijo Esme.- Edward nos ha dicho que es tu libro favorito.
- Muchas gracias-. Pasé con cuidado las páginas de "Cumbres Borrascosas" para percatarme de su antigüedad. Realmente parecía que se iba a romper. - Sí, tiene razón, me encanta leer las historias de Catherine y Heathcliff.- recordé todas las veces que Edward y yo nos habíamos comparado con los personajes de la novela; nuestro amor se parecía tanto al suyo, tan trágico y a la vez tan maravilloso. Me emocioné.
- ¡Oh Cariño!- Esme me abrazó y pasó su delicada mano por mi pelo- Me alegra tanto que seas parte de esta familia. Mi niña.- Siguió acariciando mi pelo un rato más antes de darme un beso en la mejilla y retirarse, sonriendo, al sillón.
- ¡Y ahora..- Edward me miró- Viene mi regalo!- Con un gesto teatral y hizo aparece ante mí un pequeño paquete rectangular.
- Edward...- empecé a decir. No me gustaba que se gastase dinero en mí, no me parecía bien.
-Bella por favor- suplicó- Te prometo que no me he gastado nada.
Lo abrí con cuidado y metí la mano para sacar un pequeño colgante de su interior. Era una pequeña luna de plata que se superponía a un delicado sol de oro como si fuera el comienzo de un eclipse. La manufactura del colgante me dejó asombrada, los detalles, el relieve de las figuras. Le di la vuelta y me encontré una inscripción: E&B. Era como si esa pequeña joya recogiese toda nuestra historia de amor, el sol y la luna; el día y la noche.
- ¡Oh Edward!- las palabras apenas salían de mi boca de a emoción- Es precioso.-Mis manos temblaron de emoción cuando intenté abrir la cadena que traía y meter dentro el colgante para colgármela al cuello.
- Trae amor-. Me dijo Edward suavemente. Cogió con delicadeza el colgante y la cadena y en un abrir y cerrar de ojos me lo enganchó al cuello.
- ¡Bella te queda genial!- Alice destellaba felicidad.
- Edward no es justo.- Al parecer mi voz iba desapareciendo por momentos- Dijiste que no te habías gastado nada.
- ¡Y es cierto!- Edward intentó justificarse-. Esta es la última joya que conservo de mi familia. Lo único que he pagado ha sido la inscripción y eso no se puede considerar un gasto- intentaba justificarse, sonriendo a medias para no enfurecerme.
- ¿Seguro?- me mostraba reacia a creer que eso era de su madre. Conocía todo lo que sus padres le habían dejado-. Nunca lo había visto.
- Eso es porque nunca te lo he dicho. Quería sorprenderte- admitió.
- Gracias-, no podía decir otra cosa- Es lo más bonito que me han regalado nunca.- Me acerqué a él y le di un beso. Sus labios respondieron y cuando acabó me sonrió.
- Me alegra que te guste-. Dijo.
- Entonces todo está correcto, ¿no?- Alice se acercó saltando.- Bueno, ha sido un cumpleaños bastante tranquilo y normal, humano-. Pronunció esta última palabra muy despacio, intentando cargarla de significado.
"Humano". Sonreí. Aún recordaba mi 18 cumpleaños, siempre lo recordaría. Desde entonces el miedo a se atacada en mi cumpleaños había desaparecido. Ahora no pasaría nada si me rasgase con un papel, Edward no tendría que correr a salvarme de que algún miembro de su familia intentase beber mi sangre. Ese ya no era un problema para mí, ahora no.
- Bella cariño, ¿estás bien?- Me dijo Edward, sacándome de mis ensoñaciones.- Llevas más de cinco minutos sin respirar.
- Eh... ¿Qué?- De repente me dí cuenta de que todos me miraban.
- Que si estás bien. Llevas más de cinco minutos sin respirar. No es bueno estar tanto tiempo sin respirar, incluso aunque no ya no sea necesario para tí respirar.- Era cierto, desde hacía más de cincuenta años respirar no era un problema para mí.
- Estaba pensando... en mi 18 cumpleaños.- Lo dije en voz baja, intentando que pasara desapercibido... sin éxito.
¡Otra vez!- Edward suspiró y se rió- Bella, cariño tienes que olvidarte de eso.- continuó hablando como para sí- Han pasado más de cincuenta años y ella se sigue acordando del único cumpleaños que salió mal, esta mujer. Ha tenido más cumpleaños tanto como humana como siendo vampiro y se acuerda de ese.
-¡Oh vamos Bella!- dijo Alice, medio enfadada porque la fiesta había dejado de ser, al parecer, todo lo humana que ella deseaba- ¡con lo bien que estaba saliendo todo!¡no lo estropees ahora!- se quejó.
- Está bien, esta bien-. No pude evitar reírme. Todos los años acabábamos igual.- ¿Qué viene ahora?- pregunté un poco ansiosa. No podía evitarlo, habían hecho de este mi mejor cumpleaños y quería saber qué más pasaría
- Ahora venimos nosotros.- dijeron unas voces masculinas.
