Me encontraba sola en el pasillo, mirando hacia el fondo en el que había una enorme ventana, que sería el doble de alta que yo. Las gotas de lluvia resbalaban en el cristal y el cielo estaba mucho más gris que cuando había llegado allí. Varios relámpagos iluminaron las calles fuera del edificio. Un trueno hizo que me sobresaltara. Miré detrás de mí y no vi nada. Me abracé un poco, como si así pudiese calmar mi miedo. Miré por la ventana y avancé un par de pasos. Me parecía oír algunos ruidos, pero podían ser las ramas del árbol que había junto a la ventana. Parecía que rozaban el cristal y parte de la pared por un lado y un poco más abajo. A mi derecha había otro pasillo por el que se apreciaba en la oscuridad una escalera que daba al piso de abajo. Ya no se podía subir más. En ese pasillo, a la izquierda había un baño de chicas grande, porque estaba adaptado a gente en silla de ruedas, y a continuación, algo más alejada, una puerta que daba a algún despacho de limpieza o alguna cosa de esas, nunca vi lo que había en su interior. Otra puerta a continuación y luego otro par de baños, más pequeños. Uno de chicas y uno de chicos. Al final estaba la escalera. A mano derecha, en ese pasillo, habían unos grandes ventanales, tan grandes como el que había enfrente mía, que tenían vistas al pequeño jardín que había entre las dos alas del edificio. Por ellos entraba una agradable y a la vez aterradora luz grisácea, a veces más potente por algún trueno. Me gustaba la luz que inundaba las paredes y el suelo, aparte de porque me daba luz porque me encantaba la luz grisácea y tenue de los días lluviosos, pero por otra parte me producía una extraña sensación, como si estuviese en una película de terror. La luz grisácea proyectaba sombras largas y curiosas en el interior y al moverse me asustaba. Además, con los truenos y los ruidos sentía que alguien me acechaba, y eso no me gustaba nada… Y la sensación que me producía menos. ¿Qué dirección debía tomar? ¿Seguir por el pasillo de mi derecha o continuar hacia adelante por si veía algo por la ventana del fondo? Me quedé allí parada, mirando hacia ambos corredores por si alguno me inspiraba alguna sensación de seguridad que indicara por donde tenía que ir. Me adelanté un paso hacia mi derecha y miré hacia atrás unos segundos. Continué avanzando y justo antes de llegar junto a los ventanales que hacían de pared de todo ese pasillo un brazo aprisionó mi cintura otro mi boca. Un grito aterrador emergió de mi interior pero no llegó a salir. Todo fue muy rápido. Un segundo después de capturarme todo se volvió negro.
Supongo que esta introducción del presente os habrá chocado tan de repente. Debería comenzar por el principio. Bien, pues volvamos al pasado, el pasado de hace una semana y media, aproximadamente.
Estaba relajándome en mi bañera del piso de arriba. Mi música favorita, agua templada hasta arriba de espuma, ¿Qué más se puede pedir? Salí de la ducha y me puse mi albornoz blanco y coloqué una toalla a modo de turbante en mi cabeza. Tenía mucho pelo y no era fácil secarlo si una toalla no absorbía toda el agua. Me senté frente a mi escritorio y di un par de clics en el icono del Messenger. Tecleé mi dirección de correo y mi contraseña. Inicié sesión y esperé a que dieran las 19:00. Al instante apareció una ventanita en la parte inferior derecha indicándome que mi mejor amiga acababa de iniciar sesión. Inmediatamente abrí una ventana y escribía a toda prisa. Siempre intentábamos ser la primera en saludar a la otra.
