Mañana sin falta (te quedas sin esposa)
Por Katsumi Kurosawa
Capítulo 1
Una pequeña miga
La rubia estaba parada en la acera de su propia casa.
La lluvia caía y poco le importaba empaparse aunque bien podía abrir la puerta.
No quería entrar. Tenía miedo de encontrar las cosas que le recordaran a él… tenía miedo de sólo seguir pensando en él…
No estaba bajo la lluvia porque le gustase… sino porque las gotas se perdían con sus lágrimas quienes salvajes marcaban su tristeza y decepción.
Su maquillaje estaba corrido por diversas causas, desde el hecho que ella lo limpiaba con las manos, las lágrimas y hasta la lluvia habían corrido el delineador negro.
Nunca se había sentido tan víctima, tan estúpida, inocente, imbécil como en ese instante…
Nunca tan impotente como ese instante…
Acababa de ver con sus propios ojos lo que sospechó por mucho tiempo y no quiso creer. De esa manera tan cruel su corazón se había partido en pedazos ante el acorde de las imágenes frente a sus ojos.
Sólo quería sorprenderlo, era su primer aniversario de bodas. Como siempre fue seca, trató de esforzarse y celebrar con él como si realmente fuera una mujer de casa, amorosa, tierna… mas no lo era.
Al llegar, toda esa idea errónea de cambiar para darle sabor a la relación se fue al caño.
Lo había visto… a él.
Otra mujer en sus brazos, compartiendo apasionados besos y una que otra caricia descarada de aquellos que se aman con frenesí.
Las sonrisas de ambos. Las caricias que desde un principio le pertenecían a ella…
¿Sería algo pasajero¿Pretendía él no responder a lo pasajero?
No pudo reprimir el profundo sollozo.
Después de contemplar la escena corrió bajo la tormenta con el enfurecido semblante… tratando de reprimir el llanto y cuando estuvo frente a su casa no pudo detenerse y las lágrimas se abrieron paso para descender amargamente.
Seguramente el asiento de su automóvil estaba tan empapado como ella… poco importaba, no más…
No podía creer que había sido derrotada y por una tipa flacucha y sin gracia. No podía creer que estaba llorando si mucho odiaba llorar.
No quería creer que nadie en el mundo pudiera amarla… o al menos, hasta ese instante, él había sido el único que le había jurado que la amaba…
Entonces. Si el que prometió ante el altar amor eterno no lo sentía ¿Alguno la amaba de verdad?
No.
La decepción pasó a ser rabia, la rabia a coraje y el coraje trajo consigo la sed de venganza.
No quería esperar a que el Karma se cobrara la ofensa a su persona y a lo que por mucho tiempo creyó amor. Ella sería el Karma, ella se convertiría en la ley cósmica de causa y consecuencia.
Ella le aplicaría la tercera ley de Newton: a toda acción corresponde una reacción.
Pero no se rebajaría a su nivel, no lo engañaría como él a ella… le haría algo peor…
Las lágrimas cesaron de la nada como si el sentimiento de amargura hubiera desaparecido, más bien, reemplazado por otro maquiavélico sentir. La idea que comenzaba a formarse en la visión de su mente era espeluznante…
Una sonrisa maniática se transformó en una carcajada y sus ojos azabaches se tornaron ambarinos de furia.
Se levantó de su asiento en el tapete de bienvenida. Sacó la llave de su bolso y entró a la casa tratando de no ensuciar su propia sala. La propia que comenzó a decorar con él.
—La pagaras… —murmuró hablando por fin desde hacía una hora—. La pagarás, Asakura… la pagarás… como que me llamo Anna Kyouyama…
Sabía que iba a llegar tarde. Siempre que estaba con una mujer llegaba muy tarde excusando que había tenido una junta de futuros planes en el Football Club.
Quizá siempre lo supo, no quería creerlo, admitirlo o teñir su vida de lo que ahora no tenía color más que el negro.
Ahora que lo sabía se puso ropa cómoda para sacar su auto e ir a comprar los ingredientes de una comida especial…
Cuando regresó hizo lo posible para que la cena le quedara deliciosa.
Una pequeña miga de su gigantesco plan.
Cenó. Aun con la ropa holgada que le había devuelto su temperatura habitual para no resfriarse.
Entonces se dio un baño aromático y se vistió con una de las prendas que mas le gustaba a él… de esas diminutas con muchos encajes. Ahora impregnada del sensual aroma le sería más difícil a él no pensar en el daño que había causado.
Sonrió. Sabía que podía hacer el comienzo de su venganza algo más… cruel, pero era mejor comenzar con una sujeción mental.
La primera miga, dulce como la miel, pero el resto del pastel era amargo…
Encendió una que otra vela y una varita de incienso. Ella odiaba esas cosas pero sabía que a él le fascinaban, con todo y el color rojo amor, el fuego, el aroma a hipocresía.
Le fascinaba ser conquistado de aquella manera tan cursi…
Seguramente esa flacucha maldita lo conquistó así; como quería matarlo, retorcerle el cuello, simplemente descuartizar su piel tajo a tajo y reír de su dolor.
¿Acaso sentiría él una mínima parte del dolor de ella? No, claro que no.
