Summary: Recordó lo que su padre le había dicho.-Si vas al bosque, nunca, pero nunca tengas miedo, eso lo atraerá así a ti-Nunca había entendido su significado. Hasta ahora. Que había atraído a Inuyasha y a un hombre lobo hacia sus espaldas.
Por supuesto y desgraciadamente Inuyasha no me pertenece, sino a Rumiko Takahashi.
Amor, Sangre Y Luna llena.
Cáp.1
Miedo
Una niña de unos siete años llamada Kagome escondió su pequeño cuerpo debajo de su cama lo más rápido que pudo, al escuchar la puerta de su andrajosa casa abrirse y cerrarse estrepitosamente. Eso solo tenía un único y terrorífico significado.
Su padre estaba en casa. Y estaba ebrio. Y su madre estaba enfadada. Más bien furiosa.
Mala combinación.
Se estremeció al escuchar a su madre gritar a su padre una serie de insultos que ni siquiera sabia que significaban. Cuando estuvo segura que estaban concentrados en su pelea, salio de debajo de su cama y camino hacia la ventana abriéndola lo mas silenciosamente posible. Y se asomo hacia el frió de la noche. Observo el oscuro cielo bañado de estrellas. Era luna llena.
Se trepo de la rama de un árbol que estaba pegada a su ventana y como pudo con sus débiles y cortas piernas fue bajando hasta llegar al suelo.
Levanto la cabeza hacia la gran extensión de enormes y tenebrosos árboles que conformaban el bosque que rodeaba completamente su casa.
Pensó que hacer. Era de noche y tenia miedo. Suspiro y masajeo su pequeña cabeza desenredando su cabello color azabache. Decidió caminar los pocos metros, cubiertos de más enormes y tenebrosos árboles por supuesto, hasta la aldea vecina de su casa.
Allí había una pareja de ancianos que eran muy ambles con ella. Comenzó a caminar.
Solo unos minutos después ya esta internada en la espesura del bosque. Su corazón comenzó a latir más rápido y su respiración también había acelerado. Tenía miedo. Se oían demasiados sonidos. Por todos lados.
Acelero el paso. Recordó uno de los escasos consejos útiles que su padre le había dado.
-Si vas al bosque, nunca, pero nunca tengas miedo, eso lo atraerá así a ti- había dicho con una sonrisa desagradable.
Nunca entendió lo que había querido decir, pero no había podido dormir por noches. Sintiendo inevitablemente miedo. Esperando que la supuesta cosa viniera por ella.
Salio de sus recuerdos. De pronto hoyo un ruido demasiado fuerte y cercano para su gusto y quedo paralizada.
-No tengas miedo-se decía-No tengas miedo.
Tarde.
Al oír de nuevo el crujido de las ramas echo a correr lo más rápido que pudo.
Estaba aterrada, la respiración se le agolpaba en la garganta y sentía zumbar el latido acelerado de su corazón en sus oídos.
Suspiro de alivio al ver el humo de las chimeneas de la aldea en la cima de los árboles. Pero el consuelo duro poco. El crujido se escucho justo frente a ella. Entre los árboles que aun debía cruzar.
Estaba rodeada.
-Oh dios-lloro. Comenzó a respirar aun mas rápido. Y a ver nubloso.
Callo al suelo cubierto de hojas intentando mantener sus azulados ojos abiertos. No pudo. Lo ultimo que pudo divisar fuero dos enormes ojos dorados. Observándola. Acercándose.
-Kagome- Sintió que la llamaban.
De apoco fue saliendo de la oscuridad en la que estaba sumergida su mente. Abrió un poco lo ojos. Y se encontró con el amable y preocupado rostro de la anciana Kaede.
Se enderezo de un salto al recordar lo que había sucedido en el bosque. Estaba en el suelo justo al lado de la fogata del centro de la aldea.
-¿Qué…? ¿Cómo…? ¿Qué paso?- exclamo temblando.
-No lo se cielo, tranquila ya te revise y estas ilesa-intento tranquilizarla la anciana- yo solo salí por mas leña y mi nieto me llamo diciéndome que había encontrado a una niña desmallada y aquí estas. Clámate e intenta explicarme que sucedió.
-¿Su nieto?
Alguien se aclaro la garganta a su lado. Se giro y clavo sus penetrantes ojos azules en el bosque en un niño de unos diez años. Nunca lo había visto. El mantenía su mirada gacha. Tenía el cabello de un color extraño color plateado. Como si hubiera sentido su mirada el levanto la cabeza y la observo fijamente.
Se quedo sin respiración. El estaba sonriendo. No una sonrisa amable sino una sonrisa picara y maliciosa. Como si se estuviera divirtiendo en grande. Y sus ojos eran…dorados, y no de un marrón claro, sino dorados como el sol y el oro. ¿Dónde mas había visto esos ojos?
Dios. Le dolía la cabeza.
-El es el hijo menor de mi Izayoi, Inuyasha ¿No recuerdas que te hable de el?
Inuyasha. No, no lo recordaba. Pero tampoco le importaba mucho en esos momentos.
Se volteo y observo el bosque. ¿Qué había sido eso?
De pronto se escucho una juvenil y picara risita a sus espaldas.
Miro al niño. El se estaba riendo. Dios, el se estaba divirtiendo. Y Kaede estaba demasiado ocupada juntando leña como para notar la insolencia del chico.
Luego él se giro y se fue. De acuerdo, era un chico raro.
Pero, ¿Qué había sido eso?
Hola!
Acá estoy con una nueva historia. Espero que les guste.
Los amo