Entablamos la conversación de siempre: "Hola… Que tal… Bien… Que cuentas…" etc…
Seguíamos hablando como un par de semanas atrás, antes de que me mudara. Eran vacaciones de verano y estaban llegando a su fin. Mañana se reanudaban las clases y yo empezaba cuarto. Ella empezaba segundo de Bachillerato. Nos llevábamos año y medio, y por muy poco no nos llevábamos solo un año. Después de dos horas hablando tenía que apagar el ordenador. Me despedí de ella a las nueve y cuarto y se desconectó. Me fui despidiendo del resto. De una que siempre hablaba conmigo aunque no me caía bien, de una amiga que seguía estudiando en mi antiguo instituto y a la que echaría mucho de menos por muchas veces que hubiésemos discutido y me despedía de un buen amigo, al que tampoco vería ya muy a menudo pero que pensaba invitar a venir a verme cuando él quisiera.
Me puse el pijama y me sequé el pelo. Cerré el reproductor de Windows, en el que estaba sonando I don't care de Fall Out Boy y bajé a ver la tele un rato. Mi hermana se había puesto el DVD y estaba viendo por quinta vez Cuatro Caminos. Saqué una libreta y me puse a dibujar, pero la peli acabó por engancharme otra vez y la vi con ella.
A la una de la madrugada o por ahí nos fuimos a dormir, pero no caímos hasta las dos o las dos y media. No sé si por costumbre o porque teníamos la tele puesta siempre dormíamos a esas horas.
Por la mañana nos despertamos, cosa que nos costaba mucho, como a todo hijo de vecino, y nos fuimos a clase. No me gustaba no hablar por el camino, pero a primera hora de la mañana no habían muchas cosas que contar, así que mi hermana y yo pudimos hablar de lo que hicimos ayer, de algún chiste que nos hubiesen contado o de lo que habíamos soñado, y poco más.
Estábamos ante la puerta de nuestro nuevo instituto. Entramos con total tranquilidad, disimulando nuestro nerviosismo y cada una buscó su aula o a sus compañeros o lo que tuviésemos que hacer. Los nervios nos superaban.
-Te veo en casa-Dije mi hermana antes de irse-O en el recreo.-Corrigió, y se fue a que le asignaran una clase con sus nuevos compañeros.
Me dirigí a algún sitio a esperar a que les tocara entrar a los de mi clase. Esperé una hora y pude entrar. Estaba abarrotado de gente. Se saludaban después de un verano largo sin verse con algunos que estaban de viaje. Todo se calmó. Yo estaba en primera fila para poder salir cuanto antes de allí. Me daba vergüenza que me mirase mucha gente. Fueron nombrando a gente de cuarto de ciencias y luego nombraron a los de letras.
Apellidos con A… Con B…. Con C… Con D había pocos… Me aburría mucho. Tenía que esperar hasta el final, y eso que ya sabía que había elegido y en que clase estaba.
-Mark Logan-Llamó entonces el director, y mi cansancio y aburrimiento se pasó de golpe. Aquel nombre acaparó toda mi atención. No quería parecer descarada (aunque suelo serlo) asique miré hacia adelante todo el tiempo, esperando a que apareciese él ante mis ojos. Vi un par de pies y levanté la vista desde el suelo. Vi unos vaqueros negros, una sudadera gris de esas que tanto me gustan y… Por último creo que tuve una visión.
Era realmente guapo. No era muy moreno, pero tampoco estaba paliducho. Era rubio y con unos increíbles ojos verdes. Creo que no me arrepiento nada de haberme mudado aquí. Se me pasaron algunos nombres más pero yo seguía embobada. Hasta que me llamaron, claro. Procuré pasar sin tropezar y salí tan rápido como pude. Había un montón de gente allí, esperando a que saliesen los restantes. Busqué al tal Logan con la mirada, pero no lo vi. Cuando nos llevaron hasta la clase miré un par de veces hacia atrás y lo vi de los últimos. Parecía tomarse las cosas con calma.
Una vez en el aula, todos se sentaron por parejas, con su mejor amigo, con su novia, con su primo, etc… Yo no sabía donde sentarme, así que me quedé en la puerta, mirando a todas partes. Vi un asiento vacío al fondo y pensé en ir allí, pero ya lo estaban cogiendo otros. Noté a alguien a mi lado. Miré y al ver a Logan retiré la vista inmediatamente. La tutora miró un par de sillas libres al fondo, en una esquina del aula y miró hacia Logan.