Todo el amor que sentía por él se fue en unos dolorosos segundos en los cuales pensó en una venganza. ¿Quién lo pensaría? Ella, siendo la linda ama de casa que él siempre quiso que fuera, sólo para tratar de fregarle la existencia a su querido esposo. Ahora, el plan de un principio, el cual era cambiar de seca a cariñosa, había tomado un rumbo cruel: sería así, pero para recordarle que con Anna Kyouyama no se juega.
Se durmió a la hora que siempre lo hacía para que la feliz espera fuera precisamente eso: feliz. Su despertador sonó a las tres de la mañana, tarareando las primeras notas de su sinfonía de la Venganza.
Se levantó para ver su creación y destapó una botella de vino. Se bebió tres copas y volvió a la cama; por supuesto que no se embriagaba con tan poco, pero sólo quería hacerle creer que así había pasado la noche.
Él llegaría en cinco minutos… Cerró los ojos; talvez se dormiría antes de que él llegara y le diera un toque más cruel a su plan.
Sin embargo el ruido del coche la sacó de sus planes y se mantuvo con los ojos cerrados esperando el momento y midiendo su territorio para atacar después y con más furia.
……………………
La llave entró en la perilla y giro para abrir la puerta de su casa.
El joven de cabello castaño se abrió paso por la sala de su casa y de pronto sintió aquel embriagador aroma en el aire, era el de su incienso favorito, sus deseos despertar, de una manera inverosímil. Al llegar al comedor y se quedó quieto analizando las posibilidades del aroma hasta que vio las velas derretidas.
Bajó la vista. Aquel era un golpe bajo.
Avanzó y el olor de su cena favorita le dio un matiz cruel al asunto del "llegas tarde con un delito grave y te das cuenta de lo extrañamente linda que es tu esposa…"
Aquel insólito sentimiento de "le engañé" se hizo presente y se dirigió a la habitación.
Ahí estaba ella en la cama con la botella de vino en el piso y vistiendo aquel maravilloso traje de encaje rojo que tanto le gustaba, fascinaba, el que lo llevaba siempre a la locura, el que desbordaba su éxtasis de fetichista innato.
Sin embargo estaba dormida…
La palabra aniversario llegó a su cabeza cual Katana cortando su disimulo y trayendo a la superficie sus culpas descaradas, con mayor intensidad.
—Mañana sin falta —murmuró él, quitándose la ropa y colocándose una camiseta para dormir tranquilo y cómodo—… te pediré una disculpa…
Le compraría un regalo hermoso… quizá con eso ella dejaría de estar molesta, porque era obvio que lo estaría.
Entró a la cama y cubrió a su esposa con el edredón puesto que era una noche fría. La rodeó con sus brazos y se quedó profundamente dormido.
………………………
Ella, quien estaba recostada sobre su costado, sólo sonrió al sentir a su querido esposo dormir…
Sus ojos brillaron malignos entre la obscuridad. Miraba sin mirar concentrada en sus pensamientos.
Una disculpa…
"¿Una disculpa?" corrió por la mente de la dama "¿Por qué¿Por llegar tarde o por engañarme o…? AH… ya sé… AMBAS COSAS…"
Estaba algo más que incómoda con las ganas voltearse y romperle la nariz… descuartizar su cuerpo, sacarle los ojos, darle de martillazos en sus partes, ahorcarlo o todas juntas y arrojaría su cadáver destrozado, molido y procesado (quizá hecho albóndiga) al mar…
Debía soportar las ganas… necesitaba todo su autocontrol para no echársele encima y desgajar su rostro con sus uñas propias…
Era una dama. Debía mantener la cordura ante todo. Aunque ¿Las damas tomarían la venganza por su propia mano? Si no, ella fingiría por su propio bien ser una.
No podía creer que se hubiera atrevido a engañarla, a ella, quien pensaba haberlo embelezado como él juraba.
Apretó el puño recordando sus palabras envenenadas de "¿Qué me hiciste…? Estoy hechizado"
Respiró profundo… debía dormir o no podría soportar la sola idea de compartir la cama con el enemigo…
Enemigo que se había convertido en un blanco.
Los demás planes estaban en su cabeza… sonrió.
—Mañana sin falta —había dicho ese desgraciado—… te pediré una disculpa…
Respiró profundo.
—Mañana sin falta… —murmuró la joven rubia sin darse mucha cuenta—: te quedas sin esposa…
Continuará…
Notas del autor:
Bueno… sabemos o por lo menos los que han leído mis fics, que estoy bien loca wojojojojojo
Que historia tan loca…
No puedo creer que esté subiendo nuevas historias teniendo tantas… (ay si, exageras Katsumi)
Supongo que las terminaré… lo prometo.
¿Quién crees que es¿Yoh o Hao?
Voten que en sus manos está la continuación porque ni siquiera yo sé... xDDDDDDD (/bueno… si sé pero no le digan a nadie ))
Este "Asakura" que describo tiene algo de los dos así que puede ser cualquiera n.n al avanzar la historia se definirán bien las personalidades.
Ciao y…
Que los ilumine la eterna luz!!!!!!!!!!!