William y Christopher se levantaron del sofá. Eran tan hermosos. William se adelantó, era el más alto de los dos. Tenía el pelo color trigo cortado en media melena. Un par de mechones le caían sobre los ojos de un delicioso color marrón brillante dandole un aspecto que me resultaba muy familiar. Su cuerpo era escultural, tonificado, los músculos estaban marcados por el ejercicio y la piel tenía un precioso bronceado que disimulaba en parte su naturaleza. Muy pocas personas eran capaces de ver en él lo que era en realidad, un vampiro. Su manera de andar era ágil, segura, en parte fiera y en parte dulce; parecía un puma. Nuestro primogénito era la viva imagen de Edward.
- ¡Feliz cumpleaños mamá!- se acercó sonriendo. Aparentaba 20 años a pesar de tener muchos más. Era una de las ventajas que tenían él y su hermano.
- ¡Toma, nuestro regalo!- Christopher estaba ya a su lado. A diferencia de William él era moreno.
Tenía el pelo corto y color negro, además de unos ojos verde esmeralda cautivadores. Su mandíbula era más fina que la de su hermano mayor y sus labios más carnosos. Había heredado de su padre la complexión atlética y fina, recordaba a los dioses de la antigua Grecia esculpidos por Praxiteles. Su tez estaba también broceada y desprendía destellos dorados. En la mano llevaba un paquete rectangular bastante grande. Lo depositó en mis manos después de darme un abrazo.
Lo cogí y lo abrí con cuidado. Era un album de fotografías de cuero marrón.
- ¡Gracias niños!- Sonreí.
- ¡Vamos ábrelo!- me urgieron.
Cogí la tapa y lo abrí con cuidado. Me recibieron dos fotografías que recordaba perfectamente. La primera era de Edward. Se la había hecho el día de mi 18 cumpleaños, cuando todavía era humana. Estaba precioso en la cocina de mi antigua casa, con esa luz aureolada que desprendía. A pesar de los años transcurridos esa fotografía todavía conseguía cautivarme. A su lado había una fotografía mía, tomada poco después de mi conversión. Mi rostro se veía pálido, aunque no mucho más que lo habitual; parecía más estilizado y elegante y mi pelo caía haciendo suaves ondas sobre los hombros. Estaba sonriendo. Me gustaba esa foto. Era la primera de mi nueva vida, en la que toda la plenitud de mi despertar quedaba patente. Además en ella yo tenía los ojos borgoña, era la única fotografía en la que mis ojos mostraban ese color y eso aún me impactaba. Era curioso que fueran de ese color, pero no me molestaba porque sabía que la razón no era mala y probablemente de no haber hecho lo que había hecho no estaría celebrando mi cumpleaños tanto tiempo después.
En la parte inferior de ambas fotografías una frase rezaba: "El tiempo es nuestro aliado". Me reí, y miré a mi familia, realmente el tiempo era nuestro aliado ahora que teníamos toda la eternidad para estar disfrutar de nuestra compañía.
Pasé las páginas observando las fotografías que allí había. Más de cincuenta años de vida estaban allí plasmados, y sólo las prendas de ropa daban cuenta del paso del tiempo. Vi el crecimiento de mis hijos, las diferentes bodas que había tenido con Edward, las numerosas fotografías familiares que nos habíamos hecho... Había también fotografías de Charlie y de René, mis padres. Hacía tiempo que habíamos muerto para ellos, pero siempre los teníamos presentes en nuestras distintas vidas.
Levanté la vista y la dirigí a mi familia. A Carlisle, creador de toda una gran estirpe, tan sereno y diplomático. A Esme, mi nueva madre, la abuela de mis hijos, la única persona capaz de desprender tanto amor. A Jasper y Alice, enigmáticos y sinceros, abiertos a las preocupaciones de la familia. Emmet, aparentemente el más despreocupado de todos pero que en el fondo se desvelaba por los problemas de su familia. A Rosalie, a quien mi maternidad la había ablandado hasta lograr convertirla en una hermana para mí. A mis hijos, lo más grande de este mundo, que ahora se hacía pasar por mis hermanos,los vampiros más poderosos que existían, temidos incluso por los Vulturi. Y por último a Edward, a mi todo, a la razón de mi existencia, mi compañero eterno, mi vida, el único con el que podía ser yo misma sin preocupaciones; la luz que me iluminaba todos los días, el que me había causado tantos sufrimientos, y tantas alegrías; mi cielo y mi infierno.
- Gracias. A todos-. Dije- Gracias por dejarme formar parte de esta familia y permitirme compartir la eternidad con vosotros.
- Cariño.- Esme se acercó a mí-. Tú eres mi hija, y me has dado unos nietos... ¿qué más podríamos pedir?- me rodeó con sus tiernos brazos haciéndome sentir todo el peso de su amor. A pesar de los años transcurridos, todavía lograba emocionarme cuando me abrazaba de esa manera.
Durante unos minutos permanecimos todos en silencio.
- Bueno-. Finalmente Edward rompió el hielo.- Bella-, me dijo- has cumplido tu palabra así que ahora me toca a mí. ¿No vamos?- Me tendió la mano mientras esa sonrisa pícara suya que tanto me gustaba se balanceaba por su rosto.
- Por supuesto-. Sonreí, mientras le cogía la mano-. ¿Todo el resto del día?
- Todo el tiempo que tú quieras.- Contestó.
- Entonces para siempre.- Le dije. Él se rió.
Espero que os haya gustado, a partir de ahora volveremos al presente!!