-Mark, ¿otra vez el último? Siéntate allí.-La profesora señaló las mesas del fondo.-Y usted, siéntese con él.-Me dijo.
Casi me dio algo, pero tuve que obedecer. No todos los días se tiene buena y mala suerte al mismo tiempo. Logan se tiró hacía atrás en la silla, con aspecto relajado, y no sabía si estaba prestando atención o estaba fingiendo escuchar a la profesora.
Cuando terminó su discurso y repartió algunos papeles nos dio permiso para salir. Cogí mi bolso y de él se cayó la libreta para tomar nota, el boli y el lápiz y también los papeles que había repartido la tutora. Por suerte casi no quedaba nadie en clase. Me agaché a recoger mis cosas. Alguien me ayudó a recoger y cuando levanté la vista vi a mi compañero de mesa, sonriendo muy despreocupado.
-Hola.-Soltó de repente, sin quitar la sonrisa de su cara.
-Ho-hola.-Dije, muy nerviosa.
-¿Qué te parece la clase?-Preguntó, aún sin quitar la sonrisa de su cara. Me estaba desesperando.
-Buena… Supongo.-Cerré el bolso y me puse en pie.
-¿En serio?-Se puso de pie y por fin abrió los ojos y dejó de sonreír.-Vaya… Si que tenía que ser mala tu antigua clase-Y soltó una carcajada.-Aquí no son todos tan buenos como parecen.
Mira quien fue a hablar…
-Ah… Vale… Bien. Gracias por la información. Me dispuse a salir de mi rincón. Lo llamé mi rincón porque ahora era mi pupitre. Mark me tapó la salida, y seguía sonriendo.
-¿No piensas quedarte un rato más?
-No, tengo algo en mente y si no me doy prisa puede que sea tarde.-Dije. Se me había ido la vergüenza, porque pensé que me empezaba a caer mal este niño.
-Parece importante. Lo siento-Ya no sonreía tanto, pero parecía feliz.-Al menos déjame presentarme, ¿no? Soy Mark Logan.-Me tendió la mano, haciéndose el importante.
-Aida Sabater.-Contesté, y le cogí la mano muy desconfiada. No pasó nada. Eso era bueno.
-¿Puedo saber qué es eso tan importante que tienes que hacer?-Preguntó, dejándome pasar y caminando hacia fuera a mi lado.
-Pues supongo que no es alto secreto. Que yo sepa no trabajo para el FBI, pero igual me han lavado el cerebro y resulta que trabajo para extraterrestres.-¡NO! ¿Por qué dices eso? Pensará que estás loca. Las bromas no son lo mío.
-Jajajajajajajajajajajaja…-Empezó a reír.-Muy bueno. Extraterrestres. Yo también creo que alguna vez me abdujeron, porque no recuerdo haber conocido a nadie tan feliz como yo.
Mis ojos y mi boca se hubiesen abierto desmesuradamente si hubiésemos sido dibujos animados. Parecía ser muy amable con todo el mundo, incluso conmigo, la marginada del mundo.
-Bueno, cuéntame eso tan supersecreto-Dijo, cogiendo el aire que había dejado escapar con sus risotadas.
-Me he mudado hace un par de semanas aquí. El caso es que deseo ver a alguien muy especial y está dos cursos por encima. Y necesito saber si ha salido ya, si aún falta mucho o al menos donde vive.
-Ya veo…-Dijo, y parecía pensativo.-Te has colado por uno de bachiller.-Rompió ora vez a reír y le duró la risa hasta el último tramo de escaleras. Cuando se calló por fin, aclaré las cosas.
-¿De verdad piensas que me gusta alguno de bachillerato? ¿Crees que alguien como yo intentaría ligar con alguien? Vamos, tengo sentido del ridículo, no soy idiota.-Aclaré.
-Perdona…. No quería decir eso.-Se calmó un poco.- Es que quería amenizar un poco con una broma, pero a veces no me salen como esperaba.-Se disculpó.-Puedo darte un consejo, si eso hace que te caiga mejor-Sonrió como para inspirarme confianza.
-Bueno…-Me lo pensé un par de veces, pero no parecía ofensivo.-Venga, suéltalo.
-Los de Bachillerato salen dentro de diez minutos. Puedes esperar a ver si ves a quien tanto deseas ver en la puerta.
-Vaya.-Aquello sonó a trabalenguas. Me sorprendí un poco, pero no sé porqué.-Vale… Gracias.
Me dirigí a la puerta y me quedé allí. Sola. Pasaron 5 minutos y ya me aburría mortalmente. Resoplé aburrida y alguien, un poco más allá, a quien no había visto, se me acercó y me dijo:
-Que aburrimiento, ¿eh?
-¿Qué haces aquí?-Le pregunté a Mark, alucinando.
-Yo también espero a alguien de Bachillerato-Contestó sonriente.-Y como me aburría pensé que igual querrías hablar.
-Yo…-Este chico era realmente raro, pero me caía bien, no sé porqué.-Solo faltan 4 minutos, no estaremos aquí mucho tiempo.
-Con suerte salen un poco antes…-Mira, allí están.-Eran los últimos en salir. Busqué entre la gente, casi desesperada. Y por fin encontré lo que buscaba. Antes de que pudiera reaccionar alguien me dio dos toques en el hombro y supuse que sería Logan. Me volví y él no estaba allí. Vi a Edward Masen.
-¡¿Edward? ¡¿Qué… que estás haciendo aquí?
-Me he mudado hace poco. Supe que te venias aquí y puesto que yo también tenía intención de hacerlo no te dije nada para sorprenderte.-Eddie sonrió y yo también, pero algo desconcertada.
-¿Qué hacías aquí? ¿Esperarme?-Rió.
-En realidad yo…-Me di la vuelta para señalar. Casi me había olvidado. Por suerte seguía allí. Entonces vi a Mark metido en otro lío y casi se me ocurrió la posibilidad de que lo habían sacado de alguna serie de dibujos animados de verdad.
-Que no, que no tocas la play hasta que recojas tus cosas. Y no me supliques.
Allí estaba ella, pegándole la bronca a Mark como si fuera su madre. No me lo pude creer. Mark y yo esperábamos a la misma persona. Ahora sabía porque su nombre me había llamado tanto la atención la primera vez. Era el Mark Logan que yo conocía. Me acerqué allí, muy decidida.
-Hola.-Saludé una vez cerca. Eddie me siguió.
-¡Hola!-Saludó Mark, alegre, como si me estuviese saludando después de un día entero, en lugar de preguntarse a que veía ese saludo. Claro que no era para él.
Ella levantó la vista y me miró. Por fin la tenía cerca, después de años de conocernos.
-No me lo puedo creer. Por fin…-Dije, y sin saber porqué casi rompí a llorar de emoción.
-Ya sé que me has buscado fuera de tus sueños muchas veces, pero tampoco es para que te pongas así…-Empezó Mark, en plan broma, como dándose por aludido, sin sospechar que yo conocía a su acompañante.
Ella le dio una colleja y me miró entre intrigada y pensativa.
-¿Eres…?
-Por fin te encuentro. Mis padres han decidido que nos mudásemos aquí.-Empecé.-Casi me olvido de presentarme-dije, de manera irónica, como si acabase de conocerla, aunque ya sabía perfectamente quien era.-Soy Aida Sabater.-Dije sonriendo.
Mark, desde un lado, miraba la escena como en shock. Eddie, que estaba detrás de mí, tenía cara de estar pensando a ver si entendía algo.
-No hace falta que te presentes, ay sé quién eres.-Le dije, al ver que no reaccionaba. Estaba temblando de nervios, así que no pude continuar haciendo el paripé.- ¿No vas a darme un abrazo ni nada después de que me he mudado aquí por ti?-Dije sonriendo.
Y así fue como conocí en persona y abracé por primera vez a mi mejor amiga, Esperanza.
